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7A La Prensa Panamá, jueves 9 de octubre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. de sobrecostos. Del otro lado del espectro académico, los economistas defensores del libre mercado, provenientes de la Escuela Austriaca y la Escuela de Chicago, siempre rechazaron los diagnósticos —y más aún las recetas— de la teoría keynesiana sobre los ciclos económicos. Advirtieron, con acierto, que si se aplican de forma inadecuada o excesiva, estas políticas pueden generar efectos muy perjudiciales. Además de criticar sus efectos deficitarios, estos laissez-faire expusieron con rigor una serie de consecuencias imprevistas que distorsionan el funcionamiento natural de la economía, como la inestabilidad de precios o la mala asignación de capital hacia sectores no rentables a largo plazo, que fracasan una vez se agota el combustible fiscal. Cuando el estímulo fiscal se reduce o finaliza, suele producirse una fuerte contracción económica que provoca despidos masivos y, en consecuencia, un aumento de los incumplimientos financieros. En este contexto, las políticas contracíclicas se convierten en una falsa panacea: un bálsamo temporal que no resuelve los problemas económicos de fondo y resulta insuficiente para generar prosperidad sostenible. A menudo maquillan problemas estructurales y postergan la ejecución de soluciones efectivas. Por ello, es imprescindible contar con mecanismos que permitan evaluar la eficiencia de estos programas, ya que pueden exponer al Estado a una creciente inestabilidad fiscal sin resolver los problemas para los que fueron concebidos e, incluso, agravarlos. Hay que abandonar las excesivas expectativaspuestasenlasmedidasmacroeconómicas anticíclicas como solución ideal a problemas complejos. Lo que se requiere son reformas profundas e integrales, capaces de brindar beneficios permanentes y sostenibles a largo plaLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. ¿Candidaturas jurásicas en la renovación del PRD? Política Si hay algo que caracteriza al Partido Revolucionario Democrático (PRD) es que su línea política y la actuación de muchos de sus dirigentes han estado muy distantes —y en ocasiones, antagónicas— de la visión del fundador de este colectivo, el general Omar Torrijos Herrera. Los afiches y fotografías de Omar Torrijos se encuentran pegados en varias paredes del local del PRD, e incluso abundan en muchas residencias de los llamados dirigentes y “fundadores” de esta agrupación política. Sin embargo, una cosa es la “veneración de boca” y otra muy distinta ha resultado la práctica de los “autodenominados torrijistas”. Torrijos estatizó las empresas de energía, agua, teléfono y casino, entre otras. Pero con la llegada al poder del “torrijista” Ernesto Pérez Balladares, en 1994, esas mismas compañías estatales retornaron a la administración privada, haciendo que el costo por dichos servicios se disparara y afectara la calidad de vida de miles de panameños humildes, precisamente aquellos a quienes Omar Torrijos había determinado como prioridad del “gobierno revolucionario”. Según Torrijos, dentro del PRD y en las gestiones de gobierno debía darse el llamado “alpinismo generacional”, para dar paso a los nuevos cuadros y dirigentes que reemplazarían —por una cuestión de justicia social— a los antiguos líderes. No obstante, esta línea política jamás se cumplió, pues el PRD siguió el mismo camino de los “partidos oligarcas” que tanto criticó Omar Torrijos. Hoy día, los conceptos de “cambio”, “renovación” y “transformación” aparecen como meras frases huecas, selladas con el típico acento de la demagogia clásica de la partidocracia, que se suponía no debía formar parte de su accionar. En la futura escogencia del “nuevo” Consejo Ejecutivo Nacional (CEN) figuran como candidatos a puestos sensitivos, como la Secretaría General, figuras como Balbina Herrera, Pedro Miguel González y Mitchell Doens, entre otros. Balbina Herrera, que ya ronda los 70 años, ha ocupado diversos cargos en los gobiernos del PRD. Por elección popular fue alcaldesa de San Miguelito (1984–1989), ha sido legisladora en tres periodos consecutivos, presidenta del partido en 2008 y ministra de Vivienda en el gobierno de Martín Torrijos. Sin embargo, en un partido que se enorgullece de tener la mayor cuota de inscritos del país (entre 300 y 400 mil adherentes), no parece haber otra figura para ocupar el puesto de secretaria general. Mitchell Doens, otro autodenominado fundador del PRD, con casi ochenta años, había mostrado sus aspiraciones a la Secretaría General, pero finalmente declinó a favor de Balbina Herrera. Otro de los que “aspira” y no se resigna a “expirar” es Pedro Miguel González (60 años), hijo de Gerardo González Vernaza, uno de los más allegados a Omar Torrijos y quien ocupara en su momento el cargo de vicepresidente de la República en el gobierno revolucionario. Pedro Miguel González ya ocupó el cargo de secretario general, así como el de diputado de la República en varias ocasiones. Como se puede apreciar, no existe ni ha existido en el PRD nada de “alpinismo generacional”. Lo que sí parece abundar es la ambición de poder y el delirio por figurar de los mismos de siempre, quienes miran al PRD como un medio y no como un fin. En resumidas palabras, cuando el PRD gobierna, a un grupito siempre le va bien. Todo lo demás es simple palabrería sin sustento de ninguna clase. La salud no es solo un tema de consultorios y quirófanos Políticas públicas ciente La prevención es la piedra angular de cualquier sistema moderno. Sin embargo, no basta con tener programas preventivos si no se sostienen en el tiempo ni cuentan confinanciamientoestable. Costa Rica, Uruguay y Canadá lo demuestran: aun con sólidos esquemas preventivos, enfrentan listas de espera o morosidad quirúrgica cuando la planificación y la liquidez fallan. En Panamá, la atención primaria es débil y desigual. Las regiones rurales y comarcales siguen fuera del radar preventivo. No existe continuidad entre lo que se detecta en los centros de salud y lo que se resuelve en los hospitales. La prevención sin planificación es solo un deseo. La prevención con presupuesto estable, personal motivado y protocolos claros es una política de Estado. 4. Planificación y financiamiento: los cimientos invisibles Un sistema de salud no puede descansar en la improvisación ni en promesas de gobierno. Debe tener metas multianuales, un fondo único y reglas claras de ejecución, blindadas contra la política coyuntural. Cuando los pagos a proveedores se retrasan —como en la reciente morosidad quirúrgica en Costa Rica— o cuando no hay reservas presupuestarias para medicamentos esenciales, el sistema colapsa, aunque existan buenas intenciones. En Panamá, se destina casi el 10% del PIB a la salud, pero los resultados no se corresponden con esa inversión. El problema no es cuánto gastamos, sino cómo y dónde lo hacemos. La integración funcional sin disciplina financiera es una promesa vacía. Y la fragmentación presupuestaria — dos fondos, dos planificaciones, dos burocracias— es el principal obstáculo para el cambio. 5. Los determinantes sociales: donde se gana la verdadera batalla La salud no se decide únicamente en los centros de salud ni en los hospitales. Se decide en el acceso a agua potable, en la eduFrancisco Sánchez Cárdenas Medidas contracíclicas: una panacea peligrosa Política económica En mi artículo anterior repasé los beneficios que ciertas medidas contracíclicas —estrategias que buscan sacar a una economía de una grave recesión— pueden ofrecer a corto plazo. Ahora propongo adentrarnos en los efectos perjudiciales que estas políticas macroeconómicas acarrean a mediano y largo plazo. Es necesario dimensionar las circunstancias en las que Keynes y otros economistas desarrollaron sus teorías progresistas en la década de 1930. La Gran Depresión fue la peor crisis económica en la historia de la humanidad. Ante circunstancias extremas se concibieron medidas extremas, cuyos efectos secundarios solo pudieron evidenciarse con el transcurso del tiempo. No niego que destinar parte del gasto público a inversiones en infraestructura que mejoren la calidad de vida de la mayoría sea una estrategia apropiada, especialmente cuando el altísimo costo o la envergadura de estas obras dificulta que el sector privado las asuma por completo. Los proyectos de asociación público-privada pueden ser una vía efectiva para desarrollarlas sin causar un impacto fiscal excesivo. Sin embargo, tienden a carecer de supervisión rigurosa y transparente por parte del Estado, quedando con frecuencia en el abandono o plagados zo. Para que Panamá aproveche plenamente sus ventajas y desarrolle todo su potencial, es fundamental crear condiciones de mercado atractivas que generen empleos dignos y equitativos, contribuyendo así a reducir la desigualdad social. Para lograrlo se requieren cambios estructurales que liberen la economía y fortalezcan el capital humano. Esto implica adoptar medidas disruptivas para la clase política, como una drástica reducción de las regulaciones burocráticas que obstaculizan una economía más dinámica, la creación de incentivos realistas para micro y pequeñas empresas, una profunda transformación del sistema educativo y la reducción del gasto público destinado a sostener