9A La Prensa Panamá, lunes 24 de marzo de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. ro entra a un fondo común en la CSS, y donde habrá una pensión no contributiva para ayudar a los más necesitados. Habiendo dicho esto, el hecho de que se haya aprobado esta ley es un paso en la dirección correcta. Desde mejoras en el manejo de las inversiones hasta el uso parcial del ahorro previsional para conseguir un sistema autosostenible, además del refuerzo en los sistemas de gobernanza de la CSS, la nueva ley nos permite avanzar como país. Idealmente, como se ha demostrado en los cálculos actuariales, la edad de jubilación debió haberse incrementado, pero tendremos que esperar los futuros análisis y las conclusiones de la mesa tripartita para ver si, como sociedad, tomamos la decisión de implementar esta medida paramétrica tan importante. Aun así, la posibilidad y el mecanismo para hacerlo en el futuro están contemplados, y dependerá de nosotros que se cumplan los acuerdos. En cuanto a lo que preocupa a muchos, el dinero que recibiremos del nuevo sistema, los cálculos que se han publicado demuestran mejoras significativas en las jubilaciones. No solo esto, sino que también se logra romper con el enorme problema del Subsistema Exclusivo de Beneficio Definido (SEBD), donde los trabajadores de menores ingresos subsidiaban a los jubilados con las pensiones más elevadas, ya que era un sistema piramidal y no sostenible. Además, se consigue una mayor capitalización comparada con el sistema mixto (SM), donde una parte importante de la cuota pagada no se depositaba en la cuenta individual de cada cotizante, sino que iba al componente de beLas colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Hammurabi resucitado Ley del Talión Probablemente en la escuela nos hablaron de Hammurabi, el Rey de Babilonia. Reinó casi dos mil años Antes de la Era Cristiana, y su famosa Ley del Talión, “ojo por ojo, diente por diente” es bien conocida. Fue rigurosamente aplicada por varios siglos. A él se atribuye el primer Código Civil y Penal del mundo, también fue estratega extraordiario y gobernó con orden y justicia hasta su muerte. Lo que me trae a escribir estas líneas, siendo abogada, es pensar que quizás desde la destrucción de las Torres Gemelas inadvertidamente, hemos vuelto a aceptar la Ley del Talión como fuente válida para ajusticiar a un acusado sin antes reconocer su derecho a la presunción de inocencia, llevarlo ante un juez o un número de sus pares y sopesar las pruebas. Celebramos cuando mataron a Bin Laden para vengar la monstruosidad que suponemos cometió, y muchos sentimos alegría cuando los israelitas ajustan cuentas, aniquilando a cientos de miles de inocentes, en venganza por los muertos y heridos que les causan sus vecinos. Cierto que las guerras ponen un cese a la seguridad y al orden, pero aún en contiendas esperamos que no se produzca un desenfreno en el cual la venganza domine los campos de batalla. En las horribles matanzas de las guerras, esperamos que las leyes protejan la vida de los ciudadanos comunes. Sin embargo, ahora observamos sin preocupación que se aplica la Ley del Talión. Los israelitas no olvidan ni perdonan, y para los palestinos la venganza cruda es su más larga tradición. Ni uno ni el otro lado piensan que en esos dolorosos hechos también rige la Ley de nuestros días. Esta situación, precursora del caos, ha ocurrido también en Estados Unidos, con el linchamiento de policías, y el maltrato a los detenidos de raza negra. Las leyes son el fundamento de la vida civilizada, y el acuerdo nacional de respetarlas nos permite dormir sin un machete en la mano y pagar por el alimento en vez de arrancarlo con los dientes. No tenemos derecho a desconocerla, induciendo un regreso al salvajismo de nuestros darwinianos antepasados, los casi olvidados neandertales o los cromañones que llevamos justo bajo la piel. De un mundo de fuerza, la diplomacia Relaciones internacionales era insuficiente. Confiarlo todo a esta estrategia, en menoscabo de la diplomacia, solo crea conflictos. En su sentido tradicional, la diplomacia era sumamente indispensable. Pero los tiempos cambian. El Muro de Berlín cayó y, con él, se impuso la primacía de la fuerza, el realismo y el interés nacional, paradójicamente descuidando la geopolítica. Al no cuestionar el planteamiento de El fin de la historia y el último hombre (Francis Fukuyama, nacido en 1952) sobre el fin del conflicto ideológico como motor de la historia, nos quedamos sin cartas de navegación bajo un mandato implícito de que “no hace falta que tengas ideas”. Más complejo aún. La realidad de la desglobalización, el proteccionismo, los