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7A LaPrensa Panamá, viernes 13 de diciembre de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. ‘¡Qué diablos la salud, es la economía, estúpido!’ Medicina Pedro Ernesto Vargas [email protected] Hace rato, la población norteamericana está rabiosa contra su sistema de salud. A pesar de ser un país rico, sus números y estadísticas en salud no son los mejores. La posibilidad de que un niño en los EEUU alcance los 20 años de edad, ha caído como no ocurría en los últimos 100 años, hay un 70% mayor de posibilidades de que un niño muera en ese país que en otros países ricos, y la expectativa de vida en algunos estados, Mississippi, es similar a la de Bangladesh. La violencia con armas de fuego, las balaceras en las escuelas, la crisis del opio y el fentanilo cuentan para esos números, pero también un sistema de salud discriminante. No en pocas regiones del mundo, hay pacientes que mueren prematuramente porque no tienen acceso a los servicios de salud, cuyos sistemas limitan sus posibilidades de aliviarlos, curarlos y permitirles sobrevivir. Aunque sorprenda, esto no es monopolio de los países pobres, aún en países ricos se dan muertes que producen rabia. Y, esta semana pasada, en EEUU esa rabia cundió en las redes como desagravio por los enfermos que mueren porque se les niegan las coberturas de gastos, que las aseguradoras de salud les prometieron un día. Hay pacientes que mueren de suicidio porque no tienen acceso a seguros por enfermedad mental, que se niegan por razón del estigma social. Otros mueren abandonados en las calles por trastornos de uso de alcohol y drogas, que nunca han recibido tratamiento apropiado ni seguimiento oportuno. Hay pacientes cuyo manejo de su diabetes resulta en una amputación evitable; el pobre manejo de la asfixia al nacer y la prematuridad, resultan en retardo mental, parálisis cerebral y una interminable agonía para los padres. El denominador común que se utilizó para poner la administración del cuidado de la medicina en las manos de empresas ajenas a la educación y formación en medicina y salud fue la preocupación por “los altos costos de la medicina”. La persona y el cuidado de la persona no aparecieron en la ecuación. No olvidemos que, para no pocos economistas, solo se sale de entuertos económicos “desautorizando a la figura médica del sistema de decisiones públicas”. Y, sí, la industria médica ha encarecido los costos, como respuesta a las demandas médicas, y los elevados costos de nuevas tecnologías utilizadas que, además, protegen al médico y al paciente, de diagnósticos no sospechados, tardíos o errados, porque en medicina se exige certeza con información incompleta. Pero, no son los costos, es la administración del cuidado médico por “contadores de frijoles ”. Las quejas al sistema de salud norteamericano son insuperables. Se atiende la enfermedad, pero no la presunción de enfermedad ni la persona. Se aprueba o desaprueba el proceso de la investigación diagnóstica, particularmente cuando se hacen necesarios más exámenes adicionales, se confronta y desecha la medicina basada en evidencia, medicinas y suministros requieren de la aprobación por alguien que no es el responsable del manejo del paciente y que opta por lo subóptimo, medicinas y suministros más baratos y menos eficaces, como ocurre en los salones de operaciones donde no se aprueba el uso de la sutura puntual, del antibiótico indicado o del instrumento o el implante de probada calidad, con lo que se ponen en riesgo no solo la salud de su cliente sino también el nombre y prestigio del médico del paciente. No es infrecuente la pregunta del enfermo al médico que lo atiende: “¿Mi aseguradora pagará mi hospitalización?”, como somos testigos muchos y Helen Ouyang, médico de Urgencias y profesora asociada de Medicina, de Columbia University. Y, como ella aclara, el paciente desconoce que, porque ella ser parte del sistema hospitalario de atención y cuidado, ella no tiene nada que ver con esas decisiones empresariales. Las compañías aseguradoras de enfermedad para el cuidado médico, que son las administradoras de tal cuidado, no solo deciden qué condición médica es aprobada para una visita a Urgencias o para una hospitalización. “Nada que genera mucha pasión”, como ha dicho alguien, nada que genera buenos sentimientos. Mientras tanto, el médico responsable del cuidado ante el paciente, la familia, el juez y el jurado de conciencia, tiene que ingeniarse para mantener al paciente cómodo y atendido en el cuarto de urgencias o en la sala de cuidado médico o quirúrgico, recibiendo atención