Bienvenido suscriptor
Perfil Cerrar sesión
Iniciar Sesión
Registro

prensa_2025_09_15

8A La Prensa Panamá, lunes 15 de septiembre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. inteligencia artificial se acerca a un nivel de perfección en el que, incluso con conocimientos técnicos especializados, será casi imposible distinguir entre lo auténtico y lo fabricado. Si el Estado no robustece sus sistemas y toma medidas prioritarias y conscientes, no importará que después intente implementar estrategias para contrarrestar la desinformación, los hackeos o el “ransomware”. Las armas estarán desequilibradas y la capacidad de los atacantes sobrepasará con creces las posibilidades estatales. Esto significa que la implementación tecnológica en las instituciones públicas va más allá de sistematizar procesos, tener una página web funcional o “chatbots” de atención al cliente. Implica un reforzamiento especializado y técnico en seguridad cibernética, con actualización continua y adecuada a la dimensión de la información que se protege. Resulta inadmisible que sistemas estatales utilicen aplicaciones de “Word” sin licencia o dependan de antivirus gratuitos. Nos guste o no, la realidad actual no se mantendrá mucho tiempo más. Las nuevas generaciones dependerán cada vez más de la inteligencia artificial, y a medida que ingresen nuevos administradores públicos, los sistemas y procesos serán completamente digitalizados. No es cuestión de voluntad, es Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Cobardes del anonimato: héroes invisibles del teclado Libertad de expresión Ah, los cobardes del anonimato. Esa especie que habita nuestras redes y comentarios, segura de sí misma… siempre que nadie sepa quién es. Son expertos en lanzar críticas sin sustento, opacar ideas valiosas y convertir cualquier conversación seria en un espectáculo de banalidades. Mientras Panamá intenta que la palabra tenga peso, ellos se dedican a sembrar ruido y confusión. El anonimato, cuando se usa con responsabilidad, protege la libertad de expresión. Ellos lo han transformado en un escudo de cobardía. Señalan, descalifican y atacan, pero desaparecen ante la mínima exigencia de sustentar su opinión. Proponer requiere pensamiento y valentía; eso les resulta insoportable. Su estrategia consiste en la evasión y, aun así, se consideran héroes del debate. Llegan, lanzan su comentario hiriente y se esfuman. Sus ataques son previsibles: intentan opacar, entretenerse a costa del otro, pero nada de eso deja marca. Mientras ellos se creen estratégicos, yo sigo escribiendo, disfrutando del espectáculo que generan, sin que logren moverme un milímetro. Criticar desde la sombra es cómodo, pero no convierte en expertos a quienes carecen de argumentos. Favorecen la mediocridad, celebran la superficialidad y refuerzan la idea de que cuestionar es peligroso. Su supuesto poder es, en realidad, hilarante: creen que opacar una idea es ganar un debate. Cada comentario vacío que lanzan es un recordatorio de su creatividad limitada. Sus palabras tienen la profundidad de un charco y la consistencia de su valentía es igual de débil. Mientras ellos juegan a esconderse detrás de seudónimos, yo escribo con claridad y sin necesidad de máscaras. Cada intento de provocarme solo confirma que su verdadera habilidad es desaparecer cuando las cosas se ponen serias. Su rutina es predecible: criticar, desaparecer, reaparecer. Se creen estrategas del diálogo, cuando en realidad son caricaturas de lo que podría ser un debate. Intentan mostrar fuerza con insultos o banalidades, pero solo logran entretener y, de paso, reforzar mi propia posición. Cada vez que atacan, se exponen más que a mí; su cobardía es tan evidente que resulta cómica. Por eso, queridos héroes del teclado invisible: sigan lanzando sus críticas desde la comodidad de la sombra. Yo seguiré escribiendo, reflexionando y demostrando que el debate serio no necesita máscaras ni excusas. Sus intentos de intimidar son previsibles y risibles; sus palabras, ligeras como el aire que las sostiene. Pero aquí viene la reflexión ética: la libertad de expresión es un derecho, pero también un deber. La posibilidad de opinar desde el anonimato no nos exime de responsabilidad. Cada palabra que lanzamos, aunque no tenga nuestro nombre, tiene consecuencias. Criticar, insultar o descalificar debería ser un acto consciente, no un juego de