6A La Prensa Panamá, martes 4 de noviembre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. tamos: ¿qué representa una patria que no cuida la vida de sus hijos? El presidente José Raúl Mulino, en su conferencia de prensa, expresó que existe “un plan nacional para la construcción de más de 100 nuevos puentes peatonales en todo el país… Tenemos un déficit histórico y vamos a cubrirlo poco a poco”. La pregunta que surge es: ¿cuántas vidas más costará esa espera? Muchos dirán que, ante el peligro, es mejor un día sin escuela que perder la vida. Pero ¿cuándo normalizamos que un niño deba temer por su camino al aula? En Panamá, hay estudiantes que caminan más de ocho horas para llegar a clases. ¿Cómo decirles que no vayan, sabiendo que para muchos el almuerzo escolar es su única comida del día? Como ingeniera civil, sé que hablar de infraestructura no es hablar de concreto ni de acero: es hablar de vidas. Cada puente, cada escuela, cada camino seguro representa justicia social. Cuando esos caminos no existen y los niños arriesgan la vida para estudiar, no estamos ante una falla técnica: estamos frente a una falla moral. En un país que invierte millones en símbolos de poder mientras la niñez muere cruzando ríos, la independencia es una palabra vacía. El costo de un metro de puente es míLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Sin gobernanza no hay confianza; sin confianza no hay gobernanza Urbanismo versal y mejor calidad de vida”. La Real Academia Española define gobernanza como la “forma de gobernar, especialmente si es eficaz y adecuada a los fines que se persiguen”. Por su parte, ONU-Habitat amplía esta definición al señalar que “es un proceso mediante el cual los gobiernos y los principales actores deciden colectivamente cómo planificar, financiar y gestionar las áreas urbanas”. Dicho esto, podemos afirmar que sí existe de facto un régimen de gobernanza y de gestión, pero responde a otros fines e intereses, enfocados no necesariamente en el crecimiento armónico ni en mejorar la calidad de vida, sino en el libre usufructo de la tierra en régimen de propiedad privada y en la libre oferta y demanda de productos inmobiliarios. Los mecanismos de mercado determinan qué conviene o no a cada persona —vista como consumidor— para satisfacer sus necesidades básicas y suntuarias, entendidas como parte de su calidad de vida. Por ello, desde la aprobación de la Ley 6 de 2006, sus promesas de crecimiento armónico, accesibilidad universal y mejor calidad de vida no se han concretado. Cumplirlas requiere de un Estado dirigista, pero los gobiernos que hemos tenido desde entonces —y los principales actores urbanos que influyen en ellos— no están ideológicamente de acuerdo con ese nivel de dirigismo. Prefieren aparentar cumplimiento, pero con excepciones, omisiones y ambigüedades. Este contexto es el caldo de cultivo perfecto para la desconfianza ciudadana. Ningún instrumento de gestión urbana, por novedoso que sea, podrá tener éxito si no surge de un genuino consenso colectivo sobre cómo planificar, financiar y gestionar nuestro territorio, no solo las áreas urbanas. El proyecto de compensación urbana presenta esta contradicción: busca sacar provecho de decisiones puntuales que terminan desfigurando la imagen urbana establecida por el plan mediante acuerdo municipal. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿para qué gastar tiempo y esfuerzo en planes y normas complementarias si lo que en realidad se busca es un régimen urbaCarlos Antonio Solís Tejada 4 de noviembre: Símbolos patrios, puentes y vidas Empatía Panamá se viste de rojo, blanco y azul. Celebramos 122 años de vida republicana y, hoy, nuestros símbolos patrios. Las calles se llenan de banderas y estudiantes marchando con orgullo. Preguntémonos: mientras celebramos el símbolo, ¿estamos honrando su significado? La patria ondea entre desigualdades tan profundas que cuestan vidas. Apenas unos días atrás, la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (Fudespa), junto con Jóvenes Unidos por la Educación, presentó el estudio Educación mortal: crisis sistemática de ahogamientos infantiles en la comarca Ngäbe