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6A La Prensa Panamá, lunes 10 de febrero de 2025 Panorama El 5 de noviembre de 2024, el pueblo de Estados Unidos eligió como gobernantes para los próximos cuatro años a la fórmula Trump-Vance. Con el eslogan “America First” (“Estados Unidos Primero”), lograron atraer a la mayoría de los votantes gracias a sus consignas conservadoras. Los análisis postelectorales revelaron una sorpresa para un sector signi‚cativo: la campaña ganadora no solo triunfó en el Colegio Electoral, sino que también obtuvo la mayoría del voto popular. Aún más llamativo fue su desempeño entre la comunidad latina, donde el Partido Republicano logró un resultado histórico al captar el 45% de los votos de este segmento. Este dato cobra especial relevancia considerando que el entonces candidato, hoy presidente, prometió —y ahora implementa— el mayor programa de deportaciones en la historia del país. Más allá de fronteras, la migración descontrolada y masiva genera preocupación en los gobiernos, en las poblaciones locales y también entre los migrantes ya establecidos. La inseguridad, el aumento del costo de vida, la competencia por empleos bien remunerados y los desafíos de integración ‚guran entre las principales inquietudes asociadas a este fenómeno. Estas tensiones, arraigadas en el instinto humano de supervivencia, han derivado en con©ictos en diversas regiones. En agosto pasado, el asesinato de tres niñas en el Reino Unido provocó la indignación de un sector de la población, derivando en disturbios violentos. Inicialmente, el crimen se atribuyó a un inmigrante, aunque luego se con‚rmó que el responsable era un británico de padres extranjeros. En Alemania, disturbios similares estallaron en diciembre tras un ataque en un mercado navideño que dejó nueve muertos; en este caso, el agresor era un inmigrante reasentado en el país hacía casi dos décadas. En América Latina, paíUn nuevo enfoque para contrarrestar la migración irregular ESTRATEGIA ses como Estados Unidos, Perú, México, Chile y Panamá han encendido las alarmas ante la presencia del Tren de Aragua, una organización criminal conocida por su violencia. A nivel global, los movimientos conservadores han hecho de la lucha contra la inmigración descontrolada un pilar de sus campañas electorales. Partidos de derecha y ultraderecha en Alemania, Francia, Italia y otros países han capitalizado el temor al impacto de los ©ujos migratorios en los estilos de vida tradicionales, impulsando un giro en las políticas de acogida. Según las últimas cifras del Gobierno panameño, el número de migrantes que ingresan por la frontera colombo-panameña ha caído drásticamente. Si bien las medidas locales han contribuido a esta reducción, gran parte del impacto proviene de los mensajes ‚rmes emitidos por la administración estadounidense, dirigidos tanto a los países que no habían tomado medidas como a quienes consideraban sumarse a los ©ujos irregulares. La migración ha sido y será parte de la historia de la humanidad. En sí misma, no es negativa; por el contrario, se reconoce el valor de quienes contribuyen positivamente a la sociedad, ya sea como inversionistas, turistas, trabajadores cali‚cados o emprendedores. Sin embargo, también se condenan las acciones que atentan contra los valores y principios de una comunidad cohesionada. El objetivo común debe ser una migración segura, ordenada y regular. Pete Hegseth, secretario de Defensa de Estados Unidos EFE Hello, mister Hegseth Ramón Morales Quijano ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] Otto A. Escartín ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] ANÁLISIS El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, visitará Panamá en abril. Frank Ábrego destacó una llamada “productiva” en la que acordaron fortalecer la cooperación en seguridad para enfrentar amenazas hemisféricas como el narcoterrorismo y la migración irregular. El ministro de Seguridad, Frank Ábrego, informó que el secretario de Defensa de Estados Unidos y jefe del Pentágono, Pete Hegseth, vendrá a Panamá en el mes de abril. Según Ábrego, sostuvieron una llamada cordial y productiva (?) en la que ambas partes manifestaron su interés en “fortalecer la cooperación técnica en seguridad y contrarrestar amenazas hemisféricas, incluyendo el narcoterrorismo y la migración irregular”. Bueno, aquí va lo que conocemos gracias a las propias fuentes de Estados Unidos: el 6 de los corrientes, según John Ullyot, portavoz del Departamento de Defensa, el secretario Hegseth, destacó como una prioridad de seguridad nacional para Estados Unidos “garantizar el acceso sin restricciones a la vía interoceánica, así como mantenerlo libre de interferencias extranjeras”. No parece cordial y productivo. Y ¿qué sabe Hegseth de lo que se dice hablaron por teléfono? Por lo que obviamente representa Estados Unidos en el mundo, escuché audiencias de con‚rmación del Senado, y en especial a la que fue sometido el hoy secretario de Defensa Hegseth. Fue extremadamente desagradable; más allá de las censuras personales, se destacó su inexperiencia en políticas de seguridad nacional, la ausencia de historial