12A La Prensa Panamá, lunes 4 de agosto de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. retórica. Y es que los requisitos para obtener la idoneidad profesional no son una novedad ni son exclusivos de nuestro país. Para ilustrar: en Japón, incluso tras aprobar el examen nacional, hay que completar un año entero de entrenamiento judicial. En Alemania, se requieren dos exámenes de Estado y dos años de práctica obligatoria. En Estados Unidos, el aspirante debe pasar días de evaluación intensiva y superar un filtro ético. En Canadá, además de los exámenes provinciales, es obligatorio un año de pasantía supervisada. En esos países, la idoneidad no se concede: se prueba. Y aquí llegamos al verdadero problema: el examen, por sí solo, no arregla nada. Pero diluirlo bajo el pretexto de “democratizar el acceso” es como permitir que un médico ejerza sin internado porque “todos tienen derecho”. Ahora bien, el problema real radica en universidades que certifican sin enseñar, motivadas más por indicadores económicos que por transmitir conocimiento. Profesores desmotivados, anclados a métodos de enseñanza del siglo XIX. Facultades con tableros inteligentes, pero sin prograLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. ¿Ingresar a la OCDE? El plan que Panamá debe analizar con lupa Competitividad Imaginemos que Panamá es una empresa. Una con activos estratégicos como el Canal, una ubicación privilegiada y un sistema bancario y tributario atractivo. Ahora, supongamos que esta empresa decide presentar un ambicioso plan de negocios: ingresar al exclusivo “club” de las economías desarrolladas, la OCDE. ¿Cuál sería la reacción del comité directivo si ese plan llegara sin un análisis de riesgos, sin evaluar cómo podría afectar el modelo de negocios, sin estimar los costos reales y sin una estrategia clara de implementación? Este símil empresarial nos invita a reflexionar sobre una decisión que, aunque legítima y potencialmente beneficiosa, requiere ser evaluada con profundidad técnica y visión estratégica. La OCDE representa un conjunto de estándares internacionales que promueven la transparencia, la cooperación fiscal y la gobernanza responsable. Sin embargo, también conlleva compromisos regulatorios y económicos que pueden tener efectos significativos en sectores clave como el financiero, el legal, el tributario y el comercial. ¿Estamos preparados para cumplir con estos estándares sin comprometer nuestra competitividad? Además, vale la pena considerar el perfil de los países que integran actualmente la OCDE. La mayoría son economías europeas que enfrentan hoy altos niveles de regulación, bajo crecimiento económico y desafíos estructurales persistentes. De hecho, muchos de estos países se enfrentan a lo que algunos analistas denominan un “laberinto regulatorio europeo”, caracterizado por una maraña de normas que, lejos de fomentar la eficiencia, han contribuido a la rigidez económica y a la pérdida de competitividad en sectores clave. Actualmente, el 60.5% de los países miembros de la OCDE son europeos. ¿Es ese el modelo que Panamá debe seguir? ¿O deberíamos explorar alternativas que prioricen la flexibilidad regulatoria y la atracción de inversiones, como lo ha intentado recientemente Argentina con su enfoque de desregulación? Otro aspecto que no debe pasarse por alto es el costo de mantenerse dentro de la OCDE. No se trata únicamente de cuotas financieras, sino del esfuerzo institucional y presupuestario que implica adaptar nuestras leyes, procesos y estructuras a estándares internacionales que, en ocasiones, pueden no estar alineados con nuestra realidad económica y social. Este costo de cumplimiento puede desviar recursos de otras prioridades nacionales urgentes. Volviendo al símil empresarial: si un gerente presenta un plan que implica grandes cambios estructurales, pero no explica cómo se financiarán, qué impacto tendrán en los ingresos ni cómo se mitigarán los riesgos, ese plan sería devuelto para revisión. De igual forma, el ingreso a la OCDE debe ser objeto de un debate nacional serio, con participación de expertos, sectores productivos y la ciudadanía. La OCDE no es un premio. Es un compromiso. Y, como todo compromiso, debe asumirse con responsabilidad, transparencia y, sobre todo, con una visión estratégica que garantice que Panamá avance hacia el desarrollo sin perder su capacidad de adaptarse y competir. ‘Apocalipsis en los trópicos’: la última pieza de Netflix en su antagonismo con los evangélicos Política y religión Este documental muestra las posiciones políticas de los evangélicos más conservadores, principalmente de Silas Malafaia. