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7A La Prensa Panamá, miércoles 5 de noviembre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. las clases sociales o por medio de una revolución social violenta, como la historia así lo ha demostrado. Es por ello que no presto atención a los gobiernos que aseguran ser justos y culpan al anterior de toda la corrupción. Ningún cambio de ese tipo se da tan fácilmente. Estas memorias vuelven a mi mente al observar cómo ese “señor del norte” rompe el equilibrio político y económico mundial, pensando que podrá hacerlo sin consecuencias y que los beneficios obtenidos serán permanentes. También observo cómo algunas naciones muy ricas por el petróleo parecen no saber qué hacer con tanto dinero. Sobre ese desequilibrio que ocasiona el “señor del norte” ya escribí suficiente, por lo que me concentraré en esta ocasión en los otros. Con mucha sorpresa —no admiración— me entero de que Arabia Saudita está construyendo un estadio en el aire, de 350 metros de altura, para utilizarse en las olimpiadas que próximamente se realizarán en ese país. Invito al lector a ver esas imágenes e imaginar su costo. Me pregunto si la comunidad deportiva mundial en realidad necesita una estructura así, particularmente por la cantidad de deportistas pobres que participarán en dicho evento; pobreza que, en gran medida, se debe a los Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Volver a la ética pública: la urgencia moral de Panamá Valores En Panamá vivimos una paradoja dolorosa: un país con todos los recursos para alcanzar el desarrollo, pero gobernado por una clase política que ha hecho de la corrupción una cultura de poder. Las encuestas más recientes confirman lo que todos sabemos: la principal preocupación del pueblo panameño es la corrupción, porque detrás de ella se esconden la pobreza, la desigualdad y la frustración de una nación que siente que su destino le ha sido arrebatado. La corrupción no es solo un problema administrativo; es la causa estructural de nuestra desigualdad. Cada contrato amañado, cada sobreprecio, cada puesto público utilizado como botín político se traduce en menos oportunidades para el ciudadano común, en hospitales sin medicinas, en escuelas sin maestros y en comunidades condenadas al abandono. Resulta alarmante que los diputados panameños —quienes deberían ser guardianes de la ética y la legalidad— hayan votado en contra de proyectos de ley clave que buscaban precisamente combatir la corrupción. Esa votación los retrata de cuerpo entero: una Asamblea que legisla para proteger sus privilegios, no para servir al país. Aún más preocupante es que los partidos con mayor número de miembros bajo investigación por corrupción son precisamente el PRD y Realizando Metas, los mismos que hoy controlan el poder político. Esa coincidencia no es casual; refleja una estructura de impunidad que ha hecho del Estado un instrumento al servicio de intereses particulares. Panamá no saldrá adelante mientras su política siga en manos de quienes han desmantelado los valores éticos y morales del servicio público. Hoy el país parece atrapado entre dos partidos que han convertido el poder en un instrumento de impunidad. Ambos son expresión de un mismo mal: la captura del Estado por intereses personales. Pero la historia enseña que los pueblos tienen el poder de corregir su rumbo. Volver a la ética pública no es una opción; es una necesidad nacional. Sin ética no hay justicia, sin justicia no hay confianza y sin confianza no hay desarrollo. Solo cuando Panamá recupere la decencia en su vida pública podrá convertirse en un país verdaderamente próspero y digno. Panamá: un país que mueve al mundo, pero no a su gente Movilidad urbana lo los indicadores macroeconómicos, sino también el presupuesto y la salud de los hogares. Un trabajador que reside a 20 kilómetros de su lugar de empleo puede perder hasta 500 horas anuales en desplazamientos, lo que equivale a más de 2,000 dólares al año en tiempo improductivo calculado al salario mínimo. A lo anterior se añaden gastos mensuales por combustible, mantenimiento y estacionamiento, que oscilan entre 200 y 300 dólares, constituyendo así el gasto de bolsillo (OOP) asociado a la movilidad: un costo indirecto que el Estado no recauda, pero que afecta directamente a la ciudadanía. La exposición prolongada a contaminantes generados por el tráfico agrava afecciones respiratorias y cardiovasculares, y contribuye al aumento del estrés crónico. