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8A La Prensa Panamá, jueves 24 de abril de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. peligro la seguridad de nuestro país, pues nos convierte en un objetivo militar. Enesteestremecimientodeltablerointernacional, ya no es un secreto su estrategia. Queda claro que lo que buscan es convertir a Panamá, nuevamente, en un enclave militar y controlar el Canal y a América Latina. Esos documentos ilegales que firmaron los ministros del gobierno, siguiendo instrucciones de Mulino, se gestaban desde meses atrás —en cobarde silencio—, con los oficiales del Departamento de Estado y de Defensa, y en las visitas a Estados Unidos de funcionarios panameños del Ministerio de Relaciones Exteriores. Sin embargo, los enemigos no son únicamente los genuflexos del gobierno que convirtieron los tratados de neutralidad en letra muerta, ni Trump, ni los que han puesto la identidad nacional en entredicho. El verdadero peligro, en estos momentos cruciales para los panameños, es la desorganización que vivimos. Esa desorganización es producto de la corrupción que debilitó nuestras instituciones públicas y privadas, los poderes del Estado, los partidos políticos y organizaciones gremiales. Ella ha permitido que los vendepatrias, junto a los Calígulas del norte, encuentren terreno propicio para materializar sus planes. En 1968 hubo una situación similar de cuestionamiento moral que emergió al calor de las elecciones. La única institución organizada era la Guardia Nacional, que, inicialmente por razones laborales, su alta oficialidad dio el golpe de Estado y, posteriormente, lideró una propuesta de reivindicaciones sociales y la lucha contra el colonialismo. Toda la sociedad quedó inmersa en la religión que une a los panameños: el rescate de la soberanía, del Canal de Panamá y la eliminación militar gringa en nuestro suelo. No obstante, en los últimos veinte años bajamos la guardia, cometimos graves errores y, nuevamente, la oligarquía y las élites empresariales oportunistas irrumpieron en la viLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Cultivar el amor propio sin sentir culpa Desarrollo personal Durante mucho tiempo, a muchas personas nos enseñaron que pensar en uno mismo es egoísta. Que primero están los demás, que hay que sacrificarse, que cuidarse es un lujo. Pero la realidad es otra: cultivar el amor propio no solo no es egoísmo, es una necesidad emocional y mental. El amor propio no se trata de creerse más que nadie ni de ponerse por encima del resto. Tampoco es vanidad ni orgullo. Es reconocer tu propio valor, saber que mereces respeto, descanso, cariño, límites y alegría. Es aprender a hablarte con ternura y tratarte como tratarías a alguien que amas. Muchas veces nos cuesta aceptarnos. Nos miramos al espejo con juicio, nos hablamos con dureza y nos exigimos más de la cuenta. Nos ponemos en el último lugar, nos sentimos culpables por decir que no o por descansar. Pero ¿quién dijo que solo somos valiosos cuando estamos agotados o complaciendo a los demás? Amarse es un acto de valentía. En un mundo que constantemente nos dice cómo deberíamos ser, amarse tal y como uno es —con virtudes y defectos, con luces y sombras— es revolucionario. Y no tiene nada de egoísta. Al contrario, una persona que se quiere, se respeta y se cuida, es capaz de ofrecer a los demás lo mejor de sí. Amarte a ti mismo no significa que no quierascambiaromejorar.Significaquete aceptas mientras trabajas en ti. Que reconoces tus logros, te perdonas tus errores y te das la oportunidad de crecer sin destruirte en el intento. Entonces, ¿cómo se cultiva el amor propio? Empieza con gestos pequeños. Háblate con más amabilidad. En lugar de decir “qué tonto soy” cuando te equivocas, di “me equivoqué, pero puedo aprender”. Observa cómo te tratas cuando nadie te ve. ¿Te cuidas? ¿Te hablas bonito? ¿Te das permiso de descansar? Poner límites también es parte del amor propio. Decir “no puedo” o “esto no me hace bien” no te convierte en mala persona. Al contrario, es una forma de proteger tu bienestar. No tienes que estar disponible para todos a toda hora. Estar para ti también es importante. Otro paso esencial es aprender a disfrutar tu propia compañía. No por obligación, sino por elección. Salir solo, tomar un café contigo, escribir lo que sientes, tener espacios donde puedas respirar sin tener que dar explicaciones. Estar contigo no debería ser incómodo, debería sentirse como un hogar. Y si hay días en los que te cuesta quererte, no pasa nada. El amor propio también tiene altibajos. No se trata de estar