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prensa_2025_05_16

7A La Prensa Panamá, viernes 16 de mayo de 2025 flejan una incapacidad e indolencia sistemáticas para resolver eficientemente cualquier gestión pública. Esto se debe a que la doctrina política que emana desde los despachos superiores se basa en una nefastísima teoría socialista de triple S: 1. Soslayar 2. Simular 3.Saquear...todo lo que se pueda. En Panamá se desconoce qué es la ética: rama de la filosofía que rige la conducta humana, específicamente lo que está bien o mal, correcto o incorrecto, desde una perspectiva moral y legal. Muy pocos ciudadanos creen en servir al prójimo o cumplir con su jornada laboral de manera eficiente, en todos los sectores, públicos y privados. Arrastrados por el tsunami del clientelismo político y una globalización sin conciencia, la ética ha sido desplazada. La política, en los Estados, debe entenderse como el conjunto de actividades, decisiones y procesos mediante los cuales una sociedad organiza, distribuye y ejerce el poder para alcanzar el bien común y la paz social. Eso no existe en Panamá. Es bochornoso que muchos aspisale más económico invertir algún dinero en el parvulario que en una “nana” que cuide a los niños en la casa, los bañe, los alimente, juegue con ellos, los saque un rato afuera de la casa, les converse y acompañe. Todo eso lo hacen algunos parvularios y por menos dinero. Pero, hay otros parvularios que, a pesar de no proponérselo, se constituyen en un depósito de niños ajenos con necesidades diferentes cada uno y con personal insuficiente para esa demanda. Allí llegan muy fácilmente niños enfermos. Y no quiere decir que otros parvularios con mejores facilidades, con más maestros, con más recursos no se utilicen como guardería para guardar niños en horarios difíciles para los padres. Niños que llegan enfermos a pesar de que sus padres lo conocen. También hay padres que depositan a sus hijos en las escuelas con un horario impecable, para 5 en asistencia, para cumplir ellos con sus horarios de muchas otras actividades sociales o laborales, gran parte de ellas. Estos no pertenecen al grupo descrito al inicio, y ciertamente, no conozco si son mayoría, pero afectan a las mayorías de otros niños y familias. Ha llegado la hora del recreo. Los niños enfermos, en su etapa inicial de pre- y escolaridad, sufren enfermedades infecciosas en un altísimo porcentaje. Enfermedades crónicas, enfermedades con las que se nacen (congénitas o familiares), o enfermedades malignas, afortunadamente no constituyen éstas, el acumen de condiciones por las cuales los enfermos necesitan descanso, reposo, líquidos y atención en casa. La atención a estas enfermedades, infecciosas prácticamente todas, no se hace en la escuela. Además, las enfermedades infecciosas son eso: infectan a otros. A menudo la familia de un niño con una enfermedad respiratoria me pregunta si “¿es contagiosa?”. Todas las enfermedades respiratorias, y más entre niños, son contagiosas. Son contagiosas por su misma naturaleza, por la capacidad de los organismos que las causan, de infectar. Es como preguntarse si bajo un chaparrón, sin paraguas ni capote, en la calle, ¿nos vamos a mojar? Sí, nos vamos a mojar. Y si no guardamos medidas de higiene, también nos vamos a infecta un Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Nueve años de Ciencia en Panamá: un llamado a la acción Ciencia en Panamá Hace nueve años, en medio de recortes presupuestarios globales a la ciencia, nació la Fundación Ciencia en Panamá. Surgimos como un movimiento ciudadano convencido de que el conocimiento es una herramienta poderosa para construir un país más justo, resiliente y sostenible. Hoy, al igual que entonces, el papel de la ciencia está bajo escrutinio. A medida que enfrentamos múltiples puntos de inflexión ecológicos y crecientes tensiones sociales, la necesidad de decisiones fundamentadas en evidencia se vuelve urgente. Sin embargo, vemos cómo en varios países, incluyendo potencias en investigación e innovación como Estados Unidos, se reducen los presupuestos científicos, se detiene la investigación crítica y se debilitan las instituciones que deberían proteger la salud, la educación y el