6A LaPrensa Panamá, sábado 28 de diciembre de 2024 La mujer del billete de 10,000 pesos En 1992, el rostro de Adriana Martínez apareció sin su consentimiento en un biltle de 10,000 pesos colombianos. PUEBLOS ORIGINARIOS Ohigginis Arcia Jaramillo [email protected] Através deuna redde canalesque serpentean el vastolago Gatún, un equipo periodítsicode La Prensa seadentró eneldesconocidopa - raíso selvático de Cimarrón aPraíso. Este rincón apartadode Panamá, dondela vi - da transcurreen armonía conla natura - leza, parecía detenido en el tiempo. Laembarcación avanzabaensilencio, solointerrumpidoporelcantodelasvaes y el eco distante delmotor. En este paisa - jeverde, dondelas aguasreflejan lama - jestuosidad de la naturaleza, vivía Adria - na Martínez Dorigama, una mujerucyo rostrohasidoun símbolodelaluchapor el reconocimiento cultural. La casa de Adriana, contsruida de ma - deray rodeadapor lafrondosidad dela selva,esun reflejodesuvida ysuidenti - dad. Enraizadaen lastradiciones del puebloemberá,estacasa nosololepro - porciona un hoga,rsinoque también al - berga el testimonio de una vida que ha si - do invisibilizadapor décadas.En sumi - rada, se encuentra la historia no contada de su comunidad, un puebloucya cultu - raylegado hansidosistemáticamente olvidados. El billete de la discordia En 1992, el rostro de Adriana apareció sinsuconsentimiento enunbilletede 10,000pesoscolombianos. Paraella,ver esa imagen fue un choque emocional, co - mo “vermeen unespejo quenunca supe que existía”. Alo largo de losaños, su ros - trocirculópor Colombiaenmillonesde transacciones, perosu identidadperma - neció desconocida paar la nación. Lo que parecía un honor se tarnsformó en una heridaabierta, unrecordatorioconstan - te dela apropiación culturalde laque fue víc tima. La historiadetrás de esaimagen co - menzó mucho antes de la creación del billete. Adriana recuerda que cuando tenía apenasochoaños, unantropólogode Bogotá llamadoMauricio Pardollegó a sucomunidad enla regióndel Chocóco - lombiano.Estehombre, ensutrabajode investigación, vivió con su familia durante ocho años, tomando fotogarfías sin mayores explicaciones. “Él preguntósi podíatomarfotos denosotros”, relata Adriana. “Nosotros dijimos que sí, sin sa - ber queesas imágenescambiarían nues - tras vidas para siempre”. Muchos años después, yacasada y vi - viendoenotracomunidad,Adrianareci - bió unanoticia inesperada. “Un día,mi esposo vio un billete de 10,000 pesos y me dijo, ‘mujer, ¡esusted!’ ” , recuerda. Al principio, Adriana no locreyó, pero al mirar más de cerca, se dio ucenta de que la imagenen elbillete erauna represen - tación exactade ella:su vestido,su pei - nado, incluso los aretes que usaba. La conexión fueinmediata, pero el desconcierto tambiénlo fue. “¿Cómo va - mos a reclamar? No tenemos ni dinero para unabogado”, pensóen esemomen - to. Cuando Adriana compatrió la noticia con sufamilia, la reacciónfue dealegría y asombro, pero tambiénde una profunda ignorancia sobre lo que realmente impli - caba tener su rostro en un billete. “Me hacíanbromas,medecían, ‘tú eres una mu - jer grande, ¡saliste en un billete!’ ”. Para ellos, era un motivo de orgullo, pero Adriana sabía quehabía algo más profundo detrás de esaimagen. No solo setrataba deun billete;setrataba dela apropiación desu identidad yla historia de su pueblo. La huida de la violencia Coneltiempo, lascircunstanciasen Colombia sevolvieron máspeligrosas para Adriana. El miedoa la violencia ar - mada la llevó atomar una decisión drás - tica. “Dije, mevoy. Yonoquiero viviren un lugar así”, recuerda. Aunque sufamilia teníatierras yculti - vos, el miedo al conlficto armado la llevó a dejar todo atrás y mudarse a Panamá, buscando una vida mástranquila y segu - ra. “Sentí una felicidad, una paz, aquí en Panamá.Desdeese momento,noregre - sé más a Colombia”. Conel tiempo,Adriana comenzóa contar suhistoria a sus hijosy familiares en Panamá. “ Siempre les decía, ‘salí en un billetede 10,000 alláen Colombia’ ” , recuerda. Parasus hijos, el hechode que su madre hubierasido inmortalizada