9A LaPrensa Panamá, martes 31 de diciembre de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. 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Pensaba en esto el pasado 18 de diciembre, cuando tuve el honor de participar, por primera vez, en la ceremonia de entrega de los aportes del Canal de Panamá al Estado. Este acto anual no solo es significativo, sino profundamente simbólico. Y ese simbolismo radica precisamente en su repetición: porque cada vez que el Canal de Panamá entrega sus aportes al Estado, estamos ante la confirmación de que el modelo que escogimos los panameños para administrarlo no solo funciona, sino que cada vez es mejor y sostenible en el tiempo, y un motor esencial para el desarrollo nacional. En esta ocasión, el Canal entregó al Estado 2,470 millones de balboas correspondientes a la gestión del año fiscal 2024. Este aporte financiará programas sociales e inversiones que beneficiarán a todos los panameños, como lo ha señalado el presidente Jose Raúl Mulino. Sin embargo, nos corresponde a todos velar porque estos recursos se utilicen con transparencia y en beneficio del país. En los primeros meses de mi gestión, he tenido la oportunidad de recorrer las instalaciones del Canal y observar de cerca el trabajo de sus colaboradores. Son 8,500 hombres y mujeres que, día tras día, enfrentan sol, lluvia y adversidades para garantizar la operación de esta vía interoceánica. Representarlos ante el Presidente de la República es un privilegio y una responsabilidad que asumo con gratitud. Este año, el acto de entrega tuvo un significado especial al realizarse en una zona operativa del Canal, permitiendo al Presidente agradecer personalmente a los trabajadores por su esfuerzo. Esta decisión subraya el compromiso humano detrás de la maquinaria que sostiene al país. Quiero destacar especialmente la resiliencia de los colaboradores del Canal, que enfrentaron una de las peores sequías en la historia climática de Panamá. He sido testigo del esfuerzo humano y financiero que permitió superar este reto, reafirmando la fortaleza de esta institución. A lo largo de estos 25 años de administración panameña, celebrados en esta misma ocasión, hemos demostrado estar a la altura de las expectativas. El manejo de la cuenca hidrográfica, por ejemplo, ha sido un modelo de sostenibilidad, y la reciente reactivación de la cuenca oriental representa una nueva oportunidad para integrar a sus comunidades en un esquema de cuidado y protección ambiental. El Canal no solo genera ingresos; fomenta una conexión especial entre sus trabajadores y el país. He conocido hombres y mujeres para quienes su labor en el Canal es más que un empleo: es una misión de vida. Esa misión incluye proteger el bosque, convivir en armonía con la naturaleza y promover una cultura ambiental en las comunidades cercanas, que hoy cuentan con líderes jóvenes y comprometidos con el medio ambiente. La entrega de los aportes del Canal no es solo una ceremonia; es un momento para reflexionar. Nos invita a preguntarnos: ¿cómo mantener este legado? ¿Qué proyectos debemos impulsar? ¿Estamos administrando nuestros recursos hídricos con visión de futuro? Estas son preguntas que debemos responder juntos. Panamá tiene la ventaja de contar con procesos transparentes que nos permiten trabajar unidos. Si somos acertados, el 2025 marcará el inicio de una nueva etapa, con el Canal generando aún más recursos y oportunidades para todos los panameños. Que este momento de orgullo sea también uno de compromiso. Es nuestra responsabilidad sostener y fortalecer este legado para las futuras generaciones. EL AUTOR es ministro para Asuntos del Canal y presidente de la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá. El contraste Trump Sacudida Pedro Crenes [email protected] Las declaraciones de Donald Trump sobre el Canal de Panamá no son nuevas —carecen de toda base legal—, pero creo que llegan en un buen momento para nuestro país, ahora que estrenamos legislatura. Necesitábamos desde hace tiempo un contraste, esa “sustancia que introducida en el organismo hace observables, por algún medio