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10A La Prensa Panamá, miércoles 10 de septiembre de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. cha contra el narcotráfico y la defensa canalera. En Japón, la visita fue más bien para “pedir plata”, intentando atraer a inversionistas nipones hacia los proyectos estrella del gobierno. Sin embargo, la reunión con el primer ministro japonés Shigeru Ishiba resultó un mal augurio: pocos días después presentó su renuncia. El Ministerio de Comercio insiste en que la inversión japonesa supera los $300 millones anuales, pero la realidad es que poco se percibe. El déficit comercial de Panamá con Japón en 2024 alcanzó $256 millones, debido a la abundancia de marcas niponas que importamos, sin que tengamos suficientes productos para exportarles. Muchas empresas japonesas están instaladas en Panamá, pero rara vez generan valor agregado a través de maquila, ensamblaje o producción local que impulse la contratación de mano de obra o el sello “Made in Panama”. Mientras el Mero Macho “cabalgaba” en Japón, China celebraba la cumbre más grande de la Organización de Cooperación de Shanghái, con 26 jefes de Estado Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. La validez de una gira internacional Relaciones exteriores Retomar el control del Canal de Panamá es una meta de la actual administración norteamericana, no solo un anuncio o un mecanismo para medir el patriotismo de los panameños. A tal grado de que antes de iniciar sus giras por Brasil y Japón, el presidente José Raúl Mulino convocó al Comité de Relaciones Exteriores para analizar el tema. Desde la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, a Panamá, en febrero pasado, pasando por la del secretario de Guerra, Pete Hegseth, en marzo, la administración panameña ha sido invariable en el rechazo a la propuesta de Estados Unidos. “…las relaciones internacionales no se pueden llevar a delante en base a falsedades”, ha dicho Mulino en su momento, en respuesta a la campaña que viene desde el Potomac. Durante el primer semestre de este año, el Palacio de las Garzas ha sido constante en su respuesta a las altas figuras norteamericanas que nos han visitado, así como a congresistas, y su gira a Brasil y Japón puede interpretarse como una respuesta a la imposibilidad de encontrar eco en su socio estratégico. Mulino es amigo de Estados Unidos, comprende perfectamente bien las implicaciones de la alianza entre los dos países. Lo que el presidente panameño ha demostrado es no estar dispuesto a negociar la neutralidad de la vía, heredada de los tratados Torrijos-Carter de 1977. Y es allí donde se inscriben sus recientes giras internacionales, y las peticiones tanto a Brasil como a Japón para que se adhieran a ese Pacto. Hace cinco meses en Lima, Perú, Mulino describió como multilateral la política exterior de Panamá. Esa ha sido su opción, porque en el fondo de su preocupación se visualiza la paz que debe prevalecer en la región y por la que otros actores importantes han comenzado a hacer presencia. Responsablemente, el mandatario panameño se ha negado a comprometer al país en escenarios confrontacionistas, pero ha apelado a la comprensión internacional, a la paz como bandera, a la neutralidad como mecanismo para garantizarla, por lo que no seria extraño que en los meses venideros trate de ampliar giras y consultas, sobre todo en América Latina. La neutralidad del Canal de Panamá es el principal mecanismo de defensa de esa vía y del país, de su actividad económica y política. Los tratados Torrijos-Carter constituyen una antes y un después en las relaciones de Panamá con Estados Unidos, preservar sus conquistas es una tarea que cualquier gobierno debiera sustentar… un camino elegido en los hechos por la actual administración panameña. Pero quienes creyeron que los tratados de 1977 cesaban la lucha, hoy están ante un escenario que desmiente tal aseveración. Médicos en Panamá: ¿formación o mano de obra de contingencia? Salud pública duzca en aprendizaje, no en desgaste estéril. Se protege el tiempo académico porque se entiende que el objetivo central no es “aguantar”, sino “formar”. En Panamá, esa lógica se rompe. Lo que debería ser una escuela práctica se convierte en un campo de resistencia. El interno aprende a sobrevivir guardias extenuantes de más de 32 horas, pero no necesariamente a tomar decisiones bajo supervisión rigurosa. Pierde horas valiosas en actividades que, aunque indispensables, no corresponden a su perfil profesional. Y ese tiempo desperdiciado representa también una oportunidad perdida para prepararse académicamente: para consolidar el conocimiento que luego será evaluado en los exámenes de residencia y que marcará su futuro como especialista. La pregunta, entonces, es cómo rediseñar estructuralmente este periodo crucial. El internado requiere objetivos pedagógicos explícitos, tutores responsables de enseñar y una distribución racional de roles dentro del hospital. Solo así el interno podrá ocupar el lugar que le corresponde: médico en formación, con responsabilidades crecientes, pero siempre bajo supervisión, nunca como mano de obra improvisada. En este contexto, también es necesario un sistema de evaluación bidireccional. Los internos rinden exámenes mensuales que miden su progreso; sin embargo, el desempeño de quienes los supervisan rara vez es evaluado. La docencia no puede depender de la buena voluntad de cada funcionario: debe ser un deber institucional, sujeto a estándares y retroalimentación. Que los internos evalúen la calidad docente de sus residentes y especialistas no resolverá por sí solo el problema, pero sí aportará insumos valiosos para mejorar la enseñanza. Las denuncias recientes de negligencias en hospitales públicos no deberían sorprendernos: son el reflejo inevitable de un Alejandro Nieto Domínguez Cabalgatas, compras y desconfianzas globales Viajes Desde que tomó posesión el 1 de julio de 2024, el “Mero Macho” ha cabalgado hacia el exterior en 11 ocasiones, participando en 16 reuniones oficiales. La primera fue a escasos días de iniciado su mandato y las dos más recientes a Brasil y Japón. Las agendas y logros han sido variados: la salida de las listas grises, gestiones para adherirse al Mercosur, participación en el Consejo de Seguridad de la ONU, promoción de inversiones, entre otros. “Los perros han estado ladrando” y parece bien encaminado a romper el récord que impuso “el muñeco que pasea”. En Brasil, el resultado más sonado fue el compromiso de endeudarnos por $187 millones para adquirir cuatro aviones de combate y dos de transporte táctico. Una compra directa que parece superflua si se toma en cuenta la presencia de Estados Unidos en la luy de Gobierno. El encuentro mostró a China como alternativa estable y confiable frente a la decadencia del país que antes lideraba el orden mundial, ahora presidido por un personaje inestable y poco fiable. Los ejemplos abundan: India se acercó a China luego de que Washington le impusiera aranceles punitivos por vender petróleo ruso. Argentina, castigada por tarifas estadounidenses a su soya, encontró en China un comprador leal. Y así, mientras Estados Unidos pierde socios con medidas arbitrarias, Pekín los gana. Un episodio reciente demuestra aún más la desconfianza que genera Estados Unidos. Corea del Sur, aliado estratégico, fue humillado tras la visita de su presidente Lee Jae Myung a la Casa Blanca, donde se había comprometido a invertir $150 mil millones. Pocos días después, en Georgia, un operativo conjunto de agencias federales allanó una planta de baterías de Hyundai y LG, arrestando a centenares de trabajadores, en su mayoría surcoreanos. La reacción diplomática de Seúl no se hizo esperar. Todo esto confirma la falta de confiabilidad de Washington en sus acuerdos y promesas, dejando en entredicho a quienes aún creen en sus palabras. La pregunta es si nuestros gobernantes seguirán cayendo en la trampa de confiar en quien dice que “Estados Unidos es un aliado, es amigo y ayuda a sus amigos”. Opinión EL AUTOR es vocero y asesor presidencial. EL AUTOR es ciudadano. EL AUTOR es especialista en Medicina Interna – Fellow de Gastroenterología en Estados Unidos. Julio Bermúdez Valdés sistema lleno de huecos. Falta de supervisión, protocolos ambiguos, ausencia de