Bienvenido suscriptor
Perfil Cerrar sesión
Iniciar Sesión
Registro

prensa_2023_09_19

4B LaPrensa Panamá, martes 19 de septiembre de 2023 MARTES FINANCIERO De la fronteramásdinámicade Venezuela, aunpueblocasi fantasma El reinicio de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Colombia y Venezuela, aún no ha logrado levantar la economía del eje fronterizo de San Antonio-Ureña en el estado Táchira. MIGRACIÓN ReynaKatiuskaHernández [email protected] Le llamaban la frontera másdinámicadeAmérica Latina, y aún permanece con ese calificativo en Wikipedia, se trata del pueblodeSanAntonio, enel estado Táchira, al sur oeste de Venezuela, frontera con Colombia. Los habitantes de esa región han vivido en carne propia la crisis política, económicaysocial venezolanay las consecuencias de las constantes desavenencias y rupturas binacionales de los últimosaños. Para llegar a San Antonio, desde Panamá se aterriza en Cúcuta, capital del departamentocolombianoNortede Santander, a media hora de la línea fronteriza. Si se viaja desdePanamáes la rutamás directadel exterior, laotraes a través de Caracas y luego unvuelodomésticoenVenezuela hasta el Aeropuerto Juan Vicente Gómez, en la misma localidad de SanAntonioqueacabade ser abierto para dos vuelos a la semanalunesyviernesconlaestatalConviasa. Desdeelavión,sealcanzan a divisar las inmensas montañas de la cordillera andina y es difícil dilucidar cuál es exactamente la línea que divide a Colombia y Venezuela. En esa frontera por las múltiples trochas y pasos improvisados entre piedras resbaladizas y tablas pasaron miles de personas que huían de Venezuela, los llamados caminantes que entre 2017 y 2020 marcharon hacia Colombia, Ecuador, PerúyChile, y loshabitantes de la zona que buscaban hacerse con algo de comida y serviciosdelvecinopaís. Hoy algunos no marchan hacia el sur, se dirigen hacia elnorte,buscanescapeporel NortedeSantanderpara subir a la frontera entre ColombiayPanamá. Con los cuatro puentes internacionales abiertos que conectan el Norte de Santander y el Estado Táchira, esos caminos informales de trochas quedaron en el olvido o quizás esperando otra crisis para despejar los matorrales y volverse el paso de escape. En los puentes ya no hay barricadas, ni las filas demigrantes que esperan permisoparapasar, salvo los viajeros de paso que legalmente debensellarlasalidaoentradaacadapaís. El tránsitodeautosdeambos países está abierto con los debidos permisos y seguros de vehículos que piden deladoalado. Enlapartevenezolanaondean lasbanderasde lospaíses que libertó Simón Bolívar, y allí también está izado el pabellón panameño con sus brillantes colores blanco, azul y rojoy susdos estrellas.Quizásalguienlaviopor un instante sin percatarse que esa misma bandera lo cobijaría al pasar y sobrevivir la peligrosa jungla del Darién. EnSanAntonio laavenida Venezuela luce llena de taxistas y mototaxis que ofrecenllevara laspersonashasta San Cristóbal y otros pobladosdeesaregiónocruzar el puente protegidos del inclemente sol. Otros tienen sillasde ruedasparaalquilar alosancianosopersonascon dificultad de movilidad que debenpasaraColombiaaalgún trámite o cita médica. Tambiénestánloscarretillerosquellevanmercancía. Un poco más adentro del pueblo, los locales venezolanos que están abiertos son contados. Algunos de venta de comida, repuestos para celulares, quincallas con algunas prendas de vestir y calzado, mientras que los edificios que albergaron grandes oficinas internacionalesdeagenciasdeaduana, carga, transporte e importadoras de motos, aluminio, repuestos de autos, electrodomésticos, equipos de sonido, solo tienen los letreros de recuerdoy suspuertas están cerradas, llenas de óxido las cerraduras y el monte avanzandoentreelasfalto. “Lo único que se ha reactivado es el flujo del transporte de carga en la avenida Venezuela, del resto hay muchoscomercioscerrados, esto parece un pueblo fantasma del Lejano Oeste”, relata Ramón Vivas, ex alcalde de lazonayquienadministraba un comercio de dispositivos electrónicos. A medida que nos adentramos en el pueblo de San Antonio, el bullicio que había cerca de la aduana se disipa. Las calles internas del pueblo lucen vacías, elmontehacubiertoalgunasaceras y el paisaje se torna algo fantasmal, como el título de la novela de Miguel Otero Silva:Casasmuertas. Una obra literaria casi profética para cientos de pueblos que lucen abandonados en la Venezuela contemporánea donde contrasta más que nunca la desigualdad con la reluciente y maquillada capital, Caracas con bodegones con productos de lujo importados y restaurantes internacionales que se venen las redes sociales, mientras que en el interior hay pueblos enteros sumergidos en el abandono, falta de servicios públicos como el agua y la luz, con hospitales sin insumos, mucha pobreza y una inmensa desesperanzaquesigueobligando a los jóvenes a huir en masa. Desdeunabancade laplaza Bolívar de San Antonio, un anciano mira a lo lejos una casa casi en ruinas con un azul desteñido al lado de la OIM, la Organización Internacional para las Migraciones, antes casa cural. “El anciano que allí vivía era mi amigo, yadebiócumplir 100 años, aún vive, sus hijos se lo llevaron”. La mirada de tristeza y añoranza del anciano de apellido Acuña, recuerda sus charlas vespertinas con Don Andelfo Contreras, el que trajo las bicicletas al pueblo y uno de los que ayudóacolocarlanomenclatura de las casas y nombres de las calles y barrios, y lideró las telecomunicaciones en esa zona. Un hombre centenario queseresistíaadejarsupueblo, pero la edad y lamemoria, le jugaron la mala pasada y migró involuntariamente dejando atrás sus recuerdos,comomuchosotros ancianos y ancianas repatriadosporsushijosparasalvarlos oparaquedensuúltimo suspiro en una patria o ciudadprestada. En las escuelas públicas delpueblosolodanclases2y 3vecesalasemana.Larazón no hay maestros y tampoco se les puede pagar el sueldo completo para que cumplan con la jornada reglamentaria. Enelpuebloqueundíafue la fronteramás activade Suramérica por su pujante comercio internacional con zonas aduaneras con trasbordodemercancíasquevenían de todos los países, la esperanza se ha borrado de lamiradade los jóvenes.Anteseraunametaestudiarcomercio exterior y aduanas porque las cientos de agencias internacionales y de transporte lesgarantizabael empleo. Ahora los jóvenes se sientan a la sombra de la estatua de Simón Bolívar, en una plaza, consuscelulares,para mirar en Instagram o TikTok, latravesíadeotrosque cruzanelDariénconcamino al norte y que falsamente se promociona como una ruta deaventura, cuando la realidad es que muchos encuentran lamuerte y si no la desgracia de violaciones, robos, desamparo y traumas que losmarcandeporvida. Los más de 350 mil migrantes que han cruzado en loquevadeañoenDarién, se indica en Panamá, que al menos 62.2% son venezolanos. “Darién deja vidas destruidas”, dice una psicóloga panameña. Lea más en prensa.com Un grupo de jóvenes se sientan a la sombra de la estatua deSimónBolívar, enSanAntonio, estadoTáchira, Venezuela. KatiuskaHernández DIRÍJASE A SU HIJO DE FORMA CLARA Y CONSISTENTE FRENTE A UNA MISMA SITUACIÓN. #R ealidadA utismo

RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxMjQ5NQ==