Buglé, que evidenció las precarias condiciones en las que muchos estudiantes intentan ejercer su derecho a la educación. Esa alerta se convirtió en tragedia. Cinco días después, irónicamente en el Día del Estudiante, dos niñas de 5 y 8 años del poblado de Cascabel perdieron la vida intentando cruzar una quebrada de regreso a su escuela. Dos niñas con sueños, con el mismo derecho que cualquier otra a estudiar sin arriesgar la vida. No fue la quebrada la que las mató. Fue, como dijo el cardenal José Luis Lacunza, “nuestra indiferencia, nuestro silencio cómplice”. Y es ahí donde nos pregunnimo frente al valor incalculable de una vida humana. Esa contradicción no solo es moralmente inaceptable: es técnicamente insostenible para una nación que dice aspirar al desarrollo sostenible. Como bien señaló Nivia Rossana Castrellón, “Los niños ngäbe pagan con su vida el costo del abandono estatal… Esto no es para criticar a nadie, es para actuar. El derecho a la educación no puede ser una sentencia de muerte”. No podemos hablar de soberanía mientras permitimos que nuestra niñez muera por falta de infraestructura básica. Hoy, mientras recordamos a dos niñas que ya no están, debemos entender que no se trata de tragedias aisladas, sino de síntomas de un Estado estructuralmente desequilibrado ante la realidad de sus hijos. Conmemoremos este mes de noviembre entendiendo que no basta con decir que amamos a la patria; hay que honrarla con acciones. No celebremos por costumbre, sino porque decidimos mirarnos en los ojos de cada niño que cruza una quebrada. No para olvidar las heridas, sino para sanarlas con ciencia, empatía y memoria. Ser panameños hoy significa no aceptar la indiferencia como destino, sino atreverse a rediseñar el país. Que nuestras manos no solo levanten banderas, sino también los puentes que faltaron para que dos niñas llegaran seguras de la escuela. Porque los símbolos patrios significan hoy, más que nunca, proteger la vida digna. Opinión LA AUTORA es ingeniera civil e integrante de Jóvenes Unidos por la Educación. EL AUTOR es arquitecto y urbanista. no que facilite el crecimiento económico sin barreras burocráticas? Pero también cabe preguntarse si ese es realmente el deseo colectivo de los capitalinos o solo de algunos grupos con mayor influencia y poder sobre los tomadores de decisiones. Afortunadamente, la Ley 14 de 2015, que modifica la Ley 6 de 2006 e introduce ajustes a los artículos 89 a 92 de la Ley de Descentralización, instituyó sabiamente la Junta de Desarrollo Municipal (JDM), una instancia nunca implementada y diseñada precisamente para sostener la gobernanza urbana tal como la define ONU-Habitat. Es importante entender que la JDM se distingue de la Junta de Planificación Municipal (JPM) en que la primera es una instancia colectiva y programática —de gobernanza urbana—, mientras que la segunda es colegiada y operativa —de gestión urbana—. Siendo así, antes de proponer nuevos instrumentos de gestión urbana, resulta más importante instituir la JDM, donde los representantes de todos los principales actores urbanos (políticos, comunidades, empresarios, académicos, profesionales y funcionarios públicos) podamos decidir colectivamente cómo planificar, financiar y gestionar no solo nuestras áreas urbanas, sino el territorio que las sostiene. Sin embargo, la JDM requiere de un brazo técnico, del mismo modo en que la Dirección de Planificación Urbana ha servido a la JPM. El Plan Local de Ordenamiento Territorial lo denomina Ente Gestor, que podría materializarse como una empresa municipal consultora o, preferiblemente, como un Instituto de Políticas Urbanas (AIP) de carácter investigativo —similar al INDICASAT, CIHAC o CIEPS—, bajo el amparo del Municipio de Panamá. Quizás la Junta de Desarrollo Municipal y el Instituto de Políticas Urbanas-AIP puedan convertirse en el legado más importante de la actual administración municipal, permitiendo construir los puentes necesarios para sentarnos todos en la misma mesa, hablar con sinceridad y acordar, con datos en mano, una visión colectiva para los próximos diez años. No será una solución perfecta, pero sí perfectible. Y eso ya