7A La Prensa Panamá, lunes 22 de septiembre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. justicia; sé que los errores deben investigarse y que la negligencia intencional no tiene cabida en esta profesión. Pero duele ver cómo se confunde el error humano con el crimen, la adaptación con la falta, la valentía clínica con la temeridad. La medicina defensiva ya está aquí. Médicos que piden estudios innecesarios, que retrasan decisiones, que se limitan a lo que dicta un manual aun cuando saben que el paciente podría beneficiarse de algo más. Se apaga la chispa de la innovación, se encoge el impulso de arriesgarse por el bien del enfermo. El miedo reemplaza a la confianza. Y en ese escenario, pierde el paciente, perdemos todos. La inquisición moderna no tiene hogueras, pero sí expedientes y titulares. El médico se convierte en villano público, señalado y condenado antes de ser escuchado. Las conversaciones entre colegas se vuelven cautelosas; las experiencias difíciles, en lugar de compartirse para aprender, se esconden. Y así se erosiona algo fundamental: la transmisión honesta del conocimiento. Necesitamos un punto medio. No se trata de negar la justicia, sino de hacerla justa. Que exista investigación, sí, pero con la capacidad de distinguir entre una falla inevitable y una negligencia real. Que se busque reparar y aprender, no destruir. Que se entienda que cada Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Democracias en declive Polarización política La era que vivimos se define por la polarización política. Atrás ha quedado la búsqueda del consenso, aquel ejercicio político en el que se asumía que, dentro de una democracia pluralista, era esperado y hasta deseable tener distintas maneras de procurar el bien colectivo. En la actualidad, el contraste es marcado e innegable. El “otro” se ha convertido en enemigo más que en alguien con opiniones distintas. Así, la polarización se entiende como la creciente hostilidad entre facciones políticas que, lejos de buscar la consolidación de consensos, incrementan sus divisiones, generando aún más prejuicios en una gobernabilidad democrática cada vez más debilitada. Estos elementos de deterioro se manifiestan en el aumento de la violencia política, el estallido frecuente de protestas sociales masivas y un sentimiento generalizado de hartazgo en una población civil cada vez más desmotivada. El ejemplo más reciente, y quizás más impactante, es el asesinato de Charlie Kirk, comentarista político conservador, que ilustra el declive de las estructuras políticas en la democracia constitucional más antigua del mundo. En un contexto global donde Estados Unidos ha solido marcar la pauta de la política internacional, resulta valioso analizar la causa de este profundo divisionismo y el impacto que puede acarrear para el mundo. Al arrojar luz sobre este punto de inflexión, quizás la causa más significativa yace en un electorado desmotivado por ofertas políticas repetitivas que, por consecuencia, se siente atraído hacia propuestas populistas definidas en oposición a un supuesto enemigo del pueblo, o “el otro”. En la mayoría de los casos, ese “otro” suele ser la élite política, percibida como corrupta y ajena a las necesidades de la población. En otras palabras, los partidos políticos tradicionales, habiendo ostentado previamente el poder, son presentados como culpables de los problemas que aquejan al ciudadano. Sin entrar a debatir la certeza de esta afirmación, el peligro de esa narrativa radica en que promueve discursos divisorios y despectivos que, lejos de entender la democracia como un proceso pluralista, apelan a la emocionalidad del electorado para definir al opositor como enemigo del pueblo y amenaza para la nación. Mediante el fomento del miedo y la desconfianza en el ordenamiento político, el pueblo se ve empujado a la radicalización, rompiendo la fe en los procesos democráticos y, por ende, en la democracia misma. Bajo este pensamiento, el ciudadano se convierte en prisionero de una política corrupta, desleal y lejana a sus necesidades, lo que justifica acudir a canales externos a la democracia como única vía de incidencia. Desafortunadamente, los recientes acontecimientos demuestran que, a partir de ese punto, los riesgos para la paz y la armonía social son enormes. El momento histórico actual nos llama a recordar que la piedra angular de toda democracia yace en su propósito