7A La Prensa Panamá, sábado 28 de junio de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. sino porque el sistema no está sabiendo acompañarlos. Enseñamos contenidos, pero no conectamosconsusemociones.Evaluamosprocesos,peroignoramosloscontextos.Pedimos esfuerzo, pero no ofrecemos dirección. Los docentes también atraviesan un momento crítico. Mientras muchos siguen sosteniendo la educación con vocación y entrega, otros han optado por paralizar su trabajo en medio de huelgas prolongadas que, aunque nacen de demandas justas en algunos casos, también han contribuido a un rezago profundo en el sistema. ¡Y es que el derecho a la protesta no puede anular el derecho de los niños a aprender! La educación en Panamá no puede seguir siendo rehén de intereses fragmentados. No se trata de romantizar la gura docente ni de demonizarla, sino de reconocer que estamos en un punto crítico donde todos tenemos una responsabilidad. Porque el silencio en las escuelas no solo apagó voces: apagó futuros. La pregunta ya no es si podremos recuperar lo perdido.Essiseremoscapacesdeconstruiralgo mejor. Y sí, hay rutas viables. Pero requieren decisiones valientes: Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Justicia juvenil y trabajo social forense Resocialización La justicia juvenil en Panamá ha evolucionado hacia un enfoque restaurativo y centrado en la resocialización, reconociendo que muchos adolescentes en con icto con la ley provienen de entornos vulnerables. Según datos del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas (ILANUD), alrededor del 49% de estos jóvenes proceden de hogares monoparentales, y muchos presentan rezago escolar y consumo problemático de sustancias. Desde 2013, Panamá implementa el Modelo Integral de Atención —conocido como “Modelo Pacora”— que combina infraestructura adecuada con talleres socioeducativos, artísticos y psicosociales, lo que ha contribuido a reducir la reincidencia. En este contexto, el trabajador social forense se torna un actor clave. Su rol consiste en tender puentes entre el sistema judicial y las realidades psicosociales del adolescente. Sus funciones incluyen: 1. Evaluación técnica y contextualización social: realiza visitas domiciliarias, entrevistas y elabora informes técnicosquefundamentandecisionesjudiciales, asegurando que las sentencias respondan a un enfoque restaurativo. 2. Coordinación interinstitucional: articula esfuerzos con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Imelcf), el Ministerio de Gobierno y organismos de derechos humanos, promoviendo intervenciones integrales. 3. Acompañamiento psicosocial: supervisa y acompaña a los adolescentes en centros como Las Garzas o Pacora, integrándolos a programas deportivos o artísticos que fortalecen su bienestar y desarrollan habilidades para la vida. El aporte de los trabajadores sociales forenses cobra especial relevancia en la implementación de programas de justicia juvenil restaurativa promovidos por el Ministerio de Gobierno y Unicef. Estas iniciativas no solo buscan sancionar, sino también reparar el daño, fomentar la responsabilidad y promover la reintegración familiar y comunitaria. Arturo Suman, psicólogo, destaca que “resocializar [...] es un acompañamiento con nes terapéuticos, dirigido a la modicación de la conducta disfuncional y al restablecimiento de las redes de apoyo”. Esta denición resume la esencia del trabajo social forense: transformar conductas, reconstruir vínculos y fortalecer sistemas de apoyo. El trabajador social forense aporta conocimiento del entorno social, evalúa riesgos y fortalezas, y garantiza que las medidas judiciales sean pertinentes, proporcionales y orientadas a la reinserción. En un país donde superar las narrativas punitivas sigue siendo un reto, reconocer al trabajador social forense como actor principal del sistema penal juvenil es vital. Su función técnico-social no solo dignica al adolescente, sino que también hace posible una justicia inteligente: aquella que sanciona desde la reparación y apuesta por la transformación, no por la exclusión. Contra la deshumanización: bibliotecas sanadoras Espacios de encuentro pacto en la dignidad humana son diversos. El derecho a la vida y a la seguridad personal es el principal elemento para vivir y muchas personas son privadas de él. Existen tantas causas de esta deshumanización: una ciega voluntad del capital y el poder que van en contra de la voluntad de cuidar y ayudar; el uso de la tecnología para alienar y sustituir lo realmente humano; la normalización de la violencia y el dolor humano desde los medios de comunicación como un espectáculo; el narcisismo y el culto al individualismo; la crisis de liderazgo global, una política sin ética, egoísta y mediocre. Y un elemento que pienso que es la madre de todo: la pérdida de empatía; el discurso de odio contra el otro. Con esta numeración de males que acabo de hacer uno termina convencido de que los humanos estamos determinados en auto destruirnos. Pero aún me doy la oportunidad de mirarposiblescaminos;aúnennuestrospequeños contextos, me permito tener el coraje para realizar sencillas acciones que puedan hacer que la gente tenga más empatía. Creo que muchos de nosotros trabajamos en lugares privilegiados donde las acciones que realizamos pueden tener raíz para hacer crecer la esperanza. La humanidad no se pierde solo en los grandes escenarios de con ictos y desastres, también se pierde en los espacios que descuidamos y no valoramos porque hemos dejado que se empodere la indiferencia y la mediocridad. Las bibliotecas, por ejemplo, son espacios físicos de encuentro, refugio y aprendizaje en esta época de con ictos y