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8A LaPrensa Panamá, viernes 19 de abril de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. ¿Decide nuestro voto? Elecciones Pedro Vargas [email protected] De los varios libros escritos sobre el comportamiento de votar, el de Richard R. Lau y David P. Redlawsk es uno de los más atractivos desde la perspectiva psicológica del elector. Su aplicación en otras regiones es provocativa. Sus investigaciones llevan a considerar 4 tipos de estrategias que utilizan los votantes o 4 modelos de votantes y, se aproximan al descubrimiento de cómo se vota correcta o incorrectamente. Como bien lo señalan los autores, “la democracia tiene éxito cuando el gobierno, en su amplio significado, representa el querer de la gente”. Y, continúan puntualizando: “La representación democrática se asegura, si los ciudadanos informados eligen libremente a sus líderes, y esos líderes buscan su reelección en intervalos regulares”. Aquí vale aclarar que, estos autores se refieren a que el ciudadano retiene a sus líderes o sus partidos políticos, en la medida que son calificados y se les hace responsables de los logros en sus funciones. Retener a sus líderes es reconocerles su liderazgo, no petrificarlos en los cargos políticos ni administrativos. Los 4 modelos de votantes son: (1), quien escoge racionalmente. Este votante escoge, en términos de las consideraciones que espera de cada candidato, para sus propios intereses. Su decisión del voto está facilitada por la cantidad de información que tenga de cada uno. No todos los votantes de este modelo agotan toda la información disponible y detienen su búsqueda por la satisfacción que le ofrezca la información obtenida hasta un momento dado. En otras palabras, una vez que nueva información agrega poco o nada a lo que ya se tiene, allí se detiene su “investigación”sobre los candidatos. (2), quien escoge basado en sus contactos sociales (socialización temprana) y la consistencia de su intelecto. Este modelo reúne seguidores por el hecho de que gran parte de los votantes conocen o les importa poco la política. Él o ella son quienes votan siguiendo las directrices de su partido, que bien puede ser uno de la tradición familiar. Ellos van por los colores del partido, por los temas o eslogan que abanderan, la personalidad y evaluaciones que se hacen o hacen otros, de esos candidatos. Bien pueden no hacer ninguna consideración, sino seguir los pasos de sus antecesores. A estos votantes, no los cambia ningún otro candidato ajeno a sus filas. (3), quien toma una decisión frugal y rápida. Este votante puede cambiar hoy lo que pensaba ayer, un día es rígido y otro día es permisible. Participa sí, pero quiere terminar rápido con el período electoral. Puede escoger basado en sus intereses personales y, otra vez, porque no le interesa seguir investigando, escoge prontamente, ni siquiera porque no haya investigado infatigablemente. Estos votantes no tienen, necesariamente, toda la información, no la necesitan y quieren que se les resuelva una o dos cosas, a veces, ninguna, que quede todo como está, con tal que le dejen seguir haciendo lo mismo de siempre. Y, (4), el modelo del votante, amalgamado de racionalidad y de intuición. Aunque este votante no haya acumulado información suficiente durante la campaña -y no lo cree necesario para tomar una decisión- él o ella racionalizan su voto aún sin calcular las consecuencias de ello y, menos, escudriñan las diferencias de sus alternativas, pero tampoco se guían por alguna predisposición política, como la familiar, ni por la influencia de las consideraciones que haya hecho otros sino que confían en su inteligencia y su malicia. Creen ciegamente en su intuición. Su argumento, como señalan Lau y Redlawsk, es que “la mayor parte de las decisiones (incluyendo la mayor parte de las decisiones políticas) se entienden mejor como respuestas semiautomáticas a situaciones frecuentemente encontradas, que a cuidadosamente hechos, cálculos de probabilidad de las consecuencias asociadas con las diferentes alternativas:”Para esto votantes, los candidatos se catalogan con puntual simpleza en demócratas o comunistas, liberales progresistas o conservadores ultra religiosos, santos varones y mujeres o demonios y prostitutas, honrados o ladrones, con experiencia o sin experiencia, gobierno u oposición, ancianos o pelaítos. Y así, nos lo recuerdan, también son las declaraciones sobre las decisiones más importantes que hacen las élites políticas. Resumiendo con Lau y Redlawsk, los modelos de votantes 3 y 4 tienen en común que no se exigen tanta información para votar sino intuición, contrario a los votantes de los modelos 1 y 3, para quienes obtener información sobre los candidatos es parte integral de su decisión, aunque más crítica para los votantes del modelo 1. Los votantes del grupo 4 sí quieren hacer una buena decisión pero que sea también una