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2B LaPrensa Panamá, viernes 13 de diciembre de 2024 Economía & Negocios Con las pensiones, no se puede ‘jugar vivo’ Seguridad social Enzo Moschella [email protected] La economía panameña enfrenta grandes desafíos acumulados durante el último decenio, y este Gobierno entró decidido a enfrentarlos; no quedaba otra. Sin embargo, en sus primeros intentos no está encontrando el respaldo necesario de todos los sectores del país. La mayoría de la población aspira a soluciones prontas. Inversionistas nacionales e internacionales, calificadoras de riesgo y la misma situación económica del país nos penalizarán y exigirán respuestas, más pronto que tarde, si no enfrentamos estos retos oportunamente. Después de haber escuchado múltiples posiciones de los sectores económicos y sociales, resulta increíble observar que el foco principal de los cuestionamientos a la propuesta de cambios a la Ley del Seguro Social, presentada por el Gobierno Nacional, se ha puesto en las pensiones, ignorando la crisis profunda que enfrenta el sistema de salud, marcada por la falta de médicos, enfermeras, medicamentos, insumos y equipos. En el caso de las pensiones, un tema cuya solución es eminentemente técnica, el Gobierno presentó, a través de uno de los mejores expertos actuariales del país, el señor Dino Mon, director general de la CSS, una propuesta que, aunque pueda no ser perfecta, surge luego de un riguroso análisis actuarial. Esta propuesta permitiría realizar los ajustes necesarios para lograr un sistema sostenible de pensiones con el menor sacrificio posible para los participantes, considerando el entorno económico actual y modificando solo algunas de las múltiples variables que inciden en este tipo de modelo. Toda propuesta responsable de cambio debe basarse en un riguroso ejercicio estadístico, porque de eso se trata: lograr un modelo matemático que, con una adecuada parametrización de las principales variables, permita generar esquemas EL AUTOR es economista. beneficiosos para respaldar las actuales y futuras pensiones del país. No hay otra forma de resolverlo. Las variables directas más importantes para definir un sistema de pensiones contributivo como el nuestro son: el porcentaje del salario a ser aportado por empleado y empleador, la edad de jubilación, la cantidad mínima de cuotas mensuales a aportar y el período de cómputo para calcular la pensión. De manera indirecta, también influyen el rendimiento de los fondos invertidos y la capacidad del Estado como contribuyente de última instancia para complementar deficiencias, garantizar una pensión mínima a los más vulnerables y apoyar a quienes no son contribuyentes. La propuesta presentada por el Gobierno en lo que respecta a las pensiones se fundamentó principalmente en un incremento del aporte de las empresas, equivalente al 3 puntos porcentuales de los salarios pagados. Esta medida debería aplicarse de forma escalonada para las Pymes. Además, incluyó un cambio que representa una contribución no monetaria de los trabajadores a futuro, aumentando la edad de jubilación en tres años. Este cambio es razonable considerando la expectativa de vida actual y la incorporación de trabajadores independientes al programa, para lo cual también sería necesaria una gradualidad. Sin embargo, hay otras variables menos tangibles o previsibles, como el tamaño y crecimiento de la población económicamente activa y no activa, la informalidad laboral, la proporción de asalariados, la inflación y el crecimiento económico, que deben considerarse en cualquier propuesta de cambio seria y responsable para garantizar la sostenibilidad del modelo en el tiempo. Nada se logra con diatribas, elucubraciones, politiquerías o intentos de “juega vivo”que aprovechen la urgencia del asunto. De las múltiples intervenciones que he escuchado para aportar a la solución, rescato dos propuestas razonables de los economistas Fernando Aramburú y Carlos Araúz, quienes sugieren mejoras que podrían enriquecer la propuesta gubernamental. También valoro algunos aportes valiosos en temas de gobernanza, administración y gestión. No obstante, observo que la mayoría de las otras propuestas carecen de respaldo estadístico, no agregan valor a una solución integral o persiguen otros intereses. Incluso algunas plantean cubrir el déficit proyectado generando huecos en otras áreas de la economía, lo cual afectaría la competitividad del país o tendría impactos inflacionarios, con tal de no tocar las variables directamente involucradas en el modelo. Dado los principales puntos de quiebre que persisten, sugiero, sujeto a un análisis actuarial, flexibilizar el esquema de jubilación. Se podría permitir cubrir una mayor diversidad de consideraciones individuales, combinando dos de las tres principales variables del modelo: edad de jubilación y cantidad mínima de cuotas. Esto daría la opción de adelantar la jubilación a quienes lo deseen o aumentar el porcentaje de cálculo de la pensión para quienes aporten más cuotas o difieran su retiro. Bajo la premisa de que, mientras más se cotice, mayor será la pensión, aún hay margen para maniobrar. Actualmente, en Panamá se requieren 240 cuotas mínimas (20 años), pero en Costa Rica fluctúan entre 300 y 462 cuotas (25 a 38 años), mientras que en España se exigen al menos 38 años y 10 meses de aportes para jubilarse a los 65 años. Finalmente, quisiera recordar la frase de Voltaire: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. En este caso, es mejor optar por una solución adecuada y a tiempo que por una perfecta que llegue demasiado tarde. Es fundamental priorizar la cordura y alcanzar una solución inmediata y efectiva, con visión de país, para poder enfocarnos en otros asuntos también cruciales y prioritarios por resolver. Y

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