8A La Prensa Panamá, lunes 17 de marzo de 2025 Contacto [email protected] Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión de La Prensa se expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Hasta ahora, todo lo bueno relativo a la vía interoceánica que, desde hace meses, venían haciendo nuestro gobierno y la ACP, se lo ha adscrito Donald Trump como triunfo suyo. Evidentemente, la manipulación no ha de cesar -tal vez hasta empeore- y no podemos descuidar la retaguardia. Como ejemplo, luego de un par de días de cero noticias, saltan los reportaje de NBC News y del Pentágono sobre un presunto “incremento” de tropas americanas en el Istmo, sobre un acuerdo para el envío de “fuerzas especiales” para entrenamiento de largo plazo a nuestro “ejército”, y la oficialización de una orden al Pentágono para que prepare opciones para ‘reivindicar’ el Canal. Sin duda, todo esto interesa a los usuarios del Canal. Como corolario, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, vendrá a Panamá acaso a “imponer” este plan el próximo mes de abril. ¿Quién diseñará la agenda, y qué responderemos a lo que seguramente intentarán forzar? No debiera ser necesario recordar a cada rato que, por Constitución Política, este es un país desmilitarizado. Es una falacia que aquí lo militar es fuente de seguridad; no lo fue cuando se produjo el golpe de Estado de 1968, y solo eran 4,000 efectivos armados. Es muy censurable ponerle a la fuerza pública la máscara militar: saltarán del invernadero a servir a gobernantes impopulares, o a servirse ellos mismos tal cual hicieron durante 21 años. Los valores castrenses no tienen lugar en nuestra sociedad, y la presencia militar extranjera no cabe en la República: no puede ser neutral nuestro Canal dentro de un país parcializado política Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensa se reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Pax trumpiana Estados Unidos Cada vez que pienso en los casi dos meses que lleva gobernando Donald Trump, se me vienen algunas frases célebres de la historia, como, haciendo un giro copernicano, la que el presidente John Kennedy pronunciara al tomar posesión el 20 de enero de 1961: “no pienses lo que Estados Unidos puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por Estados Unidos”. Y aquí va otra pronunciada por Luis XIV de Francia en circunstancias diferentes: “après nous, le déluge” (después de mí, el diluvio). Estos días me las he pasado revisando en el pasado qué tratados con otras naciones ha roto en sus doscientos tantos de historia Estados Unidos. Encontré una cláusula, ahora que Trump pretende “recuperar el Canal de Panamá”. En 1899 se juzgó que “el Congreso, por legislación, y teniendo en cuenta que el pueblo y las autoridades de Estados Unidos están preocupados, puede abrogar un tratado realizado entre este país y otro que ha sido negociado por el presidente y aprobado por el Senado”. No pude encontrar un ejemplo. Lo que sí ha hecho el país norteamericano es romper acuerdos: más de 368 tratados con las naciones indígenas en su territorio; además, el acuerdo entre Ho Chi MinhyelVietMinhen1946paraapoyar la independencia de Indochina después de la Segunda Guerra Mundial. Lo que hizo fue ayudar a Francia, el país colonial, en el acuerdo de Ginebra de 1957. El arreglo que el presidente Obama hizo para limitar el desarrollo de las armas nucleares por parte de Irán fue calificado como un “acuerdo entre caballeros”. Al contrario, cuando en 1956 Gamal Abdel Nasser nacionalizó el Canal de Suez, causando, en común acuerdo, que Gran Bretaña, Francia e Israel invadieran la península del Sinaí, fue decisiva la intervención del presidente Eisenhower de Estados Unidos para revertir la situación. En sus más de 50 días que lleva Trump en la Casa Blanca, ha logrado, en parte, desarmar el orden internacional. Según un controversial artículo aparecido en The New York Times, la conducta de Trump no obedece a un planificado nuevo orden mundial; ni siquiera a una meta ya reestablecida. Según el mencionado periodista, a lo que Trump más le gusta “es que le rueguen”. Aún así, tildó a Zelensky, el presidente de Ucrania, de “dictador”; en las Naciones Unidas, en una resolución, unió su voto al de Corea del Norte, Irán y China. Creo que a lo que Corea del Norte se refiere es algo sin precedente. En el mundo trumpiano, fue Ucrania quien atacó a la Federación Rusa. