10A La Prensa Panamá, lunes 2 de junio de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. ma necesitaba una reforma de verdad. No una reforma solo para evitar el “juega vivo”, sino una reforma estructural para adecuar los costos de las pensiones a los beneficios que ellas ofrecen, particularmente ante los cambios radicales demográficos, tecnológicos y sociales. Pero no. En una combinación tóxica de ignorancia, desinformación y la conducta “trespatinesca” de sacar sin poner, los ciudadanos y una clase política muy sensible a los antojos populistas hicieron imposible reestructurar el sistema. Los pocos cambios que se lograron con las reformas de Endara en 1992 y de Martín en 2005 se lograron “a sangre y fuego” y con enormes costos políticos para los partidos que las propusieron. Es cierto que el tema es complicado y que nunca es suficiente la docencia sobre la reforma urgente. Pero siempre hemos sabido que los beneficios superan con creces las contribuciones. Y todos... todos, incluso el recordado “Eladio”, nos hicimos los vivos hasta que, a principios de este año, le dimos santa sepultura a las reservas del sistema, que murieron desangradas por ese desequilibrio crónico entre lo que nos llevamos y lo que pusimos. Pero hay que agregar algo. A pesar de todas las presiones demagógicas, la reforma de Martín logró desacoplar el obsoleto sistema solidario y reemplazarlo por un sistema híbrido de capitalización. Esa reforma, muy lejos de completarse, requería ajustes futuros. Además, preveía que los siguientes gobiernos capitalizaran el sistema entre 400 y 500 millones por año, para suplir los ingresos que el sistema “solidario” requería hasta su extinción. Y aquí vino la viveza suma. En un guion digno de “La Tremenda Corte”, los tres “Tres Patines” siguientes, Martinelli, Varela y Cortizo, jugaron vivo Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Urge restablecer el orden democrático y el derecho al trabajo Bloqueos Urge poner fin a las acciones que destruyen el trabajo y la actividad económica, y que amenazan libertades fundamentales como el derecho al libre tránsito, la libertad de expresión, el acceso a la información veraz y el derecho a la educación. Durante las últimas semanas, Panamá ha enfrentado la paralización de clases en el sistema de educación pública, la interrupción parcial de importantes actividades económicas y el cierre de vías de comunicación. Estas medidas han sido impulsadas por grupos organizados de extrema izquierda que, con el pretexto de rechazar los cambios al sistema de pensiones y salud de la Caja de Seguro Social, buscan desestabilizar la convivencia nacional y destruir empleos. La Ley 462 de 2025, que reformó el régimen de la Caja de Seguro Social, introdujo cambios significativos para mejorar la prestación de los servicios de salud, aumentar la eficiencia y productividad de la institución, y fortalecer su gobernanza. En materia de pensiones, la ley eleva los aportes del Gobierno Nacional a más de 1,000 millones de dólares anuales, y los aportes patronales pasan del 12.25% al 15.25%, es decir, un incremento del 24%. En contraste, no se aumenta la edad de jubilación, no se incrementa la cuota de los trabajadores, y no se privatiza el sistema. Además, se establece un sistema de pensiones nocional, flexible y transparente, que permite a cada asegurado decidir cuándo y con cuánto jubilarse, en función de sus aportes y condiciones personales. Contrario a lo que alegan sus opositores, el proyecto fue objeto de una discusión pública extensa: se abrió un periodo de análisis de 185 días, distribuido en tres fases. En la primera, el Órgano Ejecutivo organizó encuentros con sectores sociales, que presentaron propuestas, muchas sin respaldo técnico. En la segunda, el Órgano Legislativo llevó a cabo consultas en todo el país, abiertas a toda persona u organización, con o sin sustento especializado. Finalmente, en el proceso de debate parlamentario se introdujeron más de 300 modificaciones al anteproyecto, y el texto fue aprobado por mayoría con 48 votos a favor de un total de 71 diputados. Un aspecto crítico que el Legislativo no abordó —y que deberá discutirse en el futuro— es la necesidad de revisar la edad de jubilación, en coherencia con la realidad demográfica: