6A La Prensa Panamá, martes 4 de febrero de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. necesidad de trabajar en conjunto para garantizar la paz y la estabilidad mundial. Así nació, en 1945, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyo principal objetivo es preservar la armonía entre los países. En este contexto, Panamá no perdió protagonismo. A pesar de no contar con ejército, ha sido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU en seis ocasiones. La primera vez que Panamá ingresó al Consejo fue en 1958, logrando posicionarse entre las grandes potencias. No obstante, su participación más destacada ocurrió en su segundo período (1972-1973), cuando, en una hábil jugada diplomática, consiguió que en marzo de 1973 el Consejo de Seguridad celebrara, por primera y única vez en la historia, una sesión fuera de su sede, en un país latinoamericano. El tema central de aquella reunión: la soberanía sobre el Canal de Panamá. En aquel momento, Panamá y Estados Unidos ya habían iniciado negociaciones, pero los avances eran escasos. Años antes, en 1964, el país había roto relaciones diplomáticas tras los trágicos sucesos del 9 de enero, aunque estas se restablecieron poco después. Sin embargo, el camino hacia la firma de los tratados de 1977 aún sería largo y complejo. En 1973, con una población de apenas millón y medio de habitantes, Panamá deLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Importar soluciones Soberanía La cobardía de no defender nuestros intereses en el extranjero sugiere un miedo terrible a la pérdida del statu quo que se llama corrupción. El presidente embotellado y la pandilla de oligarcas propietarios de este patio se hacen los tontos esperando a que escampe, y respiran aliviados par las declaraciones de expresidentes, todos ellos sin vergüenzas y responsables de nuestra circunstancia. Ahora bien, pedir que nos vengan a resolver los problemas, renunciando a la soberanía, que no se come, pero garantiza comer como uno quiera, votando (aunque el sistema premia a las minorías) a los que administran nuestros recursos, es un sinsentido. El que renuncia a su soberanía será gobernado por otros planes soberanos, que solo quieren lo que les interesa, el resto, basura. Eso ya ocurrió en este país, con los mismos, y no sirvió de nada. La renuncia al criterio y el deseo de importar soluciones arrancó oficialmente hace más de veinte años, cuando dejamos de leer y escribir buenas obras literarias. Pero ese es un asunto del patio, del que hablaremos, pero que nadie apele a un interlocutor externo, fuerte, y con todas las aparentes soluciones: eso se llama “nostalgia del dictador”, y los que dictan, al principio, parecen muy democráticos. El silencio internacional de nuestra causa es escandaloso. Nadie es capaz de levantar el teléfono y buscar medios internacionales para explicarnos: todos están asustados porque se les ve el cobre, porque no quieren salir movidos en la foto. Y mientras, en un foro económico reciente, el alcalde capitalino dice que USA está enfocado en Latinoamérica, y que él ve oportunidades en medio de la crisis: la ruina empieza cuando somos necios a sabiendas, cuando el egoísmo perverso nos hace ver luces donde solo hay oscuridad. No coman cuento: primero resolvamos el “asunto Trump” y luego, aquí, nosotros, nos ocupamos de la pandilla amplia de corruptos. Es tiempo de pedagogía y reflexión, pero nadie quiere: temen que les puedan cambiar el negocio. ¿Pro mundi beneficio? Panamá amortiguador frente a los ataques a los que estamos siendo sometidos. A ese nuevo bloque podrían sumarse otras naciones amigas como Dinamarca, Francia, Alemania y España, por mencionar algunas. En Panamá debemos aprender a ser y sentirnos orgullosamente panameños. Quizás, por ser un país con orígenes tan variados como colores y formas de ojos tenemos, quienes vivimos en esta amalgama de personas que han llegado a Panamá por razones tan diversas como diversos somos. Qué tristeza produce oír a abogados y otros compatriotas instruidos hablar en contra de nuestro país. Panamá es un país que vive “pro mundi beneficio”. Aunque algunos quieran cambiar la frase, cada gobierno que pasa por el Palacio de las Garzas confirma que seguimos siendo “puente del mundo y corazón del universo”, quizás la mejor manera de describir gran parte de nuestra historia y destino en el mundo. Panamá ha cumplido con los compromisos adquiridos desde 1977 en los tratados del Canal. La mejor prueba es que la parte acusadora ha cambiado su argumento en varias ocasiones: desde afirmar que una nación extranjera controla la administración del Canal, pasando por el bloqueo de sus entradas, la salinización de los lagos, hasta la posibilidad de que el derrumbe de un puente lo afecte. No es justo que ahora nuestro mayor socio comercial nos acuse de mantener relaciones con un país que sigue siendo uno de sus principales socios comerciales. Tampoco lo es que se nos intente imponer, desde la capital de una nación hermana, la línea de nuestras relaciones diplomáticas y comerciales. Y lo peor es que, al no contar con razones fundamentadas en hechos, han recurrido a argumentos baladíes que no pueden sostenerse con la razón y la justicia, sino con el chantaje y la manipulación. Por otro lado, debemos encender toJuan B. McKay A. [email protected] Panamá, epicentro geopolítico de las Américas Ubicación estratégica “Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino, colocado, como está, en el centro del globo”. Así se refería Bolívar en su convocatoria al Congreso de Panamá (1824) a un territorio que, en aquel entonces, no figuraba como una nación independiente, sino como parte de un ideal ambicioso: la unión de los pueblos de América recién independizados. Su propósito no era solo alcanzar plena autonomía y desligarse de las potencias europeas, sino también garantizar la igualdad y el aprovechamiento de los recursos del Nuevo Mundo en beneficio