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7A La Prensa Panamá, viernes 4 de abril de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. domesticadora. Una escuela que premia la obediencia y castiga la curiosidad. Que impone contenidos sin contexto. Que forma individuos para adaptarse, no para transformar. Que convierte al maestro en repetidor de manuales y al estudiante en receptor pasivo de datos sin vida. Y cuando las personas que dirigen ese sistema no vienen del aula, no conocen el dolor de una escuela sin techo, no han escuchado a un niño que llega sin desayuno, ni han vivido el milagro silencioso de un joven que aprende a pensar por primera vez, entonces la educación se convierte en un simulacro. Un experimento burocrático. Un teatro de reformas sin raíz. Porque educar no es producir mano de obra, ni formar engranajes obedientes para un sistema injusto. Educar es construir humanidad. Es formar sujetos con pensamiento propio. Es devolverle al pueblo su derecho a comprender el mundo, a cuestionarlo, a soñarlo nuevo. Cuando la educación se entrega a los intereses del mercado o se utiliza como vitrina política, se pervierte. Cuando se instrumentaliza para adiestrar y no para liberar, se vacía. Cuando se cree que basta con repartir tabletas o uniformes sin tocar el corazón ni la mente del estudiante, se miente. Y en ese vacío es donde se perpetúan las desigualdades. Donde los hijos de los poderosos acceden a escuelas que les enseñan a dirigir, y los hijos del pueblo, a obedecer. Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Por qué me gusta Heródoto Antigüedad No me puedo ir de esta vida sin recomendar a mis amigos lectores que no dejen por fuera al gran historiador, contemporáneo de las hazañas de los héroes de la antigua Grecia, Heródoto, que vivió entre los años 484 y 425 antes de Cristo. Me gustan los libros de historia y he leído algunos, y de los buenos, pero en Heródoto encontré una singularidad: Más que leerlo, se le escucha narrar de la forma más sencilla y corriente, como un viajero curioso y observador que anota lo que ve en su entorno. Nació en una colonia persa, pero descendía de una importante familia griega de Halicarnaso. Era peligroso opinar y vivir libremente bajo una tiranía, y apenas Heródoto terminó sus estudios, marchó a Atenas, donde vivió varios años, hasta que su ciudad se refundió con Grecia. En Atenas fue admitido a la brillante sociedad pericleana. Sabemos que conocía a los clásicos y que en adelante dedicó su vida a leer y viajar. Leerlo es vivir con él, entretenido y disfrutando de lo que ocurría entonces en las calles de Babilonia, en los palacios del Imperio persa, en África y la región del Egeo, la famosa guerra de Maratón y las Termópilas, y la interminable guerra del Peloponeso. Al vivir con Heródoto esa época, impacta enterarnos de que nunca hubo un año sin guerras. Así fue desde la antigua Grecia hasta la muerte de Alejandro, cuando sus generales se repartieron el imperio que él conquistó. Y desde que se escribe historia hasta nuestros días. En Heródoto constatamos que siempre hay desorden y, por ende, leyes para controlar el comportamiento de cualquier grupo de ciudadanos; que la paz mundial es un sueño, y que, debido a la naturaleza que trajimos en los genes, siempre seremos belicosos, egoístas y territoriales, pero también capaces de sentir empatía, bondad y solidaridad. Lo más sorprendente en esa lectura, para mí, fue sentir que podía entrar a cualquiera de aquellas reuniones, fiestas o ceremonias sin sentir una pizca de extrañeza. Así de poco cambiamos los seres humanos. Iconoclasta de salud pública Ideologización de la salud Hace tres días anunció que se cancelan cientos de ayudas financieras para la investigación sobre vacunas. Estas “becas” (su término en inglés) se alcanzan con la aprobación de expertos investigadores en una forma de concursos, sobre objetivos bien designados y diseños científicos. Muchos de ellos, ya terminados, estaban en la búsqueda de mejores formas para aumentar la vacunación, particularmente frente a serios brotes de sarampión. Esto, ¿qué lo sujeta? El tirante contra la medicina basada en evidencia, contra la ciencia y contra la vacunación, que parece sujetar sus pantalones. Ya en enero el anuncio estaba hecho: “Se cancelarán más de 1,600 compromisos para sustentar investigaciones costosas, entre ellos, unos 300 relacionados con investigaciones