bien todo el tiempo, sino de ser compasivo contigo cuando no lo estás. De acompañarte con paciencia mientras vuelves a encontrarte. Recuerda: el amor propio no es un destino, es un camino. Uno que se camina paso a paso, día a día. A veces con avances grandes, a veces con tropiezos, pero siempre hacia una versión de ti más consciente, más libre y más amorosa. Así que si hoy estás dudando de ti, si te sientes agotado o desconectado, haz una pausa. Cierra los ojos, respira hondo y dite algo lindo. Reconócete. Abrázate con palabras. Porque te mereces estar bien. No por lo que haces por otros, no por lo productivo que seas, sino por el simple hecho de ser tú. Quererte no te hace egoísta. Te hace fuerte, te hace humano, te hace real. Y cuando aprendes a quererte, también aprendes a querer mejor a los demás. Entre el poder y la impunidad Corrupción corruptos. La corrupción atraviesa distintas instituciones y favorece intereses particulares en detrimento del bienestar común. No solo permite que el crimen organizado opere impunemente: también lo alimenta. Panamá debe alinearse con países latinoamericanos que han mejorado sus índices anticorrupción, como Uruguay y Chile. En las listas internacionales, Costa Rica es percibido como menos corrupto que Panamá. En Europa, Dinamarca, Suiza y los Países Bajos son considerados los más transparentes, según los Índices de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional. Actualmente, Panamá ocupa la posición 33, lo que indica un retroceso. Aunque cueste admitirlo, la mentalidad del “juega vivo” ha contribuido a la percepción —y realidad— de que la corrupción institucional va en aumento. Escándalos reiterados exaltan al político popular, en vez de exigirle integridad, y revelan la urgencia de reformas estructurales. Factores como la inflación y el desempleo refuerzan la idea de que las prácticas corruptas son necesarias para sobrevivir, lo cual refleja fallas profundas en nuestra cultura cívica. La participación ciudadana es esencial en esta lucha. Debe ser vista como un respaldo a la institucionalidad, no como una amenaza. La ciudadanía actúa como vigilante, promotora de la transparencia y garante de que las irregularidades sean denunciadas. También impulsa reformas legales —como leyes anticorrupción y protección de denunciantes— y trabaja con comunidades locales. Es una herramienta clave para lograr un cambio cultural. Los delitos de corrupción, y los relacionados, no deben prescribir. Además, no debería permitirse que una persona implicada vuelva a ocupar cargos públicos. La herramienta principal contra la corrupción es la efectividad institucional, que exige independencia y equilibrio entre poderes. Desde la era posinTomás Alonso Abril 8: Día de vergüenza nacional MoU Después de visitas de procónsules de Donald Trump, con el guion de sus irresponsables alocuciones de mentiras y amenazas, no quedan dudas de sus intenciones hacia nuestro país y el resto del mundo. AntesdequeTrumpganaralaselecciones en Estados Unidos, ya los especialistas prendían luces rojas ante el colapso de la economía norteamericana, como consecuencia de la crisis de la globalización y del neoliberalismo que la sustentaba. Es evidente que lo que se gestó durante cuarenta años para impulsar la globalización, que enriqueció a los oligarcas y a las grandes empresas transnacionales de Occidente, a costa de empobrecer a su clase media, acabó con la industria y generó dependencia del exterior; así lo demuestran las estadísticas y la intención desesperada de las guerras arancelarias. Ya no es un secreto que un sector de la oligarquía gringa, que encontró en Trump un salvavidas para evitar la caída imperial, desea aislar a China económicamente, dividirla de los rusos, arrodillar a los sumisos europeos, doblegar a México y sumar a los canadienses a la Unión. Con los acuerdos, entendimientos y anexos firmados por el gobierno entreguista de José Raúl Mulino, quedaron claras sus pretensiones de acantonar soldados en instalaciones panameñas y controlar los puertos, como desean hacer en otras partes del planeta, para controlar la cadena de comercialización internacional y fastidiar a China, lo cual pone en da del país con las mismas lacras de antaño. Esos hechos, aunados a la presencia presidencial de Trump, han coincidido para reeditar la historia. Además, perdimos capacidad de formar mejor a la juventud, pues la educación quedó en manos de dirigencias magisteriales que premiaban más sus reivindicaciones materiales que la concientización del ser nacional, eliminando la materia de relaciones de Panamá con Estados