6B La Prensa Panamá, lunes 31 de marzo de 2025 Economía & Negocios Secretario de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, Eduardo Enrique Reina (Izq), y el jefe de Operaciones de la OIC, Gerardo Patacconi. EFE Honduras firma Acuerdo Internacional del Café y será sede del CIC en 2025 SECTOR AGRÍCOLA EFE. LONDRES, INGLATERRA La República de Honduras firmó el Acuerdo Internacional del Café en la sede de la Organización Internacional del Café (OIC) en Londres y formalizó la intención de acoger a finales de septiembre la 140 edición del Consejo Internacional del Café (CIC). Honduras pasó a ser uno de los cerca de 20 países firmantes del denominado Acuerdo del Café de 2022 en un acto al que acudió el secretario de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, Eduardo Enrique Reina, acompañado del embajador del país en Londres, Iván Romero-Martínez. Tras la rúbrica del convenio, el canciller hondureño dijo que se trata de una “feliz oportunidad” para la nación, puesto que el café es su principal producto de exportación y cientos de miles de familias en el país subsisten gracias a ese sector. La OIC “es muy importante para Honduras y haber suscrito ahora el acuerdo es importante para buscar nuevos mecanismos que sean más justos para el mercado y que permitan que se alcancen mejores condiciones para los productores y exportadores del café (...) y también con los compradores, añadió. Honduras se ha consolidado como el cuarto mayor productor mundial de café Arábica y el mayor exportador de la región de Centroamérica y México. En 2023, exportó café por un valor superior a los $1,500 millones a unos 65 destinos. Angus Deaton repiensa la economía: cinco críticas clave Narrativas académicas Luis Credidío economí[email protected] En marzo de 2024, Angus Deaton, economista británico, académico y Premio Nobel de Economía en 2015 por su trabajo en pobreza, igualdad y desarrollo económico, escribió un artículo titulado “Repensando mi economía”. En él describe cómo, basándose tanto en teorías como en evidencia empírica, la economía ha avanzado mucho, pero no lo suficiente como para seguir el ritmo de las estructuras y cambios en los mercados, especialmente en un contexto de creciente desacuerdo entre los economistas. Los eventos macroeconómicos de la última década han evidenciado la tendencia de los economistas a priorizar la crítica a los errores de sus colegas en lugar de buscar interpretaciones más acertadas de la realidad. Deaton se enfoca en cinco críticas centrales sobre la forma en que los académicos estudian, escriben y presentan sus narrativas, las cuales tienden a favorecer un statu quo económico que les beneficia. La primera reflexión aborda el poder: la libertad dentro de los mercados competitivos y cómo factores externos han manipulado la economía a través de la política para alterar las reglas del juego. Este análisis se centra en temas económicos clave como la inflación, el control de precios, los salarios y el poder adquisitivo, que se encuentran en el núcleo del debate sobre el poder económico. Para entender las políticas del poder, se debe evaluar el sistema económico en el que opera una sociedad, en este caso, el capitalismo moderno. Repensar el concepto de poder dentro de los estudios económicos puede proporcionar una comprensión más clara y precisa de los problemas de la desigualdad. Aunque la igualdad económica absoluta es una utopía, los economistas deben buscar el mejor equilibrio posible y las mejores condiciones económicas para la población. En segundo lugar, la división entre la filosofía y la ética ha aumentado con el tiempo. El concepto de bienestar humano ha sido reducido a términos de eficiencia, y esto ha llevado a que, independientemente de su postura política, muchas personas adopten una mentalidad tecnocrática, olvidando el propósito final de la economía y del estado de bienestar. La noción de igualdad ha sido demonizada y, con ella, cualquier iniciativa de seguridad social. Deaton argumenta que, en la mayoría de los casos, los economistas siguen utilizando enfoques utilitaristas centrados en la generación de ingresos, equiparando bienestar con dinero o consumo y dejando de lado el valor de las relaciones interpersonales. El tercer punto trata sobre la eficiencia, reconociendo su importancia para la sostenibilidad de la actividad económica, pero criticando que se ha priorizado la productividad sobre los objetivos finales. Muchas definiciones de economía la describen como la asignación de recursos entre agentes en competencia para obtener el mejor resultado, lo que ha llevado a que los economistas se concentren exclusivamente en la eficiencia, dejando la equidad en manos de los políticos. Deaton subraya que uno de los mayores desafíos del pensamiento económico moderno es reconciliar eficiencia, equidad y libertad individual, evitando que el desarrollo económico sea simplemente un sirviente de los mercados. La cuarta crítica se centra en la revolución de la econometría y cómo sus métodos empíricos se han vuelto, en muchos casos, cuestionables. Deaton introduce lo que considera una de las ideas más valiosas del artículo: el uso problemático de técnicas como “diferencias en diferencias” y “regresiones en discontinuidad”, que pueden ser manipuladas para obtener resultados predecibles, distorsionando así la investigación. Compara este enfoque con el trabajo de los historiadores, quienes analizan contingencias y causalidades multidireccionales, logrando identificar mecanismos más exactos y valiosos para entender los fenómenos económicos. Finalmente, Deaton señala que la falta de humildad entre los economistas representa un riesgo significativo para el avance del conocimiento en esta disciplina. Con frecuencia, los economistas están demasiado seguros de tener razón. La economía, argumenta, es una herramienta que puede proporcionar respuestas claras y precisas, pero solo si se reconoce que muchas de sus suposiciones pueden ser incorrectas. Un buen economista debe estar dispuesto a aceptar y corregir sus errores, en lugar de aferrarse a ideologías políticas. En la actualidad, las corporaciones han acumulado un poder desmesurado en todas las esferas sociales y políticas; el declive del poder adquisitivo, la caída de los salarios y el auge del populismo están erosionando las comunidades e impidiendo que el pensamiento económico proporcione soluciones claras e independientes del poder político.
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