de la vacunación. No es coincidencia que sea en este segmento donde se encuentre la mayor parte de recortes monetarios. La revista JAMA publica esta semana el punto de vista de tres investigadores del Departamento de Pediatría de la Washington University School of Medicine, cuyo estudio sobre la incertidumbre (“hesitancy”) por las vacunas y cómo afrontarla se ve desafortunadamente afectado por esta y otras disposiciones de la secretaría de Salud. La carta de la secretaría enviada a todos los investigadores de esta subvención, diseminados en varias instituciones de investigación en Estados Unidos, es del siguiente tenor: “Esta subvención ya no afecta las prioridades de la agencia. La política de los NIH (Instituto Nacional de Salud, por sus siglas en inglés) es no priorizar las actividades de investigación centradas en obtener conocimiento científico sobre las razones por las que las personas dudan en vacunarse ni explorar maneras de aumentar el interés y la adhesión a las vacunas. Los NIH tienen la obligación de administrar cuidadosamente las subvenciones para garantizar que el dinero de los contribuyentes se utilice de maPedro Ernesto Vargas Educar no es adoctrinar ni repetir Transformación En este país que presume de progreso y cifras macroeconómicas, pero que lleva décadas postergando su deuda más sagrada —la educación—, no se trata solo de estadísticas ni de presupuestos. Se trata, sobre todo, de una verdad incómoda: en muchas ocasiones, quienes hoy dirigen el rumbo de la enseñanza no comprenden lo que realmente significa educar. Y el daño que eso causa no se mide en puntos porcentuales, sino en futuros cancelados, en juventudes silenciadas, en conciencias que nunca llegan a florecer. La educación no es un espectáculo ni una fachada para tranquilizar a organismos internacionales. Tampoco es un desfile de frases huecas ni una sucesión de reformas de escritorio. La educación, la verdadera, es un proceso profundo, humano, ético y político en el mejor sentido: el que transforma al individuo para que pueda transformar la sociedad. Educar no es repetir. No es memorizar sin entender. No es obedecer sin preguntar. Educar es, como nos enseñó Paulo Freire, un acto de libertad, de amor y de esperanza. Es permitir que el otro piense por sí mismo. Es enseñarle a leer no solo palabras, sino el mundo. Es sembrar conciencia crítica. Es desarrollar la capacidad de analizar la realidad, de nombrarla, de comprender sus causas, de imaginarla distinta. En cambio, lo que muchas veces se ofrece en nombre de la educación es una escuela Donde se enseña a callar frente a la injusticia, a temerle a la crítica, a normalizar la corrupción como parte del paisaje. Pero aún hay esperanza. Porque la conciencia crítica no muere. Porque hay docentes que resisten, que siguen educando con dignidad, que no repiten lo que les dictan, sino que piensan con sus alumnos. Porque hay jóvenes que despiertan, que leen a Freire, que no se conforman, que entienden que la educación no es un favor del Estado, sino un derecho transformador. Educar es un acto de amor valiente .Es mirar al otro y decirle: “Tú puedes pensar. Tú puedes comprender. Tú puedes cambiar lo que parece imposible. ”Es regalarle a un niño, a una niña, a un joven, la certeza de que su voz importa, de que su pensamiento tiene valor, de que su vida es digna de ser vivida con conciencia y con libertad. En tiempos de posverdad, donde el poder prefiere un pueblo obediente antes que un pueblo pensante, educar críticamente es un acto revolucionario. Y quien no lo entiende, quien dirige sin conocer la pedagogía ni el aula, no debería estar al mando del futuro. Porque la educación no es un espacio para demostrar poder. Es, como decía monseñor Óscar Romero, “el instrumento que nos ayuda a descubrir que no hay amor verdadero a Dios si no se busca la justicia para el hermano”. Y esa justicia comienza en el aula. Y se prolonga en la vida. Y se sostiene solo si formamos seres humanos con pensamiento libre, con conciencia crítica y con la valentía de elegir no el éxito fácil, sino el compromiso verdadero. Opinión LA AUTORA es escritora. LA AUTORA es psicóloga y docente. EL AUTOR es médico. Beatriz Valdés nera que beneficie al pueblo estadounidense y mejore su calidad de vida”. Podría dejarlo al criterio de ustedes para su interpretación y todavía están en su libertad de hacerlo, pero no puedo resistir la tentación de