10A La Prensa Panamá, lunes 19 de mayo de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. jan. Algunos dirán: “Un par de días no le van a afectar”. Pero… ¿y si esos días se convierten en diez? ¿Diríamos lo mismo? Aquí empieza el efecto dominó: el proveedor de lechugas no puede llegar a la ciudad, así que Pritty Burger no tiene cómo reponer sus insumos. Al escasear la lechuga que queda en la ciudad, esta se encarece. Quien pague más, la consigue. Ahora el restaurante gana menos por cada hamburguesa y vende menos también.Después, el distribuidor de carne informa que no puede entregar a tiempo, o simplemente no puede llegar. Resultado: durante dos de esos diez días, no se vende ni una sola hamburguesa por falta de carne. Y no termina ahí. El distribuidor de lechugas no solo abastecía a Pritty Burger, sino a varios restaurantes más. La pérdida no es solo una venta: es una cadena de pérdidas. Producto que se daña, ingresos que no entran, descuadres en las cuentas que se deben reponer de las reservas del negocio, del bolsillo del empresario… o con deuda. Porque en economía todo está conectado: lo que tú consumes es la venta de otra persona. Esa venta paga su salario. Y así se mueve la economía. Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. El deber de restaurar el orden en defensa de la mayoría Coyuntura crítica Panamá atraviesa una coyuntura crítica que exige decisión, claridad institucional y sentido de responsabilidad histórica. Los bloqueos sostenidos de vías y espacios públicos han pasado de ser expresiones legítimas de protesta a convertirse en acciones de fuerza que paralizan el país, vulneran el orden público y atentan contra derechos fundamentales como la libre circulación, el acceso a la salud, la educación y el trabajo. Nos encontramos ante un dilema que no admite ambigüedades: ¿puede una democracia permitir que el desorden imponga su voluntad sobre el interés general? Mi respuesta es clara: no. El Estado tiene la obligación constitucional y ética de actuar con firmeza y proporcionalidad para restablecer la normalidad y proteger a la mayoría silenciosa que, sin marchas ni pancartas, padece en hospitales sin insumos, en negocios quebrados y en hogares angustiados por la incertidumbre. La protesta pacífica es un derecho consagrado en nuestra Constitución. Pero cuando se convierte en bloqueo, coerción o impedimento sistemático al funcionamiento de la vida nacional, ya no estamos ante el ejercicio de una libertad, sino frente a una transgresión del marco legal y social que nos rige a todos. El derecho a protestar no puede estar por encima del derecho a vivir en paz. Panamá no puede ceder al caos como forma de negociación. Ceder ante la imposición de medidas de hecho envía un mensaje devastador: que el orden institucional es débil y negociable, que quien grita más fuerte o paraliza más vías tiene ventaja sobre quienes respetan las reglas. Ese no es el país que debemos construir. Ese no es el futuro que merecen las próximas generaciones. El artículo 310 de la Constitución es claro en su mandato: la Fuerza Pública existe para proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos, y para mantener el orden público. Este no es un llamado a la represión ni a la violencia institucional. Es, por el contrario, un llamado a que el Estado ejerza su autoridad con legitimidad, respeto a los derechos humanos y claridad estratégica, pero sin titubeos frente a quienes vulneran la convivencia y ponen en riesgo la estabilidad del país. Actuar con firmeza no significa cerrar el diálogo. Pero para que el diálogo tenga sentido, debe construirse sobre un mínimo de respeto al orden constitucional. El Estado debe despejar las vías, aplicar las sanciones que correspondan a los responsables de actos ilícitos y, al mismo tiempo, abrir espacios reales para la deliberación social, pero sin aceptar el chantaje como método. El país requiere señales inequívocas de liderazgo. Requiere instituciones que se hagan respetar sin arrogancia, pero con determinación. Requiere que el bien común vuelva a ser el centro de nuestras decisiones. No podemos permitir que la indignación legítima de algunos sectores derive en la debilitación permanente del Estado. Hoy más que