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10A La Prensa Panamá, lunes 23 de junio de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. mientos lo que ellos aˆrman. Estamos claros, sin embargo, en que tildar de malos panameños a quienes disienten constituye un silogismo simplista y peligroso, tanto como lo son la represión o el rechazo de propuestas alternativas —si las hubiera—, que no es el caso de lo planteado por los manifestantes en torno a la Ley 462. Los panameños tenemos, en efecto, la obligación moral de defender la verdad, pero con el auxilio de la razón. En democracia, la razón se maniˆesta a través del razonamiento público, donde los ciudadanos discuten y deliberan sobre asuntos de interés común, buscando soluciones basadas en evidencia y argumentos lógicos. La democracia requiere, por tanto, que las decisiones se tomen considerando diferentes puntos de vista y procurando el bien común, en lugar de imponer una visión única. Esto fue lo que, afortunadamente para el país, ocurrió con la discusión y consulta de la Ley 462 a lo largo y ancho del territorio nacional, antes de su aprobación y promulgación ˆnal. No podemos soslayar que, en el mundo actual, las técnicas de comunicación permiten manipular sentimientos, comportamientos, actitudes y formas de pensar disímiles. No en vano, Aristóteles señaló en su Retórica que “pertenecen al mismo arte lo creíble y lo que parece creíble”. En consecuencia, la verdad juega en abierta desventaja numérica, ya que es una sola: la reproducción íntegra de la realidad, mientras que las mentiras pueden tener inˆnidad de versiones, tantas como visiones deformadas de esa misma realidad puedan ser planteadas. Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Los intolerantes contraatacan Pluralismo responsable Karl Popper escribió lo que se conoce como la paradoja de la tolerancia. Esta básicamente explica que, cuando se quiere ser tolerante con los intolerantes y se les da espacio para imponer sus ideas y caprichos, dicha intolerancia termina socavando el principio mismo de la tolerancia. Pero esto no quiere decir, como algunos lo llaman, una “violación al derecho de expresión”. La intolerancia se debate con racionalidad, con argumentos y principios morales. Esto es lo que está sufriendo Panamá en este momento: la paradoja de la tolerancia se hace presente en las protestas contra la ley de la Caja de Seguro Social (CSS). Los manifestantes argumentan que no fueron escuchados, pese a que la realidad muestra que sí lo fueron, tanto en las giras que realizó la Asamblea Nacional como en los espacios habilitados para que expresaran sus puntos de vista y presentaran propuestas en los debates. Además, fueron parte de la mesa que elaboró el proyecto de reforma de la CSS. Aun cuando el documento ˆnal fue muy distinto al que el Gobierno presentó inicialmente, preˆeren mantener en su discurso que nunca fueron escuchados. En consecuencia, exigen la derogación de la Ley 462, pero lo más contradictorio es que llaman a dialogar cuando aˆrman que no hay nada que dialogar. En el fondo, saben que si las personas tolerantes dan espacio para que promuevan su intolerancia, terminarán —como advirtió Popper— socavando la tolerancia e imponiendo sus caprichos. Esto sería muy grave para el país, porque permitiría que una minoría intolerante imponga sus ideas al resto. Ya hemos visto cómo terminan esas historias. La verdad es que no representan al pueblo. El pueblo, como concepto abstracto, es muy heterogéneo, por lo que es imposible autodesignarse como su única voz, cuando en realidad muy pocas personas se sienten identiˆcadas con ellos y sus ideas. Lo más grave es ver cómo algunas personas, bajo un buenismo ingenuo, pretenden apoyar a estos grupos, pese a que el país ha estado parcialmente cerrado por casi un mes, con empresas quebradas, puestos de trabajo perdidos y más de 40 días sin clases. Estas personas solo caen en el juego de los intolerantes, motivadas por sentimientos e ideas románticas de una sociedad donde todas las ideas valen por igual. Lamentablemente, terminan siendo instrumentos involuntarios al servicio de estos grupos, los cuales, como la historia ha demostrado, cuando llegan al poder o se les ceden espacios, terminan usando la fuerza para imponer ideas fracasadas. Hoy el país demanda principios morales claros y, sobre todo, no ceder ante quienes, usando la mentira y la desinformación, buscan quebrar al país para luego presentarse como sus salvadores, como los más tolerantes e inclusivos. La historia nos ha demostrado, una y otra vez, lo contrario. Ellos son enemigos de las sociedades abiertas, de la tolerancia, de la igualdad y, sobre todo, de la libertad