12A La Prensa Panamá, lunes 31 de marzo de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. yoría de los panameños. Sin embargo, el país enfrenta desafíos estructurales que amenazan con frenar su avance. Uno de ellos es el descenso de la natalidad: en 1960 nacían 41 niños por cada mil habitantes, mientras que en 2022 la cifra se redujo a solo 17. Con una población que envejece y una fuerza laboral que crecerá más lentamente, la única vía sostenible de desarrollo es aumentar la productividad. Y eso requiere inversión, tecnología y capital humano. Pero también hay problemas más inmediatos. Una parte de la economía opera en la informalidad. Esta realidad no se combate con controles de precios o subsidios masivos, sino creando empleos formales, mejor remunerados y más productivos. Los países que han limitado la libertad económica en nombre de la igualdad han terminado sufriendo estancamiento, inflación, pobreza y migración masiva. Venezuela o Nicaragua deberían servirnos de advertencia. No hay desarrollo sin inversión, y no hay inversión sin reglas claras ni respeto a la libre empresa y la seguridad jurídica. Panamá tiene la oportunidad de dar el siguiente salto. Para ello, debe apostar con decisión por el desarrollo de su sector secundario: manufactura, industria, servicios técnicos y tecnología. Estos sectores permiten diversificar la economía, mejorar salarios y reducir la dependencia de activiLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. ¿Y si en ‘Avatar’ habitaran panameños? Naturaleza En 2009, el director James Cameron sorprendió al mundo con Avatar, una propuesta de ciencia ficción ambientada en un futuro donde el ser humano ha conquistado el espacio. La historia comienza con la llegada del protagonista, Jake, a Pandora, una luna habitada por los na’vi, una especie humanoide de piel azul con una profunda conexión espiritual con su entorno. El conflicto surge cuando Jake descubre que los militares que lo han enviado a Pandora buscan extraer un mineral, sin importar la destrucción del hábitat de los na’vi, y decide desafiar sus órdenes. Avatar es la película más taquillera de todos los tiempos, y no por casualidad. A pesar de que la audiencia comparte rasgos con los villanos de la historia, es más fácil identificarse con los humanoides azules, que luchan por preservar sus tradiciones y su ecosistema. Desde su estreno, la película ha sido asociada con causas ecológicas y ha servido para recordar episodios oscuros de la humanidad, como la conquista de América. No imagino a nadie en mi entorno apoyando a los líderes militares de Avatar ni al inversionista que financia su destrucción, mientras arrasan con Pandora. Y, hablando de destrucción ambiental irreparable, Panamá ha vivido más de un caso en el que se sacrifica el patrimonio natural en nombre del “progreso”. La misma sociedad que se indigna con la codicia de los villanos en Avatar se divide entre quienes defienden nuestro ecosistema y quienes justifican su devastación con el argumento de la generación de empleos. Sorprende cuántas personas hoy repiten sin cuestionar los “datos” fabricados por grupos codiciosos. Se afirma, por ejemplo, que el cierre de Minera Panamá ha provocado la pérdida de 50,000 empleos, pero los datos del INEC —antes y después del cierre— no respaldan tal cifra. Se dice que “el daño ya está hecho” y que da lo mismo, pero ni siquiera se sabe con certeza cuánta área ha sido afectada, cuánto del daño es reversible y cuánto es irreparable. No faltan quienes aseguran que “si Dios puso ese mineral en nuestro subsuelo, es para aprovecharlo”, un razonamiento similar al destino manifiesto que inspiraba a los villanos en Avatar. ¿Por qué en la pantalla grande somos capaces de entender lo que en la vida real nos negamos a ver? El fallo de la Corte que declaró inconstitucional la Ley 406 de 2023 marca un avance hacia un modelo en el que el Estado prioriza el bienestar social y el interés público por encima de cualquier beneficio económico. El fallo reafirma el compromiso de no vulnerar los derechos de la niñez y las futuras generaciones. Entre otras irregularidades del contrato, los magistrados destacaron la violación del derecho a un ambiente sano y a