nunca, Panamá necesita serenidad con firmeza, diálogo con autoridad y legalidad con sentido de urgencia. La verdadera democracia no es solo la que garantiza derechos, sino la que también hace respetar los límites que protegen la convivencia entre todos. Es hora de que el Estado recupere su lugar. No para imponerse, sino para proteger. No para castigar, sino para garantizar. No para dividir, sino para unirnos nuevamente bajo el principio más básico de una nación funcional: que todos —sin excepción— estamos sujetos a la ley y protegidos por ella. Un istmo entre dos grandes intereses (II) Relaciones con Estados Unidos yectos de desarrollo e infraestructura en la región, sumando a Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés). Aunque Panamá suele estar entre las economíasmásdinámicasdelaregión,elFMI había pronosticado un crecimiento del PIB del 3%, revisado al alza a 4% para 2025. Sin embargo, las recientes protestas contra la Ley 462 de la CSS hacen prever una revisión a la baja y una tasa de desempleo que podría superar los dos dígitos. La CSS se ha convertido en un problema local con repercusiones internacionales, dado el mensaje que se envía a las calificadoras de riesgo, que enumeran las “tensiones sociales y de gobernanza” como uno de los principales desafíos del país. El gobierno del presidente Mulino aún no parece aceptar que el descontento no se limita a un movimiento social de izquierda en contra de la Ley 462. Los temas estructurales de política de Estado, especialmente en torno a la generación de empleo formal, también deben ser revisados, ya que están estrechamente ligados a la sostenibilidad de la CSS. Sin cotizantes, esta institución está destinada a desaparecer. Recordemos que la Ley 23 de 1931, impulsada por el Dr. Arnulfo Arias, creó la CSS como un organismo de previsión social, y este gobierno solo la ha abordado desde una óptica macroeconómica. Ante este panorama, surgen preguntas ineludibles: ¿por qué Panamá mantiene una tasa de informalidad laboral superior al 50%? ¿Por qué el mayor generador de empleo es el Estado, con su abultada planilla, y no la empresa privada? ¿Por qué ha caído drásticamente la inversión extranjera? ¿Por qué el gasto público no se ha reducido, sino que ha aumentado para 2025? ¿Cómo es posible que el país tenga, al mismo tiempo, la proyección de mayor crecimiento económico y el deshonroso tercer lugar en desigualdad de la región, solo por detrás de Brasil y Colombia? Gerardo Arias Olivares El efecto dominó de la economía Cierre de calles A medida que aumenta el descontento social en las calles de Panamá —ya sea por las reformas a la Caja de Seguro Social, el acuerdo de entendimiento entre Panamá y Estados Unidos o la posible reactivación de la mina de cobre— surge una pregunta inevitable: ¿cómo se expresa usualmente este descontento en Panamá? La respuesta más común: cerrando calles. Particularmente la vía Interamericana y ciertos puntos clave de la ciudad de Panamá. En otras palabras, se impide el paso a todos durante largos periodos de tiempo. La siguiente pregunta es clave: ¿Estos cierres nos afectan? La respuesta corta es sí. Afectan más a unos que a otros, pero nos afectan a todos. Pensemos en el siguiente ejemplo hipotético:Supongamos que existe un restaurante de hamburguesas llamado Pritty Burger que te encanta. Cada hamburguesa cuesta 13 dólares. El restaurante emplea a cinco personas y tiene un local cómodo. Hasta ahora, todo marcha bien. Pero comienzan los cierres de calles. La gente no puede llegar al restaurante o prefiere no salir de casa por seguridad. Naturalmente, las ventas baSegún el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC, 2022), el 68.7% de las empresas en Panamá son microempresas; el 20.7%, pequeñas; el 5%, medianas; y solo el 5.6%, grandes. En resumen, el 89.4% de las empresas del país son micro o pequeñas. Según la Autoridad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Ampyme) y el Centro Nacional de Competitividad (CNC), entre 2010 y 2019 una microempresa facturó, en promedio, 25,859.70 dólares anuales (unos 2,155 mensuales o 75 diarios). Una pequeña empresa, 369,558.10 dólares anuales (30,797 mensuales o 2,566 diarios). Para ser microempresa se debe tener hasta 10 