tensiones. Los programas y actividades que se pueden generar en una biblioteca escolar o pública pueden estar diseñados para re exionar sobre los problemas de la sociedad. Sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de cuidarnos de no Carlos Fong Después del silencio: educar en tiempos de pérdida y promesa Sueños rotos Panamá ha perdido casi un trimestre escolar. Pero lo que realmente se ha extraviado en este tiempo no es solo contenido curricular: se ha perdido continuidad, enfoque, esperanza. Es el hilo invisible que une a los niños con sus sueños y a los docentes con su vocación. Hoy, las aulas parecen haberse quedado vacías de tiempo, pero también de sentido. Mientras los calendarios se ajustan y se intenta “recuperar” días, semanas y trimestres, la pregunta que deberíamos hacernos con urgencia es otra: ¿Qué tipo de educación estamos recuperando? ¿Una que forma? ¿O una que apenas sobrevive? Vivimos un momento en que los estudiantes parecen cada vez más distantes del conocimiento. No porque no quieran aprender, • Apostar por una formación docente que incluya acompañamiento emocional y herramientas para la nueva realidad. • Rediseñar los programas educativos para hacerlos más exibles, vivos y contextualizados. • Priorizar el pensamiento crítico, la creatividad y la empatía sobre la repetición memorística. • Establecer vínculos reales entre escuela, comunidad, tecnología y mundo laboral. • Incorporar el bienestar emocional como eje transversal, no como apéndice optativo. Panamá no necesita una educación perfecta. Necesita una educación que escuche, que vea, que abrace y que inspire. No podemos seguir educando en piloto automático mientras los jóvenes se desconectan del sentido de aprender. Hoy más que nunca, educar no es solo transmitir conocimiento: es encender propósito. Después del silencio, la educación panameña está frente a una bifurcación: o seguimos remendando un modelo herido, o nos atrevemos a reimaginar una escuela que abraza a sus niños, que respeta a sus maestros y que vuelve a creer en el poder de aprender. Y sí, aunque cueste, aunque duela, aunque parezca tarde. Aún hay promesa. Opinión LA AUTORA es trabajadora social. LA AUTORA es educadora y escritora. EL AUTOR es escritor. Jacqueline A. Levy Castañeda ser insensibles es una propuesta viable. Podemos contribuir con acciones que generen resiliencia y empatía. Por ejemplo, un taller de lectura o un cine foro en una biblioteca pueden ayudar a hablar de cosas que le pasan a otras personas y que podrían pasarnos a nosotros. Además tenemos que recordar que una biblioteca no solo sirve para realizar actividades relacionadas al libro o la promoción de la lectura. La salud, el arte, la música, el juego, el debate, los festivales, las exposiciones, la gastronomía, y muchas otras razones con enfoque humanitario se pueden dar en un lugar solidario que es la biblioteca porque ella es un refugio social para todas las personas. Las bibliotecas son territorios ya reconocidos para reconectar lo humano, para rescatar lo que se ha perdido y reparar lo que está herido. Las bibliotecas están llamadas a provocar una revolución. Una revolución de felicidad, de empatía, de resiliencia, de solidaridad y, sin lugar a dudas, una revolución de la educación. Pero esta educación constituye una categoría, como ha sentenciado Leonardo Bo¬, central delnuevoparadigma.Frentealadeshumanización, Panamá tiene respuestas: bibliotecas que abrazan, bibliotecas que cuidan, solidarias, reparadoras y que hacen conexión con las comunidades. La responsabilidad de que las bibliotecas cumplan su rol es una tarea colectiva: gobiernos, centrales y locales, quienes deben priorizar presupuestos para “cuidar” la biblioteca; ciudadanos, quienes hemos de elegir entre la indiferenciaylamediocridadolaempatíayla esperanza. La pregunta al nal será: ¿Aprendimos, a cuidarnos? La deshumanización no es algo invencible. Parece algo irreversible, pero no lo es. La suma cotidiana de pequeñas acciones puntuales para blindarnos de empatía y proteger las cosas que nos hacen mejorar a las personas es realizable. Otra ruta es posible. Otros senderos para caminar buscando nuevos horizontes. En el primer cuarto del siglo XXI la humanidad se ha deshumanizado de una forma acelerada. Tenemos más guerras, más brechas sociales, más personas despojadas de su patria, más violencia urbana y política, más indiferencia, más incomunicación. Después de la pandemia de 2020 la humanidad debió sentar cabeza, pero ha sido todo lo contrario. Cuando navegamos en las redes buscando información de interés de los temas que nos preocupan, el algoritmo nos va arrojando una cantidad de datos que uno termina horrorizado. Con el tema de Gaza llegué a la conclusión de que el diagnóstico de nuestra época es sombrío y desalentador. Es una época paradójica con un relato irónico que da miedo. Es un mundo de sombras, de extrema estupidez y de gran egoísmo. Vivimos hiperconectados desde la tecnología y a la vez divididos, aislados y ciegos. Es una de las épocas más violentas, solitarias y desiguales. A nivel mundial, el aumento de con ictos bélicos como el de Ucrania, Gaza y Sudán muestra un panorama triste donde parece que los grandes países son indiferentes. Los desplazamientos forzados de personas por la guerra implican el desarraigo físico, y una profunda vulneración de derechos humanos donde los que más sufren un cruel destino son los niños. Los problemas generados por esta crisis y su imEbony López Castillo Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Anne e Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. 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