5B La Prensa Panamá, sábado 10 de mayo de 2025 Ellas.pa La escritora chilena Isabel Allende (d) conversa con la estratega y comentarista nicaragüense-estadounidense Ana Navarro, durante la presentación de su nueva novela ‘My name is Emilia del Valle’, en la sala Symphony Space de Nueva York (Estados Unidos). EFE/Javier Otazu Isabel Allende presenta en NY su última novela ‘Emila del Valle’ Fotografía de ejemplares de la nueva novela de la escritora chilena Isabel Allende, en una librería de Nueva York (Estados Unidos). EFE/Octavio Guzmán por. EFE/Javier Otazu [email protected] A sus 82 años, la autora mostró una vitalidad envidiable y un agudo sentido del humor ante un auditorio compuesto mayoritariamente por mujeres que celebraron sus reflexiones espontáneas. La escritora chilena Isabel Allende presentó esta semana, en una sala de Nueva York, su última novela Mi nombre es Emilia del Valle ante un público entregado, en un acto en que reivindicó su carácter latinoamericano y feminista. Pese a haber sido escrita originalmente en español, la novela salió a la venta recientemente en su versión en inglés para Estados Unidos. Habrá que esperar hasta el 20 de mayo para tenerla disponible en su versión original en España y Latinoamérica. A sus 82 años, Isabel Allende mostró una vitalidad envidiable y un agudo sentido del humor ante un auditorio en una sala del Upper West neoyorquino compuesto mayoritariamente por mujeres que celebraron con risas y aplausos sus re exiones espontáneas (en inglés) sobre la literatura, la vida, la política o el sexo, mostrando en todo momento una libertad de tono que fue muy aplaudida. Mi nombre es Emilia del Valle cuenta la historia de una joven hija de una exmonja irlandesa y un aristócrata chileno que desaparece siendo ella niña. A sus 19 años, Emilia viaja desde California hasta Chile para cubrir como periodista la guerra civil de nes del XIX y seguir el rastro de su padre, en un viaje que le permite reencontrarse consigo misma. Llamadas a ‘la resistencia’ política en EUA Aunque incluía la lectura pública de un extracto de la novela, el acto consistió en un diálogo distendido de una moderadora con una Isabel Allende que no rehuyó ningún tema, ni siquiera el momento político crucial que vive Estados Unidos, un país en el que ella reside desde 1988 y del que es ciudadana desde 2003. Allende, reconocida simpatizante demócrata, no nombró a Donald Trump, pero recordó que “la democracia, como la salud, solo se valora cuando se pierde”, y dijo que en este momento se siente “conmocionada, pero sin miedo”. En este sentido, reivindicó la idea de la “resistencia” (palabra que repitió varias veces), una actitud que muestran quienes trabajan por los migrantes y refugiados, y por los derechos reproductivos ahora atacados por el gobierno de Washington. Lo importante, dijo, es permanecer “conectados con los demás, compartir el estrés, el miedo, pero también las alegrías”. Reconoció que hay un individualismo en la sociedad estadounidense que hace sentirse a las personas muy solas -puso como ejemplo los miles de familias que solo se encuentran una vez al año, para celebrar Acción de Gracias-, y contrapuso a esto la idea “clánica” que aún no se ha perdido en las sociedades latinoamericanas. La autora que pasa por ser la más leída y vendida en lengua española -y que ha escrito todas sus obras de cción en castellano, aunque esté traducida a más de 40 lenguas- reivindicó así su carácter latino: “Me siento tan cerca de un puertorriqueño como de un chileno. Los conquistadores españoles nos quitaron todo, pero nos dejaron la lengua. Yo ahora me siento conectada con cualquier persona en Latinoamérica”, exclamó. En cuanto al proceso creativo, dijo que para escribir necesita tres cosas, “tiempo, soledad, y silencio”, y confesó que casi no escucha música porque la distrae en la tarea de escribir; además, dijo que la vinculación con una obra la pierde “a los 25 minutos de su publicación”, y ya está pensando en la siguiente. Al respecto, bromeó con la anécdota de un traductor rumano que le consultó sobre una obra escrita hace siete años y dijo: “no sabía ni de qué me hablaba”.
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