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las concentraciones elevadas de partículas finas (PM2.5) en áreas urbanas congestionadas incrementan la morbilidad en más del 10%. Además, la pérdida de tiempo repercute en las relaciones personales: el tránsito reduce en aproximadamente una hora diaria el tiempo de convivencia familiar, lo cual impacta negativamente la calidad de vida, aunque no se refleje directamente en términos económicos. El país que se frena a sí mismo A pesar de que el Canal de Panamá destaca internacionalmente por su eficiencia logística, la movilidad interna presenta importantes desafíos. El país, que facilita el tránsito expedito para el comercio mundial, enfrenta obstáculos que afectan su propio comercio local. Los retrasos en las entregas, el aumento de los costos logísticos y la pérdida de clientes por impuntualidad golpean especialmente a las pequeñas empresas. Cada congestión vial disminuye la competitividad que el Canal contribuye a fortalecer. La factura ambiental y sanitaria El tráfico contribuye con aproximadamente 700,000 toneladas adicionales de CO2 al año, lo que afecta negativamente los compromisos climáticos establecidos por el país. De acuerdo con estimaciones de la CAF y el BID, los gastos sanitarios asociados a la contaminación y al estrés vial superan los 120 millones de dólares anuales. Como consecuencia, Panamá Francisco Sánchez Cárdenas Las extravagancias del dinero y el poder Vanidad En junio de 2010 publiqué en este diario el artículo de opinión “¿Ganaste? ¿Sabes qué perdiste?”, donde creo haber demostrado la validez de algunas frases muy utilizadas, como “no hay mal que por bien no venga”, “el poder embrutece” y “de todas maneras la calavera es ñata”, entre otras. En ese escrito manifesté y sustenté que no me gustaría convertirme de pronto en multimillonario, por todo lo que perdería en otros aspectos, aunque muchos de mis lectores podrían pensar que es una posición ingenua o absurda. No conforme con ello, también publiqué el artículo “La magia está en el equilibrio”, en el que cuestiono la tendencia del ser humano a buscar el desequilibrio social a través del poder político, contrario a la materia inerte en la química, que en su comportamiento siempre busca un estado de equilibrio de fuerzas. Recuerdo igualmente cuando, en una ocasión, uno de nuestros políticos reconocidos manifestó que lo peor que le podría ocurrir a Panamá sería tener de pronto un gobierno totalmente honesto, por la gran cantidad de corruptos que existen en todos los niveles. Entiendo perfectamente esos comentarios, porque un gobierno verdaderamente popular solo será posible luego de un largo proceso depurador de todas excesivos precios del combustible. Recuerdo los justos argumentos que en los años setenta del siglo pasado presentaron los países exportadores de petróleo para justificar los aumentos en sus precios, cuando mostraban la pobreza de sus pueblos, mientras otros se hacían ricos con sus recursos naturales. Me pregunto cuáles serán los argumentos que ahora podrán utilizar para justificar esos precios. Es por ello que no dudo que sufrirán las consecuencias. Lo triste es que ese estadio antes mencionado no representa una meta, sino una etapa más de un proceso de vanidad que comenzó hace mucho tiempo y que no terminará. Recordemos todos los comentarios que originó la realización del pasado mundial de fútbol. Ahora me pregunto: ¿qué harán después? En ese mismo sentido, me impresiona enterarme de que una taza de café panameño puede costar mil dólares en Dubái. No entiendo cómo una taza de café puede tener ese precio, aunque sea un café nacional. Me complace profundamente que tengamos el café más cotizado del mundo, pero no puedo evitar incomodarme, porque somos servidores de la vanidad. Ya imagino la maquinaria publicitaria detrás de todo ello. Tengo una pequeña finca de café robusta, y no niego que procuro obtener un producto especial y exclusivo, pero no quisiera tener ese tipo de clientela, porque sé que terminaría pagándolo de alguna otra forma. Y créanme: no es envidia. Opinión EL AUTOR es exdirector de La Prensa. EL AUTOR es