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7A La Prensa Panamá, jueves 22 de mayo de 2025 Panorama Las actividad comercial en Guabito está prácticamente paralizada. Alexander Arosemena Ohigginis Arcia Jaramillo [email protected] BOCAS DEL TORO Este corregimiento fronterizo, con una población que supera los 10 mil habitantes, juega un papel clave en la conexión entre Panamá y Costa Rica. La lluvia cae intermitente sobre Guabito, en el distrito de Changuinola, como si acompañara el ánimo sombrío del pueblo. Las gotas repican sobre los techos de zinc, mientras los comercios lucen desiertos y las calles, antes bulliciosas por el paso de turistas y comerciantes, se han vuelto silenciosas. La crisis se instaló aquí desde que comenzaron los bloqueos en Bocas del Toro por parte de los trabajadores bananeros. Este corregimiento fronterizo, con una población que supera los 10 mil habitantes, juega un papel clave en la conexión entre Panamá y Costa Rica. Situado justo frente al río Sixaola y unido a su par costarricense por un puente vehicular, Guabito ha sido durante años un paso obligatorio para viajeros, transportistas y comerciantes que cruzan la frontera. Pero, desde finales de abril, la normalidad desapareció. “Por aquí cruzaban hasta 40 camiones diarios con banano, madera y mercancías”, comenta un funcionario que fiscaliza el puente sobre el río Sixaola, del lado panameño. “Ahora no cruza nadie. Ni un turista, ni un contenedor. Estamos secuestrados por esta situación”, lamenta, mientras la potente corriente del río se escucha de fondo. Limbo económico La paralización ha dejado al pueblo en una especie de limbo económico. “Esto no solo afecta al comercio formal, también al emprendedor, al artesano, al carretillero que vive del día a día”, advierte Jennifer Ruiz, representante del corregimiento. En su pequeña oficina comunal, las quejas se acumulan a diario. “Es una cadena: si no hay paso, no hay ventas; si no hay ventas, no hay comida en la casa”. Ruiz advierte que la economía local está en su punto más crítico. “No hay ingreso, no hay movimiento. Los comercios han tenido que disminuir las horas de trabajo porque, en realidad, no hay ventas”, explica. En su voz se percibe más que preocupación: es angustia contenida. “Lo más triste es ver cómo los adultos mayores no pueden ni siquiera sacar su dinero del cajero. No hay efectivo en circulación”. Guabito es mucho más que un cruce fronterizo. Es un pueblo con aspiraciones de crecer en el turismo y el comercio. “Antes de todo esto, estábamos trabajando en nuevas rutas ecoturísticas. Queríamos atraer a más visitantes hacia nuestro lado. Pero ahora todo se detuvo”, señala Ruiz. Para ella, el impacto es doble: se pierden ingresos presentes y se estanca el futuro. El efecto rebote alcanza incluso a las relaciones binacionales. Según la representante, habría circulado una advertencia de la embajada costarricense sobre el ingreso a Panamá. “Nosotros dependemos mucho de las ventas con nuestros hermanos costarricenses. Panamá es un país libre, democrático, de gente buena y trabajadora”, afirma con tono conciliador. “Mensajes así nos perjudican aún más”. El llamado Ruiz ha elevado su voz al Gobierno central. “Solicitamos al presidente que centre sus ojos acá. Este cordón fronterizo tiene mucho que ofrecer al país”, expresó. En su opinión, el potencial de Guabito ha sido subestimado, pese a ser el segundo paso fronterizo más importante del país. “Aquí pasan los turistas rumbo a isla Colón. Aquí se mueve mercancía, economía, empleo”. La parálisis ha convertido a Guabito en un pueblo en pausa. Los transportistas turísticos están detenidos, los guías sin clientes, los emprendedores sin ingresos. “Es duro ver que todo el esfuerzo de años se detenga así. Esta provincia aporta mucho al país y ahora su economía está cerrada, no fluye a ningún lado”, dice Ruiz con firmeza. “No es que no apoyemos las causas sociales, pero tenemos que encontrar un equilibrio. Si queremos crecer, no podemos seguir cerrándonos puertas”, sostiene. Luego, con una pausa breve, deja salir un suspiro antes de agregar: “Confiando en Dios, el gobernante sabrá conducir esto a buen término con diálogo”. La apelación Mientras la comunidad clama por atención, el conflicto se judicializa. El Sindicato de Trabajadores de la Industria del Banano y Empresas Afines (Sitraibana) presentó el miércoles 21 de mayo un recurso de apelación contra la decisión del juzgado laboral que declaró ilegal su huelga, iniciada el 28 de abril. Con esa apelación, la orden de retorno a los puestos de trabajo quedó suspendida. Sitraibana se mantiene firme, y sus bases también. La protesta se extiende por el distrito de Changuinola y áreas cercanas como Almirante y Rambala. En al menos 20 puntos, los bloqueos persisten. La tensión se acumula como una nube baja sobre la provincia, con demandas que apuntan contra las leyes 45 y 462. Las manifestaciones reúnen no solo a bananeros, sino también a docentes, obreros y pobladores que comparten el malestar por los cambios en el sistema de pensiones y en la administración de la Caja de Seguro Social. “Esto es por una causa justa”, insisten los voceros del movimiento, mientras las vías siguen cerradas y el flujo fronterizo detenido. En medio del pulso entre el Gobierno y los trabajadores, Guabito sigue esperando. “Necesitamos fluir”, repite Ruiz. El mensaje se extiende como un eco en un pueblo que, pese a la adversidad, sigue creyendo en su potencial y en la posibilidad de retomar el camino hacia la prosperidad. Guabito es mucho más que un cruce fronterizo. Es un pueblo con aspiraciones de crecer en el turismo y el comercio, pero que en este momento está paralizado por los cierres de vías. Alexander Arosemena EL GRITO DE GUABITO ‘Necesitamos fluir. Estamos secuestrados’

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