los panameños vivimos más años y tenemos menos hijos. Panamá no puede avanzar mientras los niños estén fuera de las escuelas, mientras se impida trabajar a quienes sí queremos y necesitamos trabajar, y mientras se mantenga el secuestro de la democracia por una minoría que desconoce las reglas del juego institucional y las libertades fundamentales. Solo recuperando el orden democrático y reafirmando el derecho al trabajo y la educación, el país podrá enfrentar con éxito los desafíos del desarrollo humano. Un gran acuerdo nacional Estancamiento institucional creación de feudos partidistas. El resultado es contundente: desde 2009, la planilla estatal ha aumentado en un 56.7%, sin que ese crecimiento se traduzca en un mejor Estado. Panamá recuperó la democracia en 1989, y durante los primeros años se celebró con entusiasmo la reconstrucción de una nueva república en democracia. Sin embargo, ese impulso inicial no se tradujo en un verdadero fortalecimiento institucional. Las estructuras formales de la democracia se establecieron, pero su perfeccionamiento fue postergado, permitiendo que el modelo degenerara en lo que el politólogo argentino Guillermo O’Donnell describe como una democracia delegativa: un sistema donde el poder se concentra, los controles son débiles y la rendición de cuentas, escasa. Un ejemplo inspirador fue la transición democrática de España, que, tras décadas de dictadura, logró un cambio significativo y ejemplar. El rey Juan Carlos I abrió el camino, y el presidente Adolfo Suárez lideró la reforma política de 1976, desmantelando el franquismo y permitiendo elecciones libres. Este proceso se consolidó con la Constitución de 1978, una carta magna moderna y consensuada que sentó las bases de un Estado de derecho con separación de poderes, Roberto Zúñiga El país de Tres Patines Caja de Seguro Social Empiezo por decir que las opiniones expresadas aquí son personales. De ninguna manera deben interpretarse como vinculadas a mi relación de asesor del presidente ni al Poder Ejecutivo. Si hiciéramos una encuesta, en los últimos 60 años, el personaje más popular sería, sin duda, José Candelario “Tres Patines”. Un personaje nefasto que encarna el “juega vivo”, que engaña y tima a diario. Enjuiciado por la “Tremenda Corte”, que sentencia pero no encarcela. Cada día, este personaje irredento sale a embaucar a las mismas víctimas con juegos de palabras y medias verdades. Tristemente, este sainete ha hechizado a los panameños por décadas. La tragedia no es solo que los panameños celebremos las ocurrencias de un tracalero, sino que lo emulemos. Este es el país del “juega vivo”. Jugar vivo es “hot”, es “rareza”. Gozamos viendo cómo evadimos el peaje en el corredor, cómo nos estacionamos en un espacio reservado para personas con discapacidad, o cómo burlamos el subsidio calentando el jacuzzi con gas subsidiado, etc., etc. Nuestro sistema de seguridad social, la Caja, un bien público indispensable para el bienestar de la sociedad, ha sido una víctima importante de este matraqueo. Tenemos 40 años jugándole vivo al Seguro Social, para seguir cobrando o esperar cobrar una pensión por la que hemos pagado, con suerte, la mitad. Y usamos todo tipo de argucias para escondernos, para mentir y para sangrar el sistema. Allí, nos ha sobrado imaginación y nos ha faltado moralidad. Ya desde 1981 sabíamos que nos llevábamos más de lo que poníamos. Desde entonces, hemos sabido que el sistehaciéndose los pendejos con la letra de la ley. Con evasivas falsas y hasta ridículas, no capitalizaron el programa al que obligaba la reforma. De haberlo hecho, el programa tendría hoy más de 7 mil millones de reservas y no le hubieran tirado a Mulino el perro muerto. Mulino enterró al perro y se ha enfrentado a la situación. Hoy tenemos una ley imperfecta, pero se acabó el impasse y se contuvo la fiesta. Y con todo y eso, para los “juega vivo” que aún no ponemos ni un real, ni un día más de cotización ni de edad de jubilación, la nueva ley nos financia una pensión con fondos públicos, que debieron ir a paliar las necesidades de los que no tienen nada, ni siquiera una radio para saber quiénes eran Rudecindo o Nananina. Ganamos los “vivos”, pero perdimos todos. La calle sigue revuelta y hay desde consignas pseudo-marxistas (pobre Carlos Marx) hasta moribundas mentiras sobre lo que dice o no dice la ley. Pero en realidad es una gran farsa. Se trata de ver cómo los “vivos” rescatamos los privilegios sin poner nada, porque José Candelario nunca ofreció nada. Solo mintió y tergiversó. La historia de la Caja es elocuente y aleccionadora. El “juega vivo” se repite en muchas instancias de la vida nacional, y es especialidad de las capas medias arribistas. Nadie quiere poner nada, y mucho menos desde hace más de 20 años, cuando nos regalan subsidios y privilegios a cambio de llorar pobrismo y hacernos las víctimas. He dicho muchas veces que somos un país de pedigüeños. Ahora no pedimos: exigimos, cerrando calles y violentando la convivencia civilizada. El “juega vivo” nos está arruinando. Pero más que eso, esa cultura de quién le quita a quién y quién pelecha más ha destruido la poca confianza que nos teníamos. Aquí nadie cree en nadie, decimos. Y es así de peligroso: un sentimiento larvado en el abuso, la viveza y el crimen sin castigo. Tal cual la “Tremenda Corte”. Opinión EL AUTOR es analista financiero. EL AUTOR es ciudadano. EL AUTOR es diputado de Vamos. Domingo Latorraca controles institucionales y un modelo autonómico que garantizaba el pluralismo. Winston Churchill decía que “un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad”. Hoy, más que nunca, Panamá necesita ser optimista. Frente a la compleja coyuntura que enfrentamos, urge la construcción de un gran acuerdo nacional, uno que esté lejos de los cálculos electorales, intereses personales y divisiones sociales. No basta con diálogos simbólicos ni con deseos sin consecuencias. Panamá necesita un compromiso real, amplio y con visión de futuro. Se necesita la madurez de entender la importancia de entendernos como ciudadanos. Un acuerdo que devuelva la confianza ciudadana y enfoque los recursos del Estado en lo que de verdad importa: mejorar la calidad educativa, garantizar el acceso a la salud, al agua potable, y reforzar las instituciones. Un acuerdo nacional que reconozca el mérito y la capacidad por encima de la lealtad política. Para que este gran acuerdo sea verdaderamente transformador, debe incluir a todos, sin excepciones ni protagonismos: la ciudadanía, los empresarios que generan empleo, los educadores que moldean el futuro, los médicos que sostienen el presente y los jóvenes que hoy miran al país con escepticismo o resignación. No hay tiempo que perder. Debemos definir juntos el rumbo que queremos para Panamá. Ante el abismo, no hay espacio para cálculos políticos; solo para la decisión valiente de construir, juntos, el país que merecemos. Ante el abismo, surge la necesidad impostergable de construir. Toda nación enfrenta momentos críticos en los que debe tomar decisiones difíciles en nombre del porvenir. Son esas coyunturas excepcionales las que demandan de un presidente un liderazgo genuino y la capacidad de guiar al país hacia un futuro mejor para todos. La situación actual de Panamá es insostenible. Nos enfrentamos a una crisis profunda, cuyo origen no es coyuntural, sino estructural: el Estado panameño está atrapado en un estancamiento institucional que lo incapacita para avanzar. Los servicios públicos se deterioran y, en lugar de respuestas, aumenta la burocracia. La planilla estatal se expande sin control, hasta el punto de que hoy Panamá ocupa el segundo lugar en América Latina con el mayor porcentaje de empleados públicos en relación con su población económicamente activa: un alarmante 17%. Este abultamiento desmedido ha dado paso a instituciones extractivas, que erosionan la capacidad del Estado para responder a las necesidades de los ciudadanos. Esta disfunción se ha agravado por la ausencia de una visión a largo plazo en los sucesivos gobiernos. En lugar de profesionalizar e institucionalizar el aparato estatal, se ha optado por una política clientelista, orientada a preservar cuotas de poder mediante el reparto político y la La tragedia no es solo que los panameños celebremos las ocurrencias de un tracalero, sino que lo emulemos. Este es el país del “juega vivo”. Jugar vivo es “hot”, es “rareza”. Roberto Brenes Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. 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