en altas posiciones militares y la falta de liderazgo en organizaciones relevantes. Como agravante, en declaración pública el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, lo llamó “uno de los seleccionados al gabinete más erráticos, no cali‚cados e inadecuados que hemos visto en tiempos modernos; no tiene ni el carácter, ni la experiencia, ni el juicio que requiere el trabajo”. ¿Entonces? A ‚nes de enero, en entrevista dada a Fox News, Hegseth, que ha mostrado estar totalmente alineado con la agenda del presidente Donald Trump, ‘advirtió’ lo siguiente: que la administración Trump hará “lo que sea necesario” para garantizar la ‘libre navegación’ del Canal de Panamá, para lo que el Pentágono está ya ‘preparado’; que el presidente ha confesado en varias ocasiones su intención de “recuperar” el Canal; que tienen “el derecho de hacer lo que sea necesario para garantizar la libre navegación”; y, según publicaciones internacionales, en su llamada telefónica Hegseth ‘comunicó’ al ministro Ábrego que Estados Unidos necesita “acceso irrestricto” al Canal para mantenerlo “libre de interferencias extranjeras”. Todo esto circunvalado por mentiras armadas y por el demencial cuento chino de Trump. Y surge la gran pregunta: ¿cómo debemos actuar ante el adversario Hegseth que, según The Guardian (15/11/24), está inmerso “en una cultura de extremismo político e ideación violenta”, y que luce varios tatuajes con gritos de guerra de tinte religioso? He visto, también, comentarios sobre un libro de su autoría (American Crusade: Our Fight to Stay Free), en el que expresa que las diferencias entre ideologías no pueden ser resueltas a través de un proceso político; que los fundadores de Estados Unidos no querían una democracia para su país; que se necesita una ‘cruzada americana’, una guerra santa, por la causa de la libertad humana. Para rematar, al tomar posesión de su cargo Hegseth dijo a los militares de su país que restauraría el espíritu guerrero y de disuasión (deterrence) de las fuerzas armadas, signi‚cando que es seguidor de un sistema social y de valores que ensalza el poder militar. Frente a la información que tenemos, resulta ilógico esperar inteligencia, veracidad, conocimientos y buena voluntad del visitante. Su estribillo no va a cambiar, porque piensa igual que Trump y que el secretario de Estado, Marco Rubio: ‘si no se alivian las preocupaciones’ sobre la tal in©uencia china en el Canal, Estados Unidos “retomará el control de la vía interoceánica”. Aparte, Hegseth, creando incertidumbre sobre el futuro del régimen de seguridad internacional, al lanzar sus críticas a la OTAN demuestra no haber captado la necesidad de mantener la cohesión militar del bloque occidental. Y, por supuesto, Trump está saboteando un sinnúmero de tratados y convenios internacionales, y habla de libre comercio mientras arremete contra la competencia internacional. En situaciones como estas, hay que intuir previamente las motivaciones y los argumentos de los contrincantes, y saber de lo que son capaces. Comenzando, este arrebato del norte tiene inspiración de otros momentos: de la ‘doctrina’ de Rumsfeld y Wolfowitz (quienes dominaban a Bush), que contemplaba una política o‚cial de mentiras, difamación y osadía, y el derecho unilateral de Estados Unidos de invadir a quien considerara su enemigo o de importancia estratégica. En otras palabras, Estados Unidos se reservaba el derecho a determinar, entre otras cosas, qué constituye una amenaza a su seguridad, y de actuar aunque dicho peligro no fuera inminente. Irak fue ejemplo de esto y condujo al encubrimiento de violaciones a los derechos humanos, como en Abu Ghraib y Guantánamo. Esto es una especie de fundamentalismo de gran peligrosidad que bien puede salírsele de la mano a Trump y afectar a Panamá en forma irreversible. Y algo que conoce el presidente José Raúl Mulino: la agresiva política de Estados Unidos de operar internacionalmente a través de intermediarios. Es lo que está haciendo Trump con varios Estados de la región, y eso convierte en delicado lo que ahora pretenden con Metetí. Es obligación de todos cooperar con un proceso civilizado de repatriación de migrantes, pero no podemos dejar que impongan en nuestro país un campo de concentración o base militar. Recordando eventos determinantes del pasado -y de mucha dignidad- en 1998 el Dr. Ricardo Alberto Arias, canciller del gobierno del Dr. Ernesto Pérez Balladares, no ‚rmó los acuerdos del Centro Multilateral Antidrogas (CMA) por no tener estos garantía multinacional, y por varias pretensiones inaceptables de Estados Unidos. Tengámoslo como ejemplo. Entonces, para que Metetí sea e‚ciente, es mani- ‚esta la necesidad de, por lo menos, contar con el compromiso formal de inmediata aceptación de sus nacionales por parte de los países destinatarios de los migrantes irregulares. Finalmente, los acuerdos tienen que ser taxativos, públicos, sin condiciones vagas y con claras limitaciones bajo las cuales funcionaría esta escala, que debe ser de corta duración y de integridad soberana. Protestas en Atlanta contra las deportortaciones. EFE

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