empleados; para ser pequeña, entre 11 y 49. A simple vista, los ingresos mensuales pueden parecer altos, pero de ahí salen todos los gastos: planilla, luz, agua, alquiler, internet, insumos, impuestos municipales… y los salarios. En el caso de Pritty Burger, se necesitan vender al menos seis hamburguesas diarias solo para cubrir gastos básicos. Ahora imagina diez días sin ventas. Ese es el impacto real. Por eso, cuando se ejerce el derecho a la protesta, es esencial hacerlo sin afectar los derechos de los demás. Los datos lo dejan claro: los cierres de calle nos afectan a todos, y golpean con mayor fuerza a quienes representan el 89.4% del tejido empresarial panameño y, por extensión, a sus trabajadores. Opinión EL AUTOR es empresario y exdirector de ‘La Prensa’. EL AUTOR es analista económico y amigo de la Fundación Libertad. EL AUTOR es exbanquero. Carlos E. González De La Lastra El istmo panameño, pequeño pero privilegiado geográficamente, seguirá siendo un factor geoeconómico global: un espacio disputado entre nuestro aliado histórico, Estados Unidos, y su principal rival comercial y militar, China. Luego de que el gobierno del presidente Mulino retirara la participación de Panamá de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y quedara excluido de los créditos chinos anunciados en la CELAC, cabe preguntarse: ¿cuál será el aporte económico del gobierno de Trump ante la deteriorada y endeudada economía panameña? Lo único visible hasta ahora es que Estados Unidos exige concesiones geoeconómicas a Panamá, posiblemente bajo amenaza de represalias, aunque esos detalles queden bajo confidencialidad. ¿Cuál debe ser nuestro objetivo como país para salir de esta coyuntura política, social y económica? ¿Cómo mantener una relación constructiva con ambas potencias sin ser amedrentados ni obligados a escoger un solo bando? Todo indica que China volverá a ser, antes de una década, la economía más grande del mundo, como lo fue antes de la Revolución Industrial inglesa (1760–1840). A diferencia de esa época, ahora también posee poderío militar, aunque su estrategia actual privilegia la cooperación económica, lo que muchos analistas llaman soft power. La decisión del gobierno panameño de abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta —tras haberla respaldado inicialmente— fue un grave error. Se tomó sin analizar a fondo sus consecuencias ni asegurar un futuro económico digno para el país. Hoy parece que, a cambio, solo nos queda someternos a nuestro aliado más cercano, sin haber negociado nada tangible. Muchos acontecimientos relacionados con la relación de Estados Unidos con Panamá y el mundo han ocurrido desde la primera entrega de ’Un istmo entre dos grandes intereses’, publicada el 17 de febrero de 2025 en La Prensa. Afortunadamente, la amenaza de que Trump se tomaría el Canal de Panamá ha pasado a un segundo plano respecto a las iniciativas de política exterior de Estados Unidos. Sin embargo, eso no significa que sea un caso cerrado. Tras la firma del Memorando de Entendimiento (MoU) entre el secretario Pete Hegseth y el ministro de Seguridad, Frank Ábrego, han surgido más preguntas que respuestas. Ante la presión estadounidense para reactivar su presencia militar en las riberas del Canal, el gobierno chino también ha aumentado su presión sobre el grupo Hutchison Ports para impedir que se concrete la venta de sus dos puertos al consorcio estadounidense-italiano BlackRock-Till, interesado en controlar las entradas al Pacífico y al Atlántico panameños. China sigue desafiando a Estados Unidos en su propio hemisferio. En el foro China-CELAC celebrado en Pekín, se anunció que el comercio entre China y América Latina y el Caribe creció exponencialmente hasta alcanzar los 427 mil millones de dólares al cierre del último trimestre de 2024. Además, el presidente chino Xi Jinping anunció un crédito de aproximadamente 9,200 millones de dólares para proLa pérdida no es solo una venta: es una cadena de pérdidas. Producto que se daña, ingresos que no entran, descuadres en las cuentas que se deben reponer de las reservas del negocio, del bolsillo del empresario… o con deuda. Felipe Yanis Estribí Quiel
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