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7A La Prensa Panamá, jueves 28 de agosto de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Indicadores Panamá continuará creciendo, bastante por encima del promedio de la región. En el pasado, este crecimiento le ha permitido al país avanzar en reducir parcialmente la desigualdad. A partir del restablecimiento del régimen democrático (1990) y que se implementaron políticas para liberar nuestra economía, hace treinta y cinco años, Panamá registró un avance significativo en varios indicadores clave. Con el impulso de las reformas estructurales que se impulsaron a partir de 1990, Panamá logró reducir la pobreza de cerca del 40% (38% en 2000) hasta alcanzar 21% en 2017, según datos del Banco Mundial; a partir de ese año y acentuado por la pandemia en 2020, no se ha registrado una mejora significativa –lo cual coincide con el estancamiento en las reformas estructurales necesarias- para brindarle a la población mejores servicios básicos y herramientas para que se valgan por sí mismos. La última medición de este indicador, realizada en 2024 apunta a que la pobreza en Panamá alcanza el 14%. Hoy en día se cuentan con herramientas y mediciones más comprensivas, como los indicadores de pobreza multidimensional y el Índice deProgreso Social (IPS), que permiten apuntar a las debilidades estructurales actuales con mayor precisión, demuestran el alto nivel de desigualdad que existe en el país, yasistir así en el diseño de políticas públicas más efectivamente. El Índice de Gini (Banco Mundial), utilizado para medir el nivel de desigualdad de Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Falta de dinero... o prioridades fuera de lugar Prevención de salud El lunes, el Hospital del Niño anunció la suspensión de cirugías electivas. No por falta de anestesia ni porque los quirófanos estén cerrados por remodelación, sino porque las salas están otra vez desbordadas de cuadros respiratorios en niños. Hay que liberar camas, aunque el costo lo paguen familias que esperaban desde hace meses un procedimiento quirúrgico. La historia no es nueva. Cada temporada respiratoria Panamá repite el mismo libreto: salas de hospitalización saturadas, unidades de cuidados intensivos al límite y médicos que deben elegir entre priorizar emergencias y postergar lo “no urgente”. Todo por cuadros virales, siendo el virus respiratorio sincicial (VRS) uno de los principales responsables, y que ya sabemos cómo prevenir. Mientras tanto, en Chile, en la primera temporada (2024) de uso nacional de nirsevimab, la historia fue otra: cero muertes en menores de un año por VRS y hasta un 95% menos de hospitalizaciones respecto a años previos. ¿Resultado? No hubo familias llorando la muerte de un bebé a causa de este virus, ni hospitales colapsados, ni cirugías canceladas. Allá, los recién nacidos estuvieron realmente protegidos. Y no, no se trata de ciencia ficción. Panamá tiene sobre la mesa datos propios, con modelos matemáticos ajustados a nuestra realidad. El estudio publicado este año en Expert Review of Pharmacoeconomics & Outcomes Research por el Dr. Xavier Sáez-Llorens y colaboradores concluye que la estrategia de inmunización con nirsevimab —particularmente en modalidad estacional con catch-up— sería la más costo-efectiva, capaz de evitar miles de hospitalizaciones y muertes infantiles. Traducido: invertir en prevención es más barato, más efectivo y más humano que seguir apagando incendios en hospitales colapsados. Entonces, ¿por qué seguimos improvisando en cada temporada de alta circulación viral? Quizás porque, como ya escribí el pasado 27 de marzo en este mismo espacio (“Prioridades: ¿comprar aviones o proteger a los recién nacidos?”), la brújula presupuestaria nacional apunta más al cielo que a las cunas. Y mientras discutimos adquisiciones militares millonarias, en los hospitales pediátricos tenemos niños que mueren por cuadros respiratorios y familias destrozadas por causas evitables. Tenemos que suspender cirugías para hacer espacio a bebés con bronquiolitis o neumonía. El sarcasmo se escribe solo: tenemos ejemplos exitosos de países vecinos, tenemos evidencia científica local, tenemos pediatras que lo repiten hasta el cansancio... pero