de reflejar una sociedad en la que conviven, en igualdad, una pluralidad de opiniones, puntos de vista, intereses y objetivos. Dicho principio fortalece el proceso político al reconocer que todo ciudadano tiene el derecho de expresar su opinión y que esta debe ser tomada en cuenta por la clase gobernante. Si perdemos de vista esta verdad —simple y a la vez compleja— seremos incapaces de resistir la tentación de buscar incesantemente a “otros” a quienes culpar. En un futuro en el que la sociedad termine disuelta en facciones irreconciliables, lo que nos aguarda es el derrumbe de la democracia y el caos. ¿Estamos aún a tiempo? Del Canal a Donoso: una comparación absurda Mina rando nuestro mayor orgullo nacional —el Canal de Panamá— con la explotación de la mina es una estrategia errónea, absurda y deleznable. Estoy claro en que la conversación final sobre la reapertura girará inevitablemente en torno al argumento favorito de políticos y empresarios: el “chen chen”. Pese a ello, considero que utilizar la reapertura de la mina como bandera de panacea frente a los problemas económicos y de desempleo, sin consultar al pueblo mediante un referéndum —lo mínimo que nos merecemos—, y privilegiando únicamente la opinión de la Cámara de Comercio y de la Cámara Minera, constituye un desatino gubernamental. Más aún cuando es evidente que en la Asamblea Nacional no existe la mínima intención, ni de tirios ni de troyanos, de prohijar leyes o impulsar un esfuerzo serio para acabar con el flagelo de la corrupción, primera y principal causa de los males que nos aquejan: pobreza, desempleo e inequidad. Esta corrupción nos convierte, ante la mirada internacional, en un país paradójicamente rico pero lleno de pobres y oportunistas de cuello blanco. A propósito de planteamientos sesgados, recientemente Zorel Morales, directivo de la Cámara Minera de Panamá, expresó que “el desafío radica en quitar la Ley 407 (moratoria minera) del entramado legal, ya que no se puede prohibir el aprovechamiento de los recursos minerales cuando la Constitución los define como de interés público y bienestar social” (arts. 257 y 259). Con amigos empresariales así, First Quantum no necesita abogados caJoaquín González J. La Inquisición del siglo XXI Judicialización de la medicina Veo con tristeza el gozo de algunos al judicializar la medicina. Convertir el arte, el estudio y la experiencia en un acto punible. Transformar la inventiva, la capacidad de suplir un insumo en un momento crítico, en delito. Entristece ver cómo se regocijan con el daño que pueden causar al gremio médico. La caza de brujas ha comenzado: bienvenidos a la inquisición del siglo XXI. Soy cirujano y escribo desde la piel de quien vive en carne propia esa paradoja. Cada día entro a un quirófano con la convicción de que allí me juego más que una técnica: me juego la confianza de un ser humano que se entrega a mis manos. La cirugía no es mecánica pura; es ciencia, sí, pero también arte, intuición y experiencia. Muchas veces, frente a un paciente, los libros no alcanzan. No siempre hay insumos, no siempre hay protocolos claros. Allí nace la creatividad: improvisar con prudencia para salvar una vida. Hoy, sin embargo, esa misma creatividad empieza a verse como sospechosa. Ya no se pregunta por la intención, ni por las circunstancias, ni por la urgencia del momento. Se abre un expediente, se etiqueta como delito. Lo que antes era un acto de humanidad se convierte en un acto punible. No escribo para pedir impunidad. Sé que los pacientes merecen protección y decisión clínica se toma en un contexto: con un paciente real, en un hospital con limitaciones, en un tiempo que no espera. La documentación clara, la comunicación sincera con los pacientes y sus familias, la formación en habilidades no técnicas —como la gestión del riesgo o la toma de decisiones bajo presión— son herramientas que pueden protegernos a todos. Pero ni siquiera la mejor historia clínica será suficiente si lo que reina es la cultura del castigo y no la del aprendizaje. Me preocupa, sobre todo, lo que viene para las nuevas generaciones. ¿Queremos formar médicos que teman cada decisión, que se refugien en la comodidad de lo obvio, o profesionales capaces de pensar, de actuar con juicio y de asumir riesgos razonables en beneficio de sus pacientes? La valentía clínica no puede convertirse en un crimen. Es hora de un diálogo sincero entre