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Opinión LaPrensa Panamá, miércoles 13 de noviembre de 2024 8A La ciudad dislocada Urbanismo Carlos Antonio Solís Tejada [email protected] Conversando con amigos y conocidos sobre la necesidad de regular el uso del auto en el centro de la ciudad de Panamá implementando el parquímetro digital, removiendo autos montados sobre las aceras y sobre todo eliminando el requisito mínimo de estacionamientos, la primera reacción es de rechazo. Esto es natural considerando que cerca del 40% de los viajes que posibilitan la vida de los capitalinos dependen del auto en especial entre la clase media. Una vida en donde la función de residir no ocurre en el mismo lugar donde ocurren las de abastecerse, trabajar, estudiar o curarse. Una vida en donde las opciones para satisfacer las necesidades antes mencionadas son prácticamente múltiples, su ubicación variada y su elección es virtualmente libre. Esto quiere decir que por lo menos en el casco urbano de la ciudad de Panamá (desde San Felipe a Parque Lefevre) en la práctica no existen los comercios, servicios o equipamientos públicos estrictamente vecinales. ¡Todos son distritales (o urbanos)! Ya que todos sirven a personas de distintos barrios del distrito de acuerdo a los gustos, preferencias y conveniencia de los capitalinos. Esta es la realidad actual, incluso para quienes predicamos las bondades de la caminabilidad, una realidad en la que sin la opción del automóvil la satisfacción de nuestras necesidades se ven seriamente limitadas a una oferta de calidad poco satisfactoria o sencillamente no existente a 5 o 15 minutos caminando por aceras casi inexistentes o inseguras desde donde vivimos, con pocas o nulas opciones asequibles para mudarnos donde sí pudiera ser posible. Esto se debe primeramente porque en el siglo XX los desarrolladores capitalinos crearon grandes barrios periféricos para la clase alta y media desconectados entre sí y zonificados exclusivamente para casas, pensando que la función de albergar el trabajo y los negocios podían seguir en el centro urbano tradicional en Santa Ana y Calidonia, a los cuales se podía acceder en menos de quince minutos, más no a pie, gracias al auto y el tranvía y luego por el autobús. Con la rápida expansión de la ciudad capital, su centro terminó mudándose con la élite a los primeros barrios residenciales periféricos en los corregimientos de Bella Vista y San Francisco forzando así los usos mixtos con calzador sin la infraestructura adecuada. Segundo, dada la calidad variable (y subjetiva) tanto de la educación pública como de la privada, en especial las secundarias de calidad, la gente las busca donde estén y estas tienden a concentrarse en ciertas áreas antiguamente residenciales de prestigio de la ciudad: en Bella Vista, San Francisco, Parque Lefevre, Juan Díaz, Betania y Ancón. Esta situación no es distinta con la salud, con los principales hospitales y policlínicas también concentrándose en los mismos sectores anteriormente residenciales de élite de la ciudad. Y si añadimos a esto las iglesias, no importa si son parroquiales, estas terminan teniendo feligresías interbarriales e incluso regionales, dependiendo de la popularidad del cura (o del pastor) encargado. Esta situación, una vez más, es posibilitada por el auto y ahora por el metro y se da en barrios que no fueron diseñados, ni equipados para albergar una gran población, usos comerciales o servicios tan intensos. En un país donde la fiscalización de la normativa y la sanción ejemplar son un bien escaso, esto termina resultando en áreas urbanas céntricas desarticuladas y de calidad variable, en el mejor de los casos con aceras de barriada de 1.20 de ancho, en el peor con aceras invadidas por autos que no consiguen espacio de estacionamiento público gratuito (pero en zonas donde abundan a nivel privado de forma exclusiva) para acceder al comercio urbano que se ha instalado en casas antiguas. Estos barrios padecen de fugas de aguas sucias, falta de presión de agua, mala recolección de la basura, tráfico pesado y mucho ruido. Como vemos esta ciudad dislocada ha sido el resultado de una serie de elecciones supuestamente libres posibilitadas por el automóvil y digo supuestamente porque el acceso relativamente fácil y económico