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2B La Prensa Panamá, martes 21 de enero de 2025 Economía & Negocios La inteligencia artificial al servicio del progreso de Panamá Alejandra Morales Anderson Innovación Estamos atravesando una transformación histórica impulsada por la Inteligencia Artificial (IA), que está redefiniendo industrias y remodelando la economía global. Al igual que la Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en la historia, esta nueva era representa una oportunidad crucial. Panamá, gracias a su ubicación estratégica y a su infraestructura logística, está bien posicionada para integrarse a la cadena de valor global de tecnologías emergentes. Con una estrategia que priorice el desarrollo de capacidades locales, nuestro país podría sentar las bases para un crecimiento sostenible y una mayor participación en la economía tecnológica global. Aunque la IA se ha consolidado como un motor de cambio global, su impacto no se distribuye de manera uniforme. Los países que adopten estrategias proactivas tendrán mayores probabilidades de aprovechar sus beneficios, incluso sin ser potencias mundiales. Panamá debe decidir si quiere capitalizar estas oportunidades o continuar como un consumidor pasivo. La infraestructura logística de Panamá, encabezada por el Canal de Panamá, junto con su ubicación geográfica privilegiada, representa un activo clave para el desarrollo del comercio y las tecnologías emergentes. Estas fortalezas podrían posicionar al país como un centro regional para el ensamblaje y la distribución de semiconductores, componentes esenciales para dispositivos como teléfonos, vehículos y computadoras. La demanda de estos pequeños pero vitales elementos ha aumentado exponencialmente con el auge de la IA y otras tecnologías emergentes, generando una oportunidad que Panamá puede aprovechar con estrategias adecuadas. Recientemente, Panamá y Estados Unidos concretaron una alianza para explorar oportunidades en la cadena de suministro de semiconductores, marcando un hito significativo en nuestra trayectoria tecnológica. Esta alianza surge del CHIPS and Science Act, que destinó 500 millones de dólares para promover la expansión de la fabricación global de semiconductores y fortalecer cadenas de suministro críticas. Concretar este tipo de inversiones no solo reforzaría nuestra posición como hub logístico, sino que también nos integraría en una red global de innovación tecnológica, abriendo nuevas vías para la transferencia de conocimiento y el desarrollo económico. Mediante el Decreto Ejecutivo No. 7 del 30 de abril de 2024, que establece una Estrategia Nacional para el Desarrollo de la Industria de Microelectrónica y Semiconductores, se ha definido una ruta de acción clara. Este plan incluye la creación de una Comisión de Innovación en Microelectrónica y Semiconductores (CIMS) para coordinar esfuerzos entre el gobierno, la academia y el sector privado, fomentando la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la capacitación de talento especializado. Así como Panamá ha diseñado una estrategia para la industria de semiconductores, es crucial definir una hoja de ruta clara para abordar los retos y oportunidades que plantea la IA. La falta de un consenso global sobre cómo regular la IA ofrece a Panamá la oportunidad de diseñar un modelo adaptado a su realidad y prioridades. Una posible estrategia sería implementar un ‘sandbox’ regulatorio, un espacio controlado donde las empresas puedan experimentar con nuevas tecnologías bajo la supervisión de una entidad dedicada a la investigación, como la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT). Este enfoque permitiría analizar rigurosamente los riesgos y beneficios de la IA, asegurando que las futuras regulaciones se basen en evidencia y fomenten la confianza de inversores y reguladores. A partir de la evaluación de cómo interactúan nuestras leyes con la IA, la SENACYT podría desarrollar directrices claras que equilibren la protección del usuario con el impulso a la innovación. Estas directrices, a su vez, podrían transformarse en iniciativas legislativas que respondan de manera efectiva a las necesidades y al potencial de Panamá. El éxito de las alianzas estratégicas que estamos construyendo exige políticas claras que impulsen la educación, fortalezcan la regulación basada en evidencia y fomenten la colaboración entre sectores clave. La forma en que gestionemos estas iniciativas determinará si Panamá se convierte en un líder regional en innovación tecnológica o si queda rezagado, atrapado en un ciclo de imitación tardía. Solo actuando con visión y determinación podremos garantizar un futuro próspero y sostenible para las próximas generaciones. LA AUTORA es integrante de la fundación jóvenes unidos por la educación.

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