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8A La Prensa Panamá, domingo 7 de septiembre de 2025 La opinión de Hilde Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. infructuosa, pero investigaciones recientes apuntan a una conexión estrecha entre el sistema inmunológico, las infecciones y la salud cerebral. Los virus y las bacterias no son amenazas pasajeras. Cuando enfermamos, el cuerpo responde con inflamación para combatir al invasor. En ocasiones, esa inflamación se prolonga y llega al cerebro, causando daño a las neuronas y alterando la comunicación entre células. Con el tiempo, este daño puede manifestarse como pérdida de memoria y mayor vulnerabilidad a la demencia. Hoy sabemos que infecciones comunes, como el herpes simple, la varicela-zóster, la influenza y la covid-19, se asocian con un riesgo mayor de desarrollar Alzheimer. Un estudio reveló que las personas mayores que tuvieron covid-19 tenían hasta un 80% más de probabilidad de recibir un diagnóstico de Alzheimer en el año siguiente, y otras investigaciones han identificado cambios cerebrales vinculados a esta enfermedad en quienes padecen covid prolongado. Frente a este panorama, las vacunas parecen ofrecer un escudo de doble filo: protegen contra las infecciones inmediatas y, a la vez, podrían reducir la inflamación cróniLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Vacunando, ando… Salud pública te evidencia científica que demuestra la efectividad de las vacunas en adultos, no solo para prevenir brotes de enfermedades, sino también para reducir la mortalidad y las complicaciones en poblaciones seleccionadas. Por esto, desde hace aproximadamente un año incluyo en la evaluación de todos mis pacientes la pregunta rutinaria de si tienen actualizado su cuadro de vacunas. Es sorprendente cómo muchas personas dan excusas absurdas para no vacunarse. Sobre covid-19, no es raro que el argumento sea que “yo me puse tres vacunas”. Obviamente, en una enfermedad viral que durante la pandemia demostró suhabilidadparamutarrápidamente,esimprescindible actualizar las vacunas para cubrir las cepas circulantes. Sobre las demás vacunas, muchas veces el argumento es que consideran que son para los niños o que ya nadie sufre de esas enfermedades. La respuesta a esa opinión consiste simplemente en que, si no hay casos, es precisamente porque existen vacunas contra esas enfermedades. Lo más terrible de todo es que, bajo las políticas actuales impulsadas por el secretario de Salud de Estados Unidos, la inversión pública en vacunación se ha reducido, priorizando narrativas ideológicas sobre datos objetivos. Lo irónico es que todos terminaremos pagando los costos hospitalarios de neumonías, sepsis y brotes prevenibles. La OMS ha advertido que la “vacilación vacunal” es una de las diez principales amenazasparalasaludmundial.Porquehayqueentender que las decisiones de EUA no quedan en sus fronteras. Cuando el país que ha liderado la innovación biomédica y la salud pública envía oficialmente el mensaje de que las vacunas son sospechosas, ese eco repercute en todo el mundo. Los movimientos antivacunas Daniel R. Pichel ¿Pueden las vacunas ayudar a proteger contra la demencia? Nueva evidencia Generalmente cuando hablamos de vacunas,pensamosensuefectoinmediato: la protección contra infecciones como la influenza, la covid-19, la neumonía o la hepatitis. Pero la ciencia comienza a revelar un beneficio inesperado y mucho más duradero. Además de salvar vidas en el corto plazo, las vacunas podrían también ayudar a reducir el riesgo de demencia décadas más tarde. La demencia, y en particular la enfermedad de Alzheimer, es uno de los desafíos de salud más apremiantes de nuestro tiempo. Afecta la memoria, el pensamiento y la independencia de millones de personas, y a medida que la esperanza de vida se alarga, la cifra de quienes conviven con esta condición sigue creciendo. Por décadas, la búsqueda de estrategias preventivas ha sido mentación saludable, la actividad física, la estimulación mental y el contacto social siguen siendo pilares fundamentales de un envejecimiento activo. Sin embargo, agregar las vacunas a esta lista de hábitos preventivos abre una oportunidad poderosa y accesible para reducir el impacto de una de las enfermedades más temidas del mundo. Aún queda mucho por investigar sobre la relación entre inmunidad, infecciones y salud cerebral. Aun así, la evidencia disponible es alentadora: si nos protegemos de las infecciones hoy, también podríamos proteger nuestra saludcognitivaamedidaqueenvejecemos. Los avances en esta línea de investigación podrían llevarnos a reconocer a las vacunas como parte de un enfoque integral de prevención que incluya tanto la salud física como la cognitiva. En un futuro próximo, la vacunación podría considerarse no solo como un escudo contra las infecciones, sino también como una de las mejores inversiones para mantener la mente clara y la memoria intacta a lo largo de los años. Opinión LA AUTORA es directora Ejecutiva de CEVAXIN e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá EL AUTOR es médico cardiólogo te reducción en la población vacunada. Ahora, como a los virus no se les pide visa para ir de un país a otro, imagínense un fin de semana largo donde todo ese montón de niños sin vacunar asiste a los parques temáticos de Orlando. Allí se encuentran con algún niño cuyo padre inconsciente decidió que no era necesario vacunarlo, y que viene infectado de sarampión. En menos de un mes hay una epidemia enorme, no solo en los Estados Unidos, sino también en los países de los niños que estaban de vacaciones en el parque durante esa temporada. Así, una enfermedad altamente controlada se convierte de repente en