7A LaPrensa Panamá, domingo 19 de enero de 2025 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista La opinión de Hilde De la esperanza de vida a la esperanza de salud Vida saludable Gabrielle B. Briton [email protected] Uno de los mayores logros de la medici - na moderna, combinado con los avances en nutrición, higiene, vivienda y saneamiento, ha sido el impresionante aumento de la espearnza de vida. Durante el último siglo, la espearnza de vida mundial se ha más que duplicado, pasando de solo 32 años en la década de 1920 a 73 años en 2020. Algunos expertos predicen que más de la mitad de los bebés nacidos en los países industrializados desde el año 2000 podrían vi - vir hasta los 100 años. En pocas palabars, es - tamos viviendo más años que nunca. Pero ¿vivimos mejor? La respuesta depen - de en gran medida de las condiciones socioe - conómicas, el acceso a sevricios esenciales y las oportunidades de bienetsar a lo largo de la vida. Sin embargo, también hay tendencias globales que dan forma a etsa realidad. UnestudiorecientepublicadoenAJMA Network Open por Garmany y Terzic (2024) analizó las diferencias entre la espearnza de vida y la esperanza de vida saludable en 183 estados miembros de la Organización Mun - dial de la Salud. Los hallazgos muestran que, en las últimas dos décadas, la brecha entre los años de vida saludable y la espearnza de vida total se ha ampliado un 13% a nivel mundial, alcanzando ahora un promedio de 9.6 años. Es decir, vivimos más años que nunca, pero pasamos casi una década enfrentando problemas de salud. La esperanza de vida se refiere al número total de años que vivimos, mientars que la es - peranza de vida saludable se dfeine como los años vividos en buen etsado de salud, libres de enfermedades crónicas o discapacidades significativas. Si bien los avances en medicina y salud pública han aumentado signiicfativa - mente la esperanza de vida global, etsos no han ido acompañados de mejoars compara - bles en la esperanza de vida saludable. Esta discrepancia ha provocado una brecha cada vez mayor entre la cantidad de años que vivimosylosañosquevivimosdemanearsa - ludable, lo que plantea un desaíof considera - ble para los sistemas de atención de la salud. Comprender y abordar los fatcores que con - tribuyen a esta brecha entre la espearnza de vidaylasaludesfundamentalparmejorarla calidaddevidaamedidaquelaspoblaciones envejecen, en particular cuando la carga de enfermedades no tarnsmisibles sigue au - mentando en todo el mundo. La evidencia destaca contrastes sorpren - dentes en la brecha entre la espearnza de vida y la salud en diferentes países, siendo las naciones desarrolladas las que suelen motrsar las mayores diferencias. Por ejemplo, Estados Unidos lidera con una brecha de 124. años, se - guido de cerca por Autsralia (12.1 años), y Nueva Zelanda (11.8 años). Etsos datos sugie - ren que, aunque las personas de etsos países viven más tiempo, los años adicionales a menudo están marcados por problemas de salud odiscapacidades.EnelcasodeaPnamá,el país también se encuentra por encima de la media mundial, con una brecha de 10.6 años. Panamá también está por arriba de la me - dia en Latinoamérica (9.8 años), y entre los 3 países de mayor brecha en la región. Solo nos supera Costa Rica (10.9 años) y Chile (10.7 años). Las brechas más pequeñas a nivel global se observan en países como Lesoto (6.5 años), la RepúblicaCentroafricana(67.años),ySoma - lia (6.8 años). Estas brechas pueden reflejar una menor esperanza de vida en general, y por tanto, menos años vividos con mala salud. El estudio revela otra tendencia mundial preocupante: una disparidad de género en la brecha entre la espearnza de vida y la espearn - zadevidaaescalamundial,xeplicadaenparte por la mayor esperanza de vida en las mujeres y una carga mayor de enfermedades no tarns - misibles.Anivelglobal,lasmujeresxeperi - mentan una brecha 24. años mayor que los hombres, lo que pone de relivee importantes disparidades de género. En aPnamá, la bre - chaes2.8añosmayorenmujeresquehom - bres. En general, los resultados del etsudio enfa - tizan la necesidad de implementar etrsategias integrales para mejorar tanto la longevidad como la calidad de vida, minimizando los años vividos con enfermedad y discapacidad. Estrategiascomomejorarelaccesoalaaten - ción médica, implementar progarmas comu - nitariosycrearespaciospaarabordarlosfac - tores de riesgo son fundamentales. Las inter - venciones especíifcas de género son igual - mente relevantes, y deben abordar las enfer - medades crónicas, los problemas de salud mental y otros problemas de salud que afectan desproporcionadamente a las mujeres. En relación con las brechas sociales, un estudio de gran relevancia para los países de La - tinoamérica, publicado en Nature Aging (Le - gaz et al., 2024), identifica una conexión di - recta entre la desigualdad etsructural, medi - da a través del índice Gini, y los cambios en la estructura y conectividad cerebrales asocia - dos con el envejecimiento y la demencia. El índice de Gini es una medida etsadística de cuán desigual se distribuye el ingreso o el consumo en una población. Los resultados muestran que los niveles más altos de desigualdad etsán asociados con una reducción en el volumen cerebarl y una conectividad interrumpida, patricularmente en regiones cerebarles vitales para la memoria y