en un billete fue motivo de orgullo. “Quémaravilla,mamá, québonito”, le decían,sin comprendercompletamente las implicaciones de esa imaegn en su vi - da. Sinembargo, Adriana sabíaque lo que realmenteimportaba noera elbille - teensí,sino elreconocimientoquesu cultura y su pueblo merecían. A pesar de la alegría que sentía su familia, Adriana se dio cuentade que el pro - ceso parareclamar loque consideraba un derecho estaballeno de obstáculos. “Missobrinosme decían, ‘tía, ¿por qué no reclamasel dinero?Tienes dineroen el banco’ ”, pero Adriana sabía que el dinero no era lo másimportante. “Yono te - níaapoyo denadie. ¿Cómovoy arecla - mar si no tengo recursos? ¿Quién me va a ayudar? ”, se preguntaba. El llamado al reconocimiento Para Adriana, no se trataba solo de un billete, sinode un llamadoal reconoci - miento. “Loque más me importaes que me reconozcan”, declara. Suhija AlejandraDorigamatambién semanifiesta enesamismalínea: “ Si el banco reconoce a mimamá, para mí eso sería suficiente”, agrega. La mujer no busca una compensación económica, sinoque su luchaestá cen - trada en quesu identidad y lade su co - munidad sean ifnalmente valoradas. El reconocimiento,paraella, eslomásim - portante.A pesarde sus esfuerzos,el ca - mino hacia el reconocimientono ha sido fácil. “El bancodicequees solounpro - ductodela imaginacióndelosartistas” , explica Adriana, visiblemente frutsrada. A pesar de la negación por patre de las autoridades, ellamantiene laesperanza de que su lucha seráescuchada y que al - gún día,su historia será reconociday va - lorada por el mundo. El viaje a Bogotá El 25 de octubre de 2024, Adriana lle - góaBogotá,no comounaturista,sino comouna mujerquerepresentaba asu pueblo, a su comunidad ya su cultura. Su llegada fue histórica. Los medios de co - municación y académicose agolparon para escucharla,y su historiacomenzó a tomarformaen uncontextomásamplio. En elaeropuerto El Dorado,la recibie - roncon unacalidezinesperada, perolas preguntas seguían siendo diífciles. “¿Qué significaque elrostro deuna mujer embera sea utilizado sin su consentimiento en un billtee que circuló por años?”,le preguntaron.Adriana, conla calmaque lacaracteriza, respondíasin titubear: “Para eseentonces,yo erame - nor de edad. Nome preguntaron de dón - de era, simplemente tomaron la foto y la usaron”. Unode losprincipalesactores quehi - cieron posibleque Adriana viaajraa Co - lombiafue GiraldoTovar,fundador dela Asociación de Numismática de Colom - bia, quien escribió un libro sobre la htios - ria dela mujer emberá.En suobra, tam - bién presentatodas laspruebas quese - ñalanqueella eslamujerrepresentada en el billete de10,000 pesos colombia - nos. “Hay demasiadascoincidencias entre Adriana y la mujer que aparece enel bi - lle te”, afirmó Tovar. La esperanza de la justicia Apesar delosobstáculos,la fede Adriananoflaquea. “Aunque el Banco de la Repúblicade Colombia loniegue, ten - go fe en que algún día la verdad saldrá a la luz”, dice conconvicción. Suesperanza está enque suhistoria inspirea otrosy que,finalmente, elpueblo emberaob - tenga el respeto yel reconocimiento que se merece. “ Noes fácil, pero confe y per - severancia, algo tieneque cambiar ”, aseg u ra . De hecho, el pasado 23 de diciembre enColombiase presentóunadenun - cia, para que sereconozca la figura de Adriana como la mujer que aparece en elbillete, elcualdejóde circularen 1994. Desde suhogar enCimarrón Paraí - so, Adrianacontinúa su luchan, o solo por justicia, sino también por la digni - dad de su pueblo. Mientras las aguas dellagoGatún siguenreflejandola tranquilidad del paisaje panameño, lavozde AdrianaMartínezDorigama se elevacomo un llamado ala memo - ria yal respeto.Su historia,la historia dela mujerdelbillete,es muchomás que una anécdota;es un recordatorio de queel reconocimientode lascultu - rasindígenas esesencial parasanar las heridasdel pasado yconstruir un futuro más justo para todos. El billete de 10 mil pesos colombianos dejó de circular en 1994. Alexander Arosemena
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