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro habría sido impulsado por estas figuras religiosas, y respaldado por la feligresía. Según el documental, Malafaia se habría asociado con Bolsonaro para empujar una agenda político-religiosa. En un contexto polarizado, en el que el Partido de los Trabajadores estaba desacreditado por escándalos de corrupción y mantenía relaciones más distantes con los evangélicos desde 2010, el predicador apela a la emoción de los votantes, usando una retórica apocalíptica y agresiva. Es importante matizar que, si bien el pastor Silas Malafaia, junto con otros, promovió activamente la candidatura de Bolsonaro, el documental deja entrever que la relación entre liderazgo religioso e intención de voto es más compleja de lo que a veces se asume. Malafaia no representa a todos los evangélicos de Brasil; su liderazgo, aunque influyente, no garantiza una adhesión unánime entre sus fieles. Dentro del campo evangélico existen posturas políticas diversas y también resistencias al aprovechamiento de la fe con fines electorales. Las investigaciones al respecto muestran que la feligresía no sigue ciegamente las orientaciones políticas de sus pastores. El documental también insiste en la importancia de la religión en la sociedad y en la política brasileña. Se muestran escenas como un discurso de Jair Bolsonaro ante Claire Nevache/Nico Mottar/ Enrique Adames El derecho no es de los abogados Examen de barra El título parece un contrasentido, pero hay que empezar por ahí: el derecho no le pertenece a los abogados. Nosotros somos una herramienta —valiosa y hasta imprescindible—, pero una herramienta al fin. El derecho cumple una función social: materializar ideales como la justicia, la libertad y la prosperidad para que sea posible la vida en sociedad. Por eso, cada decisión que busque modificar el ejercicio de la abogacía —incluyendo los requisitos para obtener la idoneidad profesional— no puede girar únicamente en torno a la conveniencia del gremio. Debe enfocarse en el bienestar colectivo. Es decir, en los usuarios de la justicia. En quienes confían a diario sus bienes, su futuro e incluso su libertad a la buena fe de un abogado. Porque es a ellos —a la sociedad— a quienes les pertenece el derecho. Con la reciente aprobación en tercer debate del proyecto de ley que modifica los criterios para obtener la idoneidad para ejercer la abogacía, corresponde preguntarse: ¿qué motivó la reforma? ¿Facilitarles la vía a los licenciados en Derecho? ¿O elevar la calidad de quienes ejercen esta carrera? Si la motivación fue la primera, vamos mal. Si fue la segunda, que se demuestre con hechos, datos y estadísticas. No con mas reales de formación docente. Licenciados que no saben qué es un distrito judicial ni la diferencia entre jurisdicción y competencia. Y, mientras tanto, personas que pierden su patrimonio y hasta su libertad por confiar en alguien con la idoneidad, pero sin los conocimientos necesarios para ser abogado. Y no se trata de generalizar. La mayoría de los abogados y docentes son personas honestas, competentes y comprometidas. Pero hacen menos ruido. Los que se escuchan son los que enseñan las “mañas y trucos judiciales” como si fueran cátedra; los que ofrecen servicios exprés en redes sociales; los que litigan sin conocer la ley ni, mucho menos, la ética profesional. En un punto directamente relacionado, resulta inadmisible que existan personas ejerciendo como abogados pese a haber sido condenadas —con sentencia firme— por delitos como homicidio, estafa o corrupción. No estamos hablando de faltas administrativas ni de errores, sino de conductas que afectan directamente la confianza, la ética y la integridad que exige esta profesión. No se trata de discriminación: se trata de proteger a la ciudadanía de quienes han demostrado que no son dignos de esa responsabilidad. El examen de barra no lo resuelve todo, pero es parte del tratamiento. No castiga al aspirante: protege al ciudadano. Porque el derecho no