individual. Una vez que consiguen lo que quieren, muestran su verdadero rostro totalitario. Los límites del pragmatismo Tecnocracia mocracia. Durante el siglo XX, soberanía era expulsar la bandera estadounidense del Canal. Hoy, para muchos, también signiˆca proteger cuencas, ríos y montañas del extractivismo. El subsuelo, antes invisible bajo la alfombra de los bosques, se vuelve objeto de disputa con otras formas de concebir el territorio. Lo que durante siglos han defendido los pueblos indígenas, ahora empieza a ser compartido por más sectores de la sociedad. Otro caso emblemático es Río Indio. La propuesta de represarlo enfrenta la oposición de comunidades donde la vida cotidiana se entrelaza con ese caudal. Lo que está en juego no es solo un “recurso”, sino una forma de vida. Desde la geografía política, el subsuelo o las aguas no son entidades neutrales, sino dimensiones territoriales en disputa, moldeadas por saberes, discursos, mapas y silencios históricos. La mirada moderna separa lo humano de la naturaleza y trata el territorio como una suma de recursos aislados: agua por un lado, minerales por otro, sin considerar sus vínculos vitales. Esa fragmentación ha permitido legitimar despojos “técnicos” sin hacer mucho ruido. A ello se suma el imaginario de inˆnitud que ignora los límites planetarios. La cuenca canalera abastece a más de la mitad de la población y sufre récords de sequía, pero el discurso dominante trata el agua como un insumo sin límites. Ante la crisis climática, no basta con optimizar: hay que reconocer que toda economía, incluida la del transitismo, opera en un planeta ˆnito. ¿Qué pasará cuando Río Indio tampoco baste? Parte del problema es perder de vista que el conocimiento experto y el saber son Claudia Cordero Que cada palo aguante su vela Bocas del Toro El papa Juan Pablo II demostró la importancia de enfrentar con urgencia el dilema entre la fe y la razón. Con ese propósito, promulgó en 1998 la encíclica Fides et Ratio. En efecto, históricamente —desde el oscurantismo de la Inquisición hasta nuestros días—, no solo en las entrañas de la propia Iglesia católica, sino en el comportamiento de toda la humanidad, el uso de la razón —entiéndase, discusión o diálogo— ha estado en contrapunto y en abierta discrepancia con la fe ciega —posturas irrenunciables y absolutas— a la hora de intentar ponernos de acuerdo o enfrentar los problemas que nos aquejan. Un ejemplo palpable y reciente de esta paradoja, que plantea la encíclica antes mencionada, es lo ocurrido en la provincia de Bocas del Toro. Las acciones delictivas perpetradas por manifestantes y oportunistas del caos no responden a una rebeldía con causa, amparada en el convencimiento o el discernimiento que proporciona el uso de la razón. Muy por el contrario, la saña, el odio y la desproporción de las acciones cometidas solo pueden entenderse si están basadas en una fe ciega e irracional, que considera la violencia como un recurso idóneo para obtener los resultados esperados. Ha quedado en evidencia, además, que para los extremistas —de los sectores involucrados en esta gesta— que utilizan como excusa la derogatoria de la Ley 462 para justiˆcar el desasosiego y el trauma causado a toda la población, así como el irreverente irrespeto a los derechos de la inmensa mayoría de los panameños, la única forma válida de comunicación y diálogo consiste en aceptar sin cuestionaEsto también favorece la sustitución del discurso político racional por la seducción emotiva de una retórica falaz, que puede llegar a conculcar el sistema de valores y principios fundadores de nuestro régimen político. El predominio de la imagen —que suele abstraerse del contexto y presentarse sin matices— inclina la balanza entre razón y emoción hacia el lado del sentimiento. A la postre, esto va consolidando una democracia sentimental, hacia la cual algunos estudiosos consideran que nos encaminamos, y que constituye además una señal inequívoca del ˆn de la prevalencia de la razón. En efecto, nuestra sociedad es cada vez más voluble y emotiva. Esto fomenta la búsqueda de la satisfacción inmediata — lo quiere todo y lo quiere ya—, y provoca que los actos se midan exclusivamente por sus consecuencias inmediatas. En este contexto, la política se convierte en espectáculo y el político en objeto de consumo. El elemento más violento de la sociedad es la ignorancia, y la volatilidad de los actos es una de sus consecuencias. Por ello, la población se torna impulsiva al momento de decidir, de manifestarse y de exigir cambios legislativos o sociales. Esto diˆ- culta la implementación de políticas públicas que, además de re‹exión, requieren tiempo para ser eˆcaces. El populismo