al auto condiciona la alternativa de confrontar nuestra realidad inmediata demandando la vivienda, la salud, la educación y el trabajo de calidad en nuestras comunidades a corta distancia. Para que el mercado genere estás condiciones por sí solo tomará años, quizás décadas antes de que se logre la masa crítica de población exhausta con el modelo actual y deseosa por una oferta de vivienda, servicios, empleos y centros de negocios a una distancia caminable y cómoda, lejos del tranque vehicular. Mientras esto se concreta, desde los Consejos Municipales se pueden tomar medidas “valientes ”que aceleren el paso, adicionales a la regulación y fiscalización del tráfico vehicular en el centro de la ciudad, por ejemplo, mejorando las normas de uso de suelo en pos de reglas simples y claras de implementar, lo suficientemente liberales para requerir poca fiscalización, pero lo suficientemente restrictivas para asegurar una negociación justa en pro del desarrollo sostenible y humano de la ciudad, que permitan la re-urbanización y densificación del casco urbano. Y sobre todo necesitamos generar las condiciones para proveer educación, salud y cultura pública y de calidad cerca de los usuarios. Pero para lograrlo necesitamos actuar con visión de largo plazo para hacer lo correcto hoy y superar el cortoplacismo que no incomoda a nadie pateando la lata para mañana. Pero, para mañana es tarde. EL AUTOR es subdirector de Planificación Urbana en el Municipio de Panamá. ¿Edad o experiencia? La UP excluye a docentes jubilados Discriminación Siria Martínez [email protected] En 2021, como un “regalo” post pandemia, la Universidad de Panamá (UP) decidió revivir una normativa aprobada en 2018 por el Consejo General Universitario (reunión No. 2-18 del 4 de julio de 2018), publicada en la Gaceta Oficial No. 28589 el 13 de agosto de ese mismo año. Esta normativa, en su artículo 11, restringe que profesionales jubilados participen en el banco de datos para ser considerados como docentes en esta institución. Como resultado, aquellos profesionales jubilados que en ese momento ejercían la docencia y habían sido seleccionados a través del banco de datos fueron simplemente excluidos, sin otra justificación que la existencia de dicha normativa. La exclusión de estos docentes representa un desprecio evidente por la sabiduría acumulada y los aprendizajes adquiridos a lo largo de años de experiencia profesional y personal. Muchos de estos profesionales, si bien retirados de labores en otros sectores, cuentan con la capacidad y la energía para enriquecer la formación de las actuales y futuras generaciones de estudiantes. Lo más impactante de esta decisión es su contradicción con el criterio emitido por la Corte Suprema de Justicia, la cual se ha pronunciado en favor del derecho de los docentes a continuar en sus funciones, considerando el trabajo como un derecho humano inalienable establecido en el artículo 64 de nuestra Carta Magna. “El trabajo es un derecho”, y este no puede negarse a nadie que esté en plenas facultades para ejercer su labor. Además, la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 23 el “de - recho al trabajo y a la libertad de elegirlo”. Sin embargo, esta normativa se ha aplicado de forma discriminatoria, afectando exclusivamente al personal docente regular y no al personal clasificado como especial. Panamá es, sin duda, un país de contrastes, donde por un lado defendemos los derechos humanos y, por otro, limitamos el ejercicio de estos derechos. En contraste con la posición del Consejo General Universitario, el Presidente de la República, José Raúl Mulino, ha declarado públicamente que no se atrevería a dejar sin empleo a las personas mayores, argumentando que la jubilación no debe ser excusa para cerrarles las puertas laborales. Esta normativa vigente desde 2018 refleja un claro sesgo edadista, que discrimina a las personas en función de su edad en lugar de sus competencias y experiencia. Ante esta situación, se ha llevado el caso nuevamente a la Corte Suprema de Justicia, y se espera que su fallo sea coherente con su postura anterior y en sintonía con el criterio del Presidente de la República. LA AUTORA es trabajadora social y docente. Pertenece al Grupo de docentes por la reivindicación al derecho de las personas