hiperliderazgos y los nacionalismos —e incluso los democidios— han hecho tambalear el multilateralismo. Como parafrasea Josep Borrell: “En tiempos en que nadie quiere guerra, pero entre todos se organizan para que suceda”, lo que intensifica aún más la necesidad de fortalecer el cauce de la diplomacia. Se sabe, por ejemplo, que los diálogos entre las diplomacias europea, estadounidense y rusa son prácticamente inexistentes o no están estructurados. A la sombra de este desorden global y, sobre todo, ante la ferocidad de los “actos piromaníacos” dirigidos a diluir la frontera entre racionalidad e irracionalidad y fomentar la radicalización, se vuelve imperativo contar con una capacidad ecléctica para calibrar pulsos e imaginar nuevos cursos de acción que equilibren el interés de la nación con el de otros, con el del mundo, con el de la humanidad. Decíamos que es necesario recuperar el cauce de la diplomacia. El teléfono simbolizó un canal entre Shevardnadze y Shultz para cumplir con el fin último de la diplomacia: crear confianza. Debemos entender que esta relación entre voluntad de concertación y conflictos no es arbitraria, sino que está arraigada en el temor ante la imprevisibilidad de un desorden que agrava la mutua desconfianza. En ocasiones, es cierto, la diplomacia no se despliega exitosamente. La guerra es un triunfo de la fuerza. La diplomacia intenta aproximar, aunque no siempre lo logre. Lizka Gálvez La nueva ley de la CSS Seguridad social Oficialmente, tenemos una nueva ley para la Caja del Seguro Social (CSS). Luego de muchos años en los cuales varios gobiernos decidieron mirar hacia otro lado y no tomarse en serio la situación, la actual administración le hizo frente a lo que probablemente haya sido el problema social, económico y financiero más grande que hemos tenido como país. Debo comenzar diciendo que la Ley 462 no es, en lo absoluto, perfecta. Tiene algunos puntos en los que discrepo, tanto a nivel técnico como ideológico. A nivel de sistema, defiendo, como en su momento defendí a lo largo de las discusiones, un modelo basado en pilares, enfocado en cuentas individuales, con administración en competencia y con un componente importante de solidaridad real para aquellos que realmente lo necesitan. Como recordarán, este fue el modelo que varios propusimos, tanto desde el sector privado organizado como desde distintos grupos de la sociedad civil. Por ello, aquellos que afirman que el sistema que ha quedado es el mismo que propuso el sector privado y que es de “cuentas individuales con privatización” mienten descaradamente. El nuevo sistema, en resumen, es uno de cuentas nocionales, donde todo el dineneficio definido. Para que no quede solo en teoría, hagamos un ejercicio sencillo. Una persona que entra a trabajar a los 25 años, con un salario inicial de $734 (que es la mediana salarial de octubre de 2024, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo), que a lo largo de su vida cotiza, en promedio, siete cuotas al año (según el promedio registrado durante el conversatorio en presidencia, cuya información es pública y está disponible en la web), obteniendo incrementos salariales de 1% anual y jubilándose a los 62 años. La pensión que recibiría con la nueva ley es de $460.44, representando una tasa de reemplazo de 78.57%. Bajo el SM, que habría sido el sistema al que esta persona habría ingresado por la Ley 51, la jubilación sería de $302.27, con una tasa de reemplazo de 51.58%. Si en el mismo escenario solo cambiamos la variable de que la persona trabajase los 12 meses de manera completa, aportando 12 cuotas en el año, la pensión sería de $789.32, con una tasa de reemplazo de 78.57%, frente a una pensión de $618.17 y una tasa de reemplazo de 61.53% en el Subsistema Mixto. Ahora lo que nos toca es velar por el fiel cumplimiento de la ley y garantizar que se realicen los estudios actuariales, financieros y técnicos necesarios para implementar los futuros cambios que requiera el sistema a mediano y largo plazo. Esto ya no será únicamente responsabilidad del gobierno. Como hemos aprendido, es nuestro deber ciudadano mantenernos vigilantes, involucrarnos y participar activamente en beneficio de nuestra república. Que este proceso nos sirva de lección para los desafíos que vienen en otros ámbitos, ya que no serán nada fáciles. Opinión LA AUTORA es escritora. EL AUTOR es amigo de la Fundación Libertad. LA AUTORA es doctora en Relaciones Internacionales. Beatriz Valdés A veces se convierte en un bastión de posiciones. En muchas ocasiones, anécdotas de valijas e inmunidades han trascendido fronteras público-privadas. Y luego están algunos incidentes de protagonismos, recursos y margen de acción. Sin embargo, nada de esto la deslegitima. Si pensamos en los desafíos que debe maniobrar —el azar, los factores interculturales, la estrategia del cálculo, la toma de decisiones, la desinformación, etc.