6B La Prensa Panamá, miércoles 10 de septiembre de 2025 Siete beneficios de la actividad física regular. Escanea el código QR para más contenido en Ellas.pa. De soberanía marítima, jet set y ballenas En Panamá estamos en pleno pico de la temporada de ballenas (agosto y septiembre), y ello es algo que hoy en día tanto ellas como nosotros podemos celebrar. Más aún en el Mes de los Océanos. Pero no siempre fue así. Hace casi ocho décadas, la soberanía marítima de los países se extendía casi universalmente a solo tres millas náuticas desde la costa, siguiendo la doctrina del jurista holandés Cornelius van Bynkershoek, quien en 1702 propuso que la jurisdicción llegaba hasta donde alcanzaba el disparo de un cañón costero. En 1945, el presidente de Estados Unidos, Harry Truman, proclamó el control de su país sobre la plataforma submarina y la protección de recursos pesqueros más allá de las tres millas. En 1947, Chile y Perú fueron más allá: declararon soberanía sobre las 200 millas marítimas, chocando con el derecho internacional de la época y con potencias navales que defendían la libertad de los mares. En 1952, Chile, Perú y Ecuador firmaron en Santiago un acuerdo para fijar la soberanía marítima hasta las 200 millas, regular la caza de ballenas y coordinar la vigilancia pesquera. Dos años después, reafirmaron su postura en la Conferencia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur. El incidente Onassis En 1954, una flota de 15 balleneros y un buque nodriza, con tripulación noruega y bandera En Panamá, la Ley 31 de 1967 estableció que su soberanía se extendía hasta las 200 millas náuticas, reconociendo el lecho y subsuelo de esa zona. Cortesía panameña, zarpó desde Hamburgo para cazar frente a Sudamérica antes de dirigirse a la Antártida. La flota pertenecía al multimillonario griego Aristóteles Onassis, quien más tarde sería famoso por sus romances con María Callas y Jacqueline Kennedy. Cuando la flota cruzaba el Canal rumbo al sur, el presidente peruano Manuel Odría declaró que defendería sus “riquezas ictiológicas” de la “armada pirata”, incluso con el uso de la fuerza. El 16 de noviembre, destructores peruanos capturaron cuatro balleneros a unas 180 millas de la costa. Otros tres escaparon y regresaron al puerto de Balboa. Perú informó que las tripulaciones se rindieron sin resistencia y que los barcos fueron llevados al puerto de Paita. Panamá, que abanderaba la flota y tenía observadores técnicos a bordo, protestó formalmente anpor Juan Manuel Posada López [email protected] te el gobierno peruano y anunció que llevaría el caso a la Organización de los Estados Americanos (OEA). En ese momento, Panamá era miembro reciente de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), a la que había ingresado en enero de 1954. Onassis, por su parte, jugó con astucia. Contrató una póliza de seguro contra confiscaciones por USD 15 millones y envió a su abogado panameño, Roberto Arias Guardia, a Lima para negociar. En diciembre entregó al gobierno peruano un cheque por USD 3 millones, el más alto recibido hasta entonces de una entidad privada. Las aseguradoras le reembolsaron de inmediato y hasta pagaron un millón adicional por el tiempo perdido. “Mi situación financiera no se vio afectada por este incidente”, declaró. El episodio aceleró tensiones internacionales sobre los límites marítimos. Estados Unidos, por voz de su embajador ante la OEA, Jack Dreier, reiteró que solo reconocía las tres millas y estaba dispuesto a llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia. Onassis, por su parte, vendió su flota ballenera a Japón en 1956 por USD 8.5 millones y se retiró del negocio. De las 3 a las 200 millas En Panamá, la Ley 31 de 1967 estableció que su soberanía se extendía hasta las 200 millas náuticas, reconociendo el lecho y subsuelo de esa zona. El debate global sobre límites marítimos se zanjó parcialmente con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, que fijó el mar territorial hasta 12 millas y la zona económica exclusiva hasta 200, validando las posturas pioneras de Chile, Perú y Ecuador. Aunque Panamá nunca fue un país ballenero, la apertura de su Registro Internacional de Marina Mercante en 1925 permitió que, desde 1930, buques balleneros de capital británico y noruego enarbolaran su bandera, registrando sus capturas como panameñas. Panamá y la conservación de ballenas La relación de Panamá con la CBI ha sido accidentada: se retiró en 1980 y regresó en 2001. Durante sus primeros años de reintegración recibió críticas por votar en ocasiones a favor de Japón, pero desde entonces ha cambiado el rumbo hacia una agenda claramente conservacionista. Hoy, Panamá cuenta con un marco regulatorio robusto, gracias a: - Ley 13 de 5 de mayo de 2005. Crea un corredor marino que abarca mar territorial, zona contigua y zona económica exclusiva, destinado a proteger y conservar no solo a las ballenas, sino también a los delfines. - Resolución DM-0530-2017. Establece normas específicas para el avistamiento responsable, incluyendo distancias mínimas y límites en el número de embarcaciones, a fin de evitar perturbaciones a los animales. - Ley 365 de 6 de febrero de 2023. Modifica y fortalece la Ley 13 de 2005, prohibiendo la captura letal de mamíferos marinos y permitiendo únicamente capturas por motivos de recuperación (enfermedad o accidente) o investigación científica, con autorización del Ministerio de Ambiente y supervisión del Comité Nacional de Mamíferos Marinos. - Límites de velocidad y rutas seguras (Traffic Separation Schemes). Durante las estaciones migratorias, los buques que entran o salen por el Canal deben respetar zonas designadas y reducir su velocidad a un máximo de 10 nudos, para minimizar colisiones con ballenas. El autor es PhD en oceanografía biológica y coordinador editorial de la Fundación MarViva. Hace casi ocho décadas, la soberanía marítima de los países se extendía casi universalmente a solo tres millas náuticas desde la costa. La Ley 365 de 6 de febrero de 2023 prohíbe la captura letal de mamíferos marinos en Panamá. Cortesía
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