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8A La Prensa Panamá, lunes 28 de julio de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. tas se definieron a sí mismos como “liberales”. Para rescatar esas ideas, los liberales estadounidenses decidieron llamarse libertarios. ParafraseandoaMartinKrause:elanarcocapitalismo no deja de ser una utopía, pero la pregunta que habría que hacernos es la siguiente: al igual que hace 200 años las personas pensaban que la democracia era una utopía, hoy esta es una realidad. Lo mismo podemos pensar de una sociedad basada plenamente en el libre mercado. Aunque hoy parece una utopía lograrlo, nada impide que, en el futuro, vivamos bajo una sociedad libertaria. Y podemos afirmar que hoy es una realidad tener democracias gracias a las ideas liberales, las cuales fueron el principal motor delacaídadelasmonarquíasabsolutasydel desarrolloysurgimientodelcapitalismo,o mejor dicho, el libre mercado, sistema que ha logrado crear condiciones de vida y bienestar inimaginables en el pasado. Si desea profundizar más, puede leer el libro de Johan Norberg titulado Progreso. Ejemplos de países exitosos gracias al libertarianismo y las ideas liberales hay cientos. Basta recordar que, sin el liberalismo, seguramente seguiríamos bajo monarquías absolutas, sin derechos ni libertades, como en un sistema colectivista, donde quien no piensa igual que el líder es castigado. Europa floreció gracias al liberalismo. Países como Suecia, Finlandia, Suiza, Estonia, Alemania y los Países Bajos son un ejemplo para el mundo gracias justamente a las ideas liberales, y no a las ideas colectivistas, las cuales, cuando se intentaron imponer, fracasaron rotundamente. Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Necesitamos pensar mejor y hablar con propósito Pensamiento crítico “La razón y la elocuencia son las armas más sublimes de la verdad”. —Voltaire Voltaire(François-MarieArouet,1694-1778) no hablaba solo de filosofía; hablaba de supervivencia democrática. Su frase, escrita hace siglos, resuena hoy con urgencia en un país como Panamá, donde el diálogo público se ve cada vez más erosionado por el ruido, la emoción desbordada y la falta de pensamiento crítico. Hemos confundido pasión con lucidez, grito con argumento y reacción con participación. El resultado es un ecosistema cívico que no construye, sino que destruye. En nuestro país, los debates fundamentales sobre educación, salud, justicia o infraestructura se desvían con facilidad hacia lo superficial. Las redes sociales y los foros ciudadanos se han convertido en campos de batalla donde se impone quien más insulta, no quien mejor razona. La política se reduce a lealtades ciegas o rivalidades personales, en lugar de girar en torno a ideas y propuestas claras. Lo preocupante no es solo la intensidad de nuestras emociones, sino la ausencia de reflexión detrás de ellas. No pensamos para comprender, sino para imponernos. Y en ese juego, el progreso queda en pausa. Cuando se privilegia la reacción visceral por encima del análisis, la verdad deja de importar y la mentira encuentra terreno fértil. Esta cultura del ruido no es inocua. Los atrasos en proyectos vitales, las decisiones públicas tomadas bajo presión emocional, la polarización creciente, el populismo y la desconfianza institucional… todo forma parte del mismo síntoma: hemos renunciado al pensamiento riguroso y al diálogo racional. Voltaire entendía la elocuencia no como un don estético, sino como una herramienta de precisión moral. Ser elocuente no es hablar bonito, sino pensar con claridad y expresarse con coherencia. Es transformar la queja en propuesta, la opinión en argumento y la molestia en solución. Panamá no necesita más ruido. Necesita voces preparadas, ideas bien hiladas, ciudadanos capaces de construir consensos y disentir sin destruir. La elocuencia debe volver al centro de nuestro discurso público, no como adorno, sino como camino hacia decisiones más inteligentes, justas y sostenibles. El cambio comienza con una decisión individual: pensar mejor. Preguntarnos antes de hablar si nuestras ideas tienen fundamento. Escuchar, no para responder,sinoparacomprender.Dudar,nocomosigno de debilidad, sino como muestra de madurez. Pero también es un desafío colectivo. Necesitamos instituciones —escuelas, medios, partidos, comunidades— que promuevan el pensamiento crítico y frenen la manipulación emocional. No podemos seguir cultivando ciudadanos reactivos; necesitamos ciudadanos reflexivos. No se trata de hablar más fuerte, sino de hablar mejor. De reemplazar la furia vacía con razones sólidas. De entender que no tener siempre la razón no es perder, sino crecer. De saber que el país que soñamos no se construye con impulsos, sino con inteligencia emocional, pensamiento crítico y compromiso con la verdad. Panamá