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prensa_2025_05_09

7A La Prensa Panamá, viernes 9 de mayo de 2025 ejercicio de la medicina, también se presenta durante el abandono de la práctica médica, el abandono de la promesa. ¿Quién hace la confianza pública? La confianza general social la hace “la creencia en la honestidad, la integridad y confiabilidad de otras personas”, como lo ha puntualizado una encuesta de hace ya varios años. La confiabilidad en la práctica clínica del médico no es otra cosa que la consistencia o reproducibilidad de su profesionalismo, de su proceso clínico en la atención del paciente, de su carácter médico. En la atención sanitaria, la confiabilidad la da el funcionamiento sin errores o fallas a lo largo del tiempo, frente a cualesquiera circunstancias se presenten. Esto implica coherenciaentreeljuramentoylaatención,entreel compromiso y el resultado satisfactorio de la atención sanitaria, que permite a los hospitales y centros sanitarios alcanzar niveles de calidad, seguridad y humanidad en la atención médica, y a las poblaciones, en tener confianza en sus servicios. Para mantener la confianza, dice el bioeticista David B. Resnik, el hombre y mujer de ciencia deben demostrar buen manejo delosrecursos,manteneraltosestándares éticos y producir resultados. Es necesario el compromiso de las instituciones y del personal de salud para producir cero daños al paciente, mediante una cultura de seguridad que funcione naturalmente y la disponibilidad de recursos y herramientas que permitan la fluidez del compromiso. Es entonces cuando la honestidad y los estándares éticos, de quienes proveen la atención médica, crean o destruyen la confiabilidad, la confianza y satisfacción, en la atención médica. Hoy más que nunca, han observado filósofos y eticistas, la conciencia y la objeción de conciencia hacen prominencia en la justificación del ejercicio de la medicina, no solo cuando se enfrentan creencias religiosas u órdenes ejecutivas a los deberes profesionales, como negar o no la atención de la mujer que llega a las puertas de un hospital o una clínica con un aborto en curso y su vida en las puertas de la muerte. No solo en las decisiones diarias del ejercicio de la práctica médica se obscurece hoy su valor moral. Varios asuntos de actualidad y fiereza son cotidianos: negar atención pediátrica a niños Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. se intentó violentar la autonomía universitaria para sofocar la movilización estudiantil y popular. Gracias a la presión de la población, el 22 de diciemre de ese año, la Asamblea Nacional rechazó el documento. En 1958, un grupo de estudiantes marchó hasta la Presidencia de la República por mejoras en la educación, donde se niegan a recibirlos. Al día siguiente, los estudiantes fueron reprimidos y muere el joven José Manuel Araúz. En busca del amparo que ofrecía la autonomía universitaria, fueron trasladados al campus de la Universidad de Panamá. La mediación dio lugar a un acuerdo conocido como el “Pacto de la Colina”. Entre otros puntos, se acordó que los comandantes de la Guardia Nacional serían nombrados y removidos por el presidente de la República. El 2 de mayo de 1958 se llevó a cabo la Operación Soberanía”, liderada por los estudiantes universitarios Carlos Arellano Lennox y Ricardo Ríos Torres. Consistió en la colocación de 75 banderas panameñas en el área de Balboa, acto que constituyó un antecedente importante en las futuras luchas por la soberanía. El 3 de noviembre de 1959, por iniciativa del diputado Aquilino Boyd, el profesor universitario Ernesto Castillero Pimentel y un grupo de estudiantes realizaron la “Siembra de Banderas”. Los manifestantes fueron reprimidos por bomberos, policías y miembros de las fuerzas armadas estadounidenses. La bandera panameña fue vejada por policías norteamericanos y alrededor de 40 manifestantes resultaron heridos, algunos por balas y bayonetas. Durante los hechos patrióticos de enero de 1964, los universitarios participaron desde el primer día en los heroicos sucesos. El Consejo General Universitario, reunido el 10 de enero, aprobó por unanimidad una resolución que entre otros puntos demandaba la nacionalización del Canal y el establecimiento de relaciones diLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Ética médica vs ética común frente al paro médico Compromiso Pedro Ernesto Vargas La autonomía universitaria, un patrimonio de la sociedad Soberanía La historia de la autonomía universitaria en Panamá tiene su origen inusual. En mayo de 1943, el Dr. Felipe Juan Escobar, catedrático de la Universidad de Panamá, se encontraba en la Avenida Central, cuando pasó el presidente de la República, Ricardo de la Guardia. Al no recibir el saludo del Dr. Escobar, el mandatario decidió expulsar le de la Universidad. Este hecho provocó una huelga universitaria a la que se unieron otros sectores sociales. Finalmente, se acordó reconocer el principio de autonomía universitaria, el cual fue consignado en la Constitución de 1946. El concepto de Autonomía Universitaria, establecido en la Constitución de 1946, fue concebido con el fin de asegurar a la Universidad de Panamá personería jurídica, con facultadparanombrarsupersonaldocente y administrativo, dictar su