7A La Prensa Panamá, martes 21 de octubre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. moral que destruye el seno de la sociedad: la familia. Cada mujer asesinada representa la consumación de un ciclo de violencia que el Estado no logra interrumpir. Quien busca ayuda enfrenta un proceso judicial revictimizante y una sociedad que juzga en lugar de proteger. Cada vez que en las noticias se presenta un caso de violencia, los comentarios suelen recriminar cómo se vestía, cuál era su vida personal, su familia o cómo actuaba. Nadie merece ni pide ser víctima. ¿Hasta cuándo estamos dispuestos a actuar para cambiar las cifras de vidas perdidas por sueños y suspiros recuperados? ¿O estamos condenados como sociedad a seguir jugando el papel de verdugos digitales en una batalla que, al parecer, solo unos cuantos no temen enfrentar? Todos los días escucho a por lo menos una mujer decirme: “La calle no está de Dios”, “Ten cuidado”, “Me da miedo salir”, “Tengo temor de que la próxima sea yo”, “Ya me compré mi gas pimienta”. ¿En qué nos hemos convertido como sociedad para normalizar que no puedas salir de casa sin preocuparte por tu bienestar, temiendo si hoy tu familia llorará tu pérdida, si llorará porque te vulneraron o si, tan solo hoy, podrás volver a casa? En Panamá, de acuerdo con el Ministerio Público, hasta septiembre de 2025 se registraron doce femicidios, nueve tentativas y quince muertes violentas. El Observatorio de Femicidios estima que más de cien menores han perdido a sus madres, una clara muestra de la ruptura familiar que no llega a los titulares. Estas cifras no reflejan las historias previas de acoso, control o maniLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Una penosa historia Soberanía teralmente desde el 20 de enero, para evitar nuevas subyugaciones y asegurar el apego a los principios establecidos por el ordenamiento internacional. El memorando de entendimiento (MoU) que pende sobre nuestras cabezas —y que he comentado antes— fue apenas el capítulo preliminar de una penosa historia que parece no tener fin. El Tratado de Neutralidad, que no estipula ninguna modalidad de neutralidad del Estado panameño como tal, determina nuestra obligación de mantener el Canal seguro y abierto para todas las naciones, en tiempos de paz o de guerra. Esto es importante para nuestras relaciones internacionales y se vincula con el artículo V, según el cual solo Panamá mantendrá fuerzas e instalaciones “militares” dentro de su territorio nacional. Así las cosas, la responsabilidad que nos impone la neutralidad de la vía interoceánica es la de impedir compromisos que conduzcan a la erosión de su razón de ser. Con esto en mente, reitero algunos reclamos básicos al MoU: (1) alegar que dicho “acuerdo” se extiende “recordando” el Tratado de Neutralidad; (2) cimentarlo en actos cuestionables de la administración anterior; (3) abrirlo a interpretaciones contradictorias; (4) ignorar el impacto geopolítico de tropas extranjeras en Panamá; (5) debilitar nuestra autoridad soberana; y (6) desatender los costos por asumir, incluyendo una nueva contaminación con artefactos explosivos. Apunto apenas lo anterior, invitando a desentrañar el origen, el propósito y el posible resultado de semejantes actos; no es una acometida politiquera, sino un pedido de revisión y rendición de cuentas. El Gobierno Nacional aseguró en su momento que el MoU no es “ni tratado ni convenio”. Estoy de acuerdo: no cumple ni con los requisitos protocolares ni con la capacidad jurídica para serlo. Entonces, ¿qué pretende ser? No es un simple procedimiento funcional, aunque se diga que es una “gestión administrativa” que no nos compromete y que es temporal-renovable. No es así: es formal, detallado, consigna obligaciones, responsabilidades y compromisos concretos con repercusiones constitucionales y legales, y adopta un acuerdo celebrado por medio de un simple intercambio de notas, fechado el 15 y el 20 de septiembre de 2022. Los “intercambios de notas” llevan solamente iniciales no identificables de un funRamón Morales Quijano El país celebra mientras nos matan Femicidios Cuatro horas después de un femicidio doloso frente a una comunidad pacífica, a menos de un minuto de la escena del crimen, el silencio de un pueblo conmocionado fue reemplazado por murgas y fuegos artificiales. Mientras una familia lloraba a su hija, el presidente de la Asamblea