exploratorio, órganos que sin ella no lo serían”. La reacción rofiona y pueril del Gobierno, el pataleo soberanista, el cacareo de dignidad, la euforia tricolor, no son argumentos ante una posible acción de la administración Trump. Vamos a necesitar mucho más que conceptos caducos que nadie más que nosotros se cree. El panameño medio vive en la fantasía de pertenecer a un país bendecido, olvidando que se maneja en dólares estadounidenses, consume sus deportes, viste sus pijamas verdirrojos y asiste a desfiles navideños muy de allá. Ahora, teniendo el “contraste Tr u m p ”, podemos explorar cómo estamos enfermos de criterio, faltos de estadistas, amaestrados por el clientelismo, y que somos incapaces de entender que nuestra realidad es un cuento de cifras macroeconómicas que no representa nuestra verdad cotidiana, pero vamos gritando por redes historias de lucha y ofrendas de vida que no vamos a dar nunca. Necesitamos estar preparados legalmente y empezar a hacer pedagogía para que todos estemos bien informados de cuáles son nuestros derechos, quiénes son nuestros aliados y cuáles van a ser las verdaderas consecuencias en términos económicos y sociales si se da un litigio de la magnitud que se nos plantea. La metáfora perfecta de esta situación es el Puente de las Américas. Somos ese puente sin mantenimiento, pero coronado por decreto por cuatro banderas, como si eso no fuese más que un adorno. La patria sin criterio y conciencia no es más que ficción, y eso es lo que nos revela el contraste dentro del sistema: necesitamos una reforma profunda de nuestra sociedad. El puente amenaza con venirse abajo, y dirán que la culpa es de los mismos: suya y mía. EL AUTOR es escritor. Feliz año, Panamá 2025 Juan B. McKay [email protected] Cuando el reloj marque las 12:00 de la noche de hoy, cerraremos un nuevo ciclo en nuestra vida y le daremos la bienvenida, entre tragos, fiestas, besos y abrazos, a un nuevo año que, para muchos, está lleno de incertidumbres, recelos y aprehensiones. Para otros, que seguramente están en la acera de enfrente, llega con gran optimismo, viendo el futuro con ojos de papá enamorado. Hace seis meses comenté públicamente que al nuevo presidente se le debía conceder un período más allá de los 100 días tradicionales. Destaqué que, en esta ocasión, se requerirían seis meses para hacer una primera evaluación de gestión, dado que la situación en que se iba a encontrar el país no motivaba a las grandes mayorías. Muchos sabíamos que el principal eslogan de campaña, “más chen chen en tu bolsillo”, era prácticamente imposible de cumplir. La frase apelaba a que una parte significativa de la masa votante recordara los tiempos del presidente que ocupó la silla entre 2009 y 2014. Sin embargo, en 2009, ese presidente recibió las arcas del estado llenas, un país que recién había iniciado la ampliación del canal y una industria de la construcción y el turismo en auge. Gastar era fácil cuando ya estaba producido. El actual presidente no recibió el país en esas condiciones. Todo lo contrario. La mala gestión del presidente “desaparecido”y la del gobierno anterior (sí, ya sabemos que la guerra en Ucrania y la pandemia tuvieron su peso) dejaron una deuda exponencialmente incrementada que no benefició en nada al país. El gobierno del presidente Mulino inició con deudas millonarias y sin “chen chen”. Pero este país es como el payaso porfiao con el que jugábamos de niños: no importa cuán duro le pegues, siempre vuelve. Ahora bien, mañana inicia un nuevo presupuesto. A partir de ahora, no podemos seguir culpando a los anteriores; hay que empezar a gobernar. Algo en lo que hemos mejorado un poco es en la comunicación del estado. Las conferencias de prensa de los jueves se han convertido en una fuente de información y generación de noticias, una gran iniciativa. Otra medida aplaudible es la presentación de un proyecto de ley para reformar la Caja del Seguro Social, algo que debió haberse ajustado desde que el presidente Torrijos advirtió que, 15 años después de la última reforma, íbamos a entrar en problemas. Los tres gobiernos anteriores