un plan docente y un internado cargado de funciones impropias. Como en el modelo del queso suizo, cuando esos huecos se alinean, los errores dejan de ser excepciones y se convierten en certezas. Y el costo lo pagan los pacientes. Una agenda de transformación Si Panamá quiere avanzar hacia un sistema de salud moderno, debe empezar por su formación médica. Ello implica medidas concretas: • Digitalizar procesos hospitalarios. Expedientes electrónicos reducirían la burocracia y liberarían tiempo para la práctica clínica. • Redefinir el rol del interno. Su trabajo debe centrarse en entrevistas clínicas, exploración física, discusión diagnóstica y coordinación con el equipo de salud. • Exigir responsabilidad docente. Los residentes y especialistas deben ser evaluados también por su función formadora, con métricas claras. • Incluir la evaluación bidireccional. La voz de los internos debe incorporarse como termómetro de la calidad docente, sin ser el único criterio. • Alinear jornadas a estándares internacionales. Limitar guardias excesivas es una medida de seguridad del paciente, no un privilegio del médico. • Certificación y recertificación. Evaluaciones al final de la residencia y recertificaciones periódicas asegurarían actualización permanente. El internado no puede seguir siendo un rito de resistencia física ni un recurso barato para suplir carencias administrativas. Debe recuperar su propósito original: formar médicos. Esto requiere un rediseño estructural que reorganice funciones, asigne responsabilidades docentes y priorice la seguridad del paciente. Panamá no puede darse el lujo de desperdiciar a sus médicos jóvenes en labores que no les corresponden. Porque cada hora mal utilizada en el internado no solo afecta al médico en formación: tarde o temprano, compromete también la vida y la seguridad de los pacientes que dependerán de él. El internado médico, en cualquier sistema de salud moderno, debería ser un espacio protegido de formación intensiva. Es el periodo en el que el estudiante cruza la frontera entre las aulas y la práctica clínica independiente. Dos años que marcan, quizá como ningún otro, la transición de alumno a profesional. Allí deberían cultivarse los hábitos clínicos, la seguridad diagnóstica y la capacidad de trabajar en equipo. Sin embargo, en Panamá este periodo se desfigura: lo que en teoría debería ser un taller de formación se convierte en una estación de servicio, donde el interno no es visto como aprendiz, sino como pieza de un sistema sobrecargado. En la mayoría de las rotaciones hospitalarias, los internos describen una realidad que contradice cualquier ideal pedagógico. No existen rondas clínicas estructuradas donde se les exija presentar pacientes, discutir diagnósticos o reforzar su razonamiento. Lo que sí existe es una rutina de órdenes operativas: medir signos vitales, tomar glicemias, extraer laboratorios o trasladar documentos de un edificio a otro. Funciones necesarias, sí, pero que corresponden a enfermería, técnicos de laboratorio o personal administrativo. Así, el interno termina como tapón improvisado de un sistema sin suficiente personal de apoyo. En vez de ser guiado a pensar como médico, queda atrapado en un rol logístico. El contraste internacional es revelador. En hospitales universitarios con tradición docente, la figura del interno es tratada como la de un médico en formación, no como la de un mensajero. Su jornada comienza revisando expedientes electrónicos que integran notas, laboratorios e imágenes. Su tiempo se dedica a evaluar pacientes, elaborar planes diagnósticos y discutirlos con residentes y especialistas. La exigencia no es menor; la carga de trabajo tampoco. Pero el sistema está diseñado para que el esfuerzo se traEn Japón, la visita fue más bien para “pedir plata”, intentando atraer a inversionistas nipones hacia los proyectos estrella del gobierno. Jorge G. Obediente Las denuncias recientes de negligencias en hospitales públicos no deberían sorprendernos: son el reflejo inevitable de un sistema lleno de huecos. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. 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