y las distintas formas de clientelismo han sido la vía tradicional —o el recurso fácil— de los gobiernos para evadir este problema. Para que exista diálogo, es necesario que toda opinión se exponga con pretensión de verdad y con disposición a escuchar, admitiendo la posibilidad de que la opinión contraria sea más racional. Nada de esto es posible si se niega la capacidad natural de la razón para encontrar la verdad. Si no estamos dispuestos a re‹exionar al respecto, entonces, como dice el refrán, que cada palo aguante su vela. Opinión EL AUTOR es miembro de la Fundación Libertad. EL AUTOR es pintor y escritor. EL AUTOR es investigadora del Cieps. José Jauregui distintos. El primero se valida en títulos, diagnósticos e informes; el segundo nace de la experiencia situada, como en la relación continua con un territorio, un río o un cultivo. El conocimiento experto piensa en métodos estandarizados y replicables; los saberes locales no caben en modelos predeˆnidos. Se necesitan ambos, pero en la práctica los saberes son marginados y comúnmente tildados de “sentimentalismo”. Las protestas actuales en Bocas también re‹ejan este dilema. Mientras se de- ˆende un rediseño ˆnanciero de la CSS basado en cálculos actuariales y grado de inversión, sectores populares rechazan fórmulas que desdeñan sus saberes y realidades. La tensión ha escalado de forma preocupante, evidenciando no solo el hartazgo acumulado, sino también los riesgos de persistir en una lógica que margina el disenso y convierte el con‹icto social en una amenaza, en lugar de una oportunidad democrática. El pragmatismo que nos caracteriza privilegia una estabilidad ilusoria por encima de la justicia social y reduce lo político —no confundir con politiquería— a una cuestión administrativa. Desactiva el disenso, fabrica el consenso técnico y excluye lo que no cabe en Excel. Pero no existe la neutralidad: las decisiones públicas responden siempre a valores, intereses y visiones del mundo. Panamá puede trascender su pacto fundacional con pluralidad o perpetuar la imposición de una sola mirada. Octubre de 2023 marcó una grieta en el muro tecnocrático, por donde ˆnalmente cabría una conversación más amplia y profunda que las hojas de cálculo o el reduccionismo del PIB. Las actuales protestas no sólo cuestionan decisiones puntuales; expresan una voluntad colectiva de no regresar al monólogo vertical. En Panamá nos gusta pensar en términos de grandes obras, cifras y resultados tangibles. Si algo produce empleo, divisas o aplausos internacionales, se da por válido.Esa lógica pragmática ha moldeado nuestra cultura política por más de un siglo, en el que Panamá ha sido más un país gestionado que gobernado. No resulta extraño, cuando fue la ambición de una megaobra ingenieril la que marcó en gran medida el origen de la república y el rumbo de su economía: una estructura transitista –como la llamara Alfredo Castillero Calvo– volcada hacia la eˆciencia logística y los ‹ujos internacionales. Pocas instituciones encarnan mejor la fusión entre técnica y legitimidad que la ACP, cuyo rol ha sido central no sólo en términos económicos, sino también simbólicos. Cuando en 2006 pidió luz verde para la ampliación, el Estado encargó la pedagogía del proyecto a ingenieros, economistas y consultores. Aunque votó menos de la mitad del padrón, el referéndum dio el “sí” con un 78%, presentado como un mandato rotundo a favor del proyecto. Así se esceniˆcó un consenso: la mayoría quería más buques, más dólares, más crecimiento, y plantear cualquier otra cosa era “antiprogreso”. Diecisiete años después, el guion se repitió con First Quantum. El gobierno y la minera canadiense apelaron a estudios económicos y aportes al PIB, pero esta vez la fórmula fracasó. Es obvio que el anclaje simbólico del Canal en la identidad nacional no está presente en el caso minero, pero el episodio parece revelar una grieta en el modelo de país: mientras el discurso oˆ- cial aún deˆende su racionalidad tecnocrática, la ciudadanía ensaya otras formas de pensar la soberanía, el territorio y la deHa quedado en evidencia que para los extremistas la única forma válida de comunicación y diálogo consiste en aceptar sin cuestionamientos lo que ellos afirman. Joaquín González J. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Anne e Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón La tensión [en Bocas del Toro] ha escalado de forma preocupante, evidenciando no solo el hartazgo acumulado, sino también los riesgos de persistir en una lógica que margina el disenso y convierte el conflicto social en una amenaza, en lugar de una oportunidad democrática.

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