de sus ciudadanos. Por su ubicación estratégica, el Istmo panameño ha sido, de manera natural, un punto clave para el comercio y el transporte mundial, fortaleciendo así la visión bolivariana que casi adquiere un carácter aforístico. No es casualidad que en nuestro escudo de armas figure la frase en latín Pro Mundi Beneficio, un reflejo del papel esencial que Panamá desempeña en el escenario geopolítico global, hoy resguardado bajo el Tratado de Neutralidad del Canal. Aunque el sueño de Bolívar de una América unida no se materializó, en el siglo XX las naciones comprendieron la mostró ante la comunidad internacional que la diplomacia era un camino viable para negociar y resolver conflictos con las principales potencias. Su ubicación geoestratégica lo había convertido en un actor clave, y tanto su estabilidad como su seguridad se volvieron asuntos de interés mundial. Quizás el mundo no nos haya reconocido como su capital, como Bolívar imaginó, pero cualquier evento que afecte el tránsito por nuestro Canal genera atención global. No es coincidencia que Panamá haya sido el primer país visitado oficialmente por el secretario de Estado de Estados Unidos en esta nueva administración. Nuestra misión es consolidar una imagen institucional y una reputación internacional ejemplares. Esto se logra no solo reforzando nuestros valores éticos y morales, sino también fortaleciendo la institucionalidad y la eficiencia gubernamental, combatiendo la corrupción y promoviendo una carrera diplomática robusta. Como nación cuya única herramienta de defensa es la diplomacia, debemos seguir elevando nuestra presencia en el escenario geopolítico. Garantizar que continuemos siendo de beneficio para la humanidad no nos hace más débiles; al contrario, es nuestra mayor fortaleza. Demostrar que somos capaces de proteger nuestros recursos, preservar la estabilidad y, sobre todo, velar por nuestra gente, es nuestra mejor carta de presentación y nuestro mensaje de paz para el mundo. Opinión EL AUTOR es escritor. EL AUTOR es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación. EL AUTOR es dirigente cívico y analista político. Pedro Crenes [email protected] das las luces de emergencia para prepararnos ante los ataques que continuarán en los próximos cuatro años. Esto implica fortalecer nuestra democracia, la transparencia, los valores cívicos y morales, y la lucha contra la corrupción, quizás el peor cáncer que nos afecta, no solo por las malas prácticas, sino también por el narcotráfico y todos sus tentáculos. Esto también supone reforzar la justicia y proteger a nuestros jueces y magistrados para que nunca más volvamos a enfrentar la amenaza promovida por un convicto que, al igual que otros, ha intentado comprar absoluciones y fallos amañados. Los panameños debemos mantenernos unidos para defender lo que tanto nos ha costado. Tenemos una joya en el Canal de Panamá, que no solo hemos operado con mayor eficiencia y menor accidentabilidad que cuando estaba bajo control extranjero, sino que además hemos invertido miles de millones de dólares en su ampliación para seguir brindando un servicio eficiente y de primer nivel. Panamá es una nación libre. Tenemos el derecho soberano de establecer relaciones diplomáticas de acuerdo con nuestra mejor conveniencia política y comercial. Eso no significa que debamos afectar nuestra amistad con nuestros vecinos, pero sí que debemos dejar claro que los beneficios no se obtienen por la fuerza, sino promoviendo la negociación y las reglas de la diplomacia. Esto también nos recuerda que el servicio exterior no debe estar basado en amiguismos, sino en profesionales que antepongan los intereses del país a cualquier otro. La dignidad de un país no se negocia. Los panameños lo sabemos de primera mano. Debemos ser agradecidos con nuestros aliados, pero siempre estar listos para defender los intereses de nuestra nación, no con armas, sino con derecho, diplomacia, firmeza y el cumplimiento de nuestros compromisos. ¡Cuánta razón tenía Simón Bolívar cuando soñaba con una América unida y su capital en Panamá! Infortunadamente, su sueño no prosperó como él lo había concebido, pero su pensamiento trascendió y quizás se reflejó en la gestión de organizaciones como la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros organismos regionales de nuestro continente. Bolívar había visualizado que la conformación de ese Estado en el que se convirtió la unión de las 13 antiguas colonias británicas, que en 1776 se denominaron los Estados Unidos de América, podría representar una posible amenaza para el resto de las antiguas colonias españolas, francesas y portuguesas en América. Igualmente, habiendo vivido y estudiado en Europa, podía prever que los países colonizadores intentarían recuperar sus antiguos territorios. El resto de la historia es conocida. Desde mi balcón puedo deducir que una nación atentó contra el éxito del Congreso Anfictiónico de Panamá, provocó la ausencia de algunos países invitados y frustró la gran nación de Estados con la que soñaba el Libertador. Si bien hoy tenemos un continente que oscila de izquierda a derecha como un péndulo de reloj, sigue sin existir esa cohesión tan necesaria que nos permitiría contar no solo con un gran mercado, sino también con un brazo fuerte para protegernos de posibles ataques políticos, económicos y militares. En artículos anteriores me he pronunciado sobre la necesidad de Panamá de conformar alianzas con otros países. Por ejemplo, en momentos como los que vivimos, sería ideal que Canadá, México y Panamá se convirtieran en un gran bloque que sirviera de El Istmo panameño ha sido, de manera natural, un punto clave para el comercio y el transporte mundial, fortaleciendo así la visión bolivariana que casi adquiere un carácter aforístico. Guillermo Magdiel Torres [email protected] Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. 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