lo que no tenemos es voluntad política para invertir en lo que de verdad salva vidas. Si las prioridades estuvieran claras, hoy Panamá ya contaría con un anticuerpo monoclonal contra el VRS dentro del esquema nacional de vacunación. Y no estaríamos escribiendo —ni leyendo— comunicados sobre hospitales desbordados ni cirugías canceladas. Si hay dinero para aviones, para alquilar autos en la Asamblea Nacional o para subirle el salario a los magistrados, también debería haber dinero para proteger a nuestros bebés. La diferencia es sencilla: unos simbolizan poder; los otros representan vida. La delicada situación de Panamá y su futuro Desconfianza Son noticias positivas, pero pasajeras: alivian el presente, no aseguran el futuro. La confianza internacional se mantendrá solo si el país corrige sus desequilibrios internos con disciplina fiscal, una reforma tributaria justa y un fortalecimiento real de sus instituciones. La necesidad de consensos reales Aquí está el núcleo del problema: más que un reto económico, enfrentamos una crisis política y ética. Un gobierno que no escucha, que descalifica o que criminaliza la protesta social carece de la capacidad para construir consensos. Y sin consensos, no habrá soluciones duraderas. La historia de Panamá muestra que los grandes avances se lograron mediante acuerdos nacionales. La firma de los Tratados Torrijos-Carter en 1977 fue un pacto histórico que trascendió ideologías y nos devolvió soberanía. Más recientemente, el diálogo por la Caja de Seguro Social intentó, aunque con limitaciones, reunir a distintos sectores para abordar el problema de las pensiones. En otros países también encontramos ejemplos: el Acuerdo Nacional del Perú (2002) sirvió como plataforma para políticas de Estado más allá de los ciclos políticos. Hoy Panamá necesita un acuerdo de esa magnitud: un pacto nacional mínimo con metas claras y verificables. Reformas impostergables Ese pacto debería contemplar, al menos, cinco compromisos fundamentales: 1. Reforma fiscal progresiva: ampliar la base tributaria, reducir la evasión y lograr que todos aporten en función de sus capacidades reales. 2. Racionalización del gasto público: limitar privilegios, duplicidades y clientelismo que drenan recursos esenciales. 3. Reforma institucional: garantizar la Francisco Sánchez Cárdenas El poder de la libertad Libre mercado En el contexto de un mundo convulsionado por el populismo y la polarización, y donde es difícil diferenciar a veces a los avanzados de los emergentes, Panamá debe redoblar esfuerzos por consolidarse como un puerto seguro: un país que defiende la libertad del individuo como la base de un sistema económico que, pese a las dificultades y retos estructurales que enfrenta, impulsa con fuerza los cambios que le permitan convertir el crecimiento económico en desarrollo. Los principios Los principios por los cuales debemos luchar sin tregua, y que se fundamentan en el firme convencimiento de que una sociedad justa y próspera se desarrolla sobre la base de las libertades del individuo, incluyen el imperio de la ley; el respeto a la propiedad privada; el libre mercado; un gobierno pequeño y eficiente, y que concentra sus esfuerzos en asegurar brindarle servicios públicos al individuo para que este se valga por sí mismo; y una sociedad que respeta y defiende la libertad de expresión y prensa. los países (1: Mayor Desigualdad; 0: Igualdad Perfecta), apunta también a que Panamá logró avanzar de manera significativa, para luego estancarse. Durante el período 1990-2018, Panamá pasó de registrar un Índice Gini de 0.58 a 0.49; desde entonces, no ha registrado una mejora destacable. Retos estructurales Panamá se encuentra a las puertas de iniciar un nuevo ciclo de fuerte crecimiento económico, impulsado por la ampliación y diversificación de su plataforma logística, por la mejora en la evaluación de riesgo del país, y la salida de las listas discriminatorias. La reciente reforma al programa de pensiones debe servir de ejemplo para continuar enfrentando los retos estructurales; al igual que fue durante el inicio de los años noventa, implementar cambios profundos permitirá al país cambiar de rumbo, en materia de desarrollo. Sin más dilación Educación y