es un privilegio; es una responsabilidad pública. Y la sociedad merece abogados preparados, no solo titulados. Opinión EL AUTOR es abogado. LA AUTORA es miembro de la Fundación Libertad. DE LOS AUTORES Claire Nevache es investigadora del CIEPS. Nico Mottard y Enrique Adames son voluntarios de la misma organización. José Rafael Reyes un océano de seguidores políticos, muchos de ellos con una Biblia en mano o vistiendo camisetas con eslóganes religiosos. Estas imágenes exponen el anclaje del cristianismo en el país con el mayor número absoluto de población evangélica de América Latina: 47.4 millones de personas en 2022, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Esta presencia masiva no solo se refleja en los templos que proliferan en las favelas y centros urbanos, sino también en la cultura política nacional. Lejos de ser un fenómeno periférico o privado, la religión es presentada aquí como una fuerza estructurante del tejido social y político brasileño, con un poder de influencia sobre todas las esferas del país, desde el lenguaje público, hasta la legislación nacional. Más que una simple crónica, este documental plantea una advertencia. Muestra cómo una narrativa conservadora y autoritaria puede penetrar las periferias, no solo a través de discursos nacionalistas, sino también bajo el paraguas de valores cristianos. El objetivo de los líderes que promueven una estructura política alineada con una moral religiosa —una bancada evangélica sólida, una presencia determinante en las altas esferas del Estado y jueces simpatizantes— queda claro en el documental: se revela un proyecto de poder cuidadosamente calculado, que va mucho más allá de una promesa espiritual. Apocalipsis en los trópicos no es solo un retrato urgente del pasado reciente brasileño, sino una herramienta poderosa para pensar el futuro de las democracias de América Latina. Al mostrarnos cómo se moviliza la fe para justificar proyectos autoritarios, el documental nos interroga: ¿estamos frente a un renacimiento espiritual o a una regresión política disfrazada de salvación? Apocalipsis en los trópicos, recientemente estrenada en Netflix se agrega a la lista de producciones que tratan de la emergencia del evangelismo en América Latina. No es la primera vez que la plataforma lanza producciones latinoamericanas sobre este tema. Podemos pensar, por ejemplo, en la serie argentina El Reino, de Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeiro, o en el documental La oscuridad de La Luz del Mundo, de Carlos Pérez Osorio y Mimi Maynard. Estos últimos lanzamientos eran particularmente críticos, retratando los evangélicos como corruptos y depravados sexuales. De hecho, en un capítulo reciente publicado por Claire Nevache, se demuestra que Netflix es percibido por los conservadores religiosos como un verdadero antagonista. En este contexto, una gran cualidad del reciente documental de Petra Costa es mostrar un mayor balance en su aproximación al evangelismo brasileño. Nos presenta figuras tan carismáticas como virulentas, tales como Silas Malafaia, y el rol de estos pastores de megaiglesias en la elección y el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro. Sin embargo, no se queda en la caricatura: también nos muestra el papel de las pequeñas iglesias de barrios en la consolidación de un tejido social orientado a sostener las clases más pauperizadas. La directora de la película entrevista a pastores expulsados de su comunidad de fe por haber apoyado la candidatura de Lula, contradiciendo así el estereotipo según el cual los evangélicos son necesariamente conservadores y de derecha. En Japón, tras aprobar el examen nacional, hay que completar un año entero de entrenamiento judicial. En Alemania, se requieren dos exámenes de Estado y dos años de práctica obligatoria. En Estados Unidos, el aspirante debe pasar días de evaluación intensiva y superar un filtro ético. Alexis Martínez Scigliani Una gran cualidad del reciente documental de Petra Costa es mostrar un mayor balance en su aproximación al evangelismo brasileño. Nos presenta figuras tan carismáticas como virulentas, tales como Silas Malafaia, y el rol de estos pastores de megaiglesias en la elección y el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. 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