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7A La Prensa Panamá, martes 17 de junio de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. que la otra parte plantea. La respuesta, casi siempre sin fundamento, es descalificar al interlocutor por ser de izquierda, de derecha, político, sin experiencia, o incluso por su color de piel o su origen. A mí me enseñaron que, para objetar un punto de vista, primero hay que escuchar a quien lo sostiene, y luego responder. Siempre con respeto, sin interrumpir, y aunque la opinión del otro carezca de fundamento sólido. Todos tenemos derecho a hablar, a exponer nuestras ideas y sustentarlas; pero también tenemos la obligación de escuchar a quien nos habla con respeto. Hoy hemos llegado al punto en que lo que se dice en redes sociales tiene más peso que la opinión de científicos, politólogos, médicos, ingenieros o cualquier otro profesional con años de formación. Así, hay “vacunólogos” que desacreditan a médicos expertos, y “opinólogos” que rebaten a quienes se han preparado para entender la política y analizar el mundo. Los latinoamericanos, desde la época colonial, hemos buscado a un líder que nos resuelva la vida. Durante las guerras de independencia, al menos, hubo hombres y Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. El trauma de vivir sin agua Recursos hídricos Somos un país rodeado de dos océanos, la maravilla del canal, ríos, cascadas y playas hermosas, así como de una atractiva temporada lluviosa que, hoy día, se extiende prácticamente todo el año. Según el Instituto de Meteorología e Hidrología, Panamá es el quinto país más lluvioso del mundo. Estos activos naturales han sido siempre una de las fortalezas de nuestra biodiversidad y atractivo tanto para nacionales como para extranjeros. A pesar de ello, Panamá sigue afrontando retos importantes en materia de acceso y distribución del agua potable, con consecuencias que van desde la afectación directa de vivir sin el líquido fundamental para la vida —incluyendo al ser humano como parte de la biodiversidad— hasta las alteraciones en la dinámica cotidiana. En muchos contextos, como el familiar, la falta de agua obliga a destinar varias horas al día para buscar, recoger, preparar o esperar el suministro mediante cisterna. De lo contrario, las responsabilidades familiares, escolares y laborales se ven trastocadas. Desde una mirada de género, y tomando en cuenta la distribución social de los roles según el sexo, para una madre o mujer que tiene a su cargo las tareas de cuidado —ya sea de hijos, hijas, padres, madres, familiares con discapacidad o personas enfermas—, no contar con acceso al agua potable representa una carga adicional en su rutina diaria. Entre esas tareas están cargar y trasladar grandes tanques o cubos de agua sobre su cabeza u hombro, organizar utensilios en el fregador, limpiar sanitarios y mantener el hogar, con mayor rigurosidad si hay personas dependientes. Esta sobrecarga de trabajo para las mujeres en contextos sin acceso al agua potable no solo genera afectación física, sino también tensión, depresión y un verdadero trauma. A todo ello se suma la presión de madrugar para cumplir con las tareas del hogar, cuidar, lavar, cocinar, llevar a los hijos a la escuela, asistir a citas médicas, trabajar —en el caso de quienes tienen un empleo— y un largo etcétera de responsabilidades socialmente asignadas. Se suma a este trauma la grave situación que atraviesan las personas de escasos recursos que viven en comunidades alejadas o de difícil acceso, como ocurre en la región de Azuero. Allí ya se han encendido las alertas: hace algunos años se registró una grave contaminación del río La Villa por la presencia del herbicida Atrazina, utilizado para el control de malezas en cultivos de maíz, sorgo y caña de azúcar. Ahora, en 2025, las autoridades advierten nuevamente sobre altos niveles de contaminación en las fuentes hídricas, principalmente en ese mismo río. El origen del problema podría ser multifactorial, y no exclusivamente derivado de la actividad porcina. La falta de compromiso, de políticas públicas ambientales efectivas y