la maquinaria clientelista. Solo así se podrán sentar las bases para un crecimiento sostenible e inclusivo. También es crucial asignar una mayor proporción del presupuesto nacional a las instituciones de educación superior, especialmente en carreras técnicas y vocacionales, como la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), el Instituto Técnico Superior Especializado (Itse) y la Universidad Tecnológica de Panamá. El análisis del presupuesto general del Estado para 2026 evidencia que los gobiernos siguen sin dar la debida prioridad a las inversiones que impulsan un progreso sostenible. Es más de lo mismo: buena parte del gasto se destina a políticas contracíclicas y de funcionamiento,mientrasque,demanera irresponsable, se recortan fondos a las institucionesdeformaciónsuperiormásrelevantes del país. Opinión EL AUTOR es sociólogo. EL AUTOR es abogado. EL AUTOR es neurocirujano. Jaime Cheng Peñalba cación, el empleo digno, la nutrición, el transporte, el medio ambiente y la seguridad pública. Los países que logran resultados sostenibles en salud no dependen solo de su ministerio del ramo: coordinan políticas intersectoriales y colocan el bienestar como eje de desarrollo. Panamá necesita un Consejo Nacional de Determinantes de la Salud, en el que los ministerios de Educación, Vivienda, Ambiente, Economía, Trabajo y Desarrollo Social planifiquen de manera conjunta. La integración sanitaria sin integración social es apenas una reforma administrativa. Solo cuando el entorno deja de enfermar, los hospitales pueden concentrarse en curar. 6. Hacia una salud verdaderamente integrada e integral Integrar no significa fusionar burocracias, sino alinear objetivos, recursos y responsabilidades bajo una misma visión. La CSS y el MINSA deben actuar como un solo sistema público, con protocolos comunes y una red de atención única. Pero esa integración también debe ser integral, vinculando el gasto en salud con la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la desnutrición. La experiencia internacional enseña que los sistemas más sólidos no son los que más hospitales construyen, sino los que planifican y sostienen políticas preventivas durante décadas. Sin financiamiento estable y sin visión social, la salud se convierte en una sucesión de crisis hospitalarias, en lugar de una política de bienestar nacional. Conclusión Las enfermedades no desaparecerán, porque son parte de la naturaleza humana. Lo que sí puede desaparecer es la indiferencia, la improvisación y la fragmentación que hoy agravan sus consecuencias. Integrar la salud, fortalecer la prevención y planificar con rigor no elimina el sufrimiento, pero lo hace manejable, digno y justo. En la solución de los grandes problemas nacionales —salud, educación, seguridad y pensiones— el principio es el mismo: planificación permanente y financiamiento seguro. La salud pública no es un gasto: es la más alta forma de inversión social y el reflejo más visibledelamadurezdeunpaís. La enfermedad seguirá existiendo, pero su peso social depende de la voluntad de actuar sobre los factores determinantes de la salud. 1. La enfermedad como parte de la vida La salud no es un estado permanente; es un equilibrio dinámico que se rompe y se reconstruye constantemente. Desde el útero materno estamos expuestos a procesos biológicos que conducen a la enfermedad. No podemos vivir de espaldas a nuestra naturaleza. Sin embargo, la diferencia la marca el desarrollo del país y la preparación de sus ciudadanos para enfrentar la enfermedad. Con planificación, prevención y equidad, la enfermedad se controla; con burocracia y desigualdad, se convierte en tragedia. Un sistema estructurado evita el sufrimiento exagerado que provoca esa tragedia. 2. La fragmentación como multiplicador del daño En Panamá, la descoordinación entre institucionestambiéncobravidashumanas. Recientemente vimos cómo, por faltadeinsumos,camasyascensores,sufren familiares y pacientes en un sistema fragmentado. El verdadero problema no radica en la calidad de los profesionales sanitarios ni en la falta de recursos. El problema es administrativo: la ausencia de una política que unifique recursos y empodere la prevención. La fragmentación afecta directamente la atención al paciente. Cada minuto perdido por esta desarticulación puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Un sistema integrado no elimina el riesgo biológico, pero sí la negligencia estructural. 3. Prevención: necesaria pero no sufiIván Rogelio Robles Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. © Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. 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