7A La Prensa Panamá, jueves 8 de marzo de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. cer y comprender. Siempre han sido la punta de lanza en sus negociaciones con Panamá y otros Estados. ¿Entonces de qué tipo de negociación se habla? Suena más bien como una pelea de tigre contra burro amarrado. En las negociaciones sobre el Tratado de Neutralidad se puede ver con claridad el uso de la falacia del miedo. Ellos —los gringos— siempre apelan a esta táctica y son expertos en su aplicación. Respaldan sus posiciones con engaños, mentiras y propaganda destinada a exacerbar temores y prejuicios hacia la competencia. Sus argumentos presentan ilusiones negativas o falsas vivencias que afectan emocionalmente, y cuentan con toda una maquinaria mediática para sostener su narrativa, sobre la cual sustentan su actuar presente y futuro. Entonces, mis estimados leyentes: ¿es el Canal de Panamá lo que es neutral, o lo es Panamá? ¿Es posible vislumbrar a Panamá como un país beligerante en alguna oportunidad? Eso no ocurrirá, salvo que seamos atacados. Y como eso no es parte de nuestra cultura nacional, jamás estaremos preparados para tal propósito. Pero sí es cultura, forma de vida y economía para esa nación que nos hizo su “socio”, aplicando falacias de miedo y engaño mediante un instrumento firmado para mantener su presencia en suelo patrio. Siempre generarán una amenaza bélica con la cual arrastran a esta nación, a través de la falacia llamada Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá. Ese tratado ha sido siempre un sofisma, porque plantea razonamientos falsos, y fue utilizado para persuadir a Panamá de que era necesaria la presencia militar de Estados Unidos para defender el Canal. Cualquiera que lo lea puede pensar que es válido Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Segunda vuelta electoral: un paso hacia la legitimidad Sistema electoral bles, es importante considerar el contexto del sistema electoral panameño: en Panamá no existe una normativa que contemple la “segunda vuelta electoral” para ningún cargo de elección popular, y las elecciones presidenciales se resuelven mediante mayoría simple en una sola jornada, lo que significa que cualquier candidato que obtenga la mayoría de los votos válidos puede ser elegido sin necesidad de alcanzar un porcentaje mínimo. El descontento popular ha vuelto a poner sobre la mesa el debate acerca de la conveniencia de implementar una “segunda vuelta” para asegurar una mayor representatividad y legitimidad. Es relevante recordar que la Constitución Política, en su artículo 177, establece claramente que “El Presidente de la República será elegido por sufragio popular directo y por la mayoría de votos, para un período de cinco años”. En este contexto, la mayoría de los votos se entiende como una mayoría simple, no absoluta, por lo que una futura segunda vuelta permitiría que el ganador obtenga un respaldo más amplio y gobierne con mayor legitimidad. Desde un punto de vista jurídico, existen dos posturas principales: por un lado, algunos juristas sostienen que sería necesario reformar constitucionalmente el artículo citado —o incluso redactar una nueva Constitución que contemple la figura de la segunda vuelta electoral— para luego modificar el Código Electoral; otros expertos opinan que se podría alterar directamente el Código Electoral actual sin recurrir a cambios constitucionales, aunTomás Alonso Tratado de Neutralidad del Canal: entre falacia y sofisma Soberanía Veamos los términos. Una falacia, según la RAE, es un pensamiento que, aunque puede parecer válido, es incorrecto desde el punto de vista lógico. Es una forma de argumentar que engaña o resulta engañosa, y puede ser utilizada para persuadir o convencer de manera incorrecta. Este concepto, a todas luces, parece bastante claro. ¿Qué ocurre si pensamos en el cómo o en el para qué podría utilizarse la falacia como herramienta? No sé si quienes tenemos por lengua el español, al momento de su uso profundo —por ejemplo, en tratados y convenios entre partes negociadoras que emplean otro idioma— no somos capaces de utilizar conscientemente nuestro propio idioma. Por momentos, siento que nos vencen en el terreno del lenguaje, o acaso es por falta de experiencia o por el pecado de creer que se sabe. Lo anterior demuestra que el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá es una falacia mucho más profunda, diseñada, concebida y elaborada por el gran país del norte, más allá de lo que Panamá pudo entender o negociar en los años setenta. En otro escrito mencioné el uso del miedo y la mentira como