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prensa_2023_03_19

5B LaPrensa Panamá, 19 demarzo de 2023 Vivir Tu opinión nos interesa [email protected] De lavidacotidianaenel Panamá colonial: estradosyoratorios En el estrado las mujeres de las élites pasaban gran parte del día sentadas sobre alfombars, tapetes, petates y cojines. El oratorio, en tanto, era el ámbito reservado para al retiro espiritual y la oarción. Estrado en la casa deCervantes, enValladolid. Cortesía del autor AlfredoCastilleroCalvo ESPECIALPARALAPRENSA [email protected] El estrado, ámbitofemenino En las últimasdécadas delsi - glo XVI, coincidiendo con la aparición de nuetsra primera oligarquía(graciasalavenalidad deloscargospúblicos ya lapros - peridad delas feriasopulentas), ya seencontraba definidoel mo - delo arquitectónico de la vivien - dade laélite,así como lacorres - pondiente especialización de funciones en la ditsribución de los interiores.Dos deesos espa - cioseran elestradoy el oratorio, ambos diáfanamentedefinidos, cada uno con su característico menajeydecorado. El estrado era un espaciopri - vativoycaracterísticodelsexofe - menino,dondelasmujeresespañolas, lusitanasy americanasde las élites pasabangran parte del díasentadassobrealfombars, ta - petes,petatesycojines.Enlos in - ventariosy embargos del Pana - mácolonial seencuentrandeta - lladas descripcionesde estos es - trados,comoeldelacasadelcontador JuanPérez deLezcano en 1615,deloidordelaRealAudiencia JuandeAlvaradoBracamen - te en 1628, del vecino uJan de León Escobar en 1637, y 70 años mástarde,en1710,delascasasde JosephGómez delos Elguerosy del archirricoAntonio deEche - verz y Subiza. El estrado de la mujerdePérez deLezcanotenía seiscojinesdeterciopelocarmesí yunaarquimesa (pequeñoescri - torioy papelera). El de laesposa deloidorBracamonte, teníacua - trocojinesdetafetán,unaalfom - bragrande,variassillasyunosta - buretillos con clavazón dorada, unaalfombrillayunaesterillade junco.El delamujer deAntonio de Echeverz, doñaRufina de Ar - tunduaga, tenía “una alfombra y cuatrocojines ”. El dedoña Isabel Delgado, la mujer de Gómez de los Elgueros, tenía“seis cojines”. Eran menajes típicosen los es - tradosdelaépoca. La continuidad deluso del es - trado, queseextendióhastaelsi - gloXIX, esunapruebasólidadel acendrado tradicionalismo his - pánico. Las nuevas modasrena - centistas enmateria demobilia - rio que invadían Europa fueron resistidasen España,que seafe - rra a sus tradiciones. El mejor ejemplo lodan lasmujeres, que siguen utilizando loscojines so - bre el piso, enlugar de sillas, se - gún la tradición heredadade la larga presencia musulmana, aunquela esposadel embajador francés,marquesa deVillars,es - cribeentre1679y1681enlascar - tas a su amigamadame de Cou - langes, que en lugar de utilizar lasalmohadasycojines,enEspaña muchas preferían “sentarse sobrelaspiernas ”. El primerdiccionario castella - no, escrito porSebastián deCo - varrubias Orozco a principios del sigloXVII, describeel estra - do como “el conjunto de alhaajs quesirveparacubriryadornar el lugaropiezaenquesesientanlas señoras para recibir las visitas, que se compone dealfombra o tapete, almohadas, taburtees o sillas bajas”. El Diccionario de Autoridadesde laLenguaCas - tellana, publicado porla Real Academiade laLengua en1726 repite ladescripcióndeCoavrru - bias y agrega: “lugar o sala cu - bierta con laalfombra y demás alhajas del estrado, donde se sientan lasmugeres y reciben las visitas”. Sehandefinidotrestiposdees - trado en las casas españolas,de respeto, de cumplimiento yde cariño. Elde respeto “con tapices, alfombras y algúnsillónno pasaría deser una piezademero recibidor ”. El de cumplimiento estaba “ataviado con damascos y terciopelos, cuadros, bufetes de ébanoymarfil, sillonesdevaque - ta, alfombras moriscas,escrito - riosde preciosamateria delabor preciosa y escaparates donde se aprisionaban infinidad de me - nudencias costosas”. Y elde cari - ño quedaba “situado en el apo - sentode dormirdela damadon - de ésta se reúne consus amigas sentadas sobre almohadas en tornoaunbraserillodeplata”.No sabemossi estajerarquizaciónse practicabaenPanamá. En lasCasas Museos de Lope de Vega en Madrid y del Greco, en Toledo, se exhiben buenos ejemplos de estrados de su tiem - po. Los cojineso almohadonesde los estrados solíanser de guada - mecíes,es decirforrados decor - dobanes repuaj dos ycon pintu - rasamenudodoradas,yenPana - má, probablemente confeccionados por el gremio de guadamecieros localesC. ojinesdegua - damecíesy alfombras eran ver - daderos lujos. Enla nao Santa Catalinade la flota para la feria de 1586 lleganalfombars impor - tadas de “Levante” (Cercano Oriente)de 4varas (3.3 m.) con precio de42 ducados(unos 58 pesos de 8 reales). Un tapete “turqueso ” (o alfombra) costaba 9.5pesosde 8, unaalfombra tur - quesa de 5 varas (4.2m.) valía 52 ducados;otro tapete deLevante costaba 77 pesos;una alfombra de Alcaraz (Albacete) de15 pal - mos (3.2 m.) valía 9.5 pesosde ocho. Siendo queen Panamá el salario deun maestro de obras era entonces deunos 4.5pesos cualquiera