demostrar tanta contradicción y maledicencia. Primero, esta decisión solo puede surgir de la iniciativa de alguien que no cree en las vacunas ni en la actividad de la vacunación. Es inverosímil —pero nada ya lo es— que la persona encargada de dirigir la institución que debe velar por la salud y la calidad de vida de los norteamericanos se atreva a tomar tal decisión. Y, peor, en un momento donde tiene un brote de sarampión en sus narices, altamente contagioso y con potencial de matar seres humanos, que no se daba desde hace más de 20 años. Segundo, se es muy indigente cognitivamente, por razones congénitas no hereditarias o por daño posterior al buen juicio, y esto resulta incómodo señalarlo aquí. Y, tercero, se desprecia al prójimo, su bienestar y su vida. La vacunación es un desarrollo que pretende protección ante el riesgo de contraer enfermedad seria. La vacuna es un producto de la investigación con diseño científico y evidencia probada antes de su utilización general. Como ha comentado un lector de la revista JAMA: “Creemos que aquellos en gobierno, salud pública, medicina y la sociedad, todos quieren prevenir la enfermedad en los niños, especialmente aquellas que pueden producir muerte y enfermedad crónica. Todos creemos que todos queremos familias que tengan la información que ellas necesitan para tomar decisiones acerca de la salud de sus hijos. Lo evidente hoy nos revela que la presente administración no quiere tales cosas, ni siquiera está interesada en ellas…” Seguro que, con medidas como estas, acabarás con las enfermedades crónicas… porque los niños no alcanzarán a ser adultos. Horrible panorama cuando creíamos que aquel país tenía no solo los recursos sino también la disposición humanista para proteger la salud y la solidaridad ética para hacer partícipe de su bienestar y avances en las ciencias y la medicina a muchos hombres y mujeres sin los privilegios de vivir en justicia y libertad. Las transformaciones en el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, bajo la dirección de Robert F. Kennedy, se llevan a cabo bajo una ideología, si existe, puramente economicista, con serias limitaciones de conocimientos en salud pública, sesgo ideológico y desprovistas de responsabilidad higiénica y social. De abandonar la membresía de la Organización Mundial de la Salud a desmembrar brutalmente de expertos y dinero las diversas agencias de salud y los presupuestos para la investigación en medicina, vacunología y biología, hay un abanico de absurdos y despropósitos, que se cierra en desastres humanos dentro de sus fronteras y a nivel mundial, que no resisten el escrutinio de la ética y el humanismo. En la última semana, con el despido programado de 20,000 trabajadores federales de la salud, ha definido una reestructuración del departamento, que implica una purga. Cuando se expuso al interrogatorio de senadores para su confirmación en el cargo que hoy dirige, negó que lo haría. Con este dramático recorte de empleados de tiempo completo, anuncia que ahorraría mil ochocientos millones de dólares a los ciudadanos que pagan impuestos. Además, priorizará políticas que acaben con las enfermedades crónicas, saneará las aguas de toxinas y organismos patógenos, promoverá hábitos sanos de alimentación y proveerá de alimentos de probado beneficio nutricional. ¿Cómo se hará todo esto si continúa decapitando la investigación médica, destituyendo investigadores, médicos y personal especializado? Los abogados saben y aprovechan que el papel lo resiste todo. Y, con la ayuda de las otras secretarías, bajo la unidad que dicta y ejecuta órdenes y visitantes, la universidad y el instituto que se dedican al diálogo científico y la búsqueda de respuestas a cuestionamientos definidos también sufren la poda de sus presupuestos y de sus hombres y mujeres que cuestionan. Educar no es repetir. No es memorizar sin entender. No es obedecer sin preguntar. Educar es, como nos enseñó Paulo Freire, un acto de libertad, de amor y de esperanza. Julia Regales Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón En la última semana, con el despido programado de 20,000 trabajadores federales de la salud, Robert F. Kennedy ha definido una reestructuración del departamento, que implica una purga. Cuando se expuso al interrogatorio de senadores para su confirmación en el cargo que hoy dirige, negó que lo haría.

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