de calidad, no de caridad, y cálida, no hirviendo. Al final, la institución y los médicos tienen que esperar los reembolsos de los gastos que la compañía aseguradora decida cubrir y en tiempos sin urgencia para ella. Los insultos, la agresión física y verbal se apuntan al personal administrativo, de enfermería y médico. Mientras todo esto ocurre, la atención médica tiene que continuar, no se detiene. El encuentro con la urgencia médica se convierte en desencuentro, que pone en riesgo la seguridad de las personas y la salud del enfermo. Y, cuando la aseguradora rechaza los costos, no solo lo hace honrando la verdad de sus propósitos e intereses como aseguradora -que nunca revela con integridad al cliente- sino que señala al médico como el responsable: “su médico no colabora con nosotros”,“el código utilizado para el procedimiento es el incorrecto”,“ese diagnóstico no existe”,“falta el sello profesional en la orden de exámenes, no basta con su membrete impreso con toda esa información”, con lo cual se va creando desconfianza en el médico. El reciente asesinato planificado y frío de Brian Robert Thompson, alto ejecutivo de quizás la mayor y más importante compañía de seguros de salud de los Estados Unidos, United Healthcare, el 4 de diciembre en las calles de New York, cuando se dirigía a participar de un congreso sobre seguros de salud, ha producido comentarios de todo tipo y ha traído al tapete la discusión sobre el comportamiento con sus clientes de las aseguradoras de salud en ese país, a pesar de que no se conozca el motivo de su asesinato, aunque lo sugieren las palabras inscritas en los casquillos de las balas: “delay ”,“deny ”y “depose”: demorar, denegar y deponer, aparentemente el proceso frecuente de esta compañía para no pagar gastos médicos de sus clientes. A pocos les importa si fue a manos de un sicario “prior authorization”, que no lo fue, o de un indigente, que no lo fue. En las redes hay un predominio de opiniones no contra el asesinato sino contra las compañías aseguradoras de salud, y una celebración sin temores ni vergüenza. Se leen entre sus líneas la rabia, la ira, la impotencia, los deseos de venganza y hasta el agradecimiento no oculto, por el hecho: “Ojalá que no lo encuentren”, escribía alguno con respecto al asesino, “quien conozca su paradero no lo revele”, decía otro. No pocos se alegraron del asesinato. Otro ha escrito, “no es correcto que haya ocurrido un asesinato y el asesino debe ser castigado, pero, “¿cuándo se castigará a las compañías aseguradoras de salud, que tantas muertes producen a diario cuando niegan cubrir los gastos de la atención del enfermo?”. Lo cierto es que el interés comercial de las aseguradoras de salud, su lugar entre el paciente y el médico, y su arbitrario posicionamiento como quien dirige el cuidado y atención que debe ofrecer el profesional de la medicina, ha minado la frágil confianza del paciente en el médico y ha dañado la relación de ese binomio, con lo que también se deteriora la posibilidad de un resultado favorable para la salud del enfermo que consulta. La opinión y seguro consenso de quienes pagamos primas puntualmente para afrontar los gastos y costos “rascacielos ”de la industria de la medicina actual y recuperar nuestra salud física y mental, sin drenar ahorros y propiedades en cuestión de segundos, no es de satisfacción, particularmente cuando las primas se ajustan a criterio de las aseguradoras, cuando el costo de la vida solo aumenta para ellas, cuando los deducibles son francamente ridículos, los co-pagos afectan el bolsillo de las mayorías, o, cuando la veleidad la patrocina el músculo de la industria y la anemia de las leyes nacionales protectoras. Es una tarea pendiente del Colegio Médico de Panamá, normar esta relación con la industria de los seguros de salud y frente a la justicia social y la propiedad de la ley. La atención del paciente nos corresponde a los médicos, formados 7, 12, 14 o más años para servir. No somos los médicos los que hacemos onerosos los gastos hospitalarios ni las desagradables sorpresas de las cuentas, son las relaciones entre la industria de los seguros de salud y los sistemas hospitalarios junto a sus servicios de laboratorios, radiología, tecnologías de punta para estudios y tratamientos especiales, así como los vulgares costos de insumos y medicinas. No somos los médicos los que hacemos onerosos los gastos hospitalarios ni las desagradables sorpresas de las cuentas, son las relaciones entre la industria de los seguros de salud y los sistemas hospitalarios junto a sus servicios de laboratorios, radiología, tecnologías de punta