decisión fácil. Quizás esto ya lo sabíamos, el voto popular, tiene un fuerte sabor a emoción. Lo cierto de todo esto es que nosotros, los que creemos que nos las sabemos todas, que conocemos de política, leyes y ética, de justicia y de libertad, de riquezas y pobrezas, no sabemos nada de lo que creen, quieren y desechan las mayorías que no conocemos porque no vivimos con ellas ni cómo viven ellas. A pesar de los números de adherentes en los partidos políticos (1,669,669 o el 55.8% del Registro Electoral, en el 2022), a la mayoríadelospanameñosnoleinteresamucho la política, conoce poco de cómo trabaja el gobierno, prácticamente nada de la Constitución de la República, ni siquiera de quién reemplaza al presidente ausente que no tiene vicepresidente y, por qué hay tanta discusión de si las decisiones del Tribunal Electoral están por encima del articulado constitucional. La lectura que hacen de esto los candidatos es aún peor. Por eso salen a besuquear cuanta boca asquerosa se encuentren, a embarrarse de grajo y guaro, a cargar niños al revés, a brinca y gritar en la calle al son de la música que le toquen. Y salen electos y gobiernan igualito y roban. Robó pero bailó. Sí, el voto popular en nuestro país se convierte en un concurso de popularidad, el día de salir a votar, en una “fiesta electoral”, y la noche de los resultados, en el comienzo de celebraciones, que no durarán los 5 años. Los votos sí deciden y por eso, yo voy a votar como corresponde al modelo 4 de votantes. Si decido lo correcto o no, depende de varios factores, algunos incorregibles, hasta que la Ley Electoral sea reformada con patriotismo y justicia. Yo quiero un cambio que elimine privilegios de nadie por encima del resto de los ciudadanos, ¡de nadie!, como aquel por el cual nuestras autoridades y nuestros políticos se acorazan delictivamente, con una inmunidad prostituida para no rendir cuentas y encuentran siempre una artimaña del derecho interpretado, que los defienda. Yo quiero certeza de castigo para los delitos contra el erario y contra el servicio público, para los asalariados que tienen que repartirse el dinero con quien lo nombra, para el gobernante que hurta plata de los consulados. Yo quiero justicia en la distribución de salud para quienes cumplieron con sus cuotas mientras trabajaron, y para aquellos que la disparidad social los alejó de aquella posibilidad. No quiero conocer más de noticias horrorosas, como que a pocos metros del Palacio Legislativo se mueren personas con cáncer por falta de diagnósticos, que cerca de farmacias y hospitales el paciente con diabetes se muere por un coma diabético porque no puede comprar su medicina, una joven no encuentra dónde desistir de morir por suicidio, a un paciente se le niega una cama hospitalaria porque no tiene un carné, porque no hay un médico, porque no funciona un equipo o no hay una cama ni una ambulancia. Nadie puede sentir orgullo de un sistema de salud tan fracasado. No hay crecimiento -solo fugaz y costososin justicia y sin libertad. Para ello, no quiero un gobierno que para postergarse, hasta convertirnos en flaco modelo, se autodenomine “de la voluntad popular”. Quiero un hombre -hoy- que respete la justicia y que subordine la ley a la ética, cuando la dignidad de la persona lo justifique. Hoy, como lo puntualicé antes, solo hay un candidato -con mochila y sin corbatas- que, aunque muy difícil, pero no imposible, puede llevar al país por esos caminos. Es y ha sido su prístino y sostenido propósito de afrontar la impunidad, recanalizar los dineros nuestros, abrir oportunidades para que le ayudemos. Los otros candidatos nos han mostrado sin vergüenza, que hacen su viaje electorero con los mismos compañeros y amigos del antaño, de travesuras y andanzas. No podrán ni les interesa cambiar, sino distraernos. Estamos alertas para decidir en 2 semanas y 2 días. Sí, el voto popular en nuestro país se convierte en un concurso de popularidad, el día de salir a votar, en una “fiesta electoral”, y la noche de los resultados, en el comienzo de celebraciones, que no durarán los 5 años. EL AUTOR es médico pediatra y neonatólogo ¡La vida te da sorpresas! Candidatos Roberto Eisenmann opinió[email protected] El título de este artículo lo he tomado de una de las canciones de nuestro Rubén Blades. Facundo Cabral tiene también una frase muy suya: “si quieres hacer reír a Dios, ¡cuéntale tus planes!”