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9A La Prensa Panamá, miércoles 25 de junio de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. mación y comunicación (TIC), así como derechos ambientales. Para ordenar y proteger estos derechos, los Estados han creado diversos instrumentos jurídicos de carácter universal. Uno de ellos es la Convención Americana sobre Derechos Humanos, reconocida como ley de la República de Panamá desde octubre de 1977. Este tratado —de cumplimiento obligatorio— recoge disposiciones como el derecho a la libertad personal, de pensamiento y expresión, de reunión, de asociación, entre otros. La Constitución Política de la República de Panamá, en su artículo 4, establece la adopción del derecho internacional, lo que implica que todos los tratados, convenios, protocolos y demás instrumentos firmados por el país son vinculantes y deben cumplirse dentro del territorio nacional. Por ello, las leyes panameñas deben reflejar el respeto y promoción de los derechos humanos en sus políticas públicas. Existen leyes orientadas a la protección de grupos históricamente discriminados o violentados, como las mujeres, los niños, niñas y adolescentes, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, los migrantes y la población sexo diversa, entre otros. En el caso de los pueblos indígenas — cuyos modos de vida se basan en una cosmovisión que promueve el cuidado inteLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Pensamiento crítico y sociedad Formación integral “La educación no transforma la sociedad, transforma a los individuos que transforman la sociedad.” Estas palabras del pedagogo Paulo Freire aluden a la responsabilidad que tiene la educación con la sociedad, y viceversa. No es concebible separar al individuo de la idea de sociedad, pues la relación entre ambos tiene su génesis en que cada persona influye en su entorno social, y a la vez es moldeada por él. En este sentido, el pensamiento crítico da sentido a la idea de que no basta con transmitir y almacenar información; es necesaria su activación en el contexto en que se desenvuelve el individuo. Por ello, educar es la máxima expresión del desarrollo social, ya que permite formar ciudadanos comprometidos con su entorno. Estamos entonces ante lo que constituye el pensamiento crítico, elemento fundamental del desarrollo profesional y personal; es decir, de la formación integral del individuo. ¿Pero qué es el pensamiento crítico? Puede entenderse como la capacidad de analizar y valorar la información de manera lógica y racional. Todo esto con el fin de emitir juicios coherentes y sensatos y, como consecuencia, tomar decisiones sustentadas en ese proceso informativo que surge de la necesidad de aplicar lo aprendido. Se puede afirmar, entonces, que el pensamiento crítico está intrínsecamente vinculado con la apropiación del conocimiento, no como fin último, sino como punto de partida. Este tipo de pensamiento es esencial para el desarrollo social, pues promueve la capacidad de obtener información y cuestionarse constantemente sobre su beneficio real. De esta forma, convergen dos características fundamentales: la curiosidad intelectual y la mente abierta. Así se descubre que el conocimiento no lo es todo, sino que cobra verdadero sentido cuando se aplica. La búsqueda constante de información implica cuestionar todo lo que nos rodea: ¿Qué sé?, ¿para qué lo sé?, ¿qué puedo hacer con lo que sé? Y, más importante aún: ¿qué podemos hacer como sociedad panameña con ese conocimiento? Una sociedad que aplica el pensamiento crítico en todos sus ámbitos es una sociedad que evoluciona colectivamente y construye su futuro con eficacia. El norte de la educación panameña debe enfocarse en desarrollar en los estudiantes la capacidad y el deseo de aprender para formarse y transformarse cada día. No basta con adquirir conocimientos; es necesario cuestionarse por qué aprender, para qué y cómo aplicar lo aprendido. En este escenario, es fundamental tocar la mente y el corazón de quienes aprenden. Por ello, la labor docente se convierte en el mayor acto de compromiso y entrega hacia sus estudiantes. Se trata de sembrar sueños para cosechar futuros grandiosos. La mala educación, el mayor problema estructural panameño Sistema educativo en excelencia—, con una