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10A La Prensa Panamá, lunes 25 de agosto de 2025 El Castillo San Lorenzo en Colón. Alexander Arosemena El Castillo de San Lorenzo y el poblado de Chagres Percy Núñez Jáuregui ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] PATRIMONIO UNIVERSAL En 1980, el Fuerte San Lorenzo fue declarado Patrimonio de la Humanidad, destacando su importancia histórica en la defensa de la ruta transoceánica. Este emblema de la arquitectura militar ha sido testigo de numerosos episodios cruciales de la historia panameña. En 1980, el Castillo de San Lorenzo El Real, más conocido como Fuerte San Lorenzo, fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad, junto con las fortificaciones de Portobelo, bajo la descripción de: “Magníficos ejemplos de la arquitectura militar de los siglos XVII y XVIII, estas fortificaciones panameñas sobre la costa del mar Caribe forman parte del sistema de defensa construido por la Corona Española para la protección de la ruta transoceánica”. Aparte de sus bien mantenidas ruinas, recientemente remozadas, el hermoso paisaje que se contempla desde sus murallas y lo interesante del bosque primario por el que hay que conducir para llegar a sus instalaciones, es un lugar que “destila” historia: es un área clave en cuanto a la epopeya de la Comunicación Interoceánica. Trataremos de resumir su importancia a través de casi cinco siglos. El río Chagres fue descubierto y navegado por Cristóbal Colón en su cuarto viaje. Lo llamó el Río de los Lagartos. Hacia los años 1530 a 1535 se establece la ruta interoceánica del Chagres y el Camino de Cruces, como complemento a la otra vía, totalmente terrestre, la del Camino Real, el cual funcionaba entre Nombre de Dios y más tarde entre Portobelo y Panamá. Tras los ataques de Drake a Nombre de Dios en 1570, España, bajo el mandato de Felipe II, con los planos del arquitecto militar italiano Antonelli, opta por proteger también el punto de entrada hacia el Chagres y construye entre los años 1580 a 1600 el imponente Castillo de San Lorenzo el Real, sobre una colina en la orilla noreste de la desembocadura del río. En 1670 Henry Morgan, como parte de su bien planeado ataque a Panamá, encarga a su lugarteniente Joseph Bradley tomarse el fuerte de San Lorenzo, cosa que logra, a pesar de morir en el combate. Fue uno de los eventos bélicos más cruentos de la historia de Panamá con alrededor de 400 muertos. Una vez asegurado el fuerte y el acceso al río, Morgan, quien esperaba en la isla de Providencia con el grueso de su flota, avanza hacia la “Perla del Pacífico” remontando el Chagres y recorriendo el Camino de Cruces. En 1680, la fortaleza es reconstruida y reforzada en el mismo sitio. A los pies del fuerte, del mismo lado de la desembocadura del río, poco a poco crece la comunidad del pueblo de Chagres. Hago un paréntesis para contarles que uno de los trabajos de licenciatura que presentó uno de mis hijos fue sobre la piratería y tomó como ilustración complementaria el ataque de Bradley. Recuerdo que hicimos una exploración detallada tratando de imaginar la estrategia del evento. Tomamos algunas fotos, sabiendo que la actual estructura de sus ruinas puede no haber sido del todo comparable a la que presentaba en 1669. Sin embargo, es obvio que la fortaleza está tan bien situada que hubiera sido imposible atacarla por mar, de modo que el avance se hizo por tierra, hacia las murallas del lado sur. Hacia 1740, el almirante Edward Vernon arrasa Portobelo y luego ataca San Lorenzo. A pesar de dicho ataque y como consecuencia del deterioro y las dificultades del Camino Real, la ruta del Chagres y la población del mismo nombre cobran aún mayor importancia. El castillo es reconstruido nuevamente. Durante la primera mitad del siglo XVIII se producen confusos movimientos independentistas entre Alzuru y Espinar. Alzuru se refugia temporalmente en el fuerte, hay varios combates, es derrotado por Tomás Herrera y sentenciado en 1831. Pasan 20 años más y tras el descubrimiento de oro en California en 1847 se produce la gran afluencia de inmigrantes norteamericanos, miles de ellos arribando a Chagres: los 49s, deseosos de cruzar prontamente “al otro lado” para embarcarse hacia San Francisco. Hay un corto período de gran prosperidad en el pueblo situado bajo el fuerte, en ambas orillas del río, hasta el punto de que llega a existir una pequeña nave impulsada a vapor para el tránsito fluvial. Sin embargo, la etapa de “vacas gordas” termina pronto ya que en 1855, precisamente como consecuencia del evento migratorio, se completa el ferrocarril entre la recién fundada ciudad de Colón y Panamá; la travesía pasa a tomar 4 horas en vez