ambiente. Este es un momento de crisis, pero también de oportunidad. No debemos dejarnos dividir por discursos políticos, sino unirnos por una responsabilidad compartida: defender el conocimiento como bien público. El camino a seguir no lo marca la ideología, sino la evidencia. Los hechos no ceden ante la presión política. Las instituciones científicas de todo el mundo se solidarizan. Nosotros también debemos hacerlo. Desde Ciencia en Panamá, junto con aliados, universidades y organizaciones de la sociedad civil, nos hemos movilizado con firmeza por la ciencia, desde el activismo social hasta la participación en procesos de toma de decisiones. Sabemos que se requiere valentía para ser científico y realizar activismo social en pro de la ciencia en tiempos adversos, pero también sabemos que la historia de la humanidad ha sido impulsada por descubrimientos científicos que han salvado vidas y transformado nuestro modo de vivir, y es eso lo que nos motiva. El reto que enfrentamos ahora no es solo técnico, es también moral. Debemos repensar nuestros recursos, métodos y estrategias, y recordar que la ciencia no es un lujo, sino una necesidad para el bienestar colectivo. Si queremos dejar un futuro próspero a las próximas generaciones, debemos fomentar, celebrar e invertir en la ciencia. No ignorarla, socavarla, ni atacarla. La ciencia nos ha rescatado antes, y puede hacerlo nuevamente. Pero solo si la defendemos juntos. La escuela está llena de niños enfermos Prevención Pedro Vargas Crisis y triste realidad: rumbo al colapso Ética La génesis de la ética política panameña es una ética deformada o selectiva, donde los valores morales se ajustan a los intereses personales y colectivos de los partidos. Esto suele llamarse doble moral, o incluso puede vincularse a la corrupción ética, donde los principios son manipulados o ignorados para beneficio propio. La máxima parece ser laissez faire. Es evidente que no hay paz social ni bien común en un ambiente de pobreza, desigualdad, descontento y desconfianza. Tenemos 10% de desempleo formal y 48% de informalidad laboral transitoria, persistente en los últimos cuatro gobiernos. El hazimut nacional parece ser: “¿Qué hay para mí?”. Abundan posiciones y premios efectivos maquillados, como grandes proyectos de infraestructura y compras directas con un porcentaje fijo de comisión, aprovechando la época del viveza criolla. “Tonto el que deje algo”. Hace poco, un medio explicó que nuestros genes, políticamente orientados, rerantes a la presidencia o altos cargos solo estén motivados por su bienestar personal y el dinero, no por el bienestar general ni por reducir la pobreza y la desigualdad que impiden la paz social. En teoría, la política consiste en gobernar un país, tomar decisiones públicas y administrar recursos en beneficio colectivo. Pero en Panamá, de 4.5 millones de habitantes, apenas el 0.8% decide qué se hace, quién se beneficia y cómo se reparten premios y posiciones, muchas veces asignadas como botellas o mediante devoluciones de favoreS. Lo ideal en una democracia completa y sólida es una gestión eficiente, oportuna, precisa, profunda y honesta. Nuestro país, aunque es uno de los más ricos de América Latina, se comporta como una democracia de muy baja intensidad, con una cultura política pobre, baja educación cívica y una base estructural marcada por el “juega vivo” de los encumbrados, protegidos por políticos cuyo principio rector es “lo mío”. Aquí se desconoce que la política es el arte y la ciencia del gobierno: abarca la organización del poder, la creación de leyes, la toma de decisiones públicas y la administración del bien común dentro de un marco institucional que regula la convivencia ciudadana y garantiza derechos y deberes. Por eso, la crisis no es fácil de resolver. En resumen, la ética orienta a la política hacia el bien común y la justicia. La política, a su vez, ofrece los medios para hacer realidad esos principios éticos en la vida colectiva. Sin ética, la política pierde legitimidad; sin política, la ética puede quedarse en teoría. Opinión LA AUTORA es investigadora científica en Neurociencias del Indicasat-AIP e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá. EL AUTOR es médico jubilado. EL