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6A La Prensa Panamá, domingo 1 de junio de 2025 Panorama Enero, 1981. Don Olmedo Serrano, campesino chiricano encaramado en un pilón de su casa, en las selvas muy lluviosas del río Diablo o San Cristobal, afluente del alto río Chagres. Don Olmedo y las selvas muy lluviosas del río Chagres Stanley Heckadon Moreno ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] En 1981, Stanley Heckadon documentó la vida de Olmedo Serrano, colono en las selvas del río Chagres. Su testimonio revela los desafíos agrícolas, la presión ganadera y la importancia ecológica de conservar esta cuenca vital para Panamá. En 1980, Irving Díaz, jefe de la Dirección de Recursos Naturales Renovables (Renare) del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, me comentó que le había gustado el estudio que había realizado sobre la colonización de las selvas de Tonosí en 1975, para el programa de desarrollo rural integrado del Ministerio de Planificación. Me preguntó si podría realizar un estudio similar sobre los campesinos de la cuenca del Canal de Panamá sobre quienes poco se sabía. Le dije que sí. Así, fui a dar primero al lago Gatún, luego al lago Alhajuela o Madden y finalmente a los que colonizaban las selvas muy húmedas de las cabeceras del río Chagres que aportan el grueso del agua para las operaciones del Canal y las potabilizadoras de Panamá y Colón. En enero de 1981, tras una dura caminata de horas con mis baquianos del Renare, los guardabosques Pedro Rojas y Rosendo Rosales, llegamos al San Cristobal, otrora río Diablo, un afluente del alto Chagres. Allí conocí a Olmedo Serrano, nacido en el distrito de San Lorenzo, Chiriquí. Encaramándose sobre un pilón de su humilde vivienda conversamos sobre los campesinos que colonizaban las selvas lluviosas del alto Chagres. Dijo que había llegado en 1959, cuando tumbó monte y paró su rancho. Entró con otro chiricano, Felipe Santos. Como muchos campesinos, migró primero a la Chorrera, pero buscando un pedazo de tierra para levantar su finca, llegó a explorar las selvas del San Cristobal. Entró en carro hasta el lago de Cerro Azul, y de aquí caminaban 4 horas a pie, hasta Altos de Pacora, para voltear la cordillera del río Mamoní y caer al río Chagres. Cuando entró hizo el primer corte de la montaña entre él y sus hermanos, con Felipe Santos y sus hijos. Primero sembraron frutales, pero apareció un señor rico de la capital llamado Bebi Jimenez que decía que su compañía era dueña de todas las tierras del río San Cristobal. “Tumben montaña —les decía— pero siembren paja, que eso si se los puedo pagar”. Jimenez no quería que sembraran árboles, como naranja o café. “Aquí entró mucha gente del 65 pa’ acá, pero muchos se han ido. De los 20 que entramos, solo quedamos cinco. Se han ido porque no les gustaba tantas lomas que había y porque llovía mucho y estaba muy lejos de los pueblos y los mercados. Venían gentes de todas las provincias, de Chiriquí, Veraguas que vinieron más y de Los Santos. La mayoría quería dedicarse a la ganadería en grande, porque decían que les dejaba más que la agricultura y era menos problemas sacar las vacas al mercado. Pero aquí la vida es dura: la montaña es muy dura de tumbar. Unos cortaban el monte, lo quemaban, pero no sembraban productos, si no paja. Regaban la paja y se iban. A orillas del río Piedra hicieron como 50 tumbos pa’ regarle la paja. La gente de interior que venían, ná máj entraban en verano. Pero aquí llueve mucho, hasta en verano. En marzo llueve muchísimo. Raro es el mes que no llueve. Abril es el menos lluvioso”. “Desde la prohibición de la tala, la gente está tratando que se mejoren los caminos pa’ sacá los productos que ya tienen. Aquí se tumbaba en enero, se quemaba en marzo y sembraba en abril, el comienzo de las lluvias, que era como del día 20 en adelante. Sembrábamos arroz, maíz y verduras, tallos, como el guineo y el plátano y frijoles, el cuarentano o primo, que coge na más que dos meses pa cosechar”. “El frijol chiricano no da aquí por el tiempo, que es muy lluvioso. El primo se cosecha en junio porque el verano de San Juan aquí es fuerte. La producción variaba porque en estas lomas una lata de arroz podía dar hasta 45 sacos, aunque 30 es lo más corriente. El maíz puede dar hasta 45 quintales, aunque lo corriente es de 40 a 35 quintales. La cosecha era en septiembre y octubre. Cuando era montaña, se hacía una segunda coa. En rastrojo no se puede hacer segunda coa, porque el monte se ensucia mucho. En rastrojo el maíz produce bien, la tierra tiene fuerza, pero en rastrojo el arroz no rinde y el maíz sí, pero hay que deshierbar. El frijol da bien. Este año sembré una lata de arroz en rastrojo, rastrojo que tenía 6 años y solo cogí 200 manotadas. Una manotada rinde entre 2 ½ y 3 libras de arroz pila’o. Este año el pájaro tronero se ha comido mucho del arroz”. En 1983 llegó El Niño. Su sequía amenazó con un racionamiento de agua sin precedentes. El calor incendió la basura en Panamá Viejo donde se vertían los desechos de la capital. Este estudio que hice para RENARE me serviría para coordinar luego las investigaciones para cerrar el basurero en Panamá Viejo e identificar el sitio del relleno sanitario en Cerro Patacón. Asimismo, como responsable el Grupo de Trabajo sobre la Cuenca del Canal que entre 1984-1986 realizó el primer diagnóstico a fondo del estado ambiental de una de las cuencas más importantes del mundo, la del Chagres, y plantear medidas para protegerla. Durante las décadas de 1960 y 1970 una de las mayores amenazas a las selvas mas lluviosas del rio Chagres fue el intento de convertirlas en potreros. En pocos años estos potreros quedaron en suelos muy pobres y laderas empinadas, tuvieron que abandonarse. Stanley Heckadon

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