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, ya hace más de 80 años, los gobiernos sucesivos de Estados Unidos han utilizado un “soft power” (poder suave), claro que con excepciones, para impulsar las causas democráticas, los derechos humanos y los valores occidentales. Con Trump en la Casa Blanca, esperemos el resultado. La historia fuera de las aulas Raíces vidas a investigar. El resultado es que la sociedad queda a merced de lo que ofrecen publicaciones no siempre compatibles con un interés más fundamental: la verdad histórica, sea agradable o desagradable. Aunque es preciso reconocer que el concepto de verdad histórica es problemático, al menos puede valer para indicar mi orientación. Al llevar la historia a la comunidad mediante artículos de breve extensión en Raíces no se asume que la historia debe prescribir reglas de conducta, o de que es preciso conocerla para no repetir errores, para glorificar, agraviar o desagraviar personajes, para predecir el futuro o para prestar un servicio edificante. Para mí, el conocimiento de la historia interesa principalmente por el grado de información y lucidez que puede proveer al lector atento para auxiliarlo en el análisis y comprensión de la realidad. Un corolario de esta postura es que en Raíces no atribuyo la preeminencia de alguna concepción de la historia. Tampoco le concedo un carácter teleológico; es decir, orientada hacia un cierto fin, sea natural o sobrenatural. Lo que asum,o en cambio, es que se puede favorecer al lector si se despliegan diversas concepciones e interpretaciones de la historia, implícitas en trabajos de autores profesionales, preferiblemente de los que han llevado sus estudios hasta el grado de doctorado. Otro corolario que podría inferirse es que Raíces no está al servicio de amigos, familiares ni ideologías. He llegado a publicar artículos que describen actuaciones de antepasados míos en una perspectiva crítica. No puede esperarse que estos artículos compensen plenamente. Los lectores deben tener presente que no hay historia objetiva ni completa. Mucho menos en artículos de 900 palabras. Al escribir, ningún autor puede prescindir completamente de su concepción del mundo, de la naturaleza humana, de la sociedad, ni siquiera de su ideología. No obstante, lo primordial es el uso y crítica de las fuentes, especialmente las documentales; la aptitud del historiador para mantenerse en guardia contra las posibles deformaciones producidas por sus inclinaciones y gustos personales o afinidades familiares, un quehacer para el que han sido adiestrados en las universidades. En los historiadores más competentes, el examen crítico de las fuentes es una ocupación tan natural como dormir y comer. En este punto hay que tener en cuenta, además, que ningún historiador puede abarcar todas las fuentes primarias, por ello acuden también a trabajos de otros historiadores, una tarea para la cual los inRicardo López Arias ¿Militares neutrales? ¿Es en serio? Estados Unidos, el otrora referente mundial de la democracia, de la institucionalidad jurídica, de los derechos humanos, de la seguridad internacional, se ha convertido en el agresor del orden de convivencia de las naciones. Nadie ha quedado por fuera de sus ataques. Su gobierno actúa en contra del propio progreso, que es fruto de un prolongado protagonismo internacional y del concurso de migrantes de muy apartadas culturas y lugares del mundo. Es triste ver que descendientes de tan diversas culturas y formaciones sanas se hayan unido para alfombrar un movimiento político de ego inflado que raya en la ignorancia y tal vez en el trastorno de la razón. Mentir, intimidar, atacar, destruir, amenazar, dañar, calumniar; todo es táctica política. Pero es realmente inexplicable que los más altos funcionarios se sientan cómodos con el desconocimiento de Historia Universal, de la existencia de países que hasta son miembros de las Naciones Unidas, de las obligaciones impuestas por el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá… y que secretarios de Estado continúen soltando disparates alegremente hasta sobre la sustitución de vacunas por aceite de hígado de bacalao. y militarmente frente al mundo comercial que servimos. Por consiguiente, no es aceptable lo que estamos escuchando. Podemos recibir asistencia para reforzar la seguridad interna, pero no para ser intermediarios militares de otros. No menos importante es que desconocemos si nuestro gobierno ha otorgado el beneplácito al elegido para ser Embajador de Estados Unidos en Panamá, Kevin Marino Cabrera, quien, en noviembre pasado, afirmó sin ambages que su misión será hacer “cumplir las aspiraciones geopolíticas” del presidente Trump. Ese contundente mensaje da gran relevancia al beneplácito, ya que reflejará la complacencia de Panamá con el historial del nominado, su compleja trayectoria y su proyecto ‘diplomático’. Pero hay algo aún más preocupante: tampoco sabemos si el gobierno de Estados Unidos enviará el nombramiento al Senado sin haber solicitado previamente el beneplácito. Todo es posible en el mundo de las manipulaciones. Ahora bien. Siguiendo -más o menos- la secuencia de eventos, todos los ataques contra nuestro país llegaron sobre el invento del control del Canal y de los puertos terminales por el Partido Comunista chino, argumentando que eso era una violación del Tratado de Neutralidad. Bien, ahora que el control de los puertos ha sido sustituido por una empresa registrada en Estados Unidos, no