AUTOR es médico pediatra. Gabrielle B. Britton niño infectado. Las gotitas de secreciones nasales o las que expele con fuerza la tose, aún la tos seca, son los mejores vehículos donde viajan los virus o las bacterias y otros organismos que infectan las vías respiratorias. Basta con conversar a poca distancia, en voz alta, o muy cerca, en susurros, o muy lejos, en espacios cerrados y estrechos para que nos infectemos con los mismos organismos que han infectado a nuestro amigo en el trabajo, a nuestro familiar en la casa o, a nuestro compañerito de escuela. Y si cada vez que se tose o se estornuda, se utiliza la mano desnuda para cubrirnos la boca y la nariz, esa mano va harta de organismos que infectan y gustosas y buenas maneras, alcanzan la otra mano ajena, que saludaste con decencia, entusiasmo y sin haberte lavado las manos. Son las manos el mejor vehículo para trasmitir enfermedades infecciosas que producen diarrea o vómitos. Incluso, enfermedades por parásitos intestinales. Por ello, los parvularios son una oportunidad única que tienen virus, bacterias y parásitos para infectar y enfermar con gran eficiencia y eficacia. Por ello, los parvularios y escuelas deben ser estrictos en sus medidas de prevención. Con solo 3 de ellas, colaboran a mantener sanos a sus estudiantes. La primera: no permitir la asistencia a sus facilidades escolares a ningún niño enfermo y advertirlo a los padres, que son el primer sitio de peaje, para andar la carretera hacia la escuela. Lo segundo: lavado de las manos constantemente, aún sin tener ningún síntoma porque todas las enfermedades infecciosas tienen un período de guardar silencio, cuando se dispersa mejor la enfermedad, el período de incubación de la enfermedad. Para esto hay que tener agua para los lavamanos y agua para la disposición de excretas. Esto es responsabilidad de los administradores de las escuelas, el Ministerio de Educación, para las escuelas públicas, y los que cobran las matrículas, en las escuelas privadas. Tercero: tener aulas y espacios en las escuelas bien ventilados, que no significa fríos, donde circule el aire de adentro hacia afuera y se permita, que entre aire de áreas abiertas afuera a los salones de clase. Recuerde, su niño enfermo, enferma a otros y no solamente en su casa, también en su escuela y en su grupo de amigos La escuela también educa nuestro sistema inmune. Al nacer, este sistema existe en bruto, como una piedra de mármol paro, como un trozo de madera de jobo, como un lote limpio y emparejado, tierra, agua y paja suelta para amarrar el lodo. Nos toca darle forma y, como en una junta de embarra, los amigos, los vecinos y la familia nos ayudan a levantar un sistema inmune fuerte, atento, alerta y experimentado. Pero, no vamos a la escuela para enfermarnos, vamos para aprender, socializar, hacer amigos imperecederos, aunque fallemos algunas veces o, muchas veces. Al final nos graduaremos con un equipo de defensas a las infecciones con mucha experiencia y sapiencia. Nuestro cuerpo no será como una casa de quincha, sino como un rascacielos que confronta los vientos, las tormentas, los calores y los fríos, los temblores y terremotos. Pero no vamos a la escuela para enfermarnos ni debemos ir enfermos. Hay -no pocos- padres, que creen que la matrícula a Harvard la hace el cuaderno de asistencia a un parvulario, a un kínder, a una escuela primaria. Harvard quiere mujeres y varones sanos. También los quiere así la primera escuela, la segunda y la tercera. El parvulario, el kínder, la escuela quiere niños sanos que puedan atender las clases, jugar, compartir, todo para aprender. No quiere niños enfermos para que enfermen a otros, ni siquiera porque la enfermedad le hace docencia al sistema inmune. No es difícil reconocer otras razones, además de la prioritaria de educar y formar a los niños, para ir a la escuela. Hay familias que no tienen con quién dejar a los niños en casa cuando sus adultos salen a trabajar. Hay familias que les “No hay ética cabal en la política” Solución: cambio de actitud general. Erradicar corrupción, juega vivo e impunidad = saqueo. Carlos Pareja Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. 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