invisibles. La ética digital nos invita a preguntarnos: ¿qué aporta nuestro comentario al diálogo? ¿Estamos construyendo o destruyendo? En definitiva, Panamá, los “valientes invisibles” son cómicos por accidente: intentan opacar y solo muestran su falta de coraje. Mientras ellos juegan en la penumbra, yo sigo en la cancha, con ironía, claridad y la certeza de que sus palabras no me afectan. Y mientras reímos de su absurdo, queda la pregunta ética abierta: ¿cómo usamos nuestra libertad sin traicionar la responsabilidad de nuestras palabras? Habrá una vez… Corrupción Y qué decir del reciente escándalo de funcionarios de la Dirección General de Ingresos (DGI) vinculados al blanqueo de capitales y delitos informáticos en perjuicio del Estado para evadir impuestos, por cerca de $11 millones. A ello se suma el no menos escandaloso y también millonario caso de rampante corrupción en la AIG, denunciado en diciembre de 2023 por el entonces subadministrador Luis Carlos Stoute. El caso involucra al exdirector Luis Oliva y a varios empresarios, entre ellos Budy Attie, quienes en plena pandemia se asociaron para obtener beneficios ilícitos en el manejo de operaciones financieras del Estado vinculadas al “vale digital”. Hoy, todos ellos se mantienen libres y solo deben reportarse para firmar una vez al mes mientras dure el proceso de investigación por los graves delitos imputados. Cortados con la misma tijera, la tapa del coco parece concentrarse una vez más en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y en la Asamblea Nacional. En el caso de la CSJ, amparados en el vergonzoso y corrupto privilegio de la denominada falta de “prueba idónea”, los magistrados blindaron recientemente a varios diputados con el archivo de denuncias en su contra. Los beneficiarios no podían ser otros que Benicio Robinson, Jairo Salazar, Ariana Coba y Jessica Romero. Imagino que, en el caso particular de la denuncia por agresión física presentada por el diputado Betserai Richard contra Jairo Salazar, hizo falta —a juicio de la CSJ— que la agresión de la cual Salazar se ufanó a los Joaquín González J. De la indiferencia ciudadana a las campañas de desinformación Instituciones A inicios de 2022 publiqué un artículo en esta misma columna, basándome en los datos del Latinobarómetro 2021, donde señalaba algo preocupante: al 39% de los panameños les daba igual el tipo de gobierno que tuviéramos. La democracia simplemente no estaba entre sus prioridades. En ese momento, el riesgo que abordé era el desconocimiento o descontento con la democracia, y cómo la falta de interés, especialmente en las nuevas generaciones, podía abrir paso a regímenes antidemocráticos. Hoy, pasada ya la mitad de 2025, reflexiono sobre un riesgo distinto: las campañas sistemáticas y altamente sofisticadas de desinformación que erosionan la confianza en los medios y en las instituciones gubernamentales. Esto ocurre en un contexto donde el ritmo del cambio tecnológico se ha acelerado exponencialmente: antes los avances se medían en años o lustros; ahora se cuentan en días. Durante la pandemia, las noticias falsas eran, sobre todo, textos manipulados o páginas web fraudulentas que —aunque peligrosas— podían identificarse con cierto análisis. Hoy enfrentamos otra realidad: videos que podrían mostrarnos a nosotros mismos haciendo cosas que jamás hicimos, transmisiones “en vivo” de bombardeos o actos terroristas que nunca ocurrieron. La cuestión de tiempo. El papel dará paso a lo digital, y lo que ya estaba expuesto a fraudes lo estará ahora en un nivel técnico y científico que requerirá verdaderos expertos y esfuerzos constantes para contenerlo. Las elecciones, por ejemplo, estarán cada vez más expuestas a estas amenazas. Para que la democracia sobreviva a la era digital, resulta imperativo profesionalizar y elevar el nivel técnico de las instituciones del Estado en materia digital. Solo una capacidad institucional robusta podrá garantizar derechos fundamentales como la igualdad, la no discriminación y la libertad de expresión, aplicando medidas de gobernanza basadas en derechos humanos para la inteligencia artificial. Quienes defendemos la democracia enfrentamos una doble amenaza: no solo gobiernos represores y persecuciones tradicionales, sino también campañas sistemáticas y tecnológicamente sofisticadas destinadas a desestabilizar gobiernos enteros. Reconozco las maravillas de la