herramientas. Son instrumentos clásicos de Estados Unidos, que todo aquel que trate con ese país debe conoy cierto, pero oculta mentiras y emplea engaños para alcanzar su fin. Hoy repiten las mismas tácticas, con los mismos instrumentos: falacias y sofismas. Y aún así, el gobierno de turno no lo comprende, no lo ve y cae nuevamente en el juego del engaño, firmando un instrumento supuestamente inocente, sin mayor peso legal: un memorando de entendimiento. Pero en realidad es un instrumento de convenio, un tratado que el Ejecutivo panameño refrenda sin que la Asamblea Nacional opine ni apruebe, como correspondería. Mientras tanto, ellos interpretan al pie de la letra lo “acordado” y actuarán a su libre albedrío. Hasta donde comprendo, la neutralidad es una posición de no tomar partido en un conflicto o desacuerdo, ni apoyar a ninguna de las partes beligerantes. Por tanto, resulta inverosímil que haya que emprender acciones para defender una posición de neutralidad. Uno puede firmar un tratado de paz —como los hay desde 1648 con el Tratado de Westfalia—, pero ¿un tratado de neutralidad? Por favor, que alguien me ilustre, porque puedo estar equivocado, pero no conozco otro en el mundo de tal naturaleza. Es el sofisma más grande que han utilizado los gringos, y Panamá parece no haberse percatado de semejante mentira. Lo contrario de la neutralidad es tomar partido, que es precisamente lo que logró el vecino del norte con la firma de ese tratado. Para ellos, el principio de neutralidad no existe; el tratado simplemente los faculta para estar presentes en territorio panameño, y el mundo lo sabe y siempre lo ha entendido así. ¿Cómo puede ser neutral un país que tiene como socio, mediante un instrumento legal, a un Estado guerrero cuya cultura es la no paz y el intervencionismo? Opinión EL AUTOR es abogado y urbanista. EL AUTOR es abogado, investigador y doctor en Derecho. que en el pasado la Asamblea de Diputados no logró el apoyo suficiente para ello. La implementación de la “segunda vuelta electoral” se plantea como un mecanismo que conferiría mayor legitimidad al gobierno electo, lo que en la práctica se traduciría en un fortalecimiento de las decisiones gubernamentales ante la sociedad. Además, esta medida apunta a evitar la formación de gobiernos débiles o a que se asuma el poder sin el respaldo necesario del electorado, lo que favorece la gobernabilidad. De igual forma, adoptar la segunda vuelta se presenta como una herramienta eficaz en períodos de polarización, permitiendo que el presidente enfrente los cuestionamientos sobre su mandato desde una posición fortalecida, tanto para alcanzar acuerdos como para formar nuevas alianzas políticas. Cabe destacar que el sistema electoral actual favorece a los partidos tradicionales, dotados de estructuras sólidas y antecedentes históricos, mientras que la segunda vuelta brindaría la oportunidad a partidos nuevos o independientes de competir, ofreciendo nuevas opciones a los electores. Uno de los efectos prácticos de implementar la segunda vuelta es la reducción de la fragmentación del voto, ya que este mecanismo disminuye el número de candidatos que avanzan a la votación final y concentra los votos dispersos de la primera ronda en los dos candidatos más votados, dando una expresión más clara de las intenciones del electorado. Sin embargo, entre los aspectos negativos se encuentra el aumento de costos, gastos y la extensión del período electoral, por lo que es crucial que esto se realice de manera ágil, en un plazo mínimo de una semana y máximo de un mes, para evitar un clima de incertidumbre política. Panamá se encuentra en una posición atípica dentro de América Latina, donde la segunda vuelta electoral es una norma en la mayoría de los sistemas presidenciales. Países como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Chile, El Salvador, Guatemala, Perú, República Dominicana y Uruguay, entre otros, cuentan con legislación que regula este mecanismo. El país se encuentra en un período de agitación política, en el que varios temas están en el centro de la atención pública. Entre ellos se destacan la aprobación de una ley sobre la Caja del Seguro Social y el sistema de pensiones, que ha generado descontento; la posible reapertura de una mina; y la firma de un memorando relacionado con la soberanía nacional. Además, se evidencian problemas significativos en el sistema educativo, que se suman a una planilla excesiva en el sector público, a las dificultades en la entrega de becas educativas y a una Asamblea Nacional que no ha cumplido plenamente su papel, acompañada de controversias