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prensa_2025_01_21

ro electrónico, mientras algunos estudiantes usaban iPads y teclados, yo mantenía un método tradicional para tomar notas. Lasfórmulasygrá casaparecíanaunritmo vertiginoso, y procesar todo el contenido era un desafío evidente. En ese momento comprendí que el éxito dependería de mi perseverancia y mi capacidad de adaptación. Dos años después, comencé mi travesía en Ingeniería Aeroespacial en The Hong Kong University of Science and Technology (HKUST), una institución reconocida entre las mejores 50 del mundo. Adaptarme a la cultura, disciplina y metodología de estudio asiática fue un reto, pero también una experiencia enriquecedora. A mis 23 años, estudiar y trabajar en tres continentes me ha permitido equilibrar el individualismo occidental con el pensamiento colectivo asiático, una perspectiva invaluable para mi desarrollo profesional y personal. Mi búsqueda de crecimiento profesional me llevó a integrarme temporalmenEl regreso de la historia Geopolítica hace tres años. El momento demanda comprender el naciente orden mundial, identi car el mejor papel de Panamá en él y determinar con qué instrumentos contamos para la defensa de nuestras necesidades, intereses y valores frente a los apetitos foráneos. Otro orden geopolítico Con la invasión rusa a Ucrania el 24 de febrero de 2022, por primera vez se asoma el nuevo orden geopolítico mundial. Se trata del primer con icto con nes de expansión territorial en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y lo ejecuta una potencia regional con ambiciones globales. Por su naturaleza y magnitud esto cuestionaba de modo radical el orden construido desde 1945 y reformado luego del colapso del bloque soviético. Los 1,061 días que separan la guerra de agresión contra Ucrania de la toma de posesión de Donald Trump bastan para entrever los contornos de este nuevo escenario en el que desde distintas avenidas parecen con uir las grandes potencias. Dos características principales provenientes de un pasado que creíamos enterrado lo de nen: la fragmentación del mundo en esferas de in uencia y el anexionismo irredentista. La fragmentación implica que las grandes potencias impondrán nuevamente un control férreo sobre las regiones geográ cas cercanas a sus fronteras, con gurandoáreasdedominioexclusivas. El anexionismo irredentista, por su parte, responde al reclamo de territorios motivado por supuestos agravios que estas potencias sienten por haber perdido o no haber tenido nunca áreas que consideran suyas, ya sea por razones históricas, de justicia o de seguridad nacional. Retrotopía imperial Los discursos, amenazas y agresiones de las grandes potencias insinúan un inquietante consenso: la determinación de arrastrarnos de vuelta al pasado. Pero, ¿a cuál pasado? Alfredo Castillero Hoyos [email protected] Desafiando la gravedad Superación Crecer en Panamá fue una de las experiencias más valiosas de mi vida, pese a estar marcada por estereotipos de género que defenían las aspiraciones y capacidades de cada persona. Estas percepciones sociales in uían en cada decisión sobre el futuro profesional. Un encuentro fortuito con un libro de Stephen Hawking en la Feria del Libro, a los 16 años, despertó en mí una pasión inesperada. La decisión fue clara: estudiar Ingeniería Aeroespacial. Desde ese momento, mi camino quedó trazado, a pesar de las voces que sugerían alternativas más convencionales para una joven panameña. Mi determinación me llevó a obtener una beca para estudiar en United World Colleges (UWC), un colegio internacional en el Reino Unido. Allí, la convivencia con jóvenes de múltiples nacionalidades amplió mis horizontes y transformó mi perspectiva sobre las posibilidades del futuro. El primer día en la clase de Física avanzada fue un contraste revelador: frente a un tablete al Grupo de Investigación de Propulsión y Plasmas de la Universidad Carlos III de Madrid. Allí desarrollé un método automático para evaluar el rendimiento de solucionadores y precondicionadores en sistemas lineales comerciales de modelos de uidos de electrones para propulsión eléctrica espacial. Este trabajo generó resultados signi cativos que fueron incorporados a un simulador 3D desarrollado dentro del Proyecto Europeo H2020 CHEOPS-MP, representando un avance importante en el campo de la propulsión espacial. Más adelante, en el Technion Institute of Technology, profundicé en