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prensa_2025_06_23

9A La Prensa Panamá, lunes 23 de junio de 2025 Un musulmán chiita pakistaní sostiene un retrato del líder supremo de Irán, Alí Jameneí, y una bandera nacional de Irán durante una manifestación en Karachi, Pakistán, el 22 de junio de 2025. Jameneí gobierna Irán desde hace 36 años (1989). EFE/EPA/SHAHZAIB AKBER Irán merece un cambio de sistema Iván Rogelio Robles ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] ANÁLISIS La escalada entre Irán e Israel revive la tragedia del pueblo iraní, atrapado entre su legado histórico, el autoritarismo teocrático y la represión. Muchos iraníes aún sueñan con libertad y democracia. La actual escalada bélica entre Irán e Israel exige mucha re€exión. Sin querer dar la espalda a los entresijos del con€icto en sí, concentrémonos en la tragedia que hoy vive el pueblo iraní, así como en su futuro. Un futuro que no puede desligarse del largo y esplendoroso pasado de la nación persa. Para cuando los conquistadores musulmanes de la Península Arábiga derrotaron a los sasánidas (224– 651) e impusieron el islam en aquellas tierras, a mediados del siglo VII, el pueblo persa ya había sido cuna de grandes imperios en la Antigüedad, como los aqueménidas (550–330 a.C.) y los partos (247 a.C.–224). Previo a la islamización de sus tierras, esta sociedad había ejercido una gran in- €uencia en la región de Asia Central, incluso en lo religioso, por vía del zoroastrismo —una de las religiones más antiguas del mundo— y en las leyendas védicas, tan importantes para las creencias espirituales de la India, introducidas en la región hacia 1500 a.C. por los inmigrantes iraníes llamados ‘arios’. Avancemos más de un milenio y pongamos la mirada en el gobierno autocrático del sha Mohammad Reza Pahlaví (1941–1979). Aun bajo un régimen de enorme represión contra sus adversarios políticos, no puede negarse que en aquella época la sociedad iraní disfrutaba de libertades individuales hoy prohibidas por la ley sharía. Entre ellas estaban los derechos de la mujer iraní. Además, eran años de bonanza económica, por ser uno de los mayores productores de petróleo. Junto a Turquía, era la sociedad más liberal y occidentalizada del mundo islámico, y una de las más preparadas académica y profesionalmente en la región. Al instaurarse el régimen teocrático con la Revolución Islámica de 1979, liderada por el ayatolá Ruholá Mousaví Jomeiní, se impuso la ley sharía como fuente principal del derecho, con las consecuentes restricciones de todo tipo de libertades y costumbres consideradas occidentales o herejes. Se inició una tiranía de tal magnitud que se produjeron ejecuciones masivas en 1988, así como la brutal represión del pueblo kurdo que habita en los territorios del noroeste del país. Aun cuando existe la separación de poderes, todos los órganos del Estado están sujetos al líder supremo Alí Jameneí y a la ulema, la élite islámica, que incluso selecciona a los candidatos para cargos de elección popular. Irán es el país con la mayor población chiita del mundo. Aunque existen diferencias históricas y dogmáticas irreconciliables con los suníes, la otra rama principal del islam, ambos mundos musulmanes vivieron en relativa calma ideológica durante siglos, hasta el advenimiento del régimen de los ayatolás, que fundó la vigente República Islámica de Irán. Desde entonces comenzó un creciente con€icto que llevó a la desestabilización de la región. Primero con una guerra devastadora contra el Irak de Saddam Hussein durante la década de 1980, y luego, en este siglo, con las tensiones geopolíticas contra el mundo suní liderado por Arabia Saudita, apoyando ¥nanciera y militarmente a sus intermediarios o proxies en los con- €ictos armados del Líbano, Irak, Siria y Yemen. El otro elemento que trajo el nuevo régimen autocrático es el odio visceral a Israel y los judíos, hasta el punto de desconocer la existencia del Holocausto ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial. Ha declarado, junto con el grupo político-militar Hizbulá del Líbano, que uno de sus objetivos es la desaparición del Estado de Israel. Ambos movimientos ideológicos surgieron en lo más profundo de la guerra civil del Líbano, iniciada en 1975. De hecho, hasta la Revolución Islámica, en Irán existía una de las más numerosas y antiguas comunidades judías del mundo, cuyas raíces se remontan al siglo VIII a.C., tras decidir quedarse en territorio persa cuando el Imperio aqueménida los liberó de su exilio babilónico. La discriminación sistemática del nuevo régimen contra la etnia y la religión judías forzó a esta comunidad a emigrar a Israel. Desde la década de 1990, Irán viene desarrollando su programa nuclear. Alega que el propósito es generar electricidad, pero el alto grado de uranio enriquecido que ha alcanzado (al 60% de pureza) y su reticencia a aceptar inspecciones internacionales —incluso durante el acuerdo nuclear alcanzado con el gobierno de Obama— apunta a que su verdadera intención es construir armas nucleares: un peligro no solo para Israel, sino para toda la región. Tras el debilitamiento de su aliado Bashar al-Asad en Siria y el desmembramiento de sus proxies, Hizbulá y Hamás, por las acciones militares de Israel, los recientes ataques a la cúpula militar de Irán, así como a su infraestructura bélica y energética, han puesto al régimen en una encrucijada. Mientras tanto, su pueblo viene sufriendo décadas de crisis económica debido a las sanciones ¥nancieras impuestas por Estados Unidos y la comunidad internacional. Sin embargo, una inmensa cantidad de iraníes no ha perdido la esperanza de vivir algún día bajo un sistema democrático y en una sociedad libre, como tanto lo merece. Panorama

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