Febrero 2020
28 0 2 . 2 0 t odo estaba atado y bien atado. La editorial Macmillan le había proporcionado un anticipo millonario a la autora Jeannine Cummins por una novela que, a juicio de los editores, sería un bombazo literario. En efecto. A la publicación de ‘American Dirt’ no le ha faltado el estruendo, pero no como esperaban la editorial y la propia novelista. Primero vino el alborozo cuando Oprah Winfrey recomendó el libro. Además, autores consagrados como Stephen King, Don Winslow y Sandra Cisneros habían aportado comentarios laudatorios que se usaron a modo de promoción. Pero al poco tiempo la polémica se adueñó de lo que prometía convertirse en uno de los acontecimientos literarios del año. Antes de que estallara la controversia tuve noticias de la inminente publicación del libro escuchando en NPR una breve reseña y sinopsis: ‘American Dirt’ es la historia de una mujer mexicana de clase media y su hijo Luca, que se ven obligados a huir cuando un cartel de la droga asesina a casi toda la familia. El relato comienza en Acapulco, donde la protagonista, casada con un periodista, está al frente de una librería que frecuenta el capo que acaba por eliminar a su esposo y otros familiares. En las primeras páginas se desarrolla la masacre al estilo de un sangriento filme de Tarantino. Lydia y Luca, supervivientes del tiroteo, comienzan su periplo rumbo al norte. En el camino pasan todo tipo de vicisitudes. _opinión El problema de ‘American Dirt’ demás de la violencia obligada en una trama sobre el México dominado por el narco, la novela pretende reflejar las dificultades que tantos migrantes afrontan hasta llegar a la frontera con Estados Unidos. De todos es sabido que se trata de un peregrinaje accidentado en el que abundan las tragedias. Y ‘American Dirt’ incluye casi todo el catálogo de atropellos y desventuras, incluyendo los peligrosos trayectos sobre La Bestia, el tren de carga al que se suben los migrantes para desplazarse. Confieso que cuando escuché el resumen no me atrajo, precisamente porque intuí que podía tratarse de una novela de “diseño” sobre el drama de la frontera. Luego, a partir de la lluvia de ataques, la autora y la editorial han dicho que la narrativa del libro tenía, entre otros objetivos, mostrarles a los lectores estadounidenses la cruda realidad de quienes sueñan con cruzar el río Grande. Dicha aclaración no ha contribuido a aplacar los ánimos, sino a afilar más los dardos de escritores latinos que tachan de “apropiación” cultural esta incursión por parte de una autora americana blanca a la que, según sus detractores, las circunstancias de una familia mexicana les son ajenas. En medio del escándalo, Cummins se ha mostrado contrita, ofreciendo explicaciones para justificar la elección de una trama foránea para ella: ha invocado a un esposo inmigrante (para más señas, irlandés), una abuela puertorriqueña y la muerte de su padre como resorte para sentarse a escribir sobre la pérdida. Ya nadie comenta a bombo y platillo que Winslow llegó a comparar la novela con ‘Las uvas de la ira’, obra cumbre de John Steinbeck. a [©FIRMAS PRESS]
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