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6A La Prensa Panamá, domingo 2 de febrero de 2025 Dirigentes gunas de las islas de San Blas con su típica vestimenta de sombrero y corbata. Se aprecia un dirigente albino. Cortesía/Francisco Herrera El estallido de la rebelión guna Francisco Herrera ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] CENTENARIO Richard Marsh ha sido presentado en la prensa de la época de la rebelión guna de 1925 como el instigador. Sin embargo, para los guna fue un personaje circunstancial cuya incidencia fue marginal a las decisiones del pueblo. El domingo 22 de febrero de 1925, día de Carnaval en las ciudades de Panamá y Colón, en la pequeña isla de Tigre, entonces circunscripción de San Blas, se encontraba atracado al rústico muelle de la isla, la motonave Stop Ambitions, que hacía el servicio regular de cabotaje entre la ciudad de Colón y Puerto Obaldía, cerca de la frontera con Colombia; es decir, toda la costa nor-oriental del istmo de Panamá. Su capitán, un afroantillano, de apellido Whitaker, se encontraba a bordo esperando que sus pasajeros regresaran de la inspección que realizaban por la población, y así levar anclas y enrumbar hacia Colón. No estaba tranquilo Whitaker. Durante semanas, se había rumoreado en la región sobre un posible levantamiento de los indios. Ahora, la inquietud era más intensa, pues en esta ocasión, los pasajeros que aguardaban su regreso de la isla formaban parte de la comisión encargada de investigar dichos rumores. Esta comisión estaba dirigida por Luis Mojica, sobrino del Intendente Andrés Mojica, quien había viajado a Panamá para participar en los carnavales. Ya se encontraban cerca de la embarcación los comisionados y algunos indígenas también, cuando uno de estos le preguntó a Whitaker la hora en que los carnavales empezarían en Panamá. “Por la tarde”, contestó Whitaker (en esos momentos eran las 2:00 p.m., a lo que replicó el indio - “nosotros vamos a empezar nuestro carnaval ahora”, y se abalanzaron sobre Mojica y los otros acompañantes, dándoles muerte con extraordinaria agresividad. Esto horrorizó a Whitaker y a los lectores de los periódicos, que publicaron su relato, como La Estrella de Panamá el miércoles 25 de febrero de 1925. La muerte de Mojica no fue la única ni la primera. En una bien planeada campaña que aprovechaba la laxitud de las autoridades con motivo de los carnavales, los guna iniciaron la rebelión el sábado 21 atacando las autoridades en las islas de Playón Chico y Tupile, donde dieron muerte a varios agentes coloniales e hirieron a otros, fecha que marca el inicio de la rebelión de Tule. Las noticias llegaron pronto a la ciudad de Colón. Aquí la gente, indignada, recorrió los barrios en busca de “machis” (gentilicio despectivo entonces, derivado del guna que signi ca joven o muchacho), para golpearlos, dirigidos por un periodista coclesano y otras personas, mientras que, en Panamá, las autoridades nacionales reclamaron acción inmediata. El martes 24, apareció en La Estrella de Panamá, la Declaración de la República de Tule, redactada por Richard Marsh en inglés, cuyas copias en manuscrito envió al gobierno de Panamá, a través de las autoridades norteamericanas de la Zona del Canal y a la prensa, como una formal declaración de guerra dentro de los cánones de las sociedades civilizadas. Su portador fue el Dr. Reginald Harris, genetista miembro de la expedición de Marsh quien había regresado a Colón poco antes de los sucesos. Harris entregó los documentos al general Lassiter del ejército norteamericano de la Zona del Canal. La opinión pública en Panamá y Colón se mantuvo agitada en extremo durante los días que siguieron a la publicación de las noticias. El tono de los comentarios de algunos periódicos sobre los hechos y las medidas del gobierno para sofocar la rebelión, dan la impresión que fuese una campaña en el Oeste norteamericano contra las pieles rojas. La ausencia de un ejército regular y una policía casi desarmada, determinado por la presión de la política norteamericana desde 1916, obligó a la formación de un cuerpo de milicias de voluntarios que complementarían las fuerzas de policía regulares. Se formaron pelotones, cuyo ánimo re™ejaba el de la opinión pública en las ciudades mencionadas. En Colón, una embarcación fue artillada para transportar tropas hasta la zona de combate, siendo despedidas con los honores de una expedición punitiva. Tan pronto las tropas llegaron a San Blas se establecieron en la Isla El Porvenir, sede de la Intendencia, a la espera de las órdenes que las llevaría a vengar la muerte de los varios policías que estaban estacionados en la región. En Panamá el gobierno de Rodolfo Chiari, recién instalado después de las elecciones de 1924, tuvieron que admitir la intervención o ciosa del jefe de la legación norteamericana en Panamá, John Glover South, por la presencia del norteamericano Richard O. Marsh, entre los rebeldes Kunas. De hecho, los norteamericanos habían enviado el barco de guerra Cleveland con el propósito de localizar a Marsh y protegerlo. Como resultado, el Cleveland, anclado frente a la isla Ailigandí, sede de Simral Colman, principal dirigente de la rebelión, se convirtió en un factor de disuasión tanto para los guna y su belicosidad como para la animosidad de las milicias enviadas por el gobierno de Panamá. La participación de John Glover South, jefe de la legación norteamericana en Panamá (embajada), lo convirtió en el intermediario en las negociaciones de paz entre los dirigentes guna y el gobierno, documento en el cual aparece como testigo. El 4 de marzo se rmó el acuerdo de paz en El Porvenir en el cual Panamá reconoce las quejas de los gunas y acepta realizar