magra producción científica. Según el QS World University Rankings: América Latina y el Caribe 2024, entre 430 universidades evaluadas, figura en un rango medio, del 191 al 200, mientras que la Universidad de Costa Rica ocupa el puesto 20 y las tres mejores de Colombia están entre el 6 y el 16. Mucho peor es el caso de la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI), modelo insuperado de mediocridad, corrupción, clientelismo, nepotismo y despilfarro, denunciada incluso por el jefe de Estado. Apoyada por políticos considerados delincuentes, mantiene salarios exorbitantes para centenares de favoritos y aparece en el último rango regional, el 401–430. Ambas universidades están también en la mira del contralor general de la República, pero hasta ahora no ha ocurrido nada verdaderamente contundente. ¿Será necesario adoptar legislación para combatir estos crímenes educativos todavía impunes? Segundo, se deben nombrar docentes por méritos comprobables y la mejor formación disponible, mediante una selección rigurosa, evitando la xenofobia y la afiliación política o ideológica. Es un asunto clave para cambiar uno de los sistemas educativos más deficientes del continente y elevarlo al nivel que merecemos. Hay muy buenos docentes en todos los niveles, pero parecen imponerse los peores. Creamos un sistema educativo público mediocre e injusto para más del 80% de la población estudiantil, un proceso que comenzó en la década de 1970. Hicimos lo contrario de lo que hizo China Popular desde 1977 o Singapur desde los años 80, países que apostaron por una educación primaria y secundaria de calidad, y por una educación superior súper elitista, de la más alta excelencia, con resultados extraordinarios. Cometimos un error gravísimo con un costo enorme. Tercero, transformar radicalmente el MEDUCA, que ha sido, en realidad, el Ministerio de la Mala Educación. Una reingeniería completa, despolitizarlo y modernizar el reclutamiento de directivos, administrativos y docentes —evaluándolos según su formación, aptitud y rendimiento— debería mejorarlo notablemente. El resultado de tantas fallas ha sido condenar a una inmensa población escolar a un futuro más incierto y empuOmar Jaén Suárez La importancia de conocer los derechos humanos Convenios internacionales En tiempos de crisis, es común escuchar o leer opiniones que expresan rechazo o repudio hacia los derechos humanos, lo que refleja un profundo desconocimiento sobre su existencia y finalidad. Sin ellos, viviríamos en un estado de anarquía, sin mecanismos para regular las dinámicas sociales, lo que afectaría principalmente a los grupos históricamente más vulnerables o desfavorecidos. Los derechos humanos constituyen un conjunto de principios y normas que los Estados, a través de sus gobiernos, están obligados a respetar y garantizar. Su propósito es asegurar que cada persona, a lo largo de su vida, cuente con una guía de deberes y responsabilidades que regulen su convivencia en sociedad. Se adquieren desde el nacimiento, son irrenunciables, indivisibles e interdependientes. Evolucionan junto con el ser humano; de ahí que hoy existan derechos vinculados a las tecnologías de la inforgral de la naturaleza— no es casual que en sus territorios colectivos se encuentren muchas de las áreas protegidas del país. Reconociendo este valor, los Estados han legislado para salvaguardar su cultura, sus tierras y el medio ambiente. En Panamá, la Ley 37 de 2 de agosto de 2016 establece el derecho a la consulta y al consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas ante cualquier medida que afecte sus derechos colectivos (tierra, recursos, cultura). La norma exige que dichas consultas se realicen con respeto, oportunidad, buena fe, sin coacción ni condicionamientos, en apego a principios fundamentales de derechos humanos. En este contexto, es imprescindible que toda decisión administrativa o legislativa que afecte a la población indígena —que en Panamá cuenta con siete comarcas legalmente constituidas— se consensúe con sus autoridades tradicionales, respetando su cosmovisión, cultura, tierras colectivas, territorios ancestrales y áreas anexas. Recordemos que los principales guardianes del medio ambiente y de los recursos naturales son, en su mayoría, hombres y mujeres de los pueblos indígenas. Opinión