y escándalos recurrentes. Actualmente, se registran cierres de calles, protestas y la adhesión de diversas organizaciones gremiales a convocatorias y llamados a huelga. Sin duda, estos son problemas que el gobierno actual debe abordar y resolver, ya que se trata de cuestiones estructurales que definen nuestro futuro y requieren ser gestionadas de manera responsable. Un sector significativo de la población panameña ha manifestado su descontento con las decisiones del gobierno, argumentando que este fue elegido con solo el 34.23% de los votos, lo cual pone en entredicho su legitimidad. No se trata de una situación inédita, ya que en 1994 Ernesto Pérez Balladares ganó con un 33.3% y, en 2019, Laurentino Cortizo lo hizo con un 33.5%. Ambos casos exhibieron márgenes estrechos que generaron debates sobre la baja representatividad. Históricamente, además, los gobiernos del PRD han encontrado problemático el uso de esta figura. Aunque estos argumentos son comprensiRené Pardo C. Existen diversas modalidades para aplicar la segunda vuelta electoral: por ejemplo, si entre el candidato que obtuvo la mayoría de los votos y el que le sigue existe una diferencia superior a 10 puntos porcentuales o si se alcanza un mínimo del 45% de los votos, la segunda vuelta no sería necesaria. Existen diversas modalidades para aplicar la segunda vuelta electoral: por ejemplo, si entre el candidato que obtuvo la mayoría de los votos y el que le sigue existe una diferencia superior a 10 puntos porcentuales o si se alcanza un mínimo del 45% de los votos, la segunda vuelta no sería necesaria; asimismo, en casos en los que el candidato mayoritario obtenga el 50% más un voto, tampoco se requiere. En situaciones en las que ningún candidato logra más del 50% de los votos válidos en la primera ronda, simplemente los dos candidatos más votados compiten en una segunda vuelta; en otros casos, la regla general es elegir a los dos candidatos más votados sin importar la diferencia, decidiendo la elección final mediante mayoría simple. Si se aprobara la segunda vuelta electoral, será necesario implementarla después de un período de transición que permita al Tribunal Electoral organizar los recursos, la logística y los calendarios electorales correspondientes. Aunque pueden existir circunstancias que excluyan la necesidad de esta medida, en casos donde los resultados electorales sean muy ajustados o se obtenga la victoria por un número muy reducido de votos válidos, es imperativo recurrir a la segunda vuelta. Este mecanismo ha sido objeto de debate en Panamá durante décadas y, para avanzar en esta dirección, es fundamental alcanzar un consenso político y realizar una consulta pública, además de fomentar la participación ciudadana activa que motive a las autoridades electas a debatir el tema. Sin duda, la segunda vuelta electoral por sí sola no resolverá problemas endémicos como el clientelismo, la corrupción, la falta de concursos públicos ni el nepotismo; sin embargo, representa un avance hacia futuros cambios electorales que puedan aplicarse en transformaciones estructurales dentro de nuestra sociedad. Como dice una canción: ¿cómo se puede entender la necesidad de defender la posición de neutralidad, cuando quien la “defiende” es el mismo que hoy saca a flote su verdad sobre el tratado de los años setenta, aparece como Juan por su casa, lanza en ristre, y exige tratos preferentes? Si lo firmado hubiera sido un tratado de paz, ¿por qué entonces el sinnúmero de intervenciones gringas en el territorio nacional y en la vida social y política de la República siempre han sido de guerra? La historia, de haberse basado en un verdadero tratado de paz, pudo haber sido muy distinta. Pero sabían que ese no era el instrumento apropiado para garantizar su permanencia en el país. Desde que el tratado establece paso expedito para su flota marítima, jamás ha existido neutralidad. Mucho menos si debo tener un socio para defenderla: algo que no requiere defensa alguna. Si hubiese sido un tratado de paz, lo habrían firmado muchas más naciones —al menos aquellas con flota marítima— y no existirían esos nefastos intereses de presencia eterna en territorio panameño, mancillando nuestra soberanía y exigiendo cobros por servicios que no prestan, que nadie demanda, y que no se requieren. Es tiempo de que la nación exija el respeto que merece como Estado soberano e independiente. Estados Unidos pretende sacar provecho de todo, gratuitamente, de este país. Y a cambio, quiere elegir a nuestros clientes y que soportemos su irrespeto.
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