3A La Prensa Panamá, sábado 13 de septiembre de 2025 Panorama Jorge Arosemena, presidente ejecutivo de la Fundación Ciudad del Saber; doctora Paulina Franceschi, directora interina del Crivb; Akira Homma, exdirector y asesor de Biomanguinhos de Brasil; Juan Carlos Orillac, ministro de la Presidencia; Fernando Boyd Galindo, ministro de Salud; Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Isaac Ortega Abre el centro regional de vacunas Aleida Samaniego C. [email protected] CIENCIA EN PANAMÁ El Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos (Crivb-AIP) busca fortalecer la capacidad de Panamá para investigar, desarrollar y producir vacunas y biofármacos propios. Panamá dio un paso estratégico hacia la innovación en salud y biotecnología con la inauguración, ayer, del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos (Crivb-AIP), ubicado en la Ciudad del Saber. El proyecto, impulsado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), busca posicionar al país como un referente regional en investigación científica y seguridad sanitaria, y es considerado un hito en la historia de la ciencia panameña. La primera fase del Crivb requirió una inversión de $10 millones, destinados a diseño, construcción, laboratorios, equipos y mobiliario. Esta etapa marca el inicio de un plan ambicioso que en su segunda fase contempla la construcción de una planta piloto para la producción de vacunas, con una inversión estimada en $50 millones. El centro nació como respuesta a los desafíos planteados por la pandemia de covid-19. En ese momento, la dependencia a vacunas extranjeras y la escasez de suministros a nivel global dejaron en evidencia la vulnerabilidad de los países sin capacidades propias de investigación y producción. A partir de allí, Panamá se propuso crear un espacio que pudiera formar científicos y técnicos, desarrollar productos con potencial terapéutico y vacunal, y dar respuestas rápidas ante patógenos con riesgo epidémico. Durante la inauguración, el secretario nacional de la Senacyt, Eduardo Ortega Barría, destacó que este centro representa un cambio estructural en la forma en que el país enfrenta las emergencias sanitarias. “La creación del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos es un hito para Panamá y para toda la región. Este centro refleja nuestro compromiso de proteger la salud pública mediante la investigación, el diseño y el desarrollo acelerado de vacunas candidatas, desde el laboratorio hasta la fase clínica, con un foco en enfermedades emergentes, reemergentes y de alta relevancia sanitaria”, expresó. Ortega Barría recalcó que esta inversión no solo es estratégica para la salud, sino que generará réditos a largo plazo. Entre los beneficios se cuentan el ahorro en la compra de vacunas extranjeras, la creación de empleos en investigación, producción y logística, y la posibilidad de que Panamá se convierta en un exportador de nuevos productos científicos. La ejecución del proyecto inició en el tercer trimestre de 2021, con un camino lleno de retos financieros. De hecho, para arrancar formalmente, el Crivb requirió un crédito extraordinario de $2.5 millones aprobado en junio de ese año. Un paso hacia la soberanía sanitaria La directora interina del Crivb, Paulina Franceschi, subrayó que contar con capacidades propias de investigación y producción de vacunas es clave para la soberanía y seguridad sanitaria del país. “Esperamos que, en cinco años, el Crivb sea un referente regional para el desarrollo de vacunas y biofármacos”, aseguró. Franceschi explicó que los objetivos del centro son claros: garantizar un suministro sostenible de vacunas y biofármacos, desarrollar capacidades locales de investigación e innovación, y posicionar a Panamá como un hub en biotecnología sanitaria. Entre los proyectos que ya se perfilan, mencionó la producción de antisuero contra el veneno de escorpión, una iniciativa desarrollada en conjunto con la Universidad de Panamá y el equipo de la doctora Ildaura Patiño. “Estamos en un punto en el que ya se puede pensar en la manufactura de un suero que evite muertes por picaduras de escorpiones y mordeduras de serpientes, algo que ocurre con frecuencia en Panamá”, afirmó. Además, Franceschi explicó que el centro cuenta con laboratorios especializados como un laboratorio de aguas arriba, donde se realiza la fase inicial, se siembra y cultiva todo lo necesario para crear una vacuna. Hay tanques especiales, bioreactores, donde las células crecen y se producen en volumen las proteínas recombinantes. También contamos con un laboratorio aguas abajo, donde se cosecha y refina el material de las aguas arriba para la formulación final de los productos. Alianzas nacionales e internacionales El Crivb es el resultado de una amplia red de colaboración que une instituciones nacionales e internacionales. Entre sus aliados están la Ciudad del Saber, el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat-AIP), el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, la Universidad de Panamá, el Baylor College of Medicine, el Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital en Houston y la Embajada de Corea del Sur. Durante el acto inaugural, se anunció además la firma de un Memorando de Entendimiento entre el Crivb-AIP y la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, institución reconocida mundialmente en el ámbito de la