la salud, en conexión con el derecho a la vida. También abordaron el reconocimiento de los derechos de la naturaleza y el principio de no regresión en materia de derechos humanos. Confieso que me sorprendió ver cómo los magistrados encontraron herramientas legales para proteger el futuro de nuestro patrimonio natural. Quien lea el fallo difícilmente podrá justificar el desarrollo económico a costa de un ambiente devastado. Si aún no lo ha hecho, le invito a tomarse el tiempo de leerlo y a plantearse una pregunta: si la historia de Avatar se desarrollara en Panamá, ¿de qué lado estaría usted? Más comunidad Interacciones sociales tos de cocinar en familia o para algún ser querido, de convivir alrededor de la mesa. Perdemos ese tiempo de calidad con amistades y la seguridad de saber que pertenecemos a una red de apoyo. Cada día nos aislamos más en el nombre de la autosuficiencia y la comodidad. Ciertamente, esta accesibilidad es maravillosa y una señal de progreso. Nuestro mundo actual es más accesible que en cualquier otro momento de la historia. Tenemos más oportunidades y avances tecnológicos que nos permiten una mayor conexión, interactuamos con decenas de personas al día a través de “likes”, “reposts” y “stories”. Sin embargo, estamos más solos que nunca. Estudios reportan niveles de aislamiento social en adultos de mediana edad en Estados Unidos, Inglaterra y Europa Mediterránea significativamente más altos que los de los adultos mayores. Estudios en Latinoamérica y el Caribe señalan altos niveles de soledad y falta de amistades en adolescentes. El punto no es demonizar estos servicios de conveniencia. Son útiles y, en muchos casos, necesarios para las demandas y la falta de tiempo en el día a día. Sin embargo, no deberían ser nuestra primera opción, y debemos reflexionar sobre lo que perdemos cuando dejamos de conectar con otros. Un problema de salud pública El aislamiento no solo está deformando nuestra idea de comunidad, también nos está matando, literalmente. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, el aislamiento social puede incrementar los riesgos de enfermedades cardiovasculares, derrames, diabetes tipo 2, depresión, ansiedad, demencia e incluso el de muerte temprana. Los gruAndrea Melgar Libertad económica y productividad: la clave para el desarrollo de Panamá Desa os estructurales El crecimiento económico sostenido no es producto del azar. Según las principales teorías del desarrollo, depende de la acumulación de capital, el avance tecnológico y la mejora en la productividad. Para que estos factores se traduzcan en bienestar, es necesario un entorno que favorezca la inversión, la innovación y la eficiencia. Ese entorno tiene un nombre: libertad económica. Panamá ha sido, por décadas, un ejemplo regional de los beneficios de este modelo. La apertura comercial, la estabilidad macroeconómica y el protagonismo del sector privado han permitido al país triplicar su empleo desde 1990, elevar su ingreso per cápita por encima del promedio latinoamericano y alcanzar un Índice de Desarrollo Humano clasificado como “muy alto”. Más del 80% del PIB nacional proviene de la producción de mercado. Este dato confirma que es el sector privado el que genera riqueza, empleo y oportunidades para la madades de baja productividad. La industrialización representa una de las vías más efectivas para elevar la productividad, diversificar la economía y generar empleos de calidad. A diferencia de los sectores tradicionales, la industria permite agregar valor a la producción nacional, reducir la dependencia de las importaciones y fomentar cadenas de suministro locales. Además, impulsa la transferencia tecnológica, estimula la formación técnica y crea empleos estables y mejor remunerados. Para Panamá, apostar por una estrategia industrial bien diseñada significa transformar su modelo económico hacia uno más resiliente, inclusivo y competitivo, capaz de sostener el crecimiento en un contexto de desaceleración demográfica y cambios estructurales en el mercado laboral. El futuro no está en repartir la pobreza, sino en multiplicar la riqueza. Eso solo se logra fortaleciendo al sector privado, impulsando la productividad y asegurando un entorno