EL AUTOR es docente y estudiante de Derecho. LA AUTORA es abogada EL AUTOR es geógrafo, historiador, diplomático. Danny Vega Méndez jar a millares de estudiantes a la deserción educativa, disminuyendo definitivamente su calidad de vida personal y profesional. Se puede mejorar lo que se mide y se compara con la competencia. La calidad educativa se evidencia en pruebas internacionales como PISA (lectura, matemáticas y ciencias): en 2022, nuestros estudiantes ocuparon el lugar 74 entre 81 países evaluados, mientras que los de Singapur y China Popular destacaron en los primeros puestos. ¡No renunciemos a las pruebas PISA! Estos fracasos han afianzado una mentalidad irracional, pasional, mítica y supersticiosa, que domina a parte de nuestra población y que nos sitúa entre los grupos más conservadores, ignorantes y atrasados de América Latina, aunque estemos —por los elevados rendimientos del sistema logístico alrededor del Canal— entre los países más prósperos. A diferencia de lo que ocurrió en el extranjero, donde hubo gobiernos más responsables, en Panamá se impuso un cierre prolongado de las escuelas durante dos años a partir de 2020, el más extenso del planeta según Unicef. Fue decidido por un gobierno y un MEDUCA sin verdadero criterio científico ni sensato, sometido a poderosos gremios de educadores radicalizados y politizados, muchos de ellos avivatos acostumbrados al ocio de largas vacaciones pagadas durante la pandemia. No han hecho más que agravar una situación educativa estructuralmente gravísima. Tenemos escuelas incluso en mal estado físico, pero con docentes entre los mejor pagados de Latinoamérica. Lo mismo ocurre con las universidades públicas, donde abundan profesores remunerados como si fueran catedráticos de instituciones de excelencia mundial. Los largos cierres educativos son la mayor catástrofe social que ha sufrido el país en décadas, con implicaciones graves en la formación de los ciudadanos y su preparación profesional para un mundo cada vez más competitivo, tanto dentro como fuera del país. No hay que inventar la rueda. Debemos inspirarnos en los mejores sistemas educativos del mundo —Singapur, Japón, Corea del Sur, Irlanda o Canadá— si realmente queremos salir del empantanamiento ya estructural. Varios expertos califican la educación panameña como el principal problema del país. Yo añadiría el adjetivo “estructural”. Frente a las afectaciones causadas por los gremios docentes de escuelas públicas en huelga, sus manifestaciones carnavalescas desde hace casi dos meses y sus efectos en el atraso académico de los estudiantes —con consecuencias en la ya intensa inequidad social—, algunos especialistas se han pronunciado públicamente. Recordemos a Nivia Rossana Castrellón, quien afirma: “Mi hipótesis es que Panamá es desigual porque su sistema educativo es desigual”, y a Leopoldo Neira Meléndez, quien declaró recientemente: “La única fórmula para evitar una explosión social… es una: mejorar continuamente la educación pública”. Es un tema que abordé en 1998, cuando publiqué un artículo titulado El reto de la educación panameña, cuya versión actualizada aparece en Reflexiones sobre Panamá y su destino de 1990 a 2024 (disponible en: www.omarjaen.com.pa). Hoy resumo mi posición en tres puntos: Primero, hay que reformar a fondo las universidades públicas donde se forman los maestros y profesores, para sustituir el sistema político-clientelista —copiado de los partidos corruptos— por uno basado en la excelencia académica de sus directivos y docentes. Es indispensable cambiar el método de selección de las autoridades universitarias, reemplazando una “democracia” basada en simpatías y clientelismo por una selección por competencias y resultados académicos, por capacidad y sabiduría. ¿Será por inconsciencia o cinismo que rectores de universidades públicas se jacten de comportamientos gloriosos de hace más de medio siglo como si fueran actuales, y presuman de triunfos académicos claramente exagerados? Por ejemplo, lo hace la Universidad de Panamá, que hoy ocupa un lugar casi ínfimo a nivel mundial —entre el puesto 1,200 y 1,400 Joyce J. Araujo Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Anne e Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. 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