— vemos que la diplomacia, como una báscula, debe interpretar correctamente el contexto, prevalecer ante embrollos de poderes, descifrar silencios y juegos de contrarios, recurrir a la lista de ciencias auxiliares y formular juicios lo más certeros posibles. Esos juicios que distinguen y diferencian, incluyen y descartan, y que son “rigurosamente objetivos” pero con avisos de subjetividad. Hay razones de sobra para concluir que la diplomacia tiene razón de ser. Y no se reduce solo a tecnicismos. Se complementa con el calor humano, el don de gentes y la receptividad, acompañados de flexibilidad intelectual y un canon literario. La dosis requerida de disciplina se traduce en un carácter firme y especialmente diligente, prudente y discreto, que va tejiendo su espíritu, el de inspirar confianza… con pizcas de reserva. Por ello, releo a Simone Weil (1909-1943). En La Ilíada o el poema de la fuerza, el encuentro entre Aquiles y Príamo relata, con desaliento y belleza, un juego de fuerzas y cegueras que, con nihilismo catastrófico, terminan con los hombres, evidenciando que somos solo interés y fuerza. Pero, siendo la naturaleza humana tan frágil y compleja, la fuerza, en tanto que un espejismo e ilusión, no lo es todo. También somos la voluntad de conciliar y crear posibilidades (poder). Cuando Henry Kissinger escribe: “Los líderes actuales conocen la historia de las guerras, pero no las vivieron”, no pretendía ver líderes combatiendo en Irak ni llamaba a la reclusión obligatoria; recalcaba la preocupación compartida en The Tragic Mind (Robert Kaplan, nacido en 1952) sobre la necesidad de minimizar los límites de la fuerza. Puesto que ningún sistema humano, político ni tecnológico funciona sin un margen de error, hay que ser conscientes del “mundo de las limitaciones”, tanto humanas como físicas. Ante el intento recurrente de solucionar los problemas con la fuerza, que lleva siempre a la derrota, aun en tiempos críticos como los de Shevardnadze y Shultz, el canal diplomático está presente y, entre realismo y humanismo, persiste en su espíritu de conciliar escenarios. En tiempos en que se creía en disuasión, se cuenta que Eduard Shevardnadze, ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética entre 1985 y 1991, telefoneó a George Shultz y, sin especificaciones del momento ni del anuncio, habló sobre dejar Afganistán. En esa época de “escasas opciones estratégicas”, con cada movimiento calculado, la llamada telefónica de Shevardnadze no fue solo un trámite burocrático, sino un intento de encontrar una salida que minimizara la pérdida de vidas humanas. La diplomacia suele ser una batalla contra el relieve. A priori, su esencia radica en representar a un Estado, una labor que en el pasado se realizaba a través de las artes más humanas y hermosas: las “palabras”. Hoy, su condición ha cambiado. El ir y venir en primera clase se ha vuelto un símbolo contemporáneo del ejercicio diplomático, reflejando una ostentación que ya era criticada en obras como Advertencias para reyes, príncipes y embajadores (Cristóbal de Benavente, siglo XVII). La renuncia al leitmotiv de la diplomacia en favor de la pomposidad y pesantez ha llevado a una mirada superficial sobre su valor, convirtiéndola a menudo en un pretexto para el desprestigio, la sospecha de su sabiduría o, en el peor de los casos, su relegación. La alternativa que ofrece esta ciencia de forma y fondo pudo contrarrestar el peso de la disuasión en un mundo temeroso hasta el punto de que, al terminar la llamada, Shultz no salió a proclamarlo a todo volumen, a pesar de ser una gran noticia. Por muy complejo que fuera el contexto, con adversarios claramente identificados y un ambiente impregnado de espionaje e intrigas, la diplomacia permitió interpretar la situación a escala mundial, más allá de lo parroquial o local. Si la llamada fue un desdoblamiento o una máscara, logró representar con perspicacia el verbo característico de la diplomacia: conciliar; una palabra enriquecida con amplios sinónimos: balancear, acomodar, equilibrar, reajustar, reacomodar, concertar, arreglar. Así, al margen de fórmulas convencionales, Shevardnadze y Shultz entendieron que la disuasión militar, como único instrumento para impedir la guerra, Pablo J. Gutiérrez Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Anne e Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. 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