Unidos para no alterar a nuestros “socios”. No obstante, la buena noticia es que en el ADN del panameño también afloró la religión que nos une, pues rechaza mayoritariamente las imposiciones de Trump y de los vendepatrias del gobierno. Así lo reflejan encuestas nacionales que miden esta nueva intervención gringa. Figuras destacadas del fórum político y académico del país se manifiestan pública y valientemente, contando la historia que no se cuenta en las aulas de clases; y las organizaciones juveniles y populares encienden motores para enfrentar nuevamente la afrenta imperial. En ese espíritu de lucha in crescendo, la institución más respetada y mejor organizada, la Iglesia católica, con monseñor Ulloa a la cabeza, ha hecho sentir su posición patriótica y comprometida con la historia y el futuro del país. Su labor de concientización se siente en cada rincón de la geografía nacional, junto a exposiciones magistrales de figuras políticas de distintos signos políticos e ideológicos. Para ganar esta nueva batalla es necesaria la unidad de todas las fuerzas patrióticas, como en experiencias pasadas, y en coordinación con aquellas naciones que también sufren los embates del trumpismo. La tarea principal hoy es crear un liderazgo, sin egoísmos, que la dirija con la mente fría y el corazón ardiente. Opinión LA AUTORA es docente de primaria y escritora. EL AUTOR es abogado. EL AUTOR El autor es abogado. Ebony López vasión, ningún político de alta jerarquía ha sido condenado por sus actos. Para fortalecer el Estado de derecho, es fundamental que rindan cuentas ante la justicia. La lucha contra la corrupción debe ser integral. No basta con promover leyes de acceso a la información pública: debe garantizarse su cumplimiento. La falta de entrega o la entrega incompleta de información debe conllevar sanciones severas. La solicitud de datos debe ser sencilla, sin excesivas formalidades. Y la información entregada debe estar disponible de manera ágil y clara. Seguimos fallando en fortalecer las instituciones encargadas de impartir justicia y fiscalizar el uso del poder. Los tribunales, las comisiones independientes y las auditorías requieren apoyo real. No deben ser vistas como instrumentos de persecución política, sino como mecanismos para proteger la democracia. En Panamá, las acciones anticorrupción aún se perciben como excepcionales. Deben convertirse en la norma. Un aspecto crucial es la formación de valores desde la niñez. Debemos combatir el “juega vivo” con educación, conciencia y ejemplo. Cada vez que alguien se salta la fila, usa una conexión para obtener favores indebidos o incurre en clientelismo, no solo falla como individuo, sino como referente para las nuevas generaciones.Esecomportamientoperpetúael deterioro social. También es necesario aprovechar la tecnología y la digitalización institucional. Estas herramientas pueden reducir la burocracia, agilizar procesos y dejar registros verificables. El uso reducido de papel, además de ser ecológico, fortalece el control y la trazabilidad de la gestión pública, limita las presiones externas y permite mayor fiscalización ciudadana. Es indispensable reconocer que, como panameños, hemos hecho esfuerzos por avanzar a pesar de nuestros errores y desaciertos en la vida democrática. Sin embargo, también hemos experimentado retrocesos en términos de institucionalidad, lo cual refleja, en muchos casos, la desigualdad existente en nuestra sociedad. El principal problema, más allá de tantos otros que enfrentamos, es la corrupción. Este tema no es nuevo: es nuestro principal mal endémico como sociedad. Lamentablemente, es como una enfermedad grave: imposibilita pensar en otra cosa que no sea el daño que está causando. La sociedad panameña se ha acostumbrado de manera inadecuada a la impunidad persistente. Aunque existen algunos casos aislados de castigo y ciertos avances judiciales, la impunidad sigue siendo un problema grave, especialmente en los casos de corrupción de alto nivel. En ocasiones, la impunidad se confunde con inmunidad por parte de los funcionarios políticos de turno. Este problema se agrava cuando los delitos de cuello blancoresultaninmunes,mientrasqueotros menores, como el robo de huevos de tortuga o iguana, terminan con largas penas de prisión. La corrupción erosiona las instituciones democráticas y debilita la confianza pública. Muchos panameños prefieren que los recursos se destinen a instituciones que consideran más eficaces, dado el escepticismo generalizado sobre la capacidad de castigar a los Mitchell Doens

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