Nacional anunciaba su postulación a la presidencia de su partido. Esta cruda escena resume una profunda y desgarradora desconexión de nuestra clase política con la realidad que viven nuestros pueblos. Mientras el país se desangra, ellos hacen fiesta. A nivel mundial, 85,000 mujeres y niñas fueron asesinadas en 2023, de las cuales 51,000 murieron a manos de su pareja o un familiar. Cada diez minutos muere una mujer o niña asesinada por alguien que supuestamente debía protegerla. En América Latina y el Caribe, durante el primer semestre de 2024 se documentaron 2,128 femicidios en dieciséis países, equivalente a doce femicidios diarios. La violencia no solo comienza con golpes; puede manifestarse desde un mensaje que busca controlar hasta amenazas de muerte que terminan por concretarse. El femicidio no es solo el asesinato de una mujer por razón de género. Es una fractura pulación que muchas vivieron, ni el doloroso proceso que sufren sus familias por la normalización del abuso, lo cual evidencia la magnitud del deterioro social que vivimos. Las mujeres panameñas callamos, no solo porque no se nos escucha, sino porque nuestra sociedad nos obliga a reprimir el dolor que llevamos dentro. Nos juzgan y destruyen nuestra integridad si somos capaces de denunciar lo que nos pasó; nos condenan a vivirlo en silencio porque, en muchos casos, el agresor es parte de nuestra familia. Cuando el país se desangra, las autoridades son indiferentes. Las víctimas se vuelven números y deben cargar con la responsabilidad de mantenerse vivas, evitar al agresor y no fallar en el intento. El Estado establece una medida y pareciera que luego se lava las manos. El “poco me importa” se refleja en instituciones abandonadas, presupuestos recortados y promesas vacías. La prevención no puede recaer solo en las mujeres. Debe ser una tarea colectiva en la que sociedad y Estado actúen juntos para educar, acompañar, escuchar y actuar antes de que sea tarde. Basta de una clase política desconectada del dolor del pueblo y de una agenda que no previene la violencia. No podemos seguir escuchando gritos desgarradores de madres que, entre sus brazos, ven cómo sus hijas se desvanecen. No seamos cómplices. Seamos cambio. Opinión LA AUTORA es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas, activista social y miembro de JUXLAE. EL AUTOR fue embajador ante la ONU. cionario de la Embajada de Estados Unidos y de otro de la Dirección de Asuntos Jurídicos Internacionales de la Cancillería —organismos y personas con competencia refutable para pactarlos. La nota verbal NV-2022-074247, del 20 de septiembre, dice textualmente lo siguiente: “Sobre el particular, el Ministerio de Relaciones Exteriores —Dirección de Asuntos Jurídicos Internacionales y Tratados— tiene el honor de informar a la Honorable Embajada de los Estados Unidos de América que la propuesta anterior es aceptable al Gobierno de la República de Panamá y que la Nota de esa Honorable Embajada y la presente constituyen un Acuerdo entre nuestros dos Gobiernos, que entrará en vigencia en la fecha de la presente Nota”. El “gobierno” de ese momento actuó así, burlando el artículo 184 (9) de la Constitución Política, que determina que el presidente de la República debe someter los tratados y convenios internacionales a la consideración del Órgano Legislativo. Contrario a la razón, y agregando sal a la herida, el MoU otorga inmunidad a Estados Unidos por los daños que resulten de su oscura “misión en Panamá”, y remata estableciendo que “ninguna disposición del presente Memorando o sus anexos tiene la intención de generar ningún derecho u obligación al amparo del derecho internacional”. Con todo y el disparatado procedimiento utilizado, su contexto es el de un tratado internacional regido por el Derecho Internacional, conforme a la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados. No podemos evitar que Estados Unidos intente usarnos como palanca en su afán de alterar normas y principios internacionales de los que somos parte, pero ya nos toca responder con actitudes en armonía con los ideales y objetivos nacionales, y a través de la institucionalidad jurídica. La confusión deliberada de conceptos, mecanismos y procedimientos es altamente peligrosa, y más en las relaciones internacionales. Para afianzar lo que hemos logrado construir como Estado nación, necesitamos coherencia entre los actos