5A La Prensa Panamá, jueves 9 de octubre de 2025 Panorama El plan de paz surge dos años después de la guerra. Reuters Medio Oriente mira con esperanza el plan de paz Eliana Morales Gil [email protected] REPORTES En Israel, un rumor se deslizó por los noticieros, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que Israel y Hamás firmaron la primera fase del llamado “plan de paz”. “Que alcancen el acuerdo, que regresen los secuestrados”, dijo Pablo Roitman, con el convencimiento de quien ha aprendido a resistir entre la fatiga y la esperanza. “El 80% de los israelíes estamos a favor de que esto se termine (..)”. Roitman caminaba entre los restos de Nir Oz, un kibutz ubicado a 1 kilómetro de la Franja de Gaza y una de las muchas comunidades que fueron atacadas el 7 de octubre de 2023, cuando milicianos de Hamas irrumpieron en territorio israelí. Ese día, más de mil 200 israelíes murieron, y alrededor de 250 fueron secuestrados. La madre de Pablo estuvo entre ellos. Regresó 53 días después, tras el primer acuerdo de intercambio. Pero cada palabra que él pronuncia lleva el peso de los vecinos que no volvieron: los quemados vivos, los ejecutados, los que aún permanecen bajo tierra, en los túneles del enclave. Dos años después, el país sigue contando los días de una guerra que ha dejado más de 67 mil muertos en Gaza. Naciones Unidas calcula que más del 80% de la población gazatí ha sido desplazada. En Israel, la herida es otra: la de los que esperan a los 48 secuestrados que siguen en manos del grupo islamista. “Lo único que nos queda es el optimismo y la esperanza”, dice Pablo. Su voz no tiene el tono del consuelo, sino el de alguien que agotó todas las formas de duelo posibles. El anuncio Durante la noche del miércoles 8 de octubre, en Israel, un rumor se deslizó por los noticieros, los cafés de Tel Aviv, las conversaciones de periodistas, y círculos políticos. Al pasar las horas, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que Israel y Hamás firmaron la primera fase del llamado “plan de paz”. Según escribió, “todos los rehenes serán liberados muy pronto” e Israel retirará sus tropas hasta una línea acordada “como primer paso hacia una paz fuerte, duradera y eterna”. Trump aseguró que todas las partes “serán tratadas con justicia” y calificó el hecho como “un gran día para el mundo árabe y musulmán, Israel, todas las naciones vecinas y los Estados Unidos de América”. Agradeció además a los mediadores de Catar, Egipto y Turquía “por haber hecho posible este acontecimiento histórico y sin precedentes”, y concluyó su mensaje con la frase: “Benditos sean los pacificadores”. Los primeros puntos del plan de paz propuesto por Trump contemplan el cese de la ofensiva israelí sobre Gaza y la liberación en un plazo de 72 horas de todos los rehenes cautivos de Hamás, tanto vivos como muertos. Además, también propone el desarme del grupo, la retirada de Israel del enclave y la formación de un Gobierno de transición en la Franja, entre otras cosas. Se anuncia dos semanas después de que Trump presentara la propuesta junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca, bajo un contenido de alto el fuego, liberación de rehenes, desmilitarización de Hamás y el establecimiento de una administración internacional supervisada por Estados Unidos. En Jerusalén, el gobierno de unidad encabezado por Benjamin Netanyahu enfrenta una presión interna cada vez más intensa. La ciudadanía está cansada de la guerra. En Nir Oz, la quietud tiene algo de irreal. De tanto en tanto, un dron rompe el silencio o el zumbido de un avión. El viento levanta el polvo y mueve las cintas amarillas que aún delimitan las zonas donde se encontraron cuerpos. A un par de kilómetros, los campos se abren hacia el lugar donde hace dos años se celebró el festival Supernova, convertido en un santuario improvisado. Entre flores marchitas y retratos enmarcados, jóvenes israelíes llegan a diario para dejar mensajes escritos a mano: “No olvidamos. No perdonamos. Pero seguimos viviendo”. Clara Marman estuvo 53 días secuestrada en una casa en los territorios palestinos. Recuerda el olor a humedad, la oscuridad sin relojes, el eco de los bombardeos. “Puedo decir que el cautiverio fue un infierno”, narra con un hilo de voz. “Pero la espera de las familias, sin saber si sus seres queridos viven o mueren, es algo peor que el cautiverio mismo”, añade. A Clara la secuestraron junto a su pareja, Luis Hart, su hermana, su sobrina y una perra pequeña. Todos regresaron con vida. Habla con serenidad, pero sus manos tiemblan. “Lo más importante ahora es la liberación de los 48 rehenes que todavía están allí. Solo así podremos cerrar el círculo”. Su ruego está a punto de ser escuchado. Mientras los negociadores en El Cairo llegan a buen puerto, la región entera parece contener la respiración. En las calles de Gaza, el hambre y la falta de medicinas empujan a miles a los hospitales colapsados. Los equipos de la ONU advierten sobre un “riesgo real de hambruna generalizada”. En Israel, los sirenas han dejado de sonar con la frecuencia de antes, pero el trauma se mantiene intacto. La población israelí ha visto cómo se erosionan las certezas. Las divisiones políticas se disuelven ante una prioridad común: traer de vuelta a los secuestrados. En el centro de Tel Aviv, una gran pancarta con los rostros de los rehenes cuelga frente al Museo de Arte. Cada noche, familias encienden velas y oran. El papel de Trump en las negociaciones añade un componente imprevisible. Analistas afirman que el presidente busca reforzar su narrativa de estadista global y que quiere quedarse con el Nobel de Paz.
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