de 4 días. La principal ruta transoceánica ha cambiado. La fortificación se convierte en cárcel. Chagres entra en franca decadencia... La historia no termina allí: hacia 1913 o 1914, a punto de completarse la construcción del canal, Goethals, el ingeniero jefe del proyecto, militar de West Point obsesionado con el asunto de “las defensas” y conocedor de la vulnerabilidad de la represa de Gatún y de la importancia estratégica del área, solicita al gobierno de Panamá incluir dentro del territorio de la “Zona” al fuerte, al río, sus riberas y a la población de Chagres, a pesar de que estaban situados fuera de los límites pactados en el Hay-Bunau Varilla. El presidente Porras se ve forzado a ceder y el sitio queda bajo el control zonal. No solamente se produce la ocupación, también la comunidad es forzosamente expulsada, pobremente compensada y reubicada: se establece en “Nuevo Chagres” sobre la costa caribe, unos 10 km hacia el oeste de la desembocadura del río. Se construye la base Sherman, adyacente al rompeolas, como punto de defensa al oeste de la entrada atlántica al canal; el área queda restringida y se utiliza por muchos años para entrenamiento militar. En el vértice del castillo, en el saliente más cercano al mar, se distinguen aún los restos de una “batería antiaérea” posiblemente instalada durante la Segunda Guerra: la sólida estructura es mudo testigo de la importancia bélica del sitio, incluso en nuestros años recientes. Como resultado de la eliminación de “la Zona” a raíz de los tratados Torrijos-Carter, los descendientes de los pobladores que fueron desplazados en 1914 han reclamado sus tierras. Sin embargo, no parece que esta justa aspiración llegue a buen término ya que en el 2017 se estableció el “Área Protegida de San Lorenzo” (ahora el “Parque Nacional Chagres”...) con una extensión de 13,000 hectáreas de bosque, paraíso de los “bird watchers”. Incluye además del fuerte, la ex base naval de Sherman. Ojalá se pueda establecer un mecanismo para compensar adecuadamente a los “chagreños”, como podría ser la concesión de algunas de las facilidades turísticas, algo así como una ruta de navegación fluvial supervisada por la ACP, partiendo desde el fuerte hasta la base del vertedero de la represa de Gatún, o bien un beneficio económico para la comunidad, proporcional al número de visitantes al parque. Se les haría justicia... No hace mucho, una distinguida amiga y paciente de varios años me obsequió la edición de lujo del tratado Portobelo y San Lorenzo del Chagres, escrito por el brillante historiador Alfredo Castillero C., cuyo detallado contenido he utilizado como referencia y he disfrutado como se disfruta un buen licor, poco a poco... Altamente recomendable. La visita hace parte de las excursiones organizadas para los turistas de los cruceros que llegan a Colón. Desde el punto más elevado del nuevo puente se aprecia claramente la geografía de la bahía de Limón, el rompeolas y las esclusas de Gatún y Agua Clara. Las facilidades son más que adecuadas, la carretera hasta Sherman está en excelentes condiciones; la que parte de allí hacia el castillo, aunque algo más estrecha, está muy bien mantenida. Ambas ofrecen un paisaje selvático interesante. Hay senderos bien señalizados. Para los interesados, uno de los pasillos del fuerte que antiguamente servía de cuartel o de prisión aloja un museo sobre la compleja historia del sitio con tres o cuatro galerías y aire acondicionado, nítido y detallado, con láminas y sus respectivas leyendas muy bien redactadas. Un par de bancas para los octogenarios no estarían de más... El personal es eficiente y atento. ¡Buen paseo...! Sin embargo, no podemos dejar de hacer un par de críticas constructivas; la primera es referente a una moderna y hermosa edificación situada cerca del punto de inicio del camino, la cual, asumo, servirá como centro de visitantes o tal vez alojará oficinas administrativas. Parece estar convirtiéndose en una de esas construcciones o emprendimientos públicos que trascienden períodos presidenciales, empiezan y nunca terminan... Lleva ya por lo menos un par de años... La segunda crítica se refiere al recién establecido “doble pago”: el primero al “Ministerio del Medio Ambiente”: es obligatorio descender del auto, bajo el sol o la lluvia y pagar en una caseta medio improvisada, en vez de una garita, para poder entrar al área (Ojo: no reciben efectivo...!). Y nuevamente al llegar hay que volver a pagar para entrar a recorrer el fuerte. No me refiero a los costos, los cuales son más bien bajos, sino al simple hecho de que es una incomodidad que no hace sentido y tal vez se podría simplificar.

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