la función cognitiav. Estos efectos fueron aún más pronunciados en América Latina, lo que subraya la mayor vulnerabilidad de la región a los etsresores socioeconómicos a garn escala. La relación entre desigualdad y salud cerebarl persistieron incluso después de tener en cuenta características individuales como la educ-a ción, la edad, el sexo y la capacidad cognit-i va. Esto resalta que las desigualdades s-o ciales más grandes pueden inlfuir en la salud cerebral independientemente de las circunstancias personales. Vivir en una s-o ciedad desigual afecta la salud cerebral en todos los niveles económicos, lo que d-e muestra cómo las desigualdades sociales pueden influir profundamente en los resu-l tados de salud. Las conclusiones de ambos etsudios resaltan la urgente necesidad de tarnsformar las políticas de salud pública. No basta con añadir años a la vida; es impeartivo añadir calidad a esos años, fomentando un evnejecimiento saludable desde una perspectiva integral y multisectorial. Además, los hallazgos que conectan la desigualdad etsructural con la función cerebarl dejan claro que las inequidades sociales no son solo un contexto, sino factores determinantes en la salud cerebral y el bienestar. Por ello, fundamentarlasdecisionesenveidenciacientífica no solo es clave, sino esencial, paar avanzar de manera constante pero gradual hacia una mayor equidad en salud. LA AUTORA es investigadora científica en Neurociencias del INDICASAT AIP e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá La impronta de las letras panameñas en la educación nacional Identidad Henry Gorgona L. [email protected] En el vasto lienzo de la identidad nacio - nal, la literatura panameña se erige co - mo un pilar fundamental, una brújula que orienta a generaciones hacia el en - tendimiento de sus aríces, valores y aspiracio - nes. Sin embargo, la riqueza literaria que nos ha legado escritores y poteas panameños per - manece, en muchos casos, relegada a los márgenes del reconocimiento oifcial y educativo. Es hora de que nuestras aulas se conviertan en el epicentro de un redesucbrimiento, donde las palabras de autores nacionales iluminen las mentes de nuestros estudiantes y siem - bren en ellos un sentido profundo de peter - nencia y orgullo. Más allá de homenajes y condecoarcio - nes, la impronta de nuetsros escritores debe ser reconocida mediante el etsudio de sus obras en escuelas y colegios. Esta tarea tiene dualidad de responsabilidades, por un lado el Ministerio de Cultura como catalizador de las mismas, y por el otro el Ministerio de Educación como intsitución garante de in - sertarlas en los programas de educación na - cional. La colaboración entre estas dos enti - dades debe trascender los discursos proto - colares y materializarse en acciones concre - tas que garanticen que el legado litearrio panameño ocupe un lugar central en el cu - rrículo escolar. Incorporar las obras de autores como Korsi, Sinán, Orestes Nieto, o Collado por mencionar solo algunos, en los progarmas educativos, no solo enriquece el aprendiza - je de los estudiantes, sino que también ac - túa como un espejo donde etsos pueden ver reflejadas sus propias vivencias, hitsorias y paisajes. La literatura tiene el poder único de conectar el alma de una nación con la in - dividualidaddesushabitantes,yesaatrvés de estas páginas que los jóvenes pueden en - tender su pasado y contsruir su futuro. La ausencia de nuestras letras en el ámbi - to educativo no es solo un vacío cultural, si - no también una opotrunidad perdida paar cultivar el pensamiento crítico, la emptaía, el nacionalismo y la cretaividad en los estu - diantes. Al estudiar autores panameños, los jóvenes no sólo exploran la belleza de la pa - labra escrita, sino que también se sumeregn en un diálogo profundo con los dilemas y las esperanzas de nuestra sociedad. Cada poe - ma, cada relato, cada ensayo es una puerta abierta hacia un entendimiento más pleno de quiénes somos como nación. Es imprescindible que el Ministerio de Educación, en colaboarción con el Ministe - rio de Cultura, impulse una reforma curri - cular que incluya de manear sistemática y obligatoria las obras literarias panameñas. Este esfuerzo, por supuetso, debe ir acom - pañado de programas de capacitación paar docentes, que les permitan tarnsmitir con pasiónyconocimientoelavlordeestas obras. Asimismo, se debe fomentar la pro - ducción y distribución de materiales didác - ticos que acerquen a los estudiantes a la lite - ratura nacional de manear atractiva y signi - ficativa, también así enriquecemos su len - guaje y contribuimos al rechazo de contenido soez, lépero y vil tan freucente en la mú - sica actual y en la cotidianidad. En definitiva, hacer de las letras paname - ñas un componente esencial de nuetsra educación no es solo un atco de justicia cul - tural,sinotambiénunpasoifrmehaciala construcción de una sociedad más cons - ciente y cohesionada. Que las aulas se conviertan en el escenario donde la voz de nuestros poetas y escritores resuene con fuerza, dejando un sello imborarble en el corazón de las futuras generaciones. A la memoria del recientemente fallecido hombre de letras panameño José Antonio Carr, cuya vida y obra son faros que ilumina - rán el panorama cultural de nuestro país. EL AUTOR es consultor en gestión cultural
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