patearon la lata hasta que ocurrió lo inevitable. Ojalá los diputados puedan dejar de lado egos, partidismos y el detestable “qué hay pa’ mí”para aprobar una ley que beneficie a las grandes mayorías, no a los pseudo líderes que siempre están en contra de todo. También se ha anunciado una masiva reparación de nuestras vías, principalmente la interamericana. Sería ideal incluir la reorganización de la avenida Roberto F. Chiari para beneficiar a todos sus usuarios. Qué triste que entre planos, propuestas y reformas, el cuarto puente sobre el canal no estuviera listo junto con la ampliación. En cuanto a relaciones exteriores, la designación del canciller envió inicialmente un mensaje de esperanza sobre la calidad del servicio exterior. Infortunadamente, algunas designaciones posteriores han dejado mucho que desear. Ante el contexto geopolítico actual, era crucial nombrar personas ajenas a favores políticos o familiares. Ojalá esto se corrija con el tiempo, y Panamá recupere la preponderancia perdida en las últimas décadas. En materia económica, debemos ser agresivos en la producción de empleo y el fortalecimiento de la economía. Apoyar decididamente a la micro, pequeña y mediana empresa es esencial, pues son responsables de la mayoría de los empleos en el país. Es el camino para recuperar lo perdido y ganar nuevamente la confianza que se ha reducido por malas decisiones. La oportunidad está ahí. Es un deber de todos, no solo del gobierno. El estado somos todos. Es nuestra responsabilidad. ¡Feliz año, Panamá! EL AUTOR es analista político y dirigente cívico. Canal: soberanía y unidad nacional Aniversario Kevin Rodríguez [email protected] El recuerdo del 31 de diciembre de 1999 sigue vivo en la memoria colectiva panameña. Ese día, Panamá asumió el control total del Canal, un evento que marcó la culminación de décadas de lucha soberana y negociación diplomática. Aunque mi familia, originaria de Veraguas, no estuvo físicamente en los actos, las transmisiones radiales permitieron que se viviera la emoción nacional. Mi mamá recuerda con detalle la euforia de multitudes celebrando el traspaso definitivo con banderas y cánticos al ritmo del himno nacional. La gestión del Canal por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), desde su creación en 1997, ha consolidado esta infraestructura como un pilar económico y estratégico para el país. Sus ingresos, que alcanzaron casi $5,000 millones este año, representan aproximadamente el 4% del PIB nacional, destacando su relevancia para el comercio global y el desarrollo de Panamá. El retorno del Canal simboliza el éxito de una lucha soberana que inició con eventos históricos como el 9 de enero de 1964, pero que se desarrolló mediante acuerdos diplomáticos, particularmente los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Este proceso contrastó con otras transferencias internacionales marcadas por conflictos o ineficiencia, al demostrar la capacidad de Panamá para gestionar eficazmente esta vía interoceánica. Sin embargo, recientes comentarios del expresidente estadounidense Donald Trump, calificando la entrega del Canal como un error, ignoran la relevancia histórica del traspaso. Este proceso no fue improvisado, sino un acuerdo estratégico que fortaleció la confianza mutua entre ambas naciones, como lo señaló Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, quien defendió la decisión como un acto de grandeza y creatividad. Hoy, más de dos décadas después, el Canal sigue siendo un símbolo de orgullo y un motor de oportunidades para las comunidades panameñas. Más allá de las compuertas y cifras comerciales, representa una plataforma para la innovación y el desarrollo sostenible. Los jóvenes debemos asumir el reto de potenciar este legado, asegurando que el Canal continúe como un modelo global de eficiencia, sostenibilidad y progreso. La generación actual tiene la responsabilidad de transformar esta herencia en un ejemplo que inspire y beneficie a futuras generaciones. EL AUTOR es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.
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