de libertad económica. Panamá ya ha demostrado que este camino funciona. Ahora toca profundizar en él con visión, coraje y responsabilidad. Opinión LA AUTORA es ingeniera. EL AUTOR El autor es economista y miembro de la Fundación Libertad. LA AUTORA es investigadora del Cieps. Yolani Rognoni Arias pos con mayores factores de riesgo para ser impactados por el aislamiento social incluyen a personas de clases socioeconómicas bajas, adultos jóvenes, adultos mayores, inmigrantes y personas de la comunidad LGBTQ+. Los expertos señalan que este aislamiento puede manifestarse como un riesgo para la salud, aun si la persona no se siente sola. ¿Qué podemos hacer? En Panamá necesitamos invertir en intervenciones arraigadas en la construcción de comunidad, enfocadas tanto en programas escolares como en programas de promoción de la salud. Nuestro gobierno debe priorizar la creación de más espacios públicos, hacer ciudades más caminables y mejorar la infraestructura de transporte para promover la convivencia. A nivel más individual, hay estrategias que podemos emplear para asegurar que estemos menos aislados. En 1980, el sociólogo Ray Oldenburg (1932-2022) describió el concepto del “tercer lugar” como “un espacio de interacción social libre e informal esencial para la democracia”. El primer espacio es nuestro hogar y el segundo, el trabajo. Hoy en día, para muchos teletrabajadores y trabajadores independientes, el segundo lugar ha dejado de existir, resaltando la gran necesidad de tener terceros lugares. Ejemplos clásicos de terceros lugares eran la iglesia, las peluquerías, los cafés y los bares. Algunas ideas más actualizadas incluyen ligas deportivas, clubes de lectura, gimnasios, grupos de interés y voluntariados. Aprovechemos las oportunidades que tenemos para conectar con amigos, familiares, colegas y hasta con desconocidos. Pensemos dos veces antes de relegar una actividad cotidiana a una gran plataforma cuyo único interés es el bienestar económico de sus creadores. Pasemos tiempo de calidad con nuestros amigos y vecinos. Es esencial para nuestra salud y bienestar, y podría salvar nuestras vidas. Hace poco vi un post en Instagram que decía: “Qué triste lo aislados que nos hemos vuelto, que hoy en día las cosas que la gente hacía normalmente hace 15 años son vistas como ideas radicales para formar comunidad: visitar a tu amigo en el hospital, recoger a un familiar del aeropuerto, saber el nombre de tus vecinos. Las compañías tecnológicas han tercerizado toda nuestra humanidad para servir a los grandes capitales”. Este post resonó conmigo, y cuando abrí la sección de comentarios, noté que era el sentir de cientos de personas a nivel mundial. En Panamá hemos visto el crecimiento exponencial de los servicios de entrega motorizados, del uso de plataformas digitales de transporte, y de tiendas y supermercados que ofrecen hacer tu compra en línea y recogerla desde tu carro, entre otras. Se nos han vendido estos productos como “comodidad” para el consumidor. Es totalmente entendible, fueron soluciones que se normalizaron durante la pandemia de covid-19, cuando el riesgo de contagio, la enfermedad y la muerte eran amenazas reales. Sin embargo, son servicios que en la actualidad hemos seguido utilizando más por conveniencia que por supervivencia. Nadie quiere meterse a un súper abarrotado, donde lo más probable es que termine discutiendo con alguien por un estacionamiento. Es agotador llegar a casa después de un largo día laboral y no solo tener que cocinar, sino también fregar los platos. ¿Para qué incomodar a un amigo pidiéndole un aventón si el Uber llega en cinco minutos? No nos detenemos a pensar en el costo de estas comodidades para nuestro bienestar social. Perdemos las pequeñas interacciones con otros compradores cuando vamos por los pasillos del súper, con los cajeros y los empacadores. Perdemos esos momenBryan Townshend Bahamón Aprovechemos las oportunidades que tenemos para conectar con amigos, familiares, colegas y hasta con desconocidos. Pensemos dos veces antes de relegar una actividad cotidiana a una gran plataforma cuyo único interés es el bienestar económico de sus creadores.
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