de la aplicación de un plan estratégico para contener el daño y buscar soluciones sostenibles en el tiempo ha provocado una crisis sanitaria por agua contaminada en esta región, irónicamente rica en recursos hídricos. Esta situación viola disposiciones de la Constitución Política de la República, que establece la obligación del Estado de velar por la salud de la población y garantizar mecanismos que aseguren el acceso al agua potable, con participación comunitaria en los procesos de planificación y ejecución. Finalmente, en relación con los compromisos internacionales, recordemos que el Estado tiene la obligación de cumplir con la Agenda 2030, cuyo objetivo número seis establece el acceso universal al agua limpia y libre de impurezas. CompaTriota: Reavivando la llama de la historia en la juventud Memoria colectiva mericano de Acción Ciudadana (LLAC) 2025, coorganizada por el Canal de Panamá y Jóvenes Unidos por la Educación, cuyo propósito es rescatar el sentido de pertenencia e identidad nacional entre jóvenes panameños. Durante tres semanas, adolescentes de comunidades históricas como El Chorrillo, Barraza, Santa Ana y Calidonia vivieron un proceso educativo distinto. No se trató de memorizar: se trató de sentir. Recrearon hechos históricos, exploraron escenarios alternativos, visitaron museos y, lo más importante, se reconocieron como parte de una historia viva. En ese proceso, la apatía inicial dio paso al asombro. “Más que todo, no le tenía fe a este proyecto debido a que, gracias al colegio, no aprendía nada; todo era memorizar una hoja y listo”, cuenta Katherin Camacho, de 17 años. “Con estas clases he aprendido más que en tres años de secundaria. Me ha parecido muy lindo e interesante ver cómo jóvenes de edades cercanas a la mía hagan esto”. Uno de los momentos más poderosos fue el conversatorio “Voces de la Historia” en la Biblioteca Nacional. Figuras clave como Diego de Obaldía, Jorge Arjona, Nyra Soberón, José de la Guardia y José Alejandro Rodríguez compartieron sus visiones sobre la memoria colectiva. Las intervenciones no fueron conferencias, sino encuentros intergeneracionales que abrieron heridas y sembraron orgullo. La historia se volvió voz, presencia, llamado. Al final del programa, la jornada de pintura “Mi patria, mi arte” permitió a los jóvenes plasmar en lienzos lo que Panamá significa para ellos. No fueron simples dibujos: fueron manifiestos personales. Cada trazo hablaba de un país mestizo, resiEmily V. Rujano Viene el mesías Responsabilidad ciudadana Los panameños seguimos aferrados a que alguien haga tal o cual cosa. Es decir, seguimos esperando a un mesías político que “resuelva la cosa”. Muchas veces, cuando se les pregunta qué es exactamente “la cosa”, se molestan y responden: “tú sabes… la cosa”. ¿Les ha pasado, verdad? Infortunadamente para muchos, ese alguien se levanta junto con ellos todos los días. Solo pueden verlo —aunque no quieran reconocerlo— cuando están frente al espejo. Todos hemos escuchado alguna vez el enaltecimiento de “líderes” que llegan con cantos de sirena y, una vez que se apropian del poder, se convierten en los mismos gobernantes totalitarios que tanto criticaron. Me causa gracia cuando alaban el “milagro” salvadoreño y, al describirlo, uno les señala que —por coincidencia— parecen estar hablando del régimen de Manuel Antonio Noriega. Entonces se disgustan. En los últimos tiempos —y no solo en Panamá— hemos inventado una nueva forma de discutir: la descalificación. Quienes la practican creen que les funciona. A veces ni siquiera terminan de escuchar lo mujeres que lucharon junto a los libertadores para que hoy disfrutemos de alguna forma de libertad. Pero en nuestra obstinación, seguimos esperando a un líder con varita mágica que resuelva los problemas que nosotros mismos no quisimos enfrentar. Nos equivocamos una y otra vez, siguiendo a quienes nos dicen lo que queremos escuchar. Y así terminamos eligiendo a incapaces con gran talento para enredarlo todo. Curiosamente, son los únicos que dicen tener la solución para todo... pero nunca pueden hacer nada. De esos tenemos bastantes en el continente. Tampoco