tecnología como herramienta para mejorar la calidad de vida, pero desconocer sus riesgos sería un grave error estratégico. Por ello, en este Día Internacional de la Democracia, la agenda es clara: adecuar marcos normativos oportunos, reforzar la protección constitucional de los derechos digitales y fortalecer la capacidad institucional con equipamiento técnico especializado. La reactividad ya no es viable; necesitamos un enfoque proactivo para asegurar que en los próximos 15 de septiembre estemos celebrando —y no lamentando— la democracia. Opinión LA AUTORA es profesora de filosofía. LA AUTORA es integrante de la Fundación Libertad. EL AUTOR es pintor y escritor. Indhira Londoño cuatro vientos estuviera acompañada de una radiografía con fractura de mandíbula o de cráneo, o en su defecto, el decomiso de la “magnum” de Pedro Navaja, para que así valiera la pena admitir las pruebas por parte de los inescrupulosos magistrados. Por los lados de la Asamblea, al presidente de la Comisión de Gobierno, el diputado Luis Eduardo Camacho, al parecer no le da ni frío ni calor lo acontecido recientemente en Nepal, donde ciudadanos hastiados de la corrupción decidieron prender fuego al parlamento. Digo esto porque es tal la desvergüenza que exhibe el diputado Camacho, cuando hace apenas un par de días lo escuchamos decir, a todo pulmón, que se vanagloria de mantener engavetados por el tiempo que le venga en gana los proyectos anticorrupción presentados por el procurador Luis Carlos Gómez. En su lugar, le parece mejor promover la ley “robó, pero hizo”, que el diputado chiricano Jamis Acosta se sintió muy honrado en sustentar, y mediante la cual se permitiría revisar la condena de Ricardo Martinelli por blanqueo de capitales en el caso New Business, invocando argumentos que ni siquiera están contemplados en el Código Judicial. En ese sentido, la cereza en el pastel la pusieron, inexplicablemente, los cuatro diputados de Vamos y Moca que integran dicha Comisión de Gobierno, quienes votaron a favor de prohijar esta nefasta ley presentada por Acosta con el beneplácito de Camacho, quien entre risas y mal disimulado asombro culminó la sesión que da alas a este nuevo mamotreto. Si bien la esperanza es un buen desayuno, constituye no obstante una mala cena. Pese a ello, aún conservo la fe en que las cosas cambiarán para bien en este país. Habrá una vez… El zoólogo y escritor británico Desmond Morris, en su libro Comportamiento íntimo, afirma que el hombre es el único animal que se ríe, además de las hienas, que lo hacen por instinto. Siguiendo la misma lógica sobre el curioso y especial comportamiento humano, tal vez sea válido agregar a lo planteado por Morris que probablemente seamos también la única especie animal con una marcada tendencia natural hacia la corrupción, si consideramos, por ejemplo, la abrumadora evidencia que en este aspecto encontramos en Panamá. Hagamos un recuento aleatorio sobre el tema. El financiamiento público de los partidos políticos —entiéndase subsidio electoral— pasó de 15 millones en 1997 a 109 millones en 2024, sin que en todo este tiempo se haya percibido siquiera un ápice de mejoramiento en favor de la democracia, tanto en los procesos y reglas electorales como en el funcionamiento de los partidos políticos en general. Por otro lado, la fiesta en la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi), con su flamante rectora Etelvina de Bonagas, continúa imperturbable: recibirá en 2026 un presupuesto de $72 millones, ni un centavo menos de lo otorgado en 2025. Al parecer, ello ocurre al margen de las auditorías supuestamente realizadas por la Contraloría General de la República y de las fuertes denuncias presentadas, incluso por el propio presidente de la República, sobre el evidente manejo antojadizo y desordenado de los recursos del Estado por parte de esta universidad. Hoy enfrentamos otra realidad: videos que podrían mostrarnos a nosotros mismos haciendo cosas que jamás hicimos, transmisiones “en vivo” de bombardeos o actos terroristas que nunca ocurrieron. Alexis Martínez Scigliani Probablemente seamos también la única especie animal con una marcada tendencia natural hacia la corrupción, si consideramos, por ejemplo, la abrumadora evidencia que en este aspecto encontramos en Panamá. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón

RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxMjQ5NQ==