simulaciones de órbitas de Kepler con perturbaciones, aplicando conceptos avanzados de mecánica orbital para el seguimiento de satélites. Esta experiencia fortaleció mis bases técnicas y mis habilidades prácticas en la creación de algoritmos de optimización de trayectorias y precisión en predicciones de posicionamiento satelital. Actualmente, mi proyecto nal consiste en diseñar y construir un vehículo aéreo no tripulado con un sistema híbrido de propulsión solar y capacidades aerodinámicas optimizadas, una iniciativa que combina innovación y sostenibilidad. A lo largo del camino, he enfrentado constantes desafíos derivados de estereotipos de género y nacionalidad. Como parte del 20% de mujeres en ingeniería aeroespacial, he escuchado desde sugerencias para elegir carreras “menos complicadas” hasta cuestionamientos sobre mi presencia en las LA AUTORA estudiante de Ingeniería Aeroespacial en HKUST. EL AUTOR es politólogonacional de Estudios Políticos y Sociales, AIP Panamá. Entre varios posibles, destaca uno con resonancias perturbadoras. El endurecimiento de las esferas de in uencia, el renacer del anexionismo irredentista y la erosión deliberada del llamado orden basado en reglas, sustituyéndolo gradualmente por la lógica del más fuerte, nos transportan al mundo de rivalidades imperialistas anterior a la Primera Guerra Mundial. Es el mundo anterior a las dos guerras mundiales y el holocausto por el que muchos suspiran. También eran tiempos de la repartición imperial del globo y de los genocidios del Congo belga y Namibia, entre otros. Resurgen los imperios y con ellos las colonias. Lo que se nos propone a los países pequeños es el regreso al mundo de Tucídides en que “los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren lo que deben”. Es este el contexto en que Panamá debe encarar el retorno de la historia. Panamá ante Estados Unidos antes y ahora Siendo así, convendría preguntarnos cómo eran Estados Unidos y Panamá en aquel periodo y cómo contuvo Panamá a Estados Unidos. A inicios del siglo XX Estados Unidos era una de ocho grandes potencias, junto a los imperios alemán, austrohúngaro, británico, japonés y ruso, así como el Reino de Italia y la República francesa. No era la más poderosa, si no una potencia imperialista en ascenso con ambiciones centradas mayormente en el continente americano. Sin embargo, ya había ocupado México anexando la mitad de su territorio; derrotado a España ocupando Cuba y tomando posesión de Puerto Rico, Filipinas y Guam; conquistado Hawái; comprado la Florida española, la Luisiana francesa y la Alaska rusa; intervenido en República Dominicana, Haití, Honduras y Nicaragua; enviado fuerzas expedicionarias a Berbería, China, Corea y Japón. En ese contexto en 1904 se enuncia el corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe que convirtió a Estados Unidos en gendarme continental. En la actualidad, por su poderío militar, económico, político y tecnológico; por su hegemonía cultural y su capacidad de in uir en el escenario global; así como por las condiciones materiales para la sostenibilidad de su posición, Estados Unidos se mantiene como la primera potencia mundial. Todo apunta a que, llegado el momento, su lugar no será ocupado por una única potencia, sino por un nuevo orden multipolar. Dicho de otro modo, si, como amenaza Trump, la fortaleza acEl 14 de enero el presidente nlandés Alexander Stubb avisó que para Europa terminaba su “vacación de la historia”. El continente ya no podrácon arnienunapazduraderani en que Estados Unidos saldrá en su defensa ante una agresión exterior. El modelo social europeo se encogerá aún más debido al previsible aumento del gasto militar. Stubb evocó, quizás sin saberlo, a James Joyce, quien describió la historia como una pesadilla de la que era urgente despertar. No se re ere a la historia de lo pequeño y lo cotidiano, si no a la Historia con mayúscula, a esa fuerza implacable de los grandes cataclismos y las transformaciones globales que desechan multitudes. Es esa historia la que se alza de nuevo, extendiendo su sombra sobre el mundo ¿Amenazas anacrónicas? Desde el 21 de diciembre pasado, los tuits y declaraciones del presidente Donald Trump, la presentación ante el Congreso del proyecto de ley para la compra del Canal y los señalamientos de Marco Rubio durante su audiencia en el Senado, nos advierten que también Panamá pronto acabará su “vacación de la historia”. Esta empezó