reglamento y sus programas de estudio, contar con su propio patrimonio, garantizar la inviolabilidad del recinto universitario, proteger la libertad de cátedra de sus profesores y mantenerla al margen de los vaivenes de la política. En 1947, el gobierno intentó imponer el convenio Filós-Hines, que pretendía mantener 132 sitios de defensa militar estadounidense, en contradicción con lo establecido en el convenio Wilson-Fábrega de 1942. Jóvenes universitarios y estudiantes de secundaria alzaron su voz de protesta. Durante esos días plomáticas con todos los países. Tras tres años de negociaciones, en junio de 1967, los representantes de Panamá y EUA suscribieron un acuerdo conocido como “Tratado Tres en Uno”, que contemplaba, entre otros puntos, la construcción de un canal a nivel del mar mediante excavación nuclear. El rechazo por parte de los universitarios y diversos gremios logró que, en diciembre de ese año, la Asamblea Nacional decidiera no ratificar el tratado. El 11 de octubre de 1968 se produjo un golpe de Estado. La Universidad de Panamá, como firme defensor de la democracia, manifestó su repudio a la ruptura del orden constitucional. Esto provocó una fuerte represión y el cierre de la institución por ocho meses. En 1971, durante el gobierno militar, se impulsaron reformas constitucionales a través de varias comisiones (1971, 1972, 1978 y 1983), las cuales conservaron el principio de autonomía de la Universidad de Panamá. También fue respetadoenlareformaconstitucionalde2004. Entre 1987 y 1989 se desarrolló un masivo movimiento contra el régimen militar denominado “Cruzada Civilista”. Gracias a su autonomía, la Universidad de Panamá se convirtió en un refugio para quienes luchaban por la democracia. En 2016, el diario más antiguo del país, La Estrella de Panamá fue incluido en la llamada Lista Clinton por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos. Las autoridades de la Universidad de Panamá no tardaron en manifestar su solidaridad con esemedio. En 2017, los universitarios protestaron contra el Decreto Ejecutivo 130, que pretendía modificar el valor catastral de las viviendas. Paralelamente, la Universidad organizó foros de discusión sobre el tema y emitió una resolución solicitando su derogación. Finalmente, el presidente accedió a dicha solicitud. En 2018, la UniOpinión EL AUTOR es rector de la Universidad de Panamá. EL AUTOR es médico. de padres que rechazan vacunarlos, desmejorar la atención o hasta negarla a pacientes por su género, su diversidad sexual o su estado de inmigrantes, raza o color, rehusar la atención médica a enfermos detenidos o a terroristas heridos, utilizar la atención de pacientes y a los mismos pacientes, como mercancía de cambio en negociaciones de Estado o gremiales sobre salarios o meramente políticas-ideológicas. La pregunta es obligada. ¿Argumentar la objeción de conciencia es válido para que el profesional de la medicina rehúse su responsabilidad ética frente al compromiso sagrado de usar lo mejor de sus habilidades y conocimientos para restaurar la salud del enfermo, particularmente cuando ello implica “traicionar su deber, abandonar al paciente enfermo y negligencia médica”?, o ¿cumple a cabalidad el profesional de la medicina con su compromiso de atención personal y hospitalaria al participar de actividades prohibidas por la ley, o cuando arguye que su conciencia le dicta y le da la razón para suspender la atención hospitalaria de pacientes enfermos, para denunciar una injusticia social, económica o, incluso salarial?, o ¿atender las heridas de la persona torturada es hacerse cómplice del torturador, y desatender la enfermedad de quien pierde sus derechos ciudadanos por delitos cometidos es un acto no reprochable? Si aceptamos que la ética médica es autónoma, que no es lo mismo que la ética común, el concepto de conciencia, desde aquella perspectivanoes“loquemedictaelcorazón”,cuandoel corazón me dicta lo que me dictan mis creencias, me dicta mi ideología política, o “una voz autoritaria”, o cuando busco aprobación o no condenación por la opción que tome. El carácter médico hace la conciencia y las deliberaciones de conciencia, y el carácter médico lo modela la ética médica, aquella de compromiso primero con el paciente enfermo, “primero no hacer daño”, por encima incluso, de la ética común. Así como hay corrientes en la medicina que consideran que la ética médica se reduce al ámbito de la práctica médica, también hay otras corrientes que consideran que a ella le competen asuntos de justicia social, derechos a la atención de la salud, discriminación, inmigración, gobernanza, soberanía y todo lo que se cueceenlassociedadesynosoloenlamedicina. ComobienlodiceRosamondRhodes,Profesora de Filosofía, Bioética y Educación MédiLapsos en las virtudes personales, no infrecuentemente, producen rupturas en la confianza y la independencia que la sociedad ha puesto en los profesionales. Estas rupturas vienen erosionando la confianza y el respeto de la comunidad hacia los profesionales de la medicina, desde ya varios años atrás, y no son gratuitas. Bien es cierto que los profesionales de la salud tienen derechos, pero también deberes; oportunidades, pero también responsabilidades; privilegios, pero también obligaciones. No es menos cierto