. Por supuesto que yo soy un ser razonablemente organizado y planificador, pero puedo dar fe que tanto Blades como Cabral tienen 100% de razón con sus conocidos dichos. ¿A qué viene todo esto? A que la política es un tema que nos afecta a todos, la política nos da muchas, pero muchas, sorpresas. Como miembro del grupo que fundó La Prensa, contribuí a traer a Panamá la primera encuesta política independiente y científica. Pagamos caro haberlo hecho porque iniciamos el sistema con poca credibilidad, pero poco a poco, con más y más aciertos, fuimos sirviendo al país, ofreciendo fotos de momentos precisos, que permitían a todos proyectar tendencias. Sin embargo, en esto de las encuestas, como hemos visto en más y más países, “la vida te da sorpresas”. Según las encuestas de La Prensa (las únicas no contratadas ni pagadas por un político o agrupación política), tenemos un cuadro bastante fuera de lo común: aparece liderando una persona, quien por su figura y personalidad no es capaz de generar un solo voto personal. Siempre se ha dicho y confirmado con hechos que los liderazgos extraordinarios no son –ni pueden ser –dele - gados. Tan así es, que este candidato no se presenta a ningún debate porque sabe que todo lo que diga solo producirá votos en contra. Este hecho no es común para nada... y, por ende, es difícilmente pronosticable. Luego, hay tres candidatos PRD con distintas vestimentas jurídicas, eso no es para nada común, por lo que también es difícilmente pronosticable. Además, hay otros tres candidatos totalmente distintos uno del otro, que presentan en las encuestas un empate técnico; otro hecho que ciertamente no es común. Y, finalmente, a días de las elecciones, un cuarto de la población (según la encuesta) no ha decidido por quién votar. No creo que esto se haya dado nunca en esta proporción con tan pocos días antes de las elecciones. No tiene nada de común y, por supuesto, muy poco pronosticable. Como si esto fuera poco, una porción enorme del electorado es joven y mostró recientemente en la calle que es activo poder ciudadano. Esto tampoco es corriente, por lo que es otro factor poco pronosticable. Así las cosas, mi conclusión sobre lo que serán los resultados de las elecciones es una sola: serán una sorpresa. La base del sistema democrático de gobierno es que usualmente el pueblo -la mayoría ganadora- tiene mejor juicio que cualquier individuo, por más inteligente y educado que este sea. Como fiel creyente del sistema democrático, siento profundamente que este principio es cierto, y reconozco también que los pueblos se equivocan a veces, pero aún así se equivocan mucho menos que los individuos muy preparados. Reitero mi fe en el juicio colectivo del pueblo de mi Panamá. Siento que este pueblo va a dar una sorpresa que terminará siendo juiciosa. ¡Así es mi Panamá!... y por eso he luchado tanto…por nuestro defectuoso pero libre sistema democrático. EL AUTOR es presidente fundador de La Prensa. Educación científica: la hora es ahora Ciencia Guillermo Castro H. [email protected] En enero de 1884, en su artículo Las Leyes de la Herencia(libro nuevo), del biólogo W.K. Brooks, decía José Martí que libros como ese, por venir en el dialecto técnico, aprovechan poco a los que no recibieron su instrucción en tiempos recientes, o no se han dedicado especialmente a este género de estudios. Y agregaba enseguida: “Poner la ciencia en lengua diaria: he ahí un gran bien que pocos hacen.” Hacer ese bien fue muy frecuente en la labor periodística de Martí. De todas partes, decía en 1883 “se eleva un clamor, no bien definido acaso…, pero ya alto, imponente y unánime”que pide con urgencia la educación científica. Todos, añadía “convienen en que es imprescindible, e improrrogable, que se dé. No hallan remedio al mal todavía, pero ya todos saben donde reside el mal, y están buscando con vehemente diligencia el remedio”. Para Martí, era necesario cambiar “de escolástico en científico el espíritu de la educación; que los cursos de enseñanza pública sean preparados y graduados de manera que desde la enseñanza primaria hasta la final y titular, la educación pública vaya desenvolviendo, sin merma de los elementos espirituales, todos aquellos que se requieren para la aplicación inmediata de las fuerzas del hombre a las de la naturaleza ”. Y esto debía hacerse de modo que “la enseñanza elemental sea ya elementalmente científica”. Martí proponía una educación vinculada al conocimiento de la realidad que se buscaba transformar, y de los medios más adecuados para hacerlo, para crear sociedades que fueran nuevas por lo prósperas, equitativas y democráticas que llegaran a ser. Ese razonar, de indudable vigencia, permite entender que quien quiera una educación diferente deberá aspirar a una sociedad distinta, en cuya forja esa educación deberá desempeñar un papel fundamental. Esa vuelve a ser una necesidad cada vez mayor cuando Panamá ve llevadas a sus límites las formas de organización de su territorio y su relación con la naturaleza establecidas en el siglo XVI. Esto, además, hace parte de una crisis que amenaza la sustentabilidad del desarrollo de la propia especie Humana. Ante ese riesgo, la educación científica es más necesaria que nunca. Panamá cuenta con los medios y las personas para establecerla. La hora de hacerlo es ahora. EL AUTOR es especialista en Estudios Latinoamericanos e integrante de Ciencia en Panamá

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