cuando el traspaso del Canal y las áreas adyacentes coincidió con un orden global que, en términos históricos era excepcional: relativamente estable, comparativamente respetuoso de acuerdos internacionales y fronteras, mayormente abierto al libre ujo de bienes, servicios, capitales y seres humanos. Este hecho fortuito nos dio la oportunidad—solo en parte aprovechada— de desarrollarnos como nunca antes. Las amenazas de este último mes ponen en duda lo logrado y el futuro. Y aunque quizás no se materialicen, han expuesto nuestra vulnerabilidad. Esas amenazas no son solo el resultado de las ambiciones de Trump o de la reorientación de los intereses estadounidenses, sino también de un reajuste global que comenzó Mi visión profesional se centra en formar parte de equipos de desarrollo e investigación dedicados a mejorar la eficiencia energética mediante nuevos métodos de propulsión y análisis de maniobras orbitales para expediciones espaciales. María Alejandra Gaubeca Barahona [email protected] La historia nunca se repite, pero siempre nos llama a jugar el papel que nos corresponde, y hoy, más que nunca, debemos saber cómo responder. tual de Estados Unidos se proyectara en clave imperial sobre el continente, su alcance y magnitud superarían todo ejercicio imperial anterior. En cuanto a Panamá, a inicios del siglo XX había transitado de ser una colonia española primero, a convertirse en una extensión subordinada de Colombia después, hasta nalmente separarse en 1903, quedando bajo la tutela norteamericana. Desde la segunda mitad del siglo XIX, había sido intervenida más veces y durante más tiempo por Estados Unidos que cualquier otro país, convirtiéndose en un escenario recurrente para la proyección de su in uencia y poder. En 1914, coincidiendo con el estallido de la Primera Guerra Mundial, se inauguraba el Canal, símbolo de esa subordinación. El nuestro era un país pequeño, despoblado, pobre y sometido. Pero desde un principio encaró a Estados Unidos con todas las herramientas a su alcance, logrando, tras generaciones de esfuerzo continuo, perfeccionar nuestra soberanía el 31 de diciembre de 1999. El Panamá de hoy dista, y en grado notable, del de principios del siglo pasado. Su transformación ha superado, con creces, a la de Estados Unidos en el mismo lapso. Entre otros avances, hemos consolidado nuestra soberanía, gestionado y ampliado el Canal, fomentado el crecimiento y restaurado la democracia. Aunque retos como los que nos plantean la inequidad, el bienestar social, la corrupción, la institucionalidad, la calidad de la democracia y la protección del medio ambiente demandan atención, la situación de nuestro país es hoy mucho más sólida y prometedora que la de aquel Panamá disminuido del comienzo del siglo pasado. Frente a los vientos de cambio que soplan con la fuerza de un nuevo orden mundial nos toca a nosotros comprender que el regreso de la historia no es una condena, sino una oportunidad para redibujar nuestro papel en el escenario internacional en nuestros propios términos. La historia nunca se repite, pero siempre nos llama a jugar el papel que nos corresponde, y hoy, más que nunca, debemos saber cómo responder. aulas. Estas experiencias, lejos de desanimarme, han fortalecido mi determinación y mi compromiso con la excelencia. Entendí que el poder de hacerse escuchar radica en uno mismo y en la capacidad de demostrar competencia y dedicación. Mi visión profesional se centra en formar parte de equipos de desarrollo e investigación dedicados a mejorar la e ciencia energética mediante nuevos métodos de propulsión y análisis de maniobras orbitales para expediciones espaciales. Mi aspiración es alcanzar una posición desde la que pueda generar cambios tangibles y expandir una comunidad de mujeres que no solo han destacado en la industria aeroespacial, sino que han desa ado prejuicios y abierto nuevos caminos en el campo cientí co. Mi objetivo es formar parte de un movimiento que trascienda la experiencia individual, abriendo puertas para quienes enfrentan obstáculos e inspirando a niñas y jóvenes panameñas que sueñan con carreras STEM, especialmente en el sector aeroespacial. Este compromiso con el futuro de la ciencia y la tecnología en Panamá representa la culminación de un viaje que comenzó con un libro y se transformó en una misión de vida. Opinión 8A La Prensa Panamá, martes 21 de enero de 2025

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