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5A La Prensa Panamá, lunes 28 de julio de 2025 Panorama Empedrado español en el Camino de Cruces, parte de la Ruta Colonial Transístmica. Alexander Arosemena ¿Qué implica estar en la Lista de Patrimonio Mundial? Ohigginis Arcia Jaramillo [email protected] UNESCO Para la ministra de Cultura, la inscripción de la Ruta Colonial Transístmica no solo eleva el perfil internacional del país, sino que exige responsabilidad, sostenibilidad y una hoja de ruta clara para proteger la memoria histórica de generaciones pasadas y futuras. Panamá tuvo motivos de sobra para celebrar el pasado 12 de julio, cuando el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco aprobó la inscripción de la primera fase de la Ruta Colonial Transístmica en la Lista de Patrimonio Mundial. El reconocimiento destaca el valor universal excepcional de esta ruta como testimonio vivo del papel estratégico que ha jugado el istmo panameño en los sistemas globales de intercambio entre los siglos XVI y XIX. Ahora surge una pregunta clave: ¿qué implicaciones reales tiene este reconocimiento para el país? Para la ministra de Cultura, María Eugenia Herrera, este reconocimiento no solo eleva el perfil internacional del país, sino que exige responsabilidad, sostenibilidad y una hoja de ruta clara para proteger la memoria histórica de generaciones pasadas y futuras. Herrera subrayó que este nuevo estatus obliga al Estado a implementar acciones técnicas, científicas y culturales para conservar el bien inscrito. “Ahora toca poner los documentos en acción, sostener en el tiempo ese valor universal que se nos ha reconocido”, dijo. Para ella, esta distinción no es un fin en sí mismo, sino un punto de partida para desarrollar políticas patrimoniales a largo plazo. Esta declaratoria, respaldada por la recomendación del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), organismo asesor de la Unesco, destaca la importancia histórica, cultural y logística de esta red de caminos y sitios que conectaban los océanos Atlántico y Pacífico durante la época colonial. La ruta no solo facilitó el tránsito de mercancías y personas, sino que también fue clave en el intercambio de saberes y culturas entre Europa, América y Asia. La conexión histórica De hecho, uno de los aportes clave de esta declaración, señaló Herrera, es el reconocimiento oficial de la conexión física y simbólica entre los sitios del Atlántico y el Pacífico. “Sabíamos que estaban unidos, pero no estaban reconocidos como una ruta integrada”, explicó. Esta visión de conjunto refuerza la narrativa de Panamá como “puente del mundo, corazón del universo”. Este logro tiene un valor simbólico especial para Herrera, quien inició el expediente en 2014 durante su gestión como directora general del entonces Instituto Nacional de Cultura (Inac). Hoy, once años después, lo celebra como ministra. La primera fase inscrita incluye seis componentes clave, entre ellos el Camino de Cruces, el Camino Real, varias fortificaciones y estructuras logísticas que facilitaron el movimiento de personas, mercancías y saberes entre los océanos Atlántico y Pacífico. Esta inscripción se suma a las propiedades panameñas previamente reconocidas por la Unesco, como las fortificaciones de Portobelo y San Lorenzo, en el Caribe, y el Sitio Arqueológico de Panamá Viejo, en el Pacífico. Las oportunidades Herrera adelantó que el Ministerio de Cultura impulsará un proyecto de señalización, preservación y acceso a estos caminos, de modo que puedan ser recorridos por visitantes en formato de senderismo, turismo acuático e incluso experiencias aéreas. “Es una ruta caminada, navegada y soñada, donde convergen nacionalidades del mundo entero”, expresó con entusiasmo. Pero más allá de la narrativa simbólica, la ministra enfatizó el impacto que esta declaración puede tener en las poblaciones vulnerables aledañas a la ruta. “Es un valor turístico y cultural que puede llevar progreso y sostenibilidad a comunidades históricamente rezagadas”, aseguró. Para ello, será clave la participación conjunta de la sociedad civil, la empresa privada y el Estado. “Aquí todos debemos trabajar juntos para potenciar el proyecto”, añadió. En cuanto al compromiso financiero, Herrera detalló que ya hay inversiones concretas para reforzar la infraestructura patrimonial. Entre ellas, mencionó que, de aquí a 2028, se han destinado 59 millones de dólares para obras en sitios como Portobelo, San Lorenzo y el Museo Reina Torres de Araúz. El Ministerio de Cultura desarrolla seis proyectos de restauración y conservación patrimonial en la provincia de Colón, específicamente en las áreas de Portobelo y San Lorenzo. Las obras, que incluyen edificaciones históricas como iglesias y fortificaciones coloniales, presentan distintos niveles de ejecución. Entre ellas se encuentran las iglesias de San Felipe y San Juan de Dios, en Portobelo. También figuran el Castillo de San Lorenzo Real del Chagres, la adecuación de las laderas de Portobelo, el Castillo de Santiago de la Gloria, el Fuerte San Jerónimo y el Fuerte San Fernando. “Los fondos están adjudicados y las obras ya en marcha. En 2028 las inauguramos”, prometió. Finalmente, la ministra invitó a la ciudadanía a involucrarse en la construcción colectiva de esta nueva etapa para el patrimonio panameño. “No tenemos una varita mágica, pero sí una visión clara y sostenible”, concluyó. A su juicio, este es el momento para que Panamá reafirme su vocación histórica de encuentro, conexión y diversidad.

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