Justicia, servicios públicos, democracia y la responsabilidad de cada uno de los poderes del Estado, son todos temas críticos para el desarrollo y que requieren cambios profundos. Luchemos por una sociedad justa y próspera, que se fundamente sobre la base de la libertad del individuo y la libertad económica, y trabajemos sin dilación en resolver estos temas críticos. Aprovechemos el impulso económico y la mejora en las perspectivas para rediseñar e implementar estos difíciles cambios, y avancemos del crecimiento al desarrollo. Opinión LA AUTORA es pediatra. EL AUTOR es analista de temas económicos. EL AUTOR es médico neurocirujano y ciudadano. Ana Gabriela Lucas independencia del sistema judicial y atacar la impunidad que socava la credibilidad del Estado. 4. Acuerdo por la educación: metas claras en cobertura, formación docente y calidad académica como base del futuro. 5. Agenda de infraestructura sostenible: priorizar proyectos logísticos, tecnológicos y de agua que trasciendan el ciclo político y fortalezcan nuestra competitividad. Estas no son aspiraciones abstractas, sino tareas urgentes que Panamá debe emprender si quiere recuperar confianza interna y externa. Lo que exige la ciudadanía hoy El ciudadano no espera favores ni discursos, sino derechos garantizados: trabajo digno, medicinas disponibles, alimentos accesibles, escuelas seguras, carreteras transitables. En medicina, una emergencia requiere atención inmediata, pero también un tratamiento de largo plazo. Panamá necesita ambos: medidas urgentes que alivien la carga de la población y, al mismo tiempo, una estrategia seria y sostenida para corregir sus debilidades estructurales. 2026: un momento decisivo A pesar de la gravedad del momento, no debemos perder la esperanza. Panamá conserva fortalezas indiscutibles: su posición geográfica privilegiada, un sector financiero sólido y una población joven con potencial para crecer. Pero el tiempo apremia. El año 2026 marcará un punto de inflexión. O aprovechamos la coyuntura para ordenar las finanzas, fortalecer las instituciones y reconstruir la confianza, o corremos el riesgo de perder dinamismo económico y atractivo internacional. Como médico y ciudadano, creo que los pueblos también pueden sanar. Pero para ello se requiere voluntad política, transparencia y un compromiso real con el bienestar de la mayoría. Ese es el desafío que Panamá no puede seguir postergando. No escribo como economista ni como técnico financiero. Lo hago como médico que ha dedicado su vida al servicio público y como ciudadano que observa, con inquietud, la falta de rumbo en la conducción nacional. En medicina sabemos que, cuando un paciente no se atiende a tiempo, las complicaciones se agravan. Lo mismo ocurre con una nación: si no enfrentamos los problemas de raíz, el futuro se compromete. Crecimiento sin justicia social Tras la pandemia, Panamá logró un repunte económico. Sin embargo, en la vida diaria la mayoría de la población enfrenta realidades muy distintas: desigualdad de ingresos —la más aguda de América Latina—, empleos precarios, deficiencias en servicios básicos y un sistema de pensiones en estado crítico. La corrupción y la impunidad han erosionado la confianza en las instituciones y han creado una brecha cada vez mayor entre ciudadanía y Estado. Esa falta de confianza es, a mi juicio, la enfermedad social más grave de nuestro tiempo: sin confianza, no hay cohesión, y sin cohesión, no hay desarrollo sostenible. Señales positivas, pero un futuro incierto La deuda pública ya supera los 50 mil millones de dólares, más del 60% del PIB. Buena parte del presupuesto nacional se destina a deuda y salarios públicos, dejando poco margen para educación, salud o infraestructura social. Sí, hubo señales alentadoras en los últimos meses, como la reducción del riesgo país de 330 a 200 puntos y la disminución del costo de intereses de la deuda externa. Domingo Latorraca La corrupción y la impunidad han erosionado la confianza en las instituciones y han creado una brecha cada vez mayor entre ciudadanía y Estado. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista Presidente y Director Editorial (Encargado) Jorge Molina Mendoza

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