profesor de química de la Universidad de Panamá. EL AUTOR es neurocirujano. Carlos González de la Lastra enfrenta mayores índices de enfermedades y una significativa pérdida de tiempo productivo vinculados a estos factores. Modernidad en contradicción El país destina importantes recursos financieros al desarrollo de puertos, aeropuertos y ampliaciones que benefician la conectividad global; sin embargo, la movilidad urbana presenta rezagos significativos. La construcción de nuevas vías no constituye una solución efectiva, ya que tiende a incrementar el tráfico. Para abordar este desafío, es fundamental implementar estrategias que optimicen el flujo vehicular, tales como la coordinación de semáforos inteligentes, la flexibilización de horarios laborales, la integración de redes de autobús y metro, así como incentivos para el uso compartido de vehículos. La modernidad debe evaluarse no por la cantidad de automóviles en circulación, sino por la eficiencia en el ahorro de tiempo y la reducción de emisiones contaminantes. Una ciudad eficiente se define por su capacidad de ofrecer calidad de vida a sus habitantes sin exigir una dependencia constante del automóvil particular. Un llamado urgente De no implementarse acciones, se estima que el parque vehicular alcanzará los dos millones de automóviles en 2030, lo que duplicaría el costo asociado a la congestión. Las pérdidas derivadas de la ineficiencia superan actualmente los 2,000 millones de dólares anuales, equivalentes al 1.8% del PIB, cifra similar a los ingresos nacionales provenientes del Canal. Mientras Panamá es percibido internacionalmente como un centro de conectividad global, la población local enfrenta restricciones significativas en su movilidad interna. El tiempo, el combustible y la salud consumidos en situaciones de tráfico representan recursos nacionales desaprovechados. Cada minuto de detención urbana repercute negativamente en la economía y en la cohesión familiar. Revertir esta tendencia requiere decisiones técnicas, morales y políticas: para mantener su rol estratégico en el comercio mundial, el país debe priorizar la mejora de su propia movilidad. A finales de la década de 1980, residiendo en Altos de la Montaña, cerca del antiguo Club de Montaña y a 200 metros del Hospital San Miguel Arcángel, solía recorrer los 6.6 kilómetros hasta mi lugar de trabajo en el Complejo Hospitalario Metropolitano de la CSS en aproximadamente once minutos. Actualmente, partiendo desde la estación de peaje del corredor norte, a la altura de la avenida Martín Sosa, hasta la salida hacia la avenida de la Universidad Tecnológica, el trayecto de 5.6 kilómetros me toma entre 17 y 20 minutos en condiciones normales de tráfico, y supera los 50 minutos durante las horas pico. El desplazamiento de un barco de 300,000 toneladas por el Canal requiere aproximadamente ocho horas. El traslado de un trabajador desde La Chorrera hasta la ciudad, ida y vuelta, puede requerir un tiempo similar. Así como se amplió el Canal para optimizar el comercio internacional, resulta fundamental abordar con urgencia la crisis de movilidad, que se agrava progresivamente y se vuelve más difícil de resolver con el paso del tiempo. Esa paradoja sintetiza los principales desafíos que enfrenta la movilidad urbana en la actualidad. En 2024 se comercializaron más de 54,000 vehículos nuevos, y para 2025 se estima que la cifra superará los 58,000, influenciada principalmente por el creciente interés en automóviles de origen chino. En los últimos cinco años, el parque automotor nacional ha sumado más de 180,000 unidades, mientras que la expansión de infraestructura y transporte público no ha mantenido el mismo ritmo. Como consecuencia, recorrer distancias de seis a ocho kilómetros puede requerir hasta una hora. El costo invisible que pagan los ciudadanos La congestión vehicular impacta no soLa ostentación y el exceso se han vuelto símbolos de éxito, aunque en realidad revelan desequilibrio y vanidad. Ni las naciones más ricas escapan a esta paradoja: cuanto más acumulan, más se alejan del verdadero progreso. Sebastián Vásquez Bonilla Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Subdirector Asociado Rolando Rodríguez B. Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. 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