no saldrá adelante a fuerza de gritos ni de eslóganes vacíos. Saldrá adelante cuando nos armemos, como dijo Voltaire, con las únicas armas dignas de una república libre: la razón y la elocuencia. Y para cerrar, que nos guíe también la sabiduría de Sócrates, quien antes de hablar recomendaba pasar nuestras palabras por tres filtros: ¿Es verdadero? ¿Es bueno? ¿Es útil? Si lo que decimos no cumple con al menos uno de estos principios, quizá no vale la pena decirlo. Si lo cumple, entonces que nuestras palabras sean faro, no fuego. Gracias por leer, por pensar y por dialogar con altura. Un saludo cordial y respetuoso a quienes comentan con inteligencia, respeto y propósito. Sigamos pensando. Sigamos hablando. Pero, sobre todo, sigamos construyendo. Panamá, OCDE y Mercosur: derechos laborales en juego Suntracs adoptar en su bloque normativo nacional. Si Panamá ha expresado la voluntad de ser parte de la OCDE y del Mercosur, también debe entender que deberá acogerse a la normativa y a los principios que, durante décadas, estos organismos han defendido, examinado, escrutado e incluso sancionado en caso de incumplimiento. Por ejemplo, el Capítulo de Empleo y Relaciones Laborales de la OCDE declara que sus Líneas Directrices están alineadas con la Declaración de la OIT sobre Derechos y Principios Fundamentales. Señala que “las empresas deben evitar cualquier práctica ilegal de empleo y relaciones laborales y respetar el derecho de los trabajadores a establecer o unirse a sindicatos y organizaciones de su elección, incluido el derecho a la negociación colectiva”. Insta además a los países miembros “a promover el cumplimiento del derecho de sindicación y la libertad sindical como derechos fundamentales, esenciales paraelfuncionamientodemercadoslaborales justos y democráticos” y a “cumplir con prácticas que mejoren las condiciones laborales y promuevan el diálogo social como herramienta para resolver conflictos”. En cuanto al aspecto laboral, el Mercosur hace referencia en su Declaración Socio-Laboral de 2015, Capítulo III, a que “todos los empleadores y trabajadores tienen derecho a constituir organizaciones y afiliarse a ellas de conformidad con las legislaciones vigentes”. También acuerda que “los Estados se comprometen a abstenerse de cualquier injerencia en la creación, gestión, constitución, funcionamiento, representatividad y legitimidad de las organizaciones”. Además, “reconocen la negociación colectiva como un mecanismo de buenas prácticas y cumplimiento de las normas laborales” y fomentan “el diálogo social en el ámbito nacional y regional, a través de procesos de consulta permanente basados en el tripartismo previsto en el Convenio 144 de la OIT”. Luego de este repaso, y ante la voluntad manifiesta del Gobierno de Panamá de integrarse a estos organismos, surgen dos preguntas: ¿es prudente accionar una pretensión de disolución contra el sindicato más representativo del sector de la construcción? ¿Son conscientes nuestros Luis Ernesto Carles Rudy Porque quiero ser libertario Libre mercado Haciendo un recorrido por la historia, el liberalismo nace en Europa gracias a grandes pensadores como John Locke, Montesquieu, Adam Smith, Lord Acton, Richard Cantillon, Frédéric Bastiat, Carl Menger. Pero cuando hablamos de liberales en este lado del mundo, resulta que no estamos diciendo lo mismo. Definirse como liberal en los Estados Unidos es identificarse con ideales colectivistas, es decir, socialismo, fascismo y progresismo. Por ello, para diferenciarse y mantener la esencia de los descendientes del liberalismo europeo, los estadounidenses adoptaron la palabra “libertarios”. Por eso, no tiene sentido asociar al libertarianismo con la “ultra” extrema derecha, entendida generalmente como fascismo (o nazismo). Este último es más un hermano ideológico del socialismo, aunque pueden leer un buen artículo del chileno Axel Kaiser llamado “Nazi-comunismo” para profundizar más en ello. Lo cierto es que el libertario es solo un nombre que se le dio a las ideas liberales en Estados Unidos, debido a que los socialis- ¿La libertad económica es suficiente? Ciertamente, no. Pero es un pilar esencial de las ideas liberales para generar prosperidad, riqueza y bienestar. El Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation comprueba que los países con mayores niveles de pobreza son aquellos menos libres. Por otro lado, los países que tienen mayor nivel de riqueza son los más libres, y eso solo se traduce en una cosa: mayor bienestar. Además, traen consigo mejor desarrollo humano, mejor cuidado y protección del medio ambiente, mayor innovación, gobiernos más democráticos y menos desigualdad, porque, a medida que aumenta la riqueza, esta se distribuye gracias a la mano invisible del mercado, y más personas tienen la oportunidad de insertarse en el