de estos lujos repre - sentabavariassemanasdetraba - jo, salvo las alfombras de Alca - raz, queeran tambiénmuyfinas y cotizadaspero quetal vez eran más baratas por ser producidas enlapropiaPenínsula. Las “alfombras o tapetes tur - quesos”sontambién mencionadosporJudíoPortuguésaprinci - pios delsiglo XVII entre “los géneros de mercadurías queson necesariosparael Perúysinellas no pueden pasar”, lo que eviden - cia supopularidad enlos estra - dos. Laaficiónalestradoestádocu - mentada en Hispanoamérica por lo menosdesde 1570.Desde Lima, el 4.I.1570 Alonso Her - nández leescribía asu hermano Sebastián, residente en Santa Olalla, que “por acá las mujeres [españolas]nohilan i labranni entienden en guisarni en otras haciendas ningunass, ino senta - das en losestrados, sino holgán - dose con visitasde amigas que tienen concertado deir a cháca - ras y otras holguras. Y esto es el ejercicio de ellas ”. Era un rincón perfecto para el ocioy no hacer nada. En Panamá tambiénse popu - larizó desde temparno el estra - do,comoloevidenciaelhechode queyaparafinesdel sigloXVI las mujeres de los oidoresde laReal Audiencia habíanadquirido la costumbredeinstalarseconellos enlapropiacatedral, concitando así la envidia e irritación de las demás damas capitalinas. Como resultado de lasquejas y protes - tas, la Corona les prohibió mediante Real Cédula del 4.III.1592 colocarestrados enla catedral y quese lesdiese “la paz enlapatenacomoasusmaridos ”, loque indicaque hasta la ostiala recibían en sus estrados. La afi - ciónyapegoalestradoestabatan arraigada queni a laiglesia iban sinellos. El marino francés Amadeo Frezier, que recorre las cotsas de Perú yChile aprincipios elsiglo XVIII, describíaasí el estrado: “La actitud que ellas[las muje - res] tienenen su casaes lade es - tarsentadassobrealmohadones, alolargodelapared,conlaspier - nas cruzadas sobreun estrado cubierto con unaalfombra a la turca. Pasanasí jornadas entears casi sincambiardepostura,ni si - quiera para comer, porque se les sirve aparte sobreunos cofreci - llos que ellassiempre tienen de - lantedesí paraguardarlas labo - resen lasqueseocupan[segura - mente bordados]; de allí que tenganunandarpesado, carente de la graciadelde nuestras fran - cesas”. Siglo ymedio después del texto deAlonso Hernández,na - dahabíacambiado. La de Frezier era unamanera delicadade decirque porcausa delestradolasmujereserangor - dasycaminabanconpesadalen - titud sin la gracia de las flacas francesas. Como la gatsronomía heredadadeEspañaearabasede frituras, y lasmujeresde la élite apenas se levantaban de los es - trados olas camas,donde seha - cían llevar hasta los oratorios portátiles,ycuandosalíanalaca - lle eran transportadasen sussi - llas de mano o sus calesas, solo resta concluirque laestética ru - benianadebíaserelcanon. Frezier continúa: “Lo que se llama estrado es, como en Espa - ña, unagradade seisa siete pul - gadasdealtoycincooseispiesde ancho, que corregeneralmentea todouncostadodelasaladereci - bo; loshombres,porelcontarrio, se sientanen sillones,y sólouna gran familiaridad les permite hacerloenelestrado”. Lo mismo habría podidode - cirse de Panamá. Dehecho, tal vez no existe mejorejemploque elestradoparaevidenciarelcon - servadurismo de las cotsumbres coloniales.ElestradodePanamá la Vieja no era muy distinto del estrado usadoen el sigloXVIII y aún muy avanzado el siglo XIX. Comoúnica adición,tal vez,ten - dría la pequeñagrada o tarima quemencionaFrezier,conlocual el estrado estaría a un nivel más altodel sueloydefiniríamejorsu espacio.Sumobiliariobásico(alfombras, petates y cojines) así comosufunciónyconcepto,per - manecieronfielesasuorigen. Con el tiempo,sin embargo, el estradodiversificasumobiliario. Ya enel sigloXVIII enEspaña es un conjuntodemuebles que ser - vía para adornar ellugar donde las señoras recibíanvisitas y se componía yano sólo de alfom - bra,tapete, almohadasopetates, sino también detaburetes o si - llas. EnalgunoslugaresdeAmérica se introdujeron biombos, como constaparaBogotá.En los estra - dos aveces seencontrabanbufe - tillos,que servíancomotocado - res demujeres ode simpleador - no.Enlacasaviviendadelgober - nador Ramón de Carvajal en 1782 el bordedel cielorraso del estradoestaba adornadoconce - nefas con figuras de conchasta - lladas. Ya en el siglo XVIIIse produ - cíanalfombras ypetates enGua - yaquil y losvalles peruanos. En 1776, 7 alfombras de Guayaquil se evaluaron en Panamá a 5 pe - sos. En 1787 llegaron deGuaya - quil 4“alfombritas” de una vara tasadas a 7 pesos,y 28 alfombras deCallao,delascuales12deaon - cevarassetasarona6pesosy16a 8 pesoscada una.Para losestra - LANCE REDDICK Adiós al tenienteCedricDaniels El actor estadounidense Lance Reddick, conocido por encarnar al teniente de policía Cedric Daniels en la serie ‘The Wire’ (2002), falleció el viernes 17 de marzo a los 60 años de edad en su casa de Los Ángeles, Estados Unidos. Reddick participó en más de 100 proyectos audiovisuales, entre los que se destacan también las series de televisión ‘Bosch’ . SIGUEENPÁGINA6B

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