es justificable, bajo ninguna circunstancia, lo que estamos viendo en Panamá, donde algunas manifestaciones terminan siendo ataques contra la justicia, la ley y el orden. Por más razón que tengan quienes protestan, su legitimidad se diluye cuando violan los derechos de los demás. La gente olvida a los ladrones que escaparon del país y solo piensa en lo que personalmente le molesta o afecta. Nos hemos convertido en países de extremos, y eso es muy peligroso. Hace tiempo venimos advirtiendo —en artículos anteriores— sobre la olla de presión en la que vivimos, que amenaza con una explosión social. Y es en esas crisis donde emergen líderes como Castro, Chávez, Ortega, Uribe, Da Silva, Kirchner, Bukele y otros más, que llegan al poder con apoyo popular incondicional y luego leen el mismo libreto: cambian la Constitución, reemplazan a los magistrados de los altos tribunales, limitan derechos, y así comienzan las dictaduras civiles, tan difíciles de erradicar. No esperemos al mesías. Convirtámonos en uno. Opinión LA AUTORA es abogada. EL AUTOR es dirigente cívico y analista político. LA AUTORA es egresada del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana 2024. Joyce J. Araujo liente y valiente. Las obras se exhibieron en el Museo de Arte Contemporáneo como testimonio de que, cuando se les convoca, los jóvenes responden con profundidad y compromiso. El impacto fue claro: un aumento del 17% en conocimiento histórico y un crecimiento del sentido de pertenencia del 79% al 86%. Pero los resultados cualitativos son aún más valiosos: jóvenes que ahora entienden la lucha por la soberanía no como un capítulo aislado del pasado, sino como una fuerza que influye en sus decisiones, sus voces y su rol en la sociedad. CompaTriota demostró que, cuando la historia se humaniza, transforma; que los jóvenes no son apáticos: están esperando ser convocados. Que el verdadero patriotismo no se enseña con himnos obligatorios, sino con preguntas valientes y espacios donde las respuestas importan. Hoy, la historia nos llama a ser protagonistas, no espectadores. Como jóvenes, no podemos heredar la libertad sin asumir también el compromiso de preservarla. Visitemos museos, escuchemos a nuestros abuelos, cuestionemos los libros de texto. Participemos en espacios donde la memoria se mantenga viva. Porque solo quien conoce sus raíces puede volar sin perderse. Y solo una juventud que se sabe heredera de luchas pasadas puede defender su presente y construir su futuro. ¿Arderá en nosotros la misma llama? Sí. Pero solo si decidimos encenderla con nuestras acciones. El momento es ahora. El deber es nuestro. Los mártires, con su sangre, pavimentaron el camino hacia nuestra soberanía. Nosotros, los jóvenes de hoy, ¿qué estamos dispuestos a sacrificar por Panamá? Mientras ellos ofrendaron sus vidas entre banderas rasgadas y balas, nosotros enfrentamos batallas distintas, pero igualmente decisivas. La pregunta que resuena a través del tiempo es:¿arderá en nosotros la misma llama de amor patrio que convirtió a estudiantes comunes en héroes inmortales? En una nación cuya soberanía fue construida con vidas jóvenes ofrendadas entre protestas, balas y represión, la desconexión de las nuevas generaciones con su historia representa una amenaza silenciosa, pero profunda. Hoy no se disparan balas, pero se apagan memorias. Y sin memoria, no hay identidad posible. Según el Museo del Canal Interoceánico, el 75% de los adolescentes panameños nunca ha visitado un museo, y el 67% considera “irrelevante” conocer los hechos que forjaron el país. Esto no es apatía juvenil: es el reflejo de un sistema educativo que ha convertido la historia en una lista de fechas sin alma. La patria se reduce a fotocopias; los héroes, a nombres que se olvidan después del examen. Ante este panorama surge CompaTriota, una iniciativa del Laboratorio LatinoaHoy hemos llegado al punto en que lo que se dice en redes sociales tiene más peso que la opinión de científicos, politólogos, médicos, ingenieros o cualquier otro profesional con años de formación. Juan B. Mckay

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