que además son sujetos a la vigilancia y juicio de la sociedad, a la rendición de cuentas por parte de sus pacientes, al escrutinio de los resultados de su profesionalismo, de sus actos y sus acciones en lo público y en lo social. En otras palabras, es de cara a los miembros de la sociedad o de la comunidad donde vive, que el profesional de la medicina se desenvuelve como autoridad sanitaria. De allí, las consideraciones sobre virtud, moral y costumbres que constituyen la ética de la práctica y la vida médica. La ética biomédica se teje en la delicada relación médico-paciente. Es a la luz de los rápidos avances de la medicina y la tecnología, que la máxima que se atribuye a Hipócrates y a varios otros médicos, “Primero no hacer daño”, “Primum non nocere”, en el latín, se haya convertido en el juramento a la actuación del médico cuando, por primera vez, como estudiante, se viste de blanco y cuelga de su cuello, su estetoscopio. La vigencia de esta forma de juramento se magnifica cuando escrutamos la atención del paciente, la investigación médica, el uso de la tecnología en la clínica diaria, su inmersión en asuntos puntuales, cuya disputa ética no termina, como el aborto, la eutanasia, el acompañamiento, la comprensión y empatía para ayudar a morir y para respetar la última decisión de quien morirá, la muerte con dignidad, la manipulación genética y de la reproducción, la autonomía de la mujer sobre su salud sexual y reproductiva, el xenotrasplante. Sin embargo, el daño al paciente y a la medicina, así como se presenta durante el Eduardo Flores Castro ca en Mount Sinai, New York, “Estas cuestiones pueden dejar a los médicos inseguros sobre qué debe hacer un médico confiable e inseguros sobre cuándo y por qué los profesionales médicos deben actuar según los dictados de la conciencia”. Y, puntualiza: “La ética de la medicina debe entenderse como un compromiso con los diferentes deberes de la profesión y el desarrollo del carácter doctoral. Los doctores necesitan ser sensibles a la compleja interrelación de la razón y las emociones humanas. Ellos necesitan comprender y aceptar el alcance de sus deberes distintivos, y necesitan convertirse en personas obligadas a cumplir con sus obligaciones profesionales”. La ética médica es el núcleo y el fundamento del profesionalismo médico y los deberes de los profesionales médicos no se derivan de los preceptos de la ética común, porque la ética médica es autónoma, no es un vástago de aquella, y es autónoma porque no es un reducto de otra ética, dice Bernard Baumrin, en su artículo: ‘La autonomía de la ética médica: ciencia médica vs práctica médica”. La moral común no considera correcto que el médico esté preguntando a la persona que encuentra en la calle, cuánto y qué come, cómo es su vida sexual ni cuál es su orientación sexual, ni acepta que se detenga a decirle a otra persona que ese cigarrillo que se fuma produce cáncer, que la sal en el restaurante no debe ofrecerse, ni que se presente a un negocio de alimentos chatarra y reclame su existencia. Sin embargo, ese cuestionario y esa “docencia”, que para no pocos no es otra cosa que paternalismo, sí se lo permite al médico cuando hace una historia médica de la enfermedad o dicta una conferencia o una lección a sus estudiantes. Eso indica que la ética médica no se deriva de preceptos de la ética común y que contra ella se falta cuando no se tiene clara esta diferencia. Entre otras varias razones, estas diferencias éticas y reflexiones sobre el profesionalismo médico, siempre me recuerdan que la suspensión de labores hospitalarias y clínicas del personal sanitario, no la justifica ningún argumento que pone en riesgo mi compromiso de no hacer daño. versidad volvió a alzar su voz contra el alza de la tarifa eléctrica. Tras varias semanas de movilización, el gobierno optó por buscar alternativas que evitaran trasladar el aumento a los consumidores. En noviembre de 2023, los universitarios marchamos de forma histórica para exigir la declaración de inconstitucionalidad del contrato de explotación minera suscrito con la filial canadiense First Quantum Minerals. En 2024, en cumplimiento de su papel como conciencia crítica y propositiva de la nación, la Universidad presentó ante la Asamblea Nacional un estudio actuarial que demostraba por qué no era necesario aumentar la edad de jubilación y por qué era vital volver al modelo solidario. Este año, tras evaluar el contenido y las repercusionesdelMemorandodeEntendimiento entre Panamá y EUA, los universitarios lo consideramos lesivo a la dignidad y a la soberanía nacional. Por ello, solicitamos a la Corte Suprema que lo declare ilegal por violar el Tratado de Neutralidad y que, en su defecto, debe ser sometido al escrutinio y discusión de la Asamblea Nacional. Estos hechos ilustran las luchas más profundas por la soberanía, en las cuales la Universidad de Panamá ha estado presente de forma determinante. Por ello, la simbiosis entre la nacionalidad panameña y la autonomía universitaria se encuentra indisolublemente unidas. La autonomía universitaria es faro en la tormenta, voz de los silenciados, atalaya firme del pueblo panameño y guardiana incansable de los más altos intereses de la patria.

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