cambios importantes como no imponer escuelas, salvo que las comunidades las solicitaran o devolver las alhajas decomisadas por los policías. Marsh y la Rebelión de Dule. Dos mitos en uno La gura de Richard Marsh ha sido presentada en la prensa de la época de la rebelión guna de 1925 como el instigador. Punto de vista también rechazado por los dirigentes, intelectuales e historiadores gunas como falso y producto de un mito inventado por los historiadores waga (panameños), quitándole protagonismo a las decisiones propias de los guna sobre el levantamiento. Para los guna, Marsh fue un personaje circunstancial cuya incidencia fue marginal a las decisiones del pueblo guna. Ciertamente, la literatura de los años siguientes a la rebelión, que no corresponden necesariamente a historiadores, sino a comentadores políticos e intelectuales, de la época, destacan la gura de Marsh porque fue él quien destacó el evento mediante dos acciones: la elaboración del Acta de Independencia de la República de Tule, en inglés, publicada en La Estrella de Panamá, y enviada por él a las autoridades de la Zona del Canal, entre ellos al general Lassiter, y la publicación en 1934 de su libro White Indians of Darien, en el que destaca su persona como factor, sin menospreciar el papel de la dirigencia guna. En los años inmediatos a los eventos, una corriente nacionalista señaló a Marsh como el responsable de la rebelión, como si fuera el causante de la conducta guna. Posteriormente, esta interpretación cambió debido a los aportes de panameños y norteamericanos, entre ellos quien escribe y James Howe y, por supuesto, los trabajos e insistencias de los guna en descartar el papel de Marsh como fundamental. En 1960, la Dra. Reina Torres de Araúz escribió un artículo sobre el mito de los indios blancos de Richard Marsh, una de las razones de su presencia en Guna Yala. En mi tesis sobre los antecedentes de la rebelión guna (1984), describo al personaje Marsh y su incidencia en los hechos. Con rmo el argumento de la Dra. Araúz sobre los motivos de Marsh. Según esto, Marsh llegó a concebir que entre los guna estaba emergiendo una supuesta raza blanca, derivada de la presencia de genes recesivos que ancestralmente se habían dado evolutivamente entre este pueblo. Marsh basaba su argumento en la genética, en desarrollo durante esos años; aunque ya los genetistas tenían claro que el albinismo era producto de un accidente genético o mutación. Marsh participa de las ideas de genetistas seguidores de la eugenesia como Charles Davenport, entonces reconocido líder en el campo, y quien planteaba el peligro del mestizaje entre razas inferiores y superiores, especialmente entre negros y blancos. Marsh sostenía que la nueva raza blanca que estaba emergiendo entre los guna podría ser contaminada por la presencia de negros llevados por las empresas bananeras a trabajar en tierras gunas. Es posible que algunos de estos trabajadores fueran afroantillanos, después de la construcción del Canal, pero también hubo trabajadores centroamericanos. Entre los policías panameños la mayoría eran del interior, pocos de ascendencia afrohispana. Los políticos liberales panameños recordaban el papel de Marsh como attaché (adjunto) de la legación norteamericana en Panamá en la renuncia obligada del presidente Carlos A. Mendoza al segundo término de su periodo (1910). Marsh apoyó a la elite conservadora de entonces, molesta por el ascenso de un mulato a la presidencia, líder de la masa santanera, y presionó para evitar que continuara el periodo de 1910 a 1912, con la amenaza de una posible intervención norteamericana. Poco antes de este episodio, Marsh y el cónsul inglés C. Mallet acompañaron a Mendoza en una excursión a San Blas, en 1910, hasta Sasardi, residencia de Inabaguiña, sahila dumagan de la región este. Inabaguiña junto con Nele Kantule y Simral Colman eran los tres caciques más importantes de las islas de San Blas. La comunidad se negó a recibirlo y enarboló la bandera colombiana. Después de la renuncia, Marsh fue relevado de sus funciones. El general Goethals, con quien Marsh tuvo vínculos, negó apoyo a su conducta diplomática. Marsh regresó a Panamá en 1923 como consultor para localizar tierras donde sembrar árboles de caucho que acercaran las zonas de producción al mercado norteamericano. En esta investigación en Darién descubre a los supuestos indios blancos entre los emberá (equivocación que la Dra. Reina Torres señala como producto de una confusión y proyección de lo que estaba en su mente) y regresa a Estados Unidos en busca de apoyo para una investigación cientí ca bajo las premisas de su proyecto de la raza blanca emergente. Consigue apoyo del Instituto Smithsonian, de la Universidad de Rochester, y aun del gobierno de Panamá. La expedición Marsh entra por Darién y cruza hacia el Caribe guna donde percibe la agitación de las comunidades frente a las presiones del Estado. En este proceso, regresa a Estados Unidos con varios guna, entre ellos tres albinos, un joven líder Iguainigdippipi, sobrino de Simral Colman, líder de la rebelión. En Washington, Marsh sostiene sesiones con cientí- cos y políticos a quienes trata de convencer para el apoyo que necesitaban las gunas para enfrentar a las autoridades panameñas. Es posible que este lobby entre personalidades de Washington pudo haber creado la impresión entre los guna visitantes de un posible y real apoyo de los norteamericanos. Hoy parece claro que Marsh nunca tuvo esa seguridad salvo la de una investigación cientí ca que resultó negativa a su argumento. El autor es antropólogo e hizo una tesis de licenciatura y maestría sobre la rebelión guna. Panorama

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