parece haber problema con el mencionado Tratado. Está claro que no podemos intercalar razonamientos donde no caben, pero esta contienda es tan desigual que es impostergable que nos defendamos con algo fuerte, con apoyo internacional y con buen sentido de oportunidad. Opinión EL AUTOR es es internacionalista. EL AUTOR fue embajador ante las Naciones Unidas. EL AUTOR es doctor en filosofía y fue editor de la página ‘Raíces’. Ezra Homsany vestigadores académicos están adecuadamente informados y al día de la literatura secundaria más significativa disponible. La otra cuestión, la de la interpretación, es más subjetiva naturalmente y, por tanto, puede provocar más discusión. El lector debe tener presente este hecho y alguna información sobre el autor. Desde que inició la publicación de la segunda época de Raíces, he corroborado la importancia de cuestionar los mitos, especialmente los que divulgan con ánimo exaltado, no muy distinto al religioso, algunos sectores políticos o familiares. Algunas reacciones han sido descomedidas y han originado réplicas severas, pero necesarias porque un editor no puede permanecer impasible a los intentos de desacreditar con ataques personales a participantes en Raíces, especialmente si son investigadores respetados por la comunidad académica donde no hay sitio para el arrebato, la insolencia o la arrogancia del diletante. He publicado artículos de autores académicos panameños, norteamericanos, canadienses, españoles. Con cierto grado de sorpresa he advertido lo arraigada y generalizada que se encuentra la noción –o conclusión- de que en Panamá la corrupción está institucionalizada. Así, por ejemplo, en los trabajos de Patricia Pizzurno, Celestino Araúz, Steve Ropp y Mathew Scalena, todos ellos investigadores a tiempo completo que laboran en Panamá, Estados Unidos y Canadá. Por último, sostengo que la función principal de Raíces no consiste en construir identidades o respetar tradiciones. Las tradiciones pueden revisarse si se descubre en ellas la presencia del mito o del carácter puramente edificador o patriotero. Estamos constantemente expuestos a la labor de sectores interesados en perseguir estos objetivos. La intoxicación de patriotismo o de nacionalismo no contribuye a la comprensión de la historia, a entender cómo Panamá ha llegado a ser lo que es hoy. Los giros altisonantes pueden repicar seductoramente al oído, pero no aportan a la comprensión de la historia. Por ello, la divulgación de ensayos de 900 palabras, producidos por académicos nacionales o extranjeros, en que la diversidad es considerada una exigencia fundamental, puede cumplir una función útil que Raíces intenta desempeñar: llevar la historia fuera de las aulas. Nota del editor: Durante las décadas de 1990 hasta entrada la de 2010 La Prensa publicó cientos de artículos de contenido histórico. Los últimos tres años la edición estuvo a cargo de Ricardo López Arias. En las próximas semanas publicaremos nuevamente algunos artículos por considerarlos de interés general. En esta primera entrega (La historia fuera de las aulas), se explica el criterio seguido por el editor en la selección de los temas. Llevar la historia fuera de las aulas es una tarea necesaria, entre otras importantes razones, porque cada cinco años elegimos gobernantes que ejemplifican una y otra vez lo que ciertos historiadores describen como un fenómeno recurrente de Panamá desde tiempos de la colonia: la corrupción institucional. Aunque algunos prefieren no escribir sobre el tema, la omisión puede ser rectificada con lo que otros publican. De ese modo se puede resguardar los intereses del lector, al menos parcialmente. Dos fenómenos notables de nuestros días conspiran simultáneamente para producir efectos sociales perniciosos. Uno, el relativo aislamiento de los historiadores académicos de lectores no especializados. El otro, las deplorables consecuencias de la frenética actividad laboral y social que dificulta a demasiadas personas el acceso a los trabajos de historiadores y, en consecuencia, las deja expuestas a publicaciones en toda clase de medios en que la consideración de las fuentes es una cuestión secundaria o en que el propósito radica en dar vida perdurable a mitos con cadencia litúrgica. Y todos sabemos que el mito es una mentira fabricada para hacer propaganda. Los inventan las Iglesias, los políticos, los familiares y a veces también, algunos profesores universitarios para quienes el proyecto político-ideológico reclama prioridad. Resulta bastante obvio que si el trabajo de los historiadores no alcanza a un sector amplio, se produce un vacío intelectual; se niega a la sociedad en general la oportunidad de recibir el producto del trabajo de personas que han dedicado ingentes esfuerzos a instruirse; que han consagrado la mayor parte de sus Ramón Morales Quijano Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. 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