para estudios y tratamientos especiales, así como los vulgares costos de insumos y medicinas. EL AUTOR es médico. ¡Esencia de patria! CSS I.Roberto Eisenmann, Jr. [email protected] El tema de actualidad, salvar la Caja de Seguro Social (CSS) para garantizar un futuro viable, exige una actitud ciudadana que esté debidamente representada por los diputados en debates que reflejen la esencia nacional... ¡la esencia de la Patria! La etapa de escuchar a todos los gremios de obreros, empresarios, profesionales de todos los colores ideológicos, ya se dio. Todos sometieron sus posiciones acorde con sus intereses (los gremios son organizaciones legítimas que se formaron para defender los intereses de sus agremiados). Ya se está terminando la etapa de escuchar de viva voz a la ciudadanía en la urbe... y en el interior. Viene ahora la etapa del debate de la Asamblea Nacional en primer, segundo y tercer debate. Los diputados son políticos, pero esperamos de ellos el reconocimiento de que estamos salvando el futuro de la institución de seguridad social de la República, y su consideración requiere debatir con espíritu de esperanza, de búsqueda que reconcilie, incluya y construya hacia adelante con sentido de futuro. No es aceptable decir ¡no! Se espera que existan actitudes de ¡sí!, pero adicionamos para mejorar. Como ciudadanos rechazaremos posturas unilaterales y asfixiantes de oportunismo partidario que solo pongan en escena la incomunicación. Está en consideración el futuro de la seguridad social de la Nación. Los diputados le deben a sus electores, a sus partidos y a la Nación, entrar a los debates con un espíritu de esperanza que constituya una fuerza luminosa, aquella que hace posible una patria. ¿En quiénes debemos pensar cuando debatimos, señores diputados? ¿Para quiénes estamos legislando la seguridad social con viabilidad y futuro? El objetivo principal de Los diputados son políticos, pero esperamos de ellos el reconocimiento de que estamos salvando el futuro de la institución de seguridad social de la República. EL AUTOR es fundador de La Prensa. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista lo social es favorecer a los panameños más vulnerables y necesitados, aquellos cuya salud, un derecho humano fundamental y básico, depende casi exclusivamente de la CSS y del sistema de salud pública. Mientras existan filas desde la madrugada para “sacar una cita”... mientras esas citas sean programadas para meses o incluso años después... mientras haya pacientes encamados durante meses, agonizando día a día, a la espera de una cirugía de vida o muerte porque faltan insumos en los salones de operaciones... mientras las filas en las farmacias del sistema terminen con respuestas de “no hay”para tres de cinco medicinas, sin saber cuándo estarán disponibles... mientras persista una Junta Directiva inoperante, politizada, corrupta y perpetuada... mientras se mantengan 37,000 empleados recomendados por políticos, cuando se necesitan menos de 20,000 profesionales altamente capacitados... mientras haya lugares con dos hospitales públicos (uno de la Caja y otro del Ministerio de Salud), uno frente al otro y ambos deficientes... mientras miles de panameños independientes no puedan registrarse en la CSS... mientras la Caja, con jurisdicción coactiva, no cobre ni denuncie penalmente a quienes no pagan sus cuotas o se apropian de las ajenas... mientras la inflación continúe erosionando el valor de las jubilaciones... mientras la institución más grande del Estado no presente estados financieros auditados de forma independiente y con opinión, máximo tres meses después del cierre del año fiscal... mientras no exista un ente regulador que supervise a la CSS, permitiendo que sea una piñata de corrupción y botellas... mientras el sistema de empleo de la Caja no sea sometido a exámenes de mérito... y un larguísimo etcétera... Mientras que exista esta lista canalla, el Estado panameño, a través de la CSS ,está violando flagrantemente los más básicos derechos humanos de su población más vulnerable... y la seguridad social realmente no existe. Por estas y mil razones más, el Presidente responsablemente cumplió –como primera prioridad de su mandato- y luego de escuchar a todos los gremios presentó un proyecto de ley de reforma de la CSS, repartiendo los sacrificios necesarios, atendiendo más a los menos favorecidos…y la reforma de la edad de jubilación la postergó siete años. Toca ahora a los diputados - quienes decidirán - entrar a debatir con el necesario espíritu de esperanza…¡y así hacer patria!

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