bilaterales y sus consecuencias. Lo propio, entonces, es mantenernos bien distantes de improvisaciones, prácticas desacertadas, medidas carentes de legitimidad procesal y situaciones engañosas. Si creíamos que se había acabado... ¡no! El presidente José Raúl Mulino expresó el jueves pasado su disgusto por las intromisiones de la Embajada de Estados Unidos, que violan los usos y costumbres de las relaciones diplomáticas. Bien hecho; pero eso está sucediendo porque, en su momento, no detuvimos la primera ofensa. Como ejemplo, la improcedente e insolente imputación de que quienes no nos sometemos a sus criterios somos “personas intelectualmente deshonestas”. Tamaño insulto; con seguridad, es una descarga de la visión que tiene de sí mismo quien lo lanzó recién llegado y lo repitió el 5 de octubre en Contrapeso. No ha sido llamado a capítulo, ni por esto ni por su osada injerencia en asuntos propios de este país anfitrión y amistoso. Y siguen. El Comité de Supervisión del Congreso solicitó el 24 de septiembre de 2025 al secretario de Transporte de Estados Unidos un informe sobre cómo el Departamento de Transporte procederá a administrar el Canal si se viola el Tratado de Neutralidad, y acerca de la manera en que contrarrestará la influencia china en Panamá para garantizar (“ensure”) que se mantengan la seguridad y la neutralidad del Canal. Seguidamente, “advirtió” que nuestra situación requiere supervisión. Sabemos que no es ni fácil ni agradable tensar la cuerda con Estados Unidos; tampoco lo es polemizar internamente sobre hechos percibidos como un menoscabo de nuestras instituciones o de la dignidad nacional. Sin embargo, aunque nuestras relaciones con Estados Unidos deben conducirse con prudencia, sin irradiar debilidad, con respuestas que no deriven en insensatez, con legitimidad y con precaución, una entrega por conveniencia puede chocar con nuestras normas jurídicas y con la respetabilidad del país. Por más que lo institucional se interprete como estorbo, no es dable torcer ni violar, por resignación, el sistema establecido de gobernanza. Ante estas circunstancias, resulta válido someter a escrutinio todo lo actuado bilaJossemery Vanegas Ábrego Sin desfiles por la patria Propuesta Como todo gobierno populachero (“populismo” es otra cosa), el nuestro utiliza las expresiones de jolgorio popular para hacerse fotos que hace pasar por aprobación ciudadana. Lo mismo ocurre con el alcalde capitalino, variante en pequeño del mismo peligro que nos viene de Las Garzas. Allí donde haya gente gastando plata para celebrar polleras, sombreros o molas, estará el “Ejecutivo” para acompañarse de “su pueblo”. La patria no es el Estado, ni el gobierno, ni un presidente: es una construcción social, cultural y sentimental, una decisión que se toma cada vez que nos quieren hacer cómplices de la corrupción. La patria se cuida al momento de votar y se mantiene alerta ante los desvíos políticos de quienes gobiernan. Por eso les propongo lo que sigue. Estas fiestas patrias, quédense en su casa. No compren uniformes de batuteras ni de bandas, no se despojen del poco chen chen que tienen solo para darle gusto a una clase política que mentirá otra vez con discursos tricolor y sin soluciones de calado para nuestros grandes problemas. Este noviembre, sin desfiles por la patria, que sean los que no la respetan los que salgan a montar su teatro de mentiras politiqueras. Pero me temo que no hay dignidad patria para hacer eso, o para dejar plantado el desfile navideño: ellos saben que “el panameño es así”, y se gastan cinco millones en eventos internacionales, tres en el desfile navideño y siete en villas diplomáticas, y suma y sigue. Nadie revoca a nadie, todos se aguantan la mecha, “así es mi país”, y los de arriba lo saben: cuentan con su participación para figurar en las fotos que mandan al exterior para mantener la mentira de “el país más próspero de la región”, que vive sin buena educación, con mala salud y con una Biblioteca Nacional en estado paupérrimo. Vayan a los desfiles patrios, celebren la Navidad para los pelaos: los de siempre cuentan con su complicidad por los próximos cuatro años. EL AUTOR es escritor. Pedro Crenes Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Subdirector Asociado Rolando Rodríguez B. Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón
RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxNDg2MA==