mayores al trabajo. Chenchén a la gringa Elecciones en Estados Unidos Rafael Candanedo [email protected] Chenchén es figura onomatopéyica que significa dinero. Los votantes estadounidenses lo prefieren. En la elección reciente se anticipó que 9 de cada 10 votantes decidirían su candidato en función de chenchén. Y ganó Trump, que en español significa triunfo. La pandemia es el antecedente inmediato de esta inclinación por el chenchén, pues fue este evento global el que dejó en jaque a Trump en su intento de reelección en noviembre de 2020. Con su derrota, Biden asumió el cargo, pero también heredó una economía golpeada por la inflación. A mediados de 2022, con la pandemia en su tercer año, la inflación en Estados Unidos superó el 9%, un nivel no visto en cuatro décadas, lo que provocó un aumento generalizado en los precios de bienes y servicios esenciales. Ante esta situación, el gobierno de Biden se vio obligado a elevar las tasas de interés para controlar la inflación y evitar una crisis económica mayor. Aunque la medida logró frenar el aumento de precios, tuvo un impacto en los consumidores, ya que encareció los créditos y las hipotecas. Si bien la inflación se estabilizó, los precios se mantuvieron elevados, muy por encima de los registrados durante el gobierno de Trump, quien estuvo en el poder entre 2017 y principios de 2021. Enfrentando el impacto de los altos precios en los últimos años, los consumidores estadounidenses sienten insatisfacción, lo que ha influido en sus decisiones de voto. Aunque Biden ha estabilizado la economía, los efectos siguen siendo palpables en los bolsillos. Un posible regreso de Trump no solo repercutiría en la economía interna, sino también en el ámbito geopolítico, afectando relaciones clave de Estados Unidos con Europa, la OTAN, Ucrania, Gaza y potencias como China y Rusia. Una decisión de Trump de cortar el apoyo financiero a la defensa de Ucrania podría resultar en una derrota ucraniana frente a Rusia, con graves implicaciones para Europa, especialmente para la estabilidad de la Unión Europea. Su postura crítica hacia la OTAN también podría desestabilizar la relación de Estados Unidos con sus aliados europeos. Con Gaza es diferente, porque Trump ha mostrado una clara tendencia filojuMás allá de las ideologías y de los temas internacionales, el factor económico sigue siendo el cimiento de las decisiones políticas, y el chenchén parece ser el verdadero protagonista de las elecciones recientes. día, reflejada en decisiones como la reubicación de la embajada estadounidense en Jerusalén, una ciudad en disputa por varios actores en el conflicto israelí-palestino. Mientras que la mayoría de las embajadas se mantienen en Tel Aviv, esta movida fortaleció la relación con Israel y dejó claro el posicionamiento de Trump en este tema. A pesar de que bajo Biden la economía no ha decaído de forma catastrófica, los votantes estadounidenses parecen haber expresado su descontento en las urnas, con la esperanza de una mejora económica. Los republicanos, según las encuestas, se muestran más inclinados hacia el chenchén: un 60% de sus votantes considera que la economía es lo fundamental, mientras que entre los demócratas, este porcentaje es menor, en torno al 40%. Este desencanto con la situación actual, especialmente en términos de costos de vida y estabilidad económica, parece ser el motor que impulsa el apoyo a Trump, quien, para muchos, representa la promesa de “días mejores”. La política estadounidense demuestra así que, más allá de las ideologías y de los temas internacionales, el factor económico sigue siendo el cimiento de las decisiones políticas, y el chenchén parece ser el verdadero protagonista de las elecciones recientes. EL AUTOR es docente y periodista En un país donde la fiscalización de la normativa y la sanción ejemplar son un bien escaso, esto termina resultando en áreas urbanas céntricas desarticuladas y de calidad variable, en el mejor de los casos con aceras de barriada de 1.20 de ancho, en el peor con aceras invadidas por autos que no consiguen espacio de estacionamiento público gratuito (pero en zonas donde abundan a nivel privado de forma exclusiva) para acceder al comercio urbano que se ha instalado en casas antiguas.

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