un tremendo problema de salud pública. En este tema, Ladapo y DeSantis no solo han demostrado ser ignorantes, sino también tremendamente irresponsables. Pero no todo está perdido y la Costa Oeste se alinea para resistir. California, Oregón y Washington han formado una alianza regional para defender sus estándares sanitarios ante las políticas antivacunas federales. California no solo mantiene mandatos vacunales robustos, sino que en 2015 eliminó las exenciones por creencias personales y religiosas para acceder a escuelas públicas y privadas de niños no vacunados. Ya en la pandemia, el gobernador Gavin Newsom apostó por exigir dosis de covid-19 en escuelas y lugares de trabajo, permitir que adolescentes de 12 a 17 años pudiesen vacunarse sin consentimiento parental, regular plataformas digitales con desinformación y mejorar la base de datos inmunológica. Estamos siendo testigos de una abierta confrontación entre la ciencia, la responsabilidad y el sentido común, contra la ignorancia, la desinformación y la irresponsabilidad. Esperemos que la mayoría tomemos el lado correcto para evitar una mortandad producida por esta banda de salvajes. La vacunación es, sin exagerar, uno de los mayores logros de la medicina moderna. Pocas intervenciones han salvado tantas vidas, prevenido tanto sufrimiento y generado tanto impacto en salud pública con tan poca inversión relativa. Y, sin embargo, en pleno siglo XXI, con datos abrumadores sobre su eficacia, tenemos a un secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos —Robert F. Kennedy Jr.— que se dedica a sembrar dudas, como si la evidencia científica fuera opcional. Aunque la gente suele asociar la vacunación con la población pediátrica, son muchas las vacunas que actualmente se consideran necesarias para los adultos, con el objeto de prevenir enfermedades infecciosas, principalmente en pacientes vulnerables: mayores de 65 años, personas con enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes, insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca, enfermedades reumatológicas o cáncer. El esquema de vacunación de los adultos en el siglo XXI debe incluir vacunas contra influenza, covid-19, neumonía neumocócica, herpes zóster, hepatitis A y B, virus sincitial respiratorio, además de las que por lo general se aplican durante la infancia, como poliomielitis, difteria, tosferina, tétanos, paperas y rubéola, y en personas que viajan a lugares endémicos, la fiebre amarilla. Aunque parezca exagerado, hay abundanGabrielle Britton internacionales se sienten legitimados, los programas de inmunización en países en desarrollo se debilitan y la confianza global en la ciencia sufre un golpe devastador. El mejor ejemplo de esto es cómo en Panamá, los mismos que se dedicaron a sembrar dudasypropagarmentirassobrelavacuna del covid-19, ahora se llenan la boca diciendo que la FDA y el CDC piensan como ellos. Pues no, señores: esas organizaciones no piensan como ustedes; los que piensan como ustedes son la banda de irresponsables nombrados por Trump en esos organismos. A este festival del escepticismo se han sumado varios estados gobernados por republicanos, que compiten por ver quién luce más “valiente” frente a lo que llaman “la tiranía de la salud pública”. Florida, Idaho, Alabama, Carolina del Sur y Virginia Occidental han aprobado leyes que limitan los mandatos de vacunación, prohíben los mandatos de la vacuna de covid-19, flexibilizan requisitos para trabajadores de salud e incluso bloquean financiamiento estatal para programas de inmunización. En otras palabras: invitan al virus a pasar la noche en casa, con cama y desayuno incluido. Pero el caso de Florida es particularmente preocupante. El gobernador Ron DeSantis y el cirujano general estatal, Joseph Ladapo —dos tipos que bien podrían pasarse un mes discutiendo cómo funciona una maraca—, ya anunciaron que eliminarán todos los mandatos de vacunación infantil usando como argumento que nadie puede decidir mejor que los padres qué les conviene o no a sus hijos. Esto es un argumento estúpido. Si alguien decide bañar a su hijo de tres meses y después colgarlo en el balcón a secar al sol, las autoridades tienen el deber de proteger a ese niño y obligar a los padres a meterlo dentro de la casa y secarlo con una toalla. Lo más terrible de una decisión de este tipo es que permite a las aseguradoras dejar de cubrir vacunas, lo que obliga a los padres a pagarlas de su bolsillo, con la subsecuenca que a largo plazo daña al cerebro. Un estudio reciente con datos de 130 millones de personas encontró que quienes recibieron vacunas contra la hepatitis A, la tifoidea y la difteria tenían menos probabilidades de desarrollar demencia. Otras investigaciones muestran reducciones de entre 25% y 40% en el riesgo de Alzheimer entre personas vacunadas contra la influenza, el neumococo o la varicela-zoster. Estas cifras sugieren que las vacunas no solo entrenan al sistema inmune para repeler virus y bacterias, sino que también modulan las respuestas inflamatorias que, sin control, terminan desgastando el cerebro. Este hallazgo cambia la forma en que pensamos sobre las vacunas. Ya no son únicamente un seguro de vida frente a epidemias o pandemias, sino también una posible inversión en nuestro bienestar cognitivo futuro. Así como hacemos ejercicio para fortalecer los músculos o vamos al dentista para cuidar los dientes, mantenernos al día con las vacunas podría convertirse en una estrategia más para proteger la memoria y la lucidez en la vejez. Por supuesto, la prevención de la demencia no depende solo de las vacunas. Una aliFundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. 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