sociedad, pacientes, juristas y médicos. La justicia no debe ser enemiga de la medicina, y la medicina no puede cerrarse al escrutinio. Ambos mundos pueden encontrarse si se busca un objetivo común: proteger al paciente sin sofocar la esencia de la práctica médica. Escribo estas líneas con la misma pasión con la que entro a un quirófano. Porque creo que la medicina necesita confianza, no inquisición. Necesita comprensión, no persecución. Ojalá construyamos un sistema que entienda que cuidar es mucho más que seguir un protocolo: es decidir con conocimiento, humanidad y coraje. Y esa responsabilidad, lejos de ser criminalizada, debería ser honrada. Opinión EL AUTOR es abogado, amigo de la Fundación Libertad y becario Erasmus Mundus en la Universidad de Leipzig. EL AUTOR es neurocirujano. EL AUTOR es escritor y pintor. Georgios M. Vassilopoulos nadienses. En consecuencia, no sería descabellado suponer que las aspiraciones de la Cámara Minera podrían concretarse mediante el nefasto reparto de sobres amarillos, que en el pasado ha funcionado de maravilla en la Asamblea panameña, tanto para diputados corruptos como para empresarios corruptores. La historia política nacional está llena de ejemplos; recordemos a Afú exhibiendo fajos de billetes en televisión. Otro asunto que genera suspicacia es la denuncia por posible conflicto de intereses, hecha por Diego Vásquez en redes sociales, según la cual Aníbal Galindo —amigo, consejero y asesor del presidente Mulino, e integrante del Consejo de Relaciones Exteriores— es también asesor de First Quantum. Al menos se sabe que fungió como tal en 2013, durante la compra de Minera Panamá. Señor presidente, aclare esto cuando se recupere del hombro. En resumen, fue imperdonable que un gobierno como el del PRD, en complicidad con intereses privados, aprobara y permitiera el saqueo y el deterioro ambiental generado por este aberrante proyecto minero. Peor aún sería que ahora, con un nuevo gobierno, se repita el error e incluso se intente presentar a la empresa como víctima de su cierre, bajo el argumento de que representaba el 5% del PIB y 40 mil empleos. La lección es clara: los bienes nacionales, como el Canal, no son negociables ni pueden ponerse al servicio de intereses foráneos o de malos panameños a costa del futuro ambiental y social del país. Escuchar y atender al pueblo es un acto de responsabilidad de todo gobernante. De lo contrario, estaremos condenados a repetir la historia. ‘El que es elegido príncipe con el favor de otro, debe procurar conservar al pueblo como su amigo’ . Esta frase, atribuida a Maquiavelo, me parece un consejo oportuno al presidente Mulino, sobre todo en lo concerniente al manejo que su gobierno pretende darle —al parecer de manera inminente— al escabroso y polémico asunto de la eventual reapertura de la mina de cobre ubicada en el distrito de Donoso, entre las provincias de Coclé y Colón. Las elocuentes y lejanas palabras del presidente Mulino, hace ya más de un año en su discurso de toma de posesión —cuando se comprometió a “respetar las leyes, el fallo de la Corte y el pedido de nuestro pueblo”— han dado paso a una nueva fórmula, según él creativa, para que la mina sea de Panamá sin licitación, sin aprobación de la Asamblea ni consulta popular. Todo ello a fin de disfrazar, bajo la figura de un supuesto “operador técnico”, lo que en efecto no sería más que una nueva concesión a la misma empresa. Reemplazar un exabrupto jurídico, como lo fue el leonino contrato con Minera Panamá (First Quantum Minerals), derogado por la Corte Suprema de Justicia luego de las protestas masivas de 2023, por otro arreglo de igual talante y bajo la premisa de que “la mina va porque va”, constituye a todas luces una irresponsabilidad de dimensiones antidemocráticas, inconstitucionales y catastróficas para la nación. Buscar aceptación popular compaYa no se pregunta por la intención, ni por las circunstancias, ni por la urgencia del momento. Se abre un expediente, se etiqueta como delito. Lo que antes era un acto de humanidad se convierte en un acto punible. Mauricio Rodríguez Bravo ‘‘El que es elegido príncipe con el favor de otro, debe procurar conservar al pueblo como su amigo’. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Subdirector Asociado Rolando Rodríguez B. Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. 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