es un avance. Tomando en consideración la polémica suscitada en los medios de comunicación y en las redes sociales por la propuesta del Municipio de Panamá de introducir una Compensación Urbana por incremento a la edificabilidad como instrumento de financiamiento, es importante entender el fondo de dicha polémica y cómo podemos superarla como ciudad. Según el gobierno municipal, con esta propuesta se pretende compensar —en dinero o en especie— los impactos que tendrán en su entorno las construcciones permitidas gracias a las asignaciones, cambios y autorizaciones de uso de suelo, las excepciones a la norma y los nuevos usos de suelo programados. Hasta hoy, esos proyectos no pagan más que el valor del trámite, que no excede los B/.500.00, y no aportan compensación alguna ni a su entorno ni a la ciudad en general. Si bien esta debería ser la finalidad de las tasas cobradas para los permisos de construcción —la Tasa de Construcción Municipal—, dicha tasa no fue diseñada como instrumento de gestión urbana, tal como lo informa el Plan Local de Ordenamiento Territorial en su Anexo 3, Tomo 2, citado también por el anteproyecto de acuerdo municipal. En otras palabras, lo recaudado por permisos de construcción va a la olla común de los municipios y no tiene un propósito concreto. Esto refleja la principal falla del sistema de ordenamiento territorial panameño: la falta de un régimen de gobernanza urbana con un sistema de gestión urbana compatible con el espíritu del Plan Local de Ordenamiento Territorial del Distrito de Panamá y de la Ley 6 de 2006, que reglamenta el ordenamiento territorial para el desarrollo urbano en la República de Panamá, cuyo objetivo es “procurar el crecimiento armónico de los centros poblados y brindar a sus habitantes accesibilidad uniMientras Panamá celebra sus símbolos patrios, dos niñas perdieron la vida intentando volver de la escuela. Recordar la patria también exige construir puentes que protejan la vida. Ericka M. Núñez De espaldas a la tribuna Civismo Después del asesinato de Hugo Spadafora, la dictadura de Noriega, heredera de la dictablanda de Torrijos —“dicta” es la clave, que nadie se engañe—, entró en caída libre. En 1985, la ciudadanía fue valiente: los estudiantes que desfilaban, al llegar a la altura de la tribuna de autoridades, decidieron dar la espalda al “presidente”, y otros pasaron corriendo delante de la representación política de un Estado dictatorial y corrupto. No es ninguna locura, en estas fiestas tricolor, crónicas y de rebusca, volver a la valentía de antaño: dar la espalda a un presidente legítimo y democrático, pero que ha perdido todo contacto con la realidad ciudadana; que, con un 34% legítimo, es de los menos queridos. Sería una buena lección para el hombre que rofea cada jueves, autoritario y faltón, que nos señala —chabacano y pedante— el lugar de la lengua. Dejarlo solo y sin desfile: lo que quiere es el baño de pueblo. Tenemos que dar la espalda a un gobierno servil, que permite al embajador estadounidense participar en la vida pública y política del país como si fuese un nuevo virrey; que insiste en dejar caer la educación en todos los niveles; que no enfrenta con entereza radical y honesta la corrupción; que persiste en su nepotismo velado; un gobierno sin una política cultural rigurosa; que pretende actuar como si el pasado no existiera, con un mesianismo encarnado en un presidente que ya compite con todos los malos expresidentes, y tiene cuatro años para dejarlos muy atrás. Si tuviéramos un mínimo interés ciudadano, le daríamos la espalda a la tribuna o nos quedaríamos en casa celebrando la patria con honestidad activa. Pero no: hemos entrado en el ciclo de fin de año —fiestas patrias, Día de la Madre, Navidad, verano, carnavales— y ya veremos el próximo marzo si las escuelas se caen o no, si las pintan o no. Mientras tanto, bandas y batuteras deleitan a un gobierno que no es la patria. EL AUTOR es escritor. Pedro Crenes Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Subdirector Asociado Rolando Rodríguez B. Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. 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