salud pública. Este acuerdo busca impulsar la cooperación científica y tecnológica en inmunobiológicos, con el propósito de convertir a Panamá en un centro afiliado a Fiocruz en áreas como investigación, formación, regulación y potencial producción regional de vacunas y antivenenos. Un impacto más allá de Panamá Ricardo de Godoi, subdirector de innovación de Bio-Manguinhos, división de Fiocruz, subrayó la importancia de esta alianza. “Estamos muy entusiasmados con esta oportunidad, que representa ampliar el acceso a vacunas esenciales en Centroamérica y el Caribe, reforzar la investigación, el desarrollo y la producción regional, y fortalecer la resiliencia frente a emergencias sanitarias”, señaló. Con la inauguración del Crivb, Panamá no solo busca atender sus propias necesidades, sino también proyectarse como proveedor regional de soluciones en salud. La apuesta es que este centro sea capaz de responder de manera ágil a enfermedades emergentes, como ya ocurrió con el covid-19, y a otras que podrían convertirse en futuras amenazas. El establecimiento de este centro marca un antes y un después en la historia de la ciencia panameña. Con sus laboratorios, alianzas estratégicas y planes de producción a gran escala, Panamá se suma a un reducido grupo de países latinoamericanos que apuestan por crear y producir sus propias vacunas. El camino no está exento de retos: se requiere inversión sostenida, formación de talento humano y el fortalecimiento de regulaciones sanitarias. Sin embargo, las autoridades y la comunidad científica coinciden en que este es un paso firme hacia un futuro de mayor autonomía, preparación y liderazgo regional en biotecnología y salud pública. La inauguración del Crivb-AIP, en el marco de los 33 años de la Senacyt, consolida a Panamá como referente regional en innovación científica y soberanía sanitaria. Este proyecto refuerza la capacidad del país para producir vacunas y biofármacos propios y fortalecer la cooperación científica internacional. Vista parcial de las instalaciones del centro inaugurado ayer. Aleida Samaniego La Corte Suprema de Justicia cerró otro caso de alto perfil, quedando así en la más obscena impunidad. El Estado pierde cerca de $10 millones en la construcción de facilidades deportivas en la provincia de Chiriquí y no pasa nada. Un juzgado absuelve a cientos de acusados, caso en el que se perdieron otros $24 millones en compensaciones para retirar los “diablos rojos” del transporte colectivo. Y todos para sus casitas. Empiezo a preguntarme si Panamá necesita un Ministerio Público o un Órgano Judicial o si son necesarios los diputados, porque es que aquí la Ley es solo una de las formalidades de la República, pero inaplicable en la inmensa mayoría a los amigos del poder. El Estado pierde pagando inversiones que no se hacen y altos salarios a autoridades indolentes, preocupadas por complacer a sus amos escondidos en las sobras del poder. Son la nueva versión de una botella: Trabajan, sí, pero no para nosotros, sino para delincuentes. Y, por favor, no me digan que esta es una crítica injusta, porque es lo más justo que les dicen por el reiterado y evidente desapego a sus deberes ciudadanos, profesionales e institucionales. No se diferencian mucho de los que están del otro lado de la acera, viendo qué se llevan del Estado, ya no en los bolsillos, sino en un diablo rojo. Todos son las elegantes versiones de la ineficacia, y sus sentencias, el burdo maquillaje a la traición. Cuando buscamos el resultado de sus deberes, hay que contratar un aguerrido rastreador, porque cuando deciden hacer fallos justos, estos son como agujas arrojadas en el pajar de la impunidad. Lo único que siempre vemos es un escandaloso desfile de impresentables burlándose de todos, mientras nos roban las medias sin quitarnos los zapatos. Unos por hacer, otros por no hacer. Así desde siempre, porque sentenciar a favor de la impunidad da más créditos –y réditos– en una sociedad proclive a la corrupción. ¿Qué haría falta para que nuestros jueces vean lo que nosotros vemos? ¿Honestidad’ ¿Salario? ¿Neuronas? ¿Pasión? ¿Patriotismo? ¿Capacidad? ¿Severidad? ¿O simplemente abrir los ojos? Latrocinio e impunidad es una perversa mancuerna, en la que los ciudadanos somos la dócil fuente del financiamiento de la riqueza indebida de unos y de la lavada de cara que le dan otros. Convierten Panamá en una caricatura patética, donde los poderes económico y político avasallan el Estado con el eslogan: ‘el robo al erario está legal y judicialmente permitido y protegido’. Así, bajo este manto, los delincuentes actúan a sus anchas. Por ello insisto: ¿por qué pagar millones en salarios a jueces que en sus sentencias nos cuentan historias de ficción para justificar su inequívoco final, un final que conocemos antes de que empiecen a pensarlo. Se la pasan citando a Dios en todo, pero a nuestras espaldas, son los que se llevan en sus bolsillos nuestro dinero… pero también los clavos y el martillo para crucificar al que se ponga en su camino. Son de insaciable codicia, rapaces ladrones carentes de valores y principios, comerciantes de sus propias conciencias por trapos, piedras y metales para jactarse de una riqueza grotesca e injustificable, y que deja tras de sí una estela de miseria y corrupción. Sábado Picante Rolando Rodríguez [email protected]
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