proceso productivo y obtener mejores ingresos. Pero, además de las libertades económicas, están las libertades humanas. Si revisan The Human Freedom Index, verán que los países varían en sus posiciones. Porque una cosa es la libertad humana y otra la económica, pero ambas son parte esencial del liberalismo. Este último índice toma variables como la religión, la libertad de asociación, las relaciones individuales, la libertad de movilidad, la seguridad, la igualdad ante la ley y la libertad para intercambiar. Y, adivinen:lospaísesmáslibressiguenestando enlosprimerospuestos. Ser libertario es promover la libertad para que más personas puedan alcanzar sus planes de vida, lograr mayor progreso, desarrollo y riqueza, lo que trae como resultado una mejor calidad de vida y bienestar para todos. Opinión LA AUTORA es profesora de filosofía. EL AUTOR es miembro de la Fundación Libertad. EL AUTOR es abogado y exministro de Trabajo. Indhira Londoño representantes en estos mecanismos de negociación de que existen líneas directrices y observancia estricta en materia laboral? Estos organismos actúan con representación tripartita y, en los procesos de admisión de nuevos países, escuchan a organizaciones de trabajadores y empleadores. Cuando Panamá sea sometida a rigurosos exámenes de revisión, no estará exenta de cuestionamientos sobre prácticas que podrían interpretarse como incompatibles con las directrices laborales. Una narrativa equivocada podría frustrar la oportunidad de ingreso. La voluntad de integrarse debe acompañarse de hechos y resultados positivos en materia laboral, como los logrados en la relación CAPAC-Suntracs. No debe empañarse con intentos de disolver a uno de sus actores. Sería oportuno, en cambio, destacar ante estos organismos las 12 convenciones colectivas suscritas, que facilitaron importantes obras como la ampliación del Canal, el tercer puente sobre el Canal, las líneas 1 y 2 del Metro, la Cinta Costera, los corredores Norte y Sur, y la ampliación del Aeropuerto Internacional de Tocumen. También mencionar la innovadora Cláusula de la Comisión de Advenimiento para resolver conflictos sin intervención del Ministerio de Trabajo, o las normas técnicas en salud ocupacional y seguridad en construcción que sirvieron de base para la Ley 6 de 2008 y la Ley 67 de 2015. No cabe duda de que la OIT es el organismo más representativo de gobiernos, empleadores y trabajadores. Panamá, en su búsqueda de reconocimiento global, ha ratificado 81 convenios, incluidos los 10 fundamentales. El Mercosur ha reiterado que el éxito de las economías depende del diálogo social y del respeto a los principios fundamentales del derecho del trabajo, y la OCDE promueve en sus directrices el respeto de los derechos de empleadores y trabajadores. La voluntad contenida en estas declaraciones no responde a ideologías de izquierda o derecha: se trata de derechos. Y los derechos no pertenecen a un bando, sino a la esencia humana y al bienestar social de las naciones. El diálogo siempre será la herramienta más efectiva para construir paz social. Panamá ha mostrado interés en ingresar como país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), bloque al que pertenecen 38 naciones, entre ellas Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Francia, Finlandia, Alemania, México, España, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. De igual forma, ha dado el paso para ser parte del Mercosur como país asociado, bloque al que pertenecen como socios plenos Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, y como asociados —o en proceso de revisión para ser adoptados como miembros— Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana y Panamá. Estosdosorganismosintergubernamentales buscan propiciar acuerdos y entendimientos para construir mejores políticas que fomenten la prosperidad, la igualdad, las oportunidades y el bienestar para todos. Por ejemplo, la OCDE centra su objetivo en estandarizarlaimplementacióndebuenas prácticas en áreas como inversión segura, educación, empleo e innovación, mediante declaraciones conjuntas que combatan el crimen organizado, el terrorismo financiero o las malas prácticas que afecten condiciones o derechos humanos. El Mercosur, por su parte, se proyecta como un bloque de integración regional que crea un espacio común para impulsar el comercio y la inversión mediante la integración competitiva de las economías nacionales en el mercado internacional. También profundiza el intercambio de conocimientos y experiencias, armoniza legislaciones y reduce asimetrías para mitigar las desigualdades económicas y